Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Raúl niega que Cristo oraba a otro ser distinto a él

Raúl niega que Cristo oraba a otro ser distinto a él

También los hijos de Dios dispersos aceptarán la resurrección y sus señales

7. ¿Quién es el que resucita y cuáles son sus signos? Lo dice con evidencia continuando el mismo texto profético? «Convertiré entonces la lengua de los pueblos» (Sof 3, 9) como quiera que después de la resurrección tras el envío del Espíritu Santo, se dio el don de lenguas (Hech 2, 4), «para que invoquen todos el nombre de Yahvé y le sirvan bajo un mismo yugo» (Sof 3, 9). ¿Y qué otro símbolo se añade, en el mismo profeta, de que servirán al Señor «bajo un mismo yugo?» «Desde allende los ríos de Etiopía, mis suplicantes, mi Dispersión, me traerán mi ofrenda» (3, 10). Ves que eso está escrito en los Hechos cuando el eunuco etíope llega desde los confines de los ríos de Etiopía (Hech 8, 27). Las Escrituras señalan, por tanto, el momento y las circunstancias de tiempo y lugar, además de los signos que siguieron a la resurrección. Ten, pues, una fe firme en la resurrección y que nadie te aparte de confesar a Cristo resucitado de entre los muertos.

Valor profético de Sal 88

8. Recibe también otro testimonio del salmo 88, cuando es Cristo el que proféticamente dicen: «Yahvé Dios de mi salvación, ante ti estoy clamando día y noche» (Sal 88, 2) y, poco después: «Soy como un hombre acabado: relegado entre los muertos» (88, 5). No dice «soy un hombre acabado», sino «como un hombre acabado»: no ha sido crucificado porque le falten fuerzas, sino voluntariarnente. Ni tampoco le llegó la muerte por una debilidad involuntaria. «Me has echado en lo profundo de la fosa» (v. 7). Y, ¿cuál fue la señal de esto?: «Has alejado de mí a mis conocidos»(14). De hecho, huyeron sus discípulos (Mt 26, 56). «¿Acaso para los muertos haces maravillas?» (Sal 88, 11). Y, poco después: «Mas yo grito hacia ti, Yahvé, de madrugada va a tu encuentro mi oración» (v. 14). ¿Es que no ves cómo también se aclaran las circunstancias de tiempo tanto de la pasión como de la resurrección?

Las propias palabras de Cirilo de Jerusalén acerca del Salmo 88 muestran que Cristo clamó y oró a Yahvé para que lo resucitara. Esto armoniza con las palabras de Hebreos 5:7, 8:

“En los días de su carne [Cristo] ofreció ruegos y también peticiones a Aquel que podía salvarlo de la muerte, con fuertes clamores y lágrimas, y fue oído favorablemente por su temor piadoso. 8 Aunque era Hijo, aprendió la obediencia por las cosas que sufrió;” (Hebreos 5:7-8)
 
SIGAMOS LEYENDO, Y DEJEMOS DE SACAR CITAS DE CONTEXTO.

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En el abismo, la victoria sobre la muerte

19. La muerte quedó aterrorizada al ver que descendía al infierno alguien distinto que no estaba sujeto por las cadenas de este lugar (cf. Hech 2, 24). ¿Por qué razón, guardianes del infierno, os llenasteis de pavor al verlo? (cf. Job 38, 17 LXX). ¿Os invadió un temor descarado? Huyó la muerte y esa fuga delataba su temor. Acudieron los santos profetas. Moisés el legislador, Abraham, Isaac y Jacob, David y Samuel, Isaías y Juan Bautista, que dice y testifica: «¿Eres tu el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» (Mt 11, 3). Han sido redimidos todos los santos que la muerte se había tragado. Lo que debía ser es que el Rey que había sido predicado fuese en realidad el libertador de los mejores augurios. Por eso ha dicho alguno entre los justos: «¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» (1 Cor 15, 55). Es el autor de la victoria el que nos ha liberado(26).

Más datos sobre Jonás como imagen de Cristo muerto y resucitado

20. Jonás fue figura de este nuestro Salvador orando desde el vientre del cetáceo diciendo: «Desde mi angutia clamé a Yahvé y él me respondió: desde el seno del sheol grité, y tu oíste mi voz» (Jan 2, 3). Estaba en el interior de la ballena, pero dice que estaba en el infierno: era figura de Cristo, que en su momento habría de descender a los infiernos(27). Y poco después, hablando proféticamente con toda claridad acerca de la persona de Cristo, dice; «A las raíces de los montes descendí» (2, 7). ¿De qué montes hablas si estás en el vientre de la ballena? Es que sé -dice- que soy imagen de aquél que será colocado en el sepulcro excavado en piedra. Cuando Jonás se encontraba en el mar, dice: «Descendí a la tierra» (2, 7 LXX), siendo así imagen de Cristo, que descendió hasta las entrañas de la tierra (Mt 12, 39-40)(28). Previó también el fraude de los judíos induciendo a los soldados a mentir y diciéndoles: «Decid que lo robaron» (cf. Mt 28, 13). Lo previó diciendo: «Observando cosas vanas y falsas, abandonan la misericordia para con ellos» (Jan 2, 9, mejor LXX). De hecho, vino quien se compadecía de ellos, y fue crucificado y resucitó tras haber dado el don de su preciosa sangre en favor de judíos y gentiles. Ellos, sin embargo, dicen: «Decid que lo robaron», haciendo así observancia de cosas vanas y de falsedadess. De su resurrección dice también Isaías: «El que sacó de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, en la sangre de una alianza eterna» (Is 63, 11)(29). Añadió lo de «grande» para que no fuese contado entre los pastores de la categoría de los anteriores.
 
ESTAS DOS SON MUY BUENAS... LEAMOS DE NUEVO...

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[B]Los apóstoles, testigos de la resurrección, son también hebreos
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15. Al no convencer las Sagradas Escrituras a los judíos, que no obedecen, y al contradecir ellos mismos la resurrección de Jesús, lo mejor sería hablarles así: ¿Por qué, mientras afirmáis que Eliseo y Elías han resucitado a muertos (cf. 2 Re 4, 20 se; 1 Re 17, 17-24) os obcecáis en contra de la resurrección de nuestro Salvador? ¿O es que a los que actualmente vivimos no nos valen los testigos de entonces? Buscad, pues, vosotros testigos de aquella época(21). Si lo de aquella época está escrito, también esto está escrito. ¿Por qué aceptáis una de las cosas y rechazáis la otra? los hebreos pusieron por escrito aquellos hechos anteriores. Pero todos los apóstoles fueron también hebreos. ¿Por qué, si son judíos, no les creéis? Mateo, al escribir su evangelio, lo hizo en lengua hebrea(22). Pablo, el predicador era «hebreo e hijo de hebreos» (Flp 3, 5). Y los doce apóstoles eran todos hebreos. Posteriormente, los quince obispos de Jerusalén han sido, en sucesión ininterrumpida, también todos hebreos. ¿Por qué razón, pues, mientras admitís lo vuestro, creéis que se ha de rechazar lo nuestro, que ha sido puesto por escrito por hebreos de vuestra raza?
 
Re: Raúl niega que Cristo oraba a otro ser distinto a él (demuestrelo Apolos)

Re: Raúl niega que Cristo oraba a otro ser distinto a él (demuestrelo Apolos)

Las propias palabras de Cirilo de Jerusalén acerca del Salmo 88 muestran que Cristo clamó y oró a Yahvé para que lo resucitara. Esto armoniza con las palabras de Hebreos 5:7, 8:

“En los días de su carne [Cristo] ofreció ruegos y también peticiones a Aquel que podía salvarlo de la muerte, con fuertes clamores y lágrimas, y fue oído favorablemente por su temor piadoso. 8 Aunque era Hijo, aprendió la obediencia por las cosas que sufrió;” (Hebreos 5:7-8)

La resurrección de Jesús es mayor milagro que las obradas por Ellas y Eliseo

16. Pero es imposible, dirá alguno, resucitar muertos. Pero Eliseo obró una y otra vez resurrecciones, tanto estando en vida (2 Re 4, 20 ss) como después de su muerte (2 Re 13, 21). Si creemos que un cadáver arrojado al suelo resucitó al contacto con Eliseo, que yacía allí muerto ¿no resucitó Cristo de entre los muertos? Además, resucitó aquel que estaba muerto y tocó a Eliseo, pero el que lo hizo alzarse permaneció, sin embargo, muerto, como ya estaba antes. Pero el muerto del que nosotros hablamos resucitó y resucitaron otros muchos muertos que a él ni siquiera le habían tocado: «Muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa —claramente se trata de la ciudad en la que estamos(23)— y se aparecieron a muchos» (Mt 27, 52-53). Eliseo hizo ciertamente resucitar a un muerto, pero no consiguió dominar el orbe; Elías resucitó a un muerto, pero los demonios no se sometieron en nombre de Elías. Sin embargo, no hacemos de menos a los profetas, sino que celebramos con mayor magnificencia a quien es Señor de ellos. En realidad, no ensalzamos lo nuestro empequeñeciendo aquello, pues también aquello es nuestro. Más bien conciliamos la fe en lo nuestro con las cosas de ellos(24).
 
Re: APOLOS NIEGA LA RESURRECCIÓN, LA IGLESIA DE LOS PRIMEROS SIGLOS LE DA EN TODA LA

Re: APOLOS NIEGA LA RESURRECCIÓN, LA IGLESIA DE LOS PRIMEROS SIGLOS LE DA EN TODA LA

“todos ustedes son hermanos. 9 Además, no llamen padre [como título religioso] de ustedes a nadie sobre la tierra, porque uno solo es su Padre, el Celestial. 10 Tampoco sean llamados ‘caudillos’, porque su Caudillo es uno, el Cristo. 11 Pero el mayor entre ustedes tiene que ser su ministro. 12 El que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado.” (Mateo 23:8-12)

Pablo era el Padre de muchos en la tierra.

1Corintios 4:14-16
No os escribo esto para avergonzaros, sino más bien para amonestaros como a hijos míos queridos.
Pues, aunque hayáis tenido diez mil pedagogos en Cristo, no tenéis muchos padres. He sido yo quien, por el Evangelio, os engendré en Cristo Jesús.
Os ruego, pues, que seáis mis imitadores.


Galatas 4:19 ¡Hijitos míos!, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros.

DLB.
 
LA VERDADERA restauración del cristianismo original

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En el abismo, la victoria sobre la muerte

19. La muerte quedó aterrorizada al ver que descendía al infierno alguien distinto que no estaba sujeto por las cadenas de este lugar (cf. Hech 2, 24). ¿Por qué razón, guardianes del infierno, os llenasteis de pavor al verlo? (cf. Job 38, 17 LXX). ¿Os invadió un temor descarado? Huyó la muerte y esa fuga delataba su temor. Acudieron los santos profetas. Moisés el legislador, Abraham, Isaac y Jacob, David y Samuel, Isaías y Juan Bautista, que dice y testifica: «¿Eres tu el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» (Mt 11, 3). Han sido redimidos todos los santos que la muerte se había tragado. Lo que debía ser es que el Rey que había sido predicado fuese en realidad el libertador de los mejores augurios. Por eso ha dicho alguno entre los justos: «¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» (1 Cor 15, 55). Es el autor de la victoria el que nos ha liberado(26).

Más datos sobre Jonás como imagen de Cristo muerto y resucitado

20. Jonás fue figura de este nuestro Salvador orando desde el vientre del cetáceo diciendo: «Desde mi angutia clamé a Yahvé y él me respondió: desde el seno del sheol grité, y tu oíste mi voz» (Jan 2, 3). Estaba en el interior de la ballena, pero dice que estaba en el infierno: era figura de Cristo, que en su momento habría de descender a los infiernos(27). Y poco después, hablando proféticamente con toda claridad acerca de la persona de Cristo, dice; «A las raíces de los montes descendí» (2, 7). ¿De qué montes hablas si estás en el vientre de la ballena? Es que sé -dice- que soy imagen de aquél que será colocado en el sepulcro excavado en piedra. Cuando Jonás se encontraba en el mar, dice: «Descendí a la tierra» (2, 7 LXX), siendo así imagen de Cristo, que descendió hasta las entrañas de la tierra (Mt 12, 39-40)(28). Previó también el fraude de los judíos induciendo a los soldados a mentir y diciéndoles: «Decid que lo robaron» (cf. Mt 28, 13). Lo previó diciendo: «Observando cosas vanas y falsas, abandonan la misericordia para con ellos» (Jan 2, 9, mejor LXX). De hecho, vino quien se compadecía de ellos, y fue crucificado y resucitó tras haber dado el don de su preciosa sangre en favor de judíos y gentiles. Ellos, sin embargo, dicen: «Decid que lo robaron», haciendo así observancia de cosas vanas y de falsedadess. De su resurrección dice también Isaías: «El que sacó de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, en la sangre de una alianza eterna» (Is 63, 11)(29). Añadió lo de «grande» para que no fuese contado entre los pastores de la categoría de los anteriores.
 
LA VERDADERA restauración del cristianismo original

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Las apariciones del Resucitado

21. Con todos estos datos proféticos, despiértese en nosotros la fe. Caigan los que caen por infidelidad según su capricho. Tú, en cambio, te has mantenido firme sobre la roca de la fe en la resurrección: que ningún hereje te arrastre nunca a infamar la resurrección. Pues, hasta el día de hoy, los maniqueos dicen que la resurrección del Salvador fue simulada y no verdadera. Tenemos, además, a Pablo, que escribe(30): «Nacido del linaje de David según la carne» (Rm 1, 3); y continúa: «...por su resurrección de entre los muertos» (1, 4)(31). Y, por otra parte, dirige contra ellos sus palabras diciendo: «No digas en tu corazón "¿quién subirá al cielo?" es decir: para hacer bajar a Cristo; o bien: "¿quien bajará al abismo?", es decir: para hacer subir a Cristo de entre los muertos» (Rm 10, 6-7). Igualmente, en otro lugar, previniéndonos, escribe: «Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos» (2 Tim 2, 8). Y también: «Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe. Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó» (1 Cor 15, 14-15). Y, en lo que sigue dice: «¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron» (15, 20). «Se apareció a Cefas y luego a los Doce» (15, 5)(32). Si no aceptas la fe de uno sólo, tienes ahí doce testigos. «Después se aparecidas a más de quinientos hermanos a la vez» (15, 6). Si a aquellos doce tampoco les creían, que hagan caso a estos quinientos. «Luego se apareció a Santiago» (15, 7), su hermano(33), primer obispo de esta parroquia(34). Si este obispo tan importante vio a Jesucristo resucitado, no reniegues de la fe tú que eres discípulo suyo. Pero si dices que Santiago dio testimonio por ser hermano suyo, «en último término se me apareció también a mí» (15, 8), Pablo, su enemigo. ¿Cómo poner en duda el testimonio de uno que ha sido su enemigo y ahora lo anuncia? Antes fui perseguidor (cf. I Tim 1, 13) y ahora anuncio la resurrección.

Personas y objetos materiales, testigos de la resurrección

22. Muchos son los testigos de la resurrección del Salvador. Era la noche y había luna llena, la decimosexta noche(35). La roca del sepulcro que acogió a Cristo y la piedra que resistió en su cara a los judíos: esa piedra vio al Señor, la piedra que fue removida de su sitio (Mt 28, 2), ella da testimonio de la resurrección estando allí tirada hasta el día de hoy. Los ángeles de Dios, allí presentes, dieron testimonio de la resurrección del Unigénito (Lc 24, 4 ss). Pedro y Juan, Tomás y todos los demás apóstoles, algunos de los cuales corrieron hasta el sepulcro (Jn 20, 4) y vieron los lienzos de la sepultura en los que había estado envuelto y que habían quedado allí después de la resurrección (20, 6-7). Otros tocaron sus manos y sus pies y contemplaron las señales de los clavos (20, 27). Y todos recibieron a la vez el soplo del Salvador y la potestad de perdonar los pecados en virtud del Espíritu Santo (20, 22-23). Las mujeres que se asieron a sus pies observaron la magnitud del terremoto y el fulgor del ángel que allí estaba (28, 2-5), así como los lienzos que le envolvían y que, al resucitar, abandonó allí. Son testigos también los soldados y el dinero que se les dio (Mt 28, 15), el lugar, que todavía puede verse, y el santo edificio de esta Iglesia, edificada, por amor a Cristo, por el emperador Constantino, de feliz memoria, y que, como ves, está tan embellecida.
 
LA VERDADERA restauración del cristianismo original

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Otros testimonios de la resurrección y la ascensión

23. También la que fue resucitada en su nombre, Tabita, es testigo de la resurrección (cf. Hech 9, 40). Pues, ¿quién dejará de creer en la resurrección de Cristo, cuando su mismo nombre hizo resucitar a muertos? También el mar, como ya oíste(36), es testigo de la resurrección de Jesús. Testigos son la captura de los peces, las brasas encendidas y las viandas preparadas (Jn 21,6.9). También da testimonio Pedro, que antes le había negado tres veces, pero después le confesó otras tres veces, recibiendo el encargo de apacentar las ovejas espirituales (21, 15-17). Hasta el día de hoy existe el Monte de los Olivos, que muestra a los ojos de los fieles quién es el que ascendió sobre la nube y que es la puerta de la ascensión a los cielos. En Belén había descendido de los cielos, pero ascendió a los cielos desde el monte de los Olivos. Desde allí vino hasta los hombres para entablar su combate y es aquí donde es coronado tras su lucha. Tienes, pues, numerosos testigos, tienes este mismo lugar de la resurrección y tienes el lugar de la ascensión, situado, desde nuestra posición, al Oriente. Tienes como testigos a los ángeles que allí testificaron y a la nube que se elevó. Y asimismo a los discípulos que desde allí bajaron (cf. Hech 1, 9.12).
 
¿Cirilo de Jerusalén como que estaba influido por los arrianos?

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Más datos sobre Jonás como imagen de Cristo muerto y resucitado

20. Jonás fue figura de este nuestro Salvador orando desde el vientre del cetáceo diciendo: «Desde mi angutia clamé a Yahvé y él me respondió: desde el seno del sheol grité, y tu oíste mi voz» (Jan 2, 3). Estaba en el interior de la ballena, pero dice que estaba en el infierno: era figura de Cristo, que en su momento habría de descender a los infiernos(27). Y poco después, hablando proféticamente con toda claridad acerca de la persona de Cristo, dice; «A las raíces de los montes descendí» (2, 7). ¿De qué montes hablas si estás en el vientre de la ballena? Es que sé -dice- que soy imagen de aquél que será colocado en el sepulcro excavado en piedra. Cuando Jonás se encontraba en el mar, dice: «Descendí a la tierra» (2, 7 LXX), siendo así imagen de Cristo, que descendió hasta las entrañas de la tierra (Mt 12, 39-40)(28). Previó también el fraude de los judíos induciendo a los soldados a mentir y diciéndoles: «Decid que lo robaron» (cf. Mt 28, 13). Lo previó diciendo: «Observando cosas vanas y falsas, abandonan la misericordia para con ellos» (Jan 2, 9, mejor LXX). De hecho, vino quien se compadecía de ellos, y fue crucificado y resucitó tras haber dado el don de su preciosa sangre en favor de judíos y gentiles. Ellos, sin embargo, dicen: «Decid que lo robaron», haciendo así observancia de cosas vanas y de falsedadess. De su resurrección dice también Isaías: «El que sacó de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, en la sangre de una alianza eterna» (Is 63, 11)(29). Añadió lo de «grande» para que no fuese contado entre los pastores de la categoría de los anteriores.

Aquíe en dos oportunidades se muestra que Yahvé (Jehová) es mayor que Cristo:

1) Cristo oró a Yahvé, tal como hizo Jonás

2) Hubo alguien que "sacó de entre los muertos" (resucitó) a "al gran pastor de las ovejas" (Jesús).
Por cierto, Cirilo de Jerusalén cita las palabras de Hebreos 13:29, en las cuales se distingue a Cristo de Dios: “Ahora bien, que el Dios de la paz, que hizo subir de entre los muertos al gran pastor de las ovejas con la sangre de un pacto eterno, a nuestro Señor Jesús.” (Hebreos 13:20)
 
ES USTED APOLOS QUIEN CITA A ARRIO PARA DEFENDERSE, NO SEA MANIPULADOR

ES USTED APOLOS QUIEN CITA A ARRIO PARA DEFENDERSE, NO SEA MANIPULADOR

Aquíe en dos oportunidades se muestra que Yahvé (Jehová) es mayor que Cristo:

1) Cristo oró a Yahvé, tal como hizo Jonás

2) Hubo alguien que "sacó de entre los muertos" (resucitó) a "al gran pastor de las ovejas" (Jesús).
Por cierto, Cirilo de Jerusalén cita las palabras de Hebreos 13:29, en las cuales se distingue a Cristo de Dios: “Ahora bien, que el Dios de la paz, que hizo subir de entre los muertos al gran pastor de las ovejas con la sangre de un pacto eterno, a nuestro Señor Jesús.” (Hebreos 13:20)

Importancia de Sal 110.1: «Dijo el Señor a mi Señor...». Otros testimonios

28. Sal. 109, 110-01: Cirilo: Intentaremos resumiros algunas de las cosas dichas sobre este tema de que el Hijo está sentado a la derecha del Padre. El Salmo 110 dice abiertamente: «Dice el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos como escabel de tus pies» (110, 1). Cuando el Salvador confirma esto en los evangelios, señala que David no dijo estas cosas por sí mismo, sino que lo dijo por inspiración del Espíritu de Dios. Lo dice (Jesús) con estas palabras: «Pues ¿cómo David, movido por el Espíritu, le llama Señor, cuando dice: "Dijo el Señor a mi Señor, siéntate a mi diestra..."» (Mt 22, 43-44). Y en los Hechos de los Apóstoles, el día de Pentecostés, estando en pie Pedro con los once, y hablando a los israelitas, recuerda con las mismas palabras este testimonio del salmo 110 (Hech 2, 34).

29. Hay que traer también a la memoria algunos otros testimonios semejantes sobre el estar sentado el Hijo a la derecha del Padre. En el evangelio según San Mateo está escrito: «Os declaro que a partir de ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder...» (Mt 26, 64). El apóstol Pedro escribe cosas acordes con esto, al mencionar: «...por medio de la Resurrección de Jesucristo, que, habiendo ido al cielo, está a la diestra de Dios...» (1 Pe 3,21,22). Y el apóstol Pablo escribe a los Romanos diciendo: «Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la derecha de Dios...» (Rm 8, 34). Y, escribiendo a los Efesios, se expresa de este modo: «...conforme a la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su diestra en los cielos» (Ef 1, 19-20), además de lo que sigue. A los Colosenses les instruía de este modo: «Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios». Y en la epístola a los Hebreos dice: «Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas» (Hebr 1, 3). Y por otra parte: «¿A qué ángel dijo alguna vez: "Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies"» (1,13; cf. Sal 110, 1). Además: «El, por el contrario, habiendo ofrecido por los pecados un sólo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre(45), esperando desde entonces hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies» (Hebr 10, 12-13)(46). Y de nuevo: «Fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el cual, en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios» (12, 2)
 
LA VERDADERA RESTAURACIÓN del cristianismo original

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La ascensión(37)

24. El ordenamiento de la doctrina de la fe ya nos advertía de que habláramos también sobre la ascensión, pero la gracia de Dios dispuso las cosas de manera que ayer, que era domingo, oyeses, en la medida de nuestras fuerzas, hablar de esto. Fue porque, por gracia de Dios, las lecturas de la reunión litúrgica contenían lo referente a la ascensión de nuestro Salvador a los cielos. Lo que dijimos fue de cara a todas las personas y por causa de la multitud de fieles reunidos. Pero, sobre todo, ayer hablamos de esto pensando en ti. Queremos ver ahora si atendiste a lo que se dijo. Pues sabes que la fe enseña que creas en aquel «que resucitó al tercer día, y ascendió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre». Creo que recordarás lo que expusimos, aunque, sin demasiada insistencia, te haré memoria de lo que dijimos. Acuérdate de que en los Salmos está escrito claramente; «Sube Dios entre aclamaciones» (Sal 47, 6). Las Potestades divinas clamaban unas a otras: «Puertas, levantad vuestros dinteles» (Sal 24, 7), etc. Téngase en la mente el otro salmo: «Tú has subido a la altura, conduciendo cautivos» (Sal 68, 19)(38). Y acuérdate del profeta, que dice: «El que edifica en los cielos sus aletas moradas» (Am 9,ó). Y todas las demás cosas que ayer se dijeron a causa de las contradicciones de los judíos.

Argumentos a favor de la posibilidad de la Ascensión

25. Pues cuando se han opuesto, juzgándola imposible, a la ascensión del Salvador, acuérdate de lo que se dice de la traslación de Habacuc (Dan 14, 33-39). Pues si Habacuc fue transportado por el ángel cogiéndolo por los pelos de la cabeza, mucho más el Señor de los profetas y de los ángeles, subiendo en una nube desde el Monte de los Olivos, pudo preparar su ida a los cielos y por su propio poder. Retén también en tu mente otras cosas semejantes, teniendo en cuenta que la grandeza es del Señor, que hace tales maravillas: aquellos eran llevados y éste es el que «todo lo sostiene» (cf. Hebr 1, 3). Recuerdas que Henoc fue trasladado (Gén 5, 24), pera Jesús ascendió. Recuerda las cosas que ayer se dijeron de Elías: que Elías fue tomado en un carro de fuego (2 Re 2, 11), pero el carro de Cristo fueron «los carros de Dios, por millares de miríadas»; y que Elías fue tomado al Este del Jordán (2, 1 1, 14-15) mientras que Cristo ascendió al Este del torrente Cedrón; que aquél ascendió «como hacia el cielo» (2 Re 2, 11 LXX) pero Jesús lo hizo «al cielo»; y que el primero había dicho a su discípulo que le daría dos partes de su espíritu(39), pero Cristo ha concedido a sus discípulos una participación tan grande en la gracia del Espíritu Santo que no lo posean sólo para ellos, sino que también por la imposición de las manos lo otorguen a los que creen en él (Hech 8, 14-17).

La gloria supereminente de Cristo

26. Cuando hayas luchado contra los judíos y los hayas vencido con estas comparaciones, acércate entonces a la supereminente gloria del Salvador: mientras ellos son siervos, él es Hijo de Dios. Verás cuánto sobresale él al pensar que el Siervo de Cristo(40) fue llevado hasta el tercer cielo. Pues si Elías llegó hasta el primer cielo y Pablo hasta el tercero (2 Cor 12, 2)(41), es evidente que este último consiguió una mayor dignidad. No te avergüences de tus apóstoles. No son menos dignos que Moisés ni inferiores a los profetas, sino que son buenos con los buenos y mejores que los buenos. Pues Elías fue verdaderamente tomado al cielo, pero Pedro tiene las llaves del reino de los cielos después de oír aquello: «Todo lo que desatares sobre la tierra, quedará desatado en los cielos» (Mt 16, 19). Elías fue llevado al cielo, pero Pablo al cielo y al paraíso (era bueno que los discípulos de Jesús recibiesen una gracia más abundante): «Oyó palabras inefables que el hombre no puede pronunciar (2 Cor 12, 4). Pero Pablo descendió de nuevo, y no porque fuese indigno de habitar en el tercer cielo, sino —tras recibir unos dones que superan la condición humana— abandonando aquel honor y tras anunciar a Cristo, para sufrir la muerte por él y conseguir la corona del martirio. El resto de esta argumentación, que ayer sostuve en la asamblea dominical, lo he pasado ahora por alto, pues para unos oyentes con inteligencia basta esta sola mención.
 
¿"Padre Pablo" o "hermano Pablo"?

¿"Padre Pablo" o "hermano Pablo"?

Pablo era el Padre de muchos en la tierra.

Corrección: era un padre en sentido espiritual, pero no aceptó que le dijeran "Padre Pablo", ni nada de eso. Nunca que lo llamaran "Padre" como título religioso. Más bien era un "hermano" como todos los demás. Perdo no lo llamó Padre Pablo, sino: “hermano Pablo” (2 Pedro 3:15).
De igual forma, Pablo tampoco usó el título "Padre" para referirse a otros cristianos experimentados, tales como Timoteo, Tito, etc.
 
Re: ¿"Padre Pablo" o "hermano Pablo"?

Re: ¿"Padre Pablo" o "hermano Pablo"?

Corrección: era un padre en sentido espiritual, pero no aceptó que le dijeran "Padre Pablo", ni nada de eso. Nunca que lo llamaran "Padre" como título religioso. Más bien era un "hermano" como todos los demás. Perdo no lo llamó Padre Pablo, sino: “hermano Pablo” (2 Pedro 3:15).
De igual forma, Pablo tampoco usó el título "Padre" para referirse a otros cristianos experimentados, tales como Timoteo, Tito, etc.

Demuéstrelo, tan sencillo como ello, demuéstrelo...
 
LA VERDADERA restauración del cristianismo original

LA VERDADERA restauración del cristianismo original

El Hijo está sentado desde la eternidad junto al Padre

27. Acuérdate también de las cosas que muchas veces he dicho sobre el Hijo sentado a la derecha del Padre. Es lo que se contiene en la secuencia de las afirmaciones de la fe: «ascendió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre». No nos preguntemos tanto por la «razón» de este estar sentado, pues supera nuestra inteligencia. Ni nos apoyemos en aquellos que perversamente sostienen que, después de la cruz, la resurrección y la vuelta a los cielos, entonces comenzó el Hijo a estar sentado a la derecha del Padre. Pues «sentarse» no fue para él una adquisición, sino que está sentado junto al Padre por aquello que es(42). El profeta Isaías, al contemplar este trono antes de la venida en carne del Salvador, afirma: «Vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado», etc. (6, 1). Pues al Padre «nadie lo ha visto jamás» (Jn 1,18; cf. I Tim 6,16)(43). A quien el profeta vio entonces era el Hijo. Y el salmista dice: «Desde el principio tu trono está fijado, desde siempre existes tú» (Sal 93,2)(44). Como hay muchos testimonios de todo esto (el trono es evidentemente eterno) baste, por lo avanzado de la hora, con lo dicho.
 
LA VERDADERA restauración del cristianismo original

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Ale, ya lo tenemos todo. Vayan viendo, que mañana, o dentro de un rato, empezaremos con el HIJO UNIGÉNITO...

Conclusión: esperamos a Cristo

30. Y aunque hay otros muchísimos testimonios acerca de que el Unigénito está sentado a la derecha de Dios, estos nos son suficientes en este momento. Pero repetimos de nuevo la advertencias(47) de que no ha conseguido esta prerrogativa de «estar sentado» tras su venida en la carne, sino que antes de todos los siglos el Hijo unigénito de Dios, nuestro Señor Jesucristo, posee desde la eternidad este trono a la derecha del Padre. Y el mismo Dios de todas las cosas, Padre de Cristo, y nuestro Señor Jesucristo, que descendió y ascendió (cf. Ef4,10)(48) y está sentado junto al Padre, guarden vuestras almas; conserven inconmovible e inmutable vuestra esperanza en aquel que resucitó; que os levanten de vuestros pecados ya muertos hasta su don celestial; os hagan dignos de que seáis «arrebatados en nubes... al encuentro del Señor en los aires» (cf. I Tes 4, 17) en el tiempo oportuno. Y mientras llega el tiempo de su segunda y gloriosa venida, inscriba los nombres de todos vosotros en el libro de los vivos sin que nunca borre después lo escrito una vez (son borrados los nombres de muchos que caen) (cf. Apoc 3, 5 con Sal 69, 29). Os conceda a todos vosotros creer en el que resucitó, y esperar al que bajó y de nuevo volverá sentado en lo alto (pero no vendrá de la tierra: protégete a ti mismo, oh hombre, de los impostores que habrán de sobrevenir). El está aquí junto a nosotros, fortaleciendo las actitudes de cada uno y la firmeza de su fe. Pues no debes pensar que lo que ahora no está presente en carne está por ello ausente en espíritu (cf. Col 2, 5). Está aquí en medio oyendo lo que se dice de él y viendo lo que piensas en tu interior, escrutando corazones y entrañas (cf. Sal 7, 11, 20: Apoc 2, 23). Los que ahora estén preparados acérquense al bautismo, y todos vosotros presentaos al Padre en el Espíritu Santo y decid: «Aquí estamos yo y los hijos que Dios me ha dado» (Is 8, 18; cf. Hebr 2, 13). A él sea la gloria por los siglos. Amén.
 
Cirilo de Jerusalén usa citas bíblicas que distinguen a Cristo de Dios

Cirilo de Jerusalén usa citas bíblicas que distinguen a Cristo de Dios


Importancia de Sal 110.1: «Dijo el Señor a mi Señor...». Otros testimonios

28. Sal. 109, 110-01: Cirilo: Intentaremos resumiros algunas de las cosas dichas sobre este tema de que el Hijo está sentado a la derecha del Padre. El Salmo 110 dice abiertamente: «Dice el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos como escabel de tus pies» (110, 1). Cuando el Salvador confirma esto en los evangelios, señala que David no dijo estas cosas por sí mismo, sino que lo dijo por inspiración del Espíritu de Dios. Lo dice (Jesús) con estas palabras: «Pues ¿cómo David, movido por el Espíritu, le llama Señor, cuando dice: "Dijo el Señor a mi Señor, siéntate a mi diestra..."» (Mt 22, 43-44). Y en los Hechos de los Apóstoles, el día de Pentecostés, estando en pie Pedro con los once, y hablando a los israelitas, recuerda con las mismas palabras este testimonio del salmo 110 (Hech 2, 34).

29. Hay que traer también a la memoria algunos otros testimonios semejantes sobre el estar sentado el Hijo a la derecha del Padre. En el evangelio según San Mateo está escrito: «Os declaro que a partir de ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder...» (Mt 26, 64). El apóstol Pedro escribe cosas acordes con esto, al mencionar: «...por medio de la Resurrección de Jesucristo, que, habiendo ido al cielo, está a la diestra de Dios...» (1 Pe 3,21,22). Y el apóstol Pablo escribe a los Romanos diciendo: «Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la derecha de Dios...» (Rm 8, 34). Y, escribiendo a los Efesios, se expresa de este modo: «...conforme a la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su diestra en los cielos» (Ef 1, 19-20), además de lo que sigue. A los Colosenses les instruía de este modo: «Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios». Y en la epístola a los Hebreos dice: «Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas» (Hebr 1, 3). Y por otra parte: «¿A qué ángel dijo alguna vez: "Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies"» (1,13; cf. Sal 110, 1). Además: «El, por el contrario, habiendo ofrecido por los pecados un sólo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre(45), esperando desde entonces hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies» (Hebr 10, 12-13)(46). Y de nuevo: «Fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el cual, en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios» (12, 2)

Si Cristo está al lado de Dios, no puede ser Dios.
 
LA VERDADERA restauración del cristianismo original

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Por ahora les dejo solo el principio. Mañana o dentro de un rato, seguire con ello. Ahora me voy a leer un rato.

EL HIJO UNIGÉNITO DE DIOS


Sobre las palabras (del Símbolo): «Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre, Dios verdadero antes de todos los siglos, por quien todo fue hecho». Se parte de Hebr 1,1 ss: «Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo...»(1).

1. Con lo que ayer os dijimos se explica suficientemente, por nuestra parte, que esperamos en Jesucristo. Pero no hay que creer en Jesucristo en un modo simple y vulgar, ni hay que aceptarlo como a uno cualquiera de los muchos que, de modo abusivo, han sido llamados «Cristos»>. Ellos eran «cristos» como tipo e imagen, pero es éste el verdadero Cristo, que no fue escogido de entre los hombres y promovido al sacerdocio, sino que recibió del Padre eterno la dignidad sacerdotal. Por eso la fe nos advierte que no pensemos que se trata de uno cualquiera de los «cristos» (ungidos) corrientes: a la confesión de fe se añade que creemos «en un solo Señor Jesucristo, hijo único de Dios».

Hijo de Dios Padre por naturaleza

2. Cuando oyes hablar del Hijo, no pienses en la adopción, sino en un Hijo por naturaleza, Hijo Unigénito que no tiene ningún otro hermano. Por eso se le llama Unigénito, porque no tiene ningún hermano en la dignidad de la deidad y en la generación paterna. Pero no le llamamos Hijo de Dios por nuestro propio impulso, sino porque el Padre mismo le dio el nombre de Hijo, y es verdadero el nombre que los padres ponen a los hijos.

Pedro, en nombre de los apóstoles, reconoce a Jesús como Hijo de Dios

3. Nuestro Señor Jesucristo se revistió en aquel entonces de la naturaleza humana, pero esto era desconocido de muchos. Cuando él, sabiendo que se ignoraba, lo quería enseñar, reuniendo a los discípulos les preguntaba: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» (Mt 16,13). No buscaba una gloria efimera,sino que deseaba decirles la verdad para que no sucediese que, estando ellos conviviendo con el Hijo unigénito de Dios, y Dios mismo, le despreciasen como a un simple hombre. Cuando ellos dicen: «... unos, que Elías; otros, que Jeremías» (16,14), es como si les respondiera: tienen excusa los que no lo saben pero vosotros, que sois apóstoles y curáis leprosos en mi nombre, expulsáis demonios y devolvéis a muertos a la vida, debéis saber quién es aquel por quien realizáis esas maravillas. Cuando todos se mostraban reticentes (pues esta realidad excedía las fuerzas humanas), Pedro, príncipe de los apóstoles y supremo predicador de la Iglesia, no utilizó palabras propias ni razonamientos humanos, sino que, inundado de luz en su mente iluminada por el Padre, le dice: «Tú eres el Cristo» (Mt 16,16), añadiendo: «El Hijo de Dios vivo» (ibid.). E inmediatamente se añade una declaración de bienaventuranza (superior a lo que el hombre puede captar), conformada con la afirmación de que era una revelación procedente del Padre. Pues dice el Salvador: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos (16,17). Así pues, quien reconoce a nuestro SeñorJesucristo como Hijo de Dios, es hecho partícipe de la bienaventuranza; pero quien niega al Hijo de Dios se hace infeliz y desgraciado3.


Ver todo aquí
 
ESTAMOS HABLANDO DE LA RESURRECCIÓN QUE APOLOS NIEGA

ESTAMOS HABLANDO DE LA RESURRECCIÓN QUE APOLOS NIEGA

Si Cristo está al lado de Dios, no puede ser Dios.

A ver si se entera, estamos hablando de la Resurrección de los muertos que usted niega, ahora, en breve, pasamos al Hijo. De momento ya ha sido mostrado que usted predica otro evangelio anatema. Vamos paso a paso. Por lo tanto, mejor léase las XXIV catequesis, y deje de citar a vote voleo totalmente fuera de contexto.
 
Raúl... ¿estás citando de Cirilo o de La Atalaya?

Raúl... ¿estás citando de Cirilo o de La Atalaya?

30. Y aunque hay otros muchísimos testimonios acerca de que el Unigénito está sentado a la derecha de Dios, estos nos son suficientes en este momento. Pero repetimos de nuevo la advertencias(47) de que no ha conseguido esta prerrogativa de «estar sentado» tras su venida en la carne, sino que antes de todos los siglos el Hijo unigénito de Dios, nuestro Señor Jesucristo, posee desde la eternidad este trono a la derecha del Padre. Y el mismo Dios de todas las cosas, Padre de Cristo, y nuestro Señor Jesucristo, que descendió y ascendió (cf. Ef4,10)(48) y está sentado junto al Padre, guarden vuestras almas; conserven inconmovible e inmutable vuestra esperanza en aquel que resucitó; que os levanten de vuestros pecados ya muertos hasta su don celestial; os hagan dignos de que seáis «arrebatados en nubes... al encuentro del Señor en los aires» (cf. I Tes 4, 17) en el tiempo oportuno. Y mientras llega el tiempo de su segunda y gloriosa venida, inscriba los nombres de todos vosotros en el libro de los vivos sin que nunca borre después lo escrito una vez (son borrados los nombres de muchos que caen) (cf. Apoc 3, 5 con Sal 69, 29). Os conceda a todos vosotros creer en el que resucitó, y esperar al que bajó y de nuevo volverá sentado en lo alto (pero no vendrá de la tierra: protégete a ti mismo, oh hombre, de los impostores que habrán de sobrevenir). El está aquí junto a nosotros, fortaleciendo las actitudes de cada uno y la firmeza de su fe. Pues no debes pensar que lo que ahora no está presente en carne está por ello ausente en espíritu (cf. Col 2, 5). Está aquí en medio oyendo lo que se dice de él y viendo lo que piensas en tu interior, escrutando corazones y entrañas (cf. Sal 7, 11, 20: Apoc 2, 23). Los que ahora estén preparados acérquense al bautismo, y todos vosotros presentaos al Padre en el Espíritu Santo y decid: «Aquí estamos yo y los hijos que Dios me ha dado» (Is 8, 18; cf. Hebr 2, 13). A él sea la gloria por los siglos. Amén.[/COLOR]

Notamos:
- Cristo a la derecha de Dios.
- Llama a Cristro el unigénito de Dios, no solo del Padre
- Dice que "el mismo Dios de todas las cosas" es el "Padre de Cristo", y luego menciona separadamente a "nuestro Señor Jesucristo". No menciona ninguna fórmula trinitaria. Ni siquiera menciona al espíritu santo en esa misma frase. Si la trinidad era tan evidente, ¿qué raro, no?
 
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Hijo en todo semejante al Padre

4. Cuando se le llama Hijo, no pienses que se trata de una exageración, sino que es hijo verdaderamente, por naturaleza, sin un comienzo. No ha pasado de la servidumbre a la adopción, sino que es Hijo engendrado desde toda la eternidad, mediante un proceso de generación inescrutable e inabarcable. De un modo semejante, cuando oyes hablar de «primogénito» (cfr. Hebr 1,6), no lo entiendas al modo humano, pues los hombres tienen además otros hermanos, y en algún lugar está dicho: «Israel es mi hijo, mi primogénito» (Ex 4,22). Pero así como Rubén fue despojado de su honor de primogénito de Jacob por haberse introducido en el lecho de su padres, también Israel crucificó al Hijo arrojándolo de la viña de Dios Padre (Mt 21,39 ss)4. Y a otros la Escritura dice: «Hijos sois de Yahvé vuestro Dios» (Dt 14,1). Y, en otro lugar: «Yo había dicho: "¡Vosotros, dioses sois, todos vosotros, hijos del Altísimo!"» (Sal 82,6)6. Pone: «Dije», y no: «He engendrado». Pues ellos recibieron por la voz y la palabra de Dios la adopción que no tenían. Pero él (el Mesías) no pasó de ser una cosa a convertirse en otra, sino que desde un principio nació como Hijo del Padre existiendo antes de cualquier comienzo y antes de los siglos. Es Hijo del Padre en todo semejante a su progenitor; eterno del Padre eterno, engendrado como vida de la vida, luz de luz, verdad de la verdad, sabiduría de la sabiduría, Rey de Rey, Dios de Dios, potestad de potestad.

Generación eterna del Hijo


5. Cuando oigas el Evangelio que dice: «Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (Mt 1,1), entiende esto en lo referente a la carne. Pues es realmente hijo de David para siempre, pero es Hijo de Dios antes de todos los siglos y sin un principio7. Y asumió realmente lo que no tenía8, pero lo que tiene lo tiene desde la eternidad como engendrado del Padre. Tiene dos padres: uno, David, según la carne; el otro, según la divinidad, Dios Padre. Aquello que tiene de David está sometido al tiempo, puede constatarse y es un linaje que se puede detallar, pero lo que procede de la divinidad no está sometido al tiempo ni al espacio, ni tiene una ascendencia de la que se pueda dar cuenta:«De su ascendencia, ¿quién se preocupa?»9. Dios es espíritu, y lo que es espíritu se engendra espiritualmente, de modo incorpóreo sin que pueda rastrearse linaje alguno. El mismo Hijo dice del Padre: «El me ha dicho: "Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy..."» (Sal 2,7). Ese «hoy» no expresa algo reciente, sino eterno. Es un «hoy» sin tiempo, antes de todos los siglos: «... Desde el seno antes de la aurora te he engendrado» (Sal 110,3, versión clásica griega).

Creer en el Hijo de Dios

6. Cree, por tanto, en Jesucristo Hijo de Dios vivo, Hijo unigénito, según el Evangelio, que dice: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). Y, a su vez: «El que cree en él (el Hijo) no es juzgado» (3,18), sino que ha «pasado de la muerte a la vida» (I Jn 3,14). Pero «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36), «porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios» (Jn 3,18). De él daba testimonio Juan diciendo: «Hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14). Con temor ante él decían los demonios: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo» (Mc 5,7; cf. Lc 4,34).