Re: tenia Jesus deseos carnales?
Estoy solo en casa, se acerca el mediodía y mi apetito pronto se transformará en hambre. Miro de reojo al perro; su inteligencia intuye mi intención y se aleja con el rabo entre las piernas. Sé que sobró un pan de ayer; recuerdo y veo en la fiambrera dos espléndidas morcillas picantes. También sé que tengo leña suficiente para asarlas a la parrilla. Miro la botella, y veo que por lo menos alcanzaría a medio vaso de vino tinto. La tentación es grande, sin embargo sé que pronto saldré victorioso de la tentación. ¿Quieren saber cómo se puede salir victorioso de la tentación?
No les dejaré con el corazón en la boca ansiosos de saber cómo se puede huir lejos de la tentación, o por mejor decir, alejarla definitivamente de nosotros.
Apronto el fuego, hago brasas, pongo las dos morcillas en la parrilla, me sirvo el vino, doy gracias por los alimentos, y sentado junto al parrillero, aspirando el aroma de las flores mezclado con la grasita de las morcillas sobre las brasas, el canto de los pájaros y los gruñidos de mi pero que se invita solo, en cuestión de minutos la tentación ha desaparecido y ¡a estómago lleno corazón contento!
Saludos cordiales
No es malo tener deseos carnales. Lo malo viene cuando un deseo controla los hábitos diarios, la visión del futuro, las prioridades, y la relación con Dios. Por algo Dios no cumple antojos ni endereza jorobados.
¿Qué nos impide a nosotros colocar los deseos carnales en su justo valor?
Estoy solo en casa, se acerca el mediodía y mi apetito pronto se transformará en hambre. Miro de reojo al perro; su inteligencia intuye mi intención y se aleja con el rabo entre las piernas. Sé que sobró un pan de ayer; recuerdo y veo en la fiambrera dos espléndidas morcillas picantes. También sé que tengo leña suficiente para asarlas a la parrilla. Miro la botella, y veo que por lo menos alcanzaría a medio vaso de vino tinto. La tentación es grande, sin embargo sé que pronto saldré victorioso de la tentación. ¿Quieren saber cómo se puede salir victorioso de la tentación?
No les dejaré con el corazón en la boca ansiosos de saber cómo se puede huir lejos de la tentación, o por mejor decir, alejarla definitivamente de nosotros.
Apronto el fuego, hago brasas, pongo las dos morcillas en la parrilla, me sirvo el vino, doy gracias por los alimentos, y sentado junto al parrillero, aspirando el aroma de las flores mezclado con la grasita de las morcillas sobre las brasas, el canto de los pájaros y los gruñidos de mi pero que se invita solo, en cuestión de minutos la tentación ha desaparecido y ¡a estómago lleno corazón contento!
Saludos cordiales