Así como decimos una cosa también decimos la otra, sin contradecirnos pero haciendo justicia a una realidad que no toma partido por una parcialidad.
En mi aporte anterior (La reversión de un proceso psíquico II - 12) hice notar que los TJ no tienen la exclusividad en la posible inducción involuntaria a ciertos trastornos mentales, pues entre otras sectas e inclusive entre evangélicos exclusivistas puede correrse semejantes riesgos.
Efectivamente, el contraste entre la bienvenida que se le da al recién llegado, que cree haber arribado al Paraíso, y la amarga decepción que al tiempo acaba por dejarle fuera de lo que ahora ve como muy distinto, es natural a todo grupo humano donde el ingreso y el egreso marca tremendas diferencias.
Muchas veces, también, la decepción proviene no de un fracaso del grupo, sino que la persona al entrar no fue sincera, y así no encontró lo que pretendía.
Tras haber investigado mejor y reflexionado sobre ello, hallo que las religiones (cualesquiera sean) ayudan a prevenir mejor contra el suicidio que la carencia del factor religioso en cualquier individuo.
Imagino ahora que un vecino totalmente indiferente a la religión (como la mayoría en mi país) me consulta por su temor a que pueda volverse un enfermo psicótico y acabar suicidándose como unos cuantos antecedentes habidos en su familia. Entonces me presenta un dilema al que tengo que responder con un “Sí” o con un “No” sin otra alternativa:
-¿Cree Vd. que haré mejor en seguir como voy o debo tomar el consejo de un vecino a que me hiciera “Testigo de Jehová”.
-Aunque yo nunca recomendaría a nadie que se haga “Testigo de Jehová”, si debo contestarle como Vd. me pide le diré que es altamente preferible que Vd. se haga “Testigo de Jehová”.
Aunque ahora parezca que estoy desertando de la posición anteriormente asumida, no es así, pues los riesgos siempre están presentes atendiendo a las situaciones descriptas. Pero también es posible considerar una profilaxis contra los trastornos mentales -y eventuales suicidas-, de congregarse entre los “Testigos de Jehová” atendiendo a algunos aspectos positivos:
-El sentido de pertenencia a un grupo que no bien lo toma no fácilmente lo suelta.
-Un ámbito discreto sin los paroxismos propios de cultos extravagantes.
-La posibilidad de leer y estudiar bastante.
-El trabajo de campo, casa por casa, hace que el naturalmente introvertido necesariamente se vuelva extrovertido al presentar su mensaje y ser compelido a razonar cuantas objeciones se le interpongan. Esto no enloquece a nadie, antes bien previene contra cualquier psicosis.
Si se me recuerda ciertas estadísticas en las que las tasas de TJ abundaba por sobre otras religiones, ateos o agnósticos, es posible que los ya trastornados fueran admitidos en la Sociedad Watctower mientras eran rechazados en otras colectividades, y no que enfermaran luego por causa de la religión.
Si se me recaba la autoridad por la que me permito hablar de esta manera, diré entonces que mi país (Uruguay) va primero en Sudamérica en cuanto al índice anual de suicidios, tercero en el continente y mantiene una triste figuración entre los que encabezan la lista a nivel mundial.
El factor religioso no cuenta para nada en la causalidad del suicidio.
Téngase en cuenta que Uruguay es el país menos creyente de todo Occidente. Hay aquí –porcentualmente- menos cristianos que en Cuba.
De mi propio ámbito de las iglesias cristianas evangélicas contabilizo tres casos de suicidio, dos de ellos hermanos Ancianos de la congregación.
De los TJ no conozco un solo caso que hubiera trascendido en mi país.
Nuestras profundas discrepancias doctrinales no deben enceguecernos al grado de no querer reconocer que hay muchos aspectos prácticos en los que nos llevan considerable ventaja. Ellos no fueron los descubridores de la pólvora; pero la nuestra se nos ha mojado.