'¿Qué es Pablo, Apolos, o Russell'? (1 Corintios 3:5-9)?
'¿Qué es Pablo, Apolos, o Russell'? (1 Corintios 3:5-9)?
¿Y será que podemos confiar en que la WT mantiene el verdadero legado de Russell 91 años después de su muerte?
¿O ha sufrido modificaciones?
El siguiente artículo, muestra qué opinamos acerca de nuestro hermano Charles Russell:
*** Libro Proclamadores, cap. 28 págs. 621-623 Pruebas y zarandeos desde el interior ***
¿Utilizaba Dios un conducto visible?
Por supuesto, hay muchas organizaciones religiosas, y una gran cantidad de sus maestros emplean hasta cierto grado la Biblia. ¿Estaba Dios utilizando a Charles Taze Russell en particular? Si así era, ¿cesó Dios de tener un conducto visible una vez que murió el hermano Russell? Estas fueron cuestiones de mucha importancia que dieron lugar a más pruebas y zarandeos.
Ciertamente no se esperaría que Dios utilizara a C. T. Russell si este no se apegaba lealmente a la Palabra de Dios. (Jer. 23:28; 2 Tim. 3:16, 17.) Dios no utilizaría a un hombre que por temor se abstuviera de predicar lo que veía claramente expresado en las Escrituras. (Eze. 2:6-8.) Tampoco utilizaría a alguien que se aprovechara de su conocimiento de las Escrituras para conseguir gloria para sí mismo. (Juan 5:44.) Por lo tanto, ¿qué muestran los hechos?
A medida que los testigos de Jehová repasan hoy la obra de Charles Taze Russell, las cosas que enseñó, sus razones para enseñarlas y el resultado de todo ello, no dudan de que Dios, en realidad, lo utilizó de manera especial y en un tiempo significativo.
Esta opinión no se basa únicamente en la posición firme que el hermano Russell adoptó con relación al rescate. También toma en cuenta el hecho de que rechazó sin temor credos que contenían algunas de las creencias básicas de la cristiandad, pues estaban en completo desacuerdo con las Escrituras inspiradas. Entre estas estaban la doctrina de la Trinidad (cuyos orígenes se remontan a la antigua Babilonia y que no fue adoptada por los supuestos cristianos sino mucho después de que se terminara de escribir la Biblia), así como la enseñanza de que las almas humanas son inherentemente inmortales (creencia adoptada por personas a quienes impresionó la filosofía de Platón, que las hizo vulnerables a ideas como la del tormento eterno de las almas en un infierno de fuego). Muchos eruditos de la cristiandad también saben que la Biblia no enseña esas doctrinas, pero por lo general eso no es lo que dicen sus predicadores desde los púlpitos. Por contraste, el hermano Russell emprendió una campaña intensa para dar a conocer lo que la Biblia realmente dice a toda persona dispuesta a escuchar.
Es digno de notar lo que el hermano Russell hizo con relación a otras verdades significativas que aprendió de la Palabra de Dios. Comprendió que Cristo volvería como gloriosa persona espiritual, invisible a los ojos humanos. En 1876 reconoció que el año 1914 marcaría el fin de los Tiempos de los Gentiles. (Luc. 21:24, Versión Autorizada.) Otros escriturarios también habían percibido algunas de estas cosas y habían abogado por ellas. Pero el hermano Russell empleó todos sus recursos para darles publicidad a nivel internacional como nunca lo había hecho otro individuo o grupo.
Instaba a otros a corroborar cuidadosamente lo que él publicaba con la Palabra inspirada de Dios para que quedaran satisfechos de que lo que estaban aprendiendo armonizaba plenamente con la Biblia. A alguien que escribió haciendo una pregunta, el hermano Russell contestó: “Si fue apropiado para los cristianos primitivos establecer la validez de lo que recibían de los apóstoles, quienes tenían y aseguraban tener la inspiración de Dios, de cuánta más importancia es que usted quede plenamente satisfecho de que estas enseñanzas se apegan estrechamente a las instrucciones dadas por los apóstoles y por el Señor, pues el autor de estas no afirma estar inspirado, sino que sencillamente tiene la guía del Señor como alguien a quien Él utiliza para alimentar [a] Su rebaño”.
El hermano Russell no se atribuía poder sobrenatural ni revelaciones divinas. Tampoco pidió que se le diera reconocimiento por lo que enseñaba. Era un estudiante excepcional de la Biblia. Pero explicó que su sobresaliente comprensión de las Escrituras se debía ‘al simple hecho de que había llegado el tiempo debido de Dios’. Dijo: “Si yo no hablara, y no se pudiera hallar a ningún otro portavoz, las piedras mismas clamarían”. Se refería a sí mismo como simplemente un dedo índice que señalaba lo que decía la Palabra de Dios.
Charles Taze Russell no deseaba gloria de parte de los humanos. Para reajustar el modo de pensar de cualquiera que tendiera a darle honra excesiva, escribió en 1896: “Hasta el grado en que, por la gracia de Dios, se nos ha utilizado en el ministerio del evangelio, no estaría de más repetir lo que ya hemos dicho con frecuencia en privado, y con anterioridad en estas columnas, a saber, que aunque agradecemos el amor, la comprensión, la confianza y la asociación con compañeros de servicio y con la entera casa de la fe, no deseamos que se nos dé honra ni reverencia, ni a nosotros mismos ni a lo que escribimos; tampoco deseamos que se nos llame Reverendo o Rabino, ni que se use nuestro nombre para designar a nadie”.
Al acercarse su muerte, no adoptó el parecer de que no había nada más que aprender, de que no quedaba más trabajo que hacer. A menudo había hablado de preparar el séptimo tomo de Studies in the Scriptures (Estudios de las Escrituras). Cuando se le preguntó poco antes de su muerte acerca de este tomo, le dijo a su compañero de viaje, Menta Sturgeon: “Otro lo puede escribir”. En su testamento expresó el deseo de que The Watch Tower siguiera publicándose bajo la dirección de un comité de hombres plenamente dedicados al Señor. Indicó que los que sirvieran como tales tenían que ser “completamente leales a las doctrinas de las Escrituras —en especial a la del Rescate— de que solo mediante fe en Cristo y obediencia a Su Palabra y al espíritu de esta se consigue la aprobación de Dios y la vida eterna”.
El hermano Russell se dio cuenta de que aún quedaba mucho trabajo por hacer respecto a predicar las buenas nuevas. En el transcurso de una sesión de preguntas y respuestas en Vancouver (C.B., Canadá), en 1915, se le preguntó cuándo podían esperar recibir su recompensa celestial los seguidores de Cristo ungidos por espíritu que aún vivían. Contestó: “No lo sé; pero hay una obra inmensa que efectuar. Y para llevarla a cabo se requerirán miles de hermanos y grandes cantidades de dinero. De dónde vendrá todo esto tampoco lo sé; solo el Señor lo sabe”. Luego, en 1916, poco antes de emprender la gira de discursos durante la cual murió, llamó a su oficina a A. H. Macmillan, un colaborador en la administración. En aquella ocasión dijo: “No puedo llevar a cabo la obra por más tiempo, y no obstante hay una obra grande que hacer”. Por tres horas explicó al hermano Macmillan, utilizando las Escrituras, la extensa obra de predicar que preveía para el futuro. A las objeciones del hermano Macmillan contestó: “Esta obra no es del hombre”.
“Pues, ¿qué es Apolos? Sí, ¿qué es Pablo? [pudiéramos añadir: ¿qué fue Russell?...] Ministros mediante los cuales ustedes llegaron a ser creyentes, así como el Señor se lo concedió a cada uno. 6 Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndo[lo] crecer; 7 de modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que [lo] hace crecer. 8 Ahora bien, el que planta y el que riega uno son, pero cada [persona] recibirá su propio galardón según su propia labor. 9 Porque somos colaboradores de Dios. Ustedes son campo de Dios bajo cultivo, edificio de Dios.”
(1 Corintios 3:5-9)