¿Son Cristianos Los Catolicos?

¿Son Cristianos Los Catolicos?

  • no

    Votos: 53 37,3%
  • si

    Votos: 74 52,1%
  • los catolicos romanos van hacia un desastre espiritual

    Votos: 15 10,6%

  • Votantes totales
    142
Acta fundacional de la Iglesia.

Acta fundacional de la Iglesia.

Mateo, 16:17 - 19. "....Jesús le dijo: Bienaventurado eres, Simón Bar Jona, pues que no es la carne ni la sangre quien te lo reveló, sino mi Padre, que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no podrán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los cielos, y cuanto atares sobre la tierra quedará atado en los cielos, y cuanto desatares sobre la tierra, quedará desatado en los cielos".

Preguntas: ¿Desde cuando existe la Iglesia Católica romana". Contestación: Desde nunca. Que yo sepa esta iglesia no existe ni ha existido jamás. Y ¿A mi me dices que lea un poco mas de história?. La história es mi fuerte, amiga. Siempre encontramos en los demás los defectos de los que adolecemos. Curioso, ¿no te parece?.

Existe la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Que es una cosa muy diferente de lo que tu dices, y para ir aclarando conceptos con el fin de ayudar un poco a tu instrucción te voy a explicar que significan estas palabras.
Iglesia proviene del griego y significa congregación, Católica tambien viene del griego y significa Universal. Es Apostólica por beber directamente de las enseñanzas de Cristo, transmitidas por los Apóstoles y Romana por ser esta ciudad la sede de Pedro.
Por tanto, los cristianos que seguimos esta confesión estamos encuadrados en la Iglesia Cristiana, en román paladino su nombre es como sigue: Congregación Universal Apostólica y Romana.

Por tanto la Iglesia Católica existe a partir del momento en que su fundador, Jesucristo, la instituyó dejando a Pedro como cabeza visible de la misma.

Núnca La Iglesia Católica se ha separado de la Ortodoxa. Ha sido al contrario y esto ha sucedido en dos ocasiones, no en una. Con la salvedad de que en la Iglesia Católica están los llamados Uniatas, que son Ortodoxos que, conservando sus ritos, han regresado al seno de donde salieron hace 600 años, la segunda vez.
La Iglesia Ortodoxa es fiel depositaria tambien de la tradición Cristiana a traves de los Apóstoles y la única que, junto con la Católica, conserva sedes apostólicas en las que los primeros "Episkopos" fueron Apóstoles.

En cuanto a si la Iglesia es o no Cristiana, me parece ..... No quiero calificarlo porqué deseo mantener el debate en el tono mas bajo y civilizado posible.
Pero cualquiera que dude del cristianismo Católico no tiene ni idea de lo que está hablando.

Lutero fué invitado a asistir al concilio de Trento, con garantias del propio emperador, Carlos V. Lutero temia por su vida y hacia bien, porqué aquellos tiempos no eran para andarse con chiquitas, que a uno lo abrian en canal por un "quitáme allá esas pajas".
Pero, a pesar de la guardia de corps que el propio emperador puso a su disposición no quiso asistir. Teniendo en cuenta que era súbdito del imperio germánico y que entre las tropas al servicio del gran Carlos habia alemanes luteranos, supongo que no se presentó para hacer un feo a las personalidades que si habian ido y porqué sus bolsillos habian comenzado a llenarse con el expolio de los Católicos que encontraba a su paso...
¿Te parece bien lo que pienso de Lutero?. ¡Pues estos son los hechos!.
Fué instado a asistir al concilio para intentar resolver las diferencias y ensayar la manera de reformar la Iglesia, cosa que se hizo sin él, puesto que no asistio.
Al no asistir, el mismo se situó fuera de la Iglésia, fundando una de paralela que en el devenir de los siglos se ha convertido en treinta y seis mil... o van ya treinta y siete. No se, esto despues de todo es anecdótico y no tiene mas importáncia que la que puedan tener las almas que siguen caminos equivocados.
En cambio la Iglesia Católica continua exactamente como siempre. Intentando seguir a Jesucristo Nuestro Señor en este valle de lágrimas. Y digo intentando porqué no todos somos santos. Somos seres humanos, pecadores por mas señas que deseamos vivir los dos únicos mandamientos que nos legó el Hombre-Dios: "Amar a Dios mas que a todas las cosas y al prójimo como a uno mismo".
Entendiendo en este camino que todos los seres humanos somos iguales y, creados por un mismo Padre, hermanos también.
Que el Cristo nuestro Señor, junto con el Espiritu Santo, en la gloria de Dios Padre Todopoderoso, te bendiga y te guarde, hermana.
 
Solo Biblia.

Solo Biblia.

Antonio M, ¿quieres explicarme que es lo que interpretas por "solo Biblia"?.
Gracias.
 
Avueltas con la fundación.

Avueltas con la fundación.

¿Quién fundó tu iglesia?
He aquí algunos de los principales fundadores de iglesias:

Religión - Fundador - Lugar - Año


Adventistas - Wiliam Miller - USA - 1818

Adventistas del 7 Día - Elena White - USA - 1863

Anglicanos - Enrique VIII - Inglaterra - 1534

Bautistas - J. Smith - Inglaterra - 1860

Ejército Salvación - William Booth - Inglaterra - 1878

Espiritismo - Familia Fox - USA - 1848

Rosacruces - Max H. - Alemania - 1880

Luteranos - Martín Lutero - Alemania - 1521

Metodistas - J. Wesley - USA - 1791

Mormones - José Smith - USA - 1853

Niños de Dios - David Berg - USA - 1950

Pentecostales - Grupo - USA - 1905

Presbiterianos - John Knox - Inglaterra - 1560

Testigos de Jehová - Charles Taze Russel - USA - 1876

Iglesia Católica - Jesucristo - Galilea - 33



Sí, la IGLESIA CATOLICA es la única fundada por JESUS sobre el Apóstol Pedro, y que perdurará hasta el fin del mundo. La única que tiene 2000 años de antigüedad. La única que tiene la plenitud de los medios de salvación dejados por Jesucristo.

Jesús no delegó ni autorizó a nadie más que a Pedro para ser piedra de cimiento de su Iglesia. Por tanto, todos los fundadores de iglesias que aparecieron posteriormente, contravienen la expresa voluntad de Jesús.

Jesús le dijo a Pedro: «Y ahora Yo te digo que tú eres Pedro -o sea, Piedra- y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y los poderes del infierno no la podrán vencer» (Mt. 16, 18). Y Pedro hoy está representado por el Papa, Pastor de la Iglesia universal.

Jesús dijo: «Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» Mt. 28, 20 Y esta presencia de Jesús se ha mantenido y guardado hasta hoy en toda su integridad sólo en la Iglesia Católica, ya que es la única que ha perdurado sin interrupción desde su fundación hasta nuestros días. Es la única que, ha sido objeto de esta presencia de Jesús desde su origen hasta hoy. En otras palabras: ¿Dónde estaban los evangélicos en el año 100, en el año 1000, o en el año 1400? Ellos no existían. ¿Cómo entonces pueden haber sido portadores de esta presencia de Jesús durante 1400 años, si sólo aparecieron en el siglo XVI? La Iglesia Católica es la única que desde su fundación hasta hoy -2000 años- no presenta ninguna laguna en su continuidad. Tenemos dos mil años de historia. Dos mil años de vida. Dos mil años con la presencia de Jesús en medio de nosotros. ¿Qué otra Iglesia puede decir lo mismo?

Bendito sea Dios, que en su infinita bondad, nos ha llamado a formar parte de la Iglesia Católica, la única querida y fundada por Jesús, la única que contiene la plenitud de los medios de salvación dejados por Jesucristo.

¿Esta claro?.
Un abrazo hermanos y hermanas en Cristo resucitado.
 
1 Chick

1 Chick

Cliqué el primer link que nos propone el caballero de los lentes oscuros y ¡oh! ¡sorpresa! me encuentro ante una página donde se desinforma a la buena gente en todo lo que hace referencia a la Iglésia Católica.
Me salto un tema porqué lo he discutido cientos de veces en otros foros y ya me he cansado de tan pocas luces. ¡De verdad!.
El tercer tema es interesante por las... "cosas" que ahí se dicen:
Textualmente:
"Elena es ahora ciudadana de dos paises. Tiene dos banderas, dos presidentes, dos constituciones y dos lealtades. El Vaticano es un estado con gobierno, moneda, ministerio de estado y embajadores y se le reconoce como nación.... Si Elena es buena Católica, su primera lealtad es para el Vaticano".
1) Elena es ciudadana de su pais y de ningún otro. El hecho de bautizarse no significa que uno se haga Católico, sino Cristiano, esté o no bautizado en la Iglésia Católica y su primera fidelidad es para con Cristo, independientemente de la ciudadania.
2) El Vaticano es un Estado, pero no es ni será jamás, en su forma actual, una nación y si alguien no entiende la diferencia entre una cosa y otra que lo pregunte y se lo explicaré.
3) Si Elena es buena Católica su primera lealtad, su lealtad, TODA su lealtad es para Jesús, el Cristo. Para nadie mas.

¿Queda claro este punto?.
Que Dios os guie y os saque del error, hermanos.
 
2 Chick.

2 Chick.

El sacramento de la penitencia.
Hay que leerse la Biblia, aprender y no imaginarse las cosas.

¿Confesarse con un hombre?

No quiero ofender a nadie, pero lo que me mueve a escribir estas líneas es el amor por la verdad. Ya que solamente «la verdad nos hará libres» (Jn. 8, 32).

¿Qué nos enseña la Biblia acerca del perdón de los pecados?
1. Jesús perdona los pecados. En el Antiguo Testamento el perdón de los pecados era un derecho exclusivo de Dios. Ningún profeta y ningún sacerdote del Antiguo Testamento pronunció absolución de pecados. Sólo Dios perdonaba el pecado.
En el Nuevo Testamento, por primera vez, aparece alguien, al lado de Dios Padre, que perdona los pecados: Jesús. El Hijo de Dios dijo de sí mismo: «El Hijo del Hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra» (Mc. 2, 10).
Y en verdad Jesús ejerció su poder divino: «Cuando Jesús vio la fe de aquella gente, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados» (Mc. 2, 5).
Frente a una mujer pecadora Jesús dijo: «Tus pecados, tus numerosos pecados quedan perdonados, por el mucho amor que mostraste» (Lc. 7, 47).
Y en la cruz Jesús se dirigió a un criminal arrepentido: «En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso» (Lc. 23, 43).

2. Jesús comunicó el poder de perdonar pecados a sus apóstoles. Jesús quiso que todos sus discípulos, tanto en su oración como en su vida y en sus obras, fueran signo e instrumento de perdón. Y pidió a sus discípulos que siempre se perdonaran las ofensas unos a otros (Mt. 18, 15-17).
Sin embargo, Jesús confió el ejercicio del poder de absolución solamente a sus apóstoles. Jesús quería que la reconciliación con Dios pasara por el camino de la reconciliación con la Iglesia. Lo expresó particularmente en las palabras solemnes a Simón Pedro: «A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos» (Mat. 16, 19). Esta misma autoridad de «atar» y «desatar» la recibieron después todos los apóstoles (Mt. 18, 18). Las palabras «atar» y «desatar» significan: Aquel a quien excluyen ustedes de su comunión, será excluido de la comunión con Dios. Aquel a quien ustedes reciben de nuevo en su comunión, será también acogido por Dios. Es decir, la reconciliación con Dios pasa inseparablemente por la reconciliación con la Iglesia.
El mismo día de la Resurrección, Jesucristo se apareció a los apóstoles, sopló sobre sus cabezas y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados y a quienes se los retengan, les quedarán retenidos» (Jn. 20, 22-23).
Y en la Iglesia primitiva ya existía el ministerio de la reconciliación como dice el apóstol Pablo: «Todo eso es la obra de Dios, que nos reconcilió con El en Cristo, y que a mí me encargó la obra de la reconciliación» (2 Cor. 5, 18).
3. Los apóstoles comunicaron el poder divino de perdonar pecados a sus sucesores. Las palabras de Jesucristo sobre el perdón de los pecados no fueron sólo para los Doce apóstoles, sino para pasarlas a todos sus sucesores. Los apóstoles las comunicaron con la imposición de manos. Escribe el apóstol Pablo a su amigo Timoteo: «Te recomiendo que avives el fuego de Dios que está en ti por la imposición de mis manos» (2 Tim. 1, 6).

Los apóstoles sabian que Jesucristo tenía una clara intención de proveer el futuro de la Iglesia; estaban convencidos de que Jesús quería una institución que no podía desaparecer con la muerte de los apóstoles. El Maestro les había dicho: «Sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt. 28, 20), y «las fuerzas del infierno no podrán vencer a la Iglesia» (Mt. 16, 18). Así las promesas de Jesús a Pedro y a los apóstoles, no sólo valen para sus personas, sino también para sus sucesores.

Como conclusión podemos decir: Cristo confió a sus apóstoles el ministerio de la reconciliación (Jn. 20, 23; 2 Cor. 5, 18). Los "episkopoi" obispos, o sucesores de los apóstoles, y los "presbíteroi" o sacerdotes, colaboradores de los obispos, continúan ahora ejerciendo este ministerio. Ellos tienen el poder de perdonar los pecados «en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».

Dudas que plantean otras iglesias acerca de la confesión
1. ¿En qué se basan los católicos para decir que los sacerdotes pueden perdonar los pecados? La Iglesia Católica lee con atención toda la Biblia y acepta la autoridad divina que Jesús dejó en manos de los Doce apóstoles y sus legítimos sucesores. Esto ya está explicado. El poder divino de perdonar pecados está claramente expresado en lo que hizo y dijo Jesús ante sus apóstoles: El Señor sopló sobre sus cabezas y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdoneis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retengais les quedan retenidos» (Jn. 20, 22-23).

Los apóstoles murieron y, como Cristo quería que ese don llegara a todas las personas de todos los tiempos, les dio ese poder de manera que fuera transmisible, es decir, que ellos pudieran transmitirlo a sus sucesores. Y así los sucesores de los apóstoles, los obispos, lo delegaron a «presbíteros», o sea, a los sacerdotes. Estos tienen hoy el poder que Jesús dio a sus apóstoles: «A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados» y nunca agradeceremos bastante este don de Dios que nos devuelve su gracia y su amistad

2. ¿Para qué decir los pecados a un sacerdote, si Jesús simplemente los perdonaba? Es verdad que Jesús perdonaba los pecados sin escuchar una confesión. Pero el Maestro divino leía claramente en los corazones de la gente, y sabía perfectamente quiénes estaban dispuestos a recibir el perdón y quiénes no. Jesús no necesitaba esta confesión de los pecados. Ahora bien, como el pecado toca a Dios, a la comunidad y a toda la Iglesia de Cristo, por eso Jesús quería que el camino de la reconciliación pasara por la Iglesia que está representada por sus obispos y sacerdotes. Y como los obispos y sacerdotes no leen en los corazones de los pecadores, es lógico que el pecador tiene que manifestar los pecados. No basta una oración a Dios en el silencio de nuestra intimidad.

Además el hombre está hecho de tal manera que siente la necesidad de decir sus pecados, de confesar sus culpas, aunque llegado el momento le cuesta. El sacerdote debe tener suficiente conocimiento de la situación de culpabilidad y de arrepentimiento del pecador. Luego el sacerdote, guiado por el espíritu de Jesús que siempre perdona, juzgará y pronunciará la absolución: «Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo». La absolución es realmente un juicio que se pronuncia sobre el pecador arrepentido. Es mucho más que un sentirse liberado de sus pecados. Es decir, a los ojos de Dios: no existen más esos pecados. Está realmente justificado. Y como consecuencia lógica, dada la delicadeza y la grandeza de este misterio del perdón, el sacerdote está obligado a guardar un secreto absoluto de los pecados de sus penitentes, a los que en muchos casos ni conoce. Yo mismo suelo confesar con un cura de otra Parroquia.

3. «Pero el sacerdote es pecador como nosotros», dirán algunos. Y les respondo: También los Doce apóstoles eran pecadores y sin embargo Jesús les dio poder para perdonar pecados. El sacerdote es humano y dice todos los días: «Yo pecador» y la Escritura dice: «Si alguien dice que no ha pecado, es un mentiroso» (1Jn. 1, 8). Aquí la única razón que aclara todo es esta: Jesús lo quiso así y punto. Jesús fundamentó la Iglesia sobre Pedro sabiendo que Pedro era también pecador. Y Jesús dio el poder de perdonar, de consagrar su Cuerpo y de anunciar su Palabra a hombres pecadores, precisamente para que más aparecieran su bondad y su misericordia hacia todos los hombres. Con razón nosotros los sacerdotes reconocemos que llevamos este tesoro en vasos de barro y sentimos el deber de crecer día a día en santidad para ser menos indignos de este ministerio.
El sacerdote perdona los pecados por una sola razón: porque recibió de Jesucristo el poder de hacerlo. Además, durante la confesión aprovecha para hacer una corrección fraterna y para alentar al penitente. El confesor no es el dueño, sino el servidor del perdón de Dios.

Y otro punto importante es que el sacerdote concede el perdón «en la persona de Cristo»; y cuando dice «Yo te perdono tus pecados, en el nombre del Padre , del Hijo y del Espiritu Santo» no se refiere a la persona del sacerdote sino a la persona de Dios que actúa en él. Los que se escandalizan y dicen ¿cómo un sacerdote que es un hombre puede perdonar a otro hombre? es que no entienden nada de esto, porqué no es el sacerdote que perdona.

4. ¿Qué otras diferencias hay entre católicos y protestantes acerca de la confesión? El protestante comete pecados, ora a Dios, pide perdón, y dice que Dios lo perdona. Pero ¿cómo sabe que, efectivamente, Dios le ha perdonado? Muy difícilmente queda seguro de haber sido perdonado.
En cambio el católico, después de una confesión bien hecha, cuando el sacerdote levanta su mano consagrada y le dice: «Yo te absuelvo en el nombre del Padre...», queda con una gran seguridad de haber sido perdonado y con una paz en el alma que no encuentra por ningún otro camino.
Por eso decía un nocatólico: «Yo envidio a los católicos. Yo cuando peco, pido perdón a Dios, pero no estoy muy seguro de si he sido perdonado o no. En cambio el católico queda tan seguro del perdón que esa paz no la he visto en ninguna otra religión». En verdad, la confesión es el mejor remedio para obtener la paz del alma.
El católico sabe que no es simplemente: «Pecar y rezar, y listo». Pongamos un caso: Una mujer católica comete un aborto. No puede llegar a su habitación, rezar y decir que todo está arreglado. No. Ella tiene que ir a un sacerdote y confesarle su pecado. Y el sacerdote le hará ver lo grave de su pecado, un pecado que lleva a la excomunión de la Iglesia. El sacerdote le aconsejará una penitencia fuerte. Ella quizás hasta llorará en ese momento y antes del próximo aborto seguramente lo pensará tres veces... ¿Y ese señor que compra lo robado? ¿Y esa novia que no se hace respetar por el novio? ¿Y esa mujer que quita la fama con su lengua? ¿Y ese borracho?... Confesando sus pecados, se encontrarán con alguien que les habla en nombre de Dios y les hace reflexionar y cambiar su vida.
Cuántos miles de personas mejoraron su vida sólo con hacer una buena confesión. Un gran psicólogo decía: «Yo no conozco ningún método tan bueno para mejorar una vida como la confesión de los católicos». Este «gran tesoro» que dejó Jesús en su Iglesia, es muy provechoso para el crecimiento de la vida espiritual de cualquier Cristiano.

Como me imagino que a los sectários no les gustarán estas citas Biblicas, voy a intentar consolarles diciendo que son palbra de Dios y, en todo caso, no son invención mia.

Están ahí, en la Biblia y no las ve quien no quiere verlas...

Que Dios os bendiga, amigos.
 
2 Chick.

2 Chick.

El sacramento de la penitencia.
Hay que leerse la Biblia, aprender y no imaginarse las cosas.

¿Confesarse con un hombre?

No quiero ofender a nadie, pero lo que me mueve a escribir estas líneas es el amor por la verdad. Ya que solamente «la verdad nos hará libres» (Jn. 8, 32).

¿Qué nos enseña la Biblia acerca del perdón de los pecados?
1. Jesús perdona los pecados. En el Antiguo Testamento el perdón de los pecados era un derecho exclusivo de Dios. Ningún profeta y ningún sacerdote del Antiguo Testamento pronunció absolución de pecados. Sólo Dios perdonaba el pecado.
En el Nuevo Testamento, por primera vez, aparece alguien, al lado de Dios Padre, que perdona los pecados: Jesús. El Hijo de Dios dijo de sí mismo: «El Hijo del Hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra» (Mc. 2, 10).
Y en verdad Jesús ejerció su poder divino: «Cuando Jesús vio la fe de aquella gente, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados» (Mc. 2, 5).
Frente a una mujer pecadora Jesús dijo: «Tus pecados, tus numerosos pecados quedan perdonados, por el mucho amor que mostraste» (Lc. 7, 47).
Y en la cruz Jesús se dirigió a un criminal arrepentido: «En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso» (Lc. 23, 43).

2. Jesús comunicó el poder de perdonar pecados a sus apóstoles. Jesús quiso que todos sus discípulos, tanto en su oración como en su vida y en sus obras, fueran signo e instrumento de perdón. Y pidió a sus discípulos que siempre se perdonaran las ofensas unos a otros (Mt. 18, 15-17).
Sin embargo, Jesús confió el ejercicio del poder de absolución solamente a sus apóstoles. Jesús quería que la reconciliación con Dios pasara por el camino de la reconciliación con la Iglesia. Lo expresó particularmente en las palabras solemnes a Simón Pedro: «A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos» (Mat. 16, 19). Esta misma autoridad de «atar» y «desatar» la recibieron después todos los apóstoles (Mt. 18, 18). Las palabras «atar» y «desatar» significan: Aquel a quien excluyen ustedes de su comunión, será excluido de la comunión con Dios. Aquel a quien ustedes reciben de nuevo en su comunión, será también acogido por Dios. Es decir, la reconciliación con Dios pasa inseparablemente por la reconciliación con la Iglesia.
El mismo día de la Resurrección, Jesucristo se apareció a los apóstoles, sopló sobre sus cabezas y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados y a quienes se los retengan, les quedarán retenidos» (Jn. 20, 22-23).
Y en la Iglesia primitiva ya existía el ministerio de la reconciliación como dice el apóstol Pablo: «Todo eso es la obra de Dios, que nos reconcilió con El en Cristo, y que a mí me encargó la obra de la reconciliación» (2 Cor. 5, 18).
3. Los apóstoles comunicaron el poder divino de perdonar pecados a sus sucesores. Las palabras de Jesucristo sobre el perdón de los pecados no fueron sólo para los Doce apóstoles, sino para pasarlas a todos sus sucesores. Los apóstoles las comunicaron con la imposición de manos. Escribe el apóstol Pablo a su amigo Timoteo: «Te recomiendo que avives el fuego de Dios que está en ti por la imposición de mis manos» (2 Tim. 1, 6).

Los apóstoles sabian que Jesucristo tenía una clara intención de proveer el futuro de la Iglesia; estaban convencidos de que Jesús quería una institución que no podía desaparecer con la muerte de los apóstoles. El Maestro les había dicho: «Sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt. 28, 20), y «las fuerzas del infierno no podrán vencer a la Iglesia» (Mt. 16, 18). Así las promesas de Jesús a Pedro y a los apóstoles, no sólo valen para sus personas, sino también para sus sucesores.

Como conclusión podemos decir: Cristo confió a sus apóstoles el ministerio de la reconciliación (Jn. 20, 23; 2 Cor. 5, 18). Los "episkopoi" obispos, o sucesores de los apóstoles, y los "presbíteroi" o sacerdotes, colaboradores de los obispos, continúan ahora ejerciendo este ministerio. Ellos tienen el poder de perdonar los pecados «en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».

Dudas que plantean otras iglesias acerca de la confesión
1. ¿En qué se basan los católicos para decir que los sacerdotes pueden perdonar los pecados? La Iglesia Católica lee con atención toda la Biblia y acepta la autoridad divina que Jesús dejó en manos de los Doce apóstoles y sus legítimos sucesores. Esto ya está explicado. El poder divino de perdonar pecados está claramente expresado en lo que hizo y dijo Jesús ante sus apóstoles: El Señor sopló sobre sus cabezas y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdoneis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retengais les quedan retenidos» (Jn. 20, 22-23).

Los apóstoles murieron y, como Cristo quería que ese don llegara a todas las personas de todos los tiempos, les dio ese poder de manera que fuera transmisible, es decir, que ellos pudieran transmitirlo a sus sucesores. Y así los sucesores de los apóstoles, los obispos, lo delegaron a «presbíteros», o sea, a los sacerdotes. Estos tienen hoy el poder que Jesús dio a sus apóstoles: «A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados» y nunca agradeceremos bastante este don de Dios que nos devuelve su gracia y su amistad

2. ¿Para qué decir los pecados a un sacerdote, si Jesús simplemente los perdonaba? Es verdad que Jesús perdonaba los pecados sin escuchar una confesión. Pero el Maestro divino leía claramente en los corazones de la gente, y sabía perfectamente quiénes estaban dispuestos a recibir el perdón y quiénes no. Jesús no necesitaba esta confesión de los pecados. Ahora bien, como el pecado toca a Dios, a la comunidad y a toda la Iglesia de Cristo, por eso Jesús quería que el camino de la reconciliación pasara por la Iglesia que está representada por sus obispos y sacerdotes. Y como los obispos y sacerdotes no leen en los corazones de los pecadores, es lógico que el pecador tiene que manifestar los pecados. No basta una oración a Dios en el silencio de nuestra intimidad.

Además el hombre está hecho de tal manera que siente la necesidad de decir sus pecados, de confesar sus culpas, aunque llegado el momento le cuesta. El sacerdote debe tener suficiente conocimiento de la situación de culpabilidad y de arrepentimiento del pecador. Luego el sacerdote, guiado por el espíritu de Jesús que siempre perdona, juzgará y pronunciará la absolución: «Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo». La absolución es realmente un juicio que se pronuncia sobre el pecador arrepentido. Es mucho más que un sentirse liberado de sus pecados. Es decir, a los ojos de Dios: no existen más esos pecados. Está realmente justificado. Y como consecuencia lógica, dada la delicadeza y la grandeza de este misterio del perdón, el sacerdote está obligado a guardar un secreto absoluto de los pecados de sus penitentes, a los que en muchos casos ni conoce. Yo mismo suelo confesar con un cura de otra Parroquia.

3. «Pero el sacerdote es pecador como nosotros», dirán algunos. Y les respondo: También los Doce apóstoles eran pecadores y sin embargo Jesús les dio poder para perdonar pecados. El sacerdote es humano y dice todos los días: «Yo pecador» y la Escritura dice: «Si alguien dice que no ha pecado, es un mentiroso» (1Jn. 1, 8). Aquí la única razón que aclara todo es esta: Jesús lo quiso así y punto. Jesús fundamentó la Iglesia sobre Pedro sabiendo que Pedro era también pecador. Y Jesús dio el poder de perdonar, de consagrar su Cuerpo y de anunciar su Palabra a hombres pecadores, precisamente para que más aparecieran su bondad y su misericordia hacia todos los hombres. Con razón nosotros los sacerdotes reconocemos que llevamos este tesoro en vasos de barro y sentimos el deber de crecer día a día en santidad para ser menos indignos de este ministerio.
El sacerdote perdona los pecados por una sola razón: porque recibió de Jesucristo el poder de hacerlo. Además, durante la confesión aprovecha para hacer una corrección fraterna y para alentar al penitente. El confesor no es el dueño, sino el servidor del perdón de Dios.

Y otro punto importante es que el sacerdote concede el perdón «en la persona de Cristo»; y cuando dice «Yo te perdono tus pecados, en el nombre del Padre , del Hijo y del Espiritu Santo» no se refiere a la persona del sacerdote sino a la persona de Dios que actúa en él. Los que se escandalizan y dicen ¿cómo un sacerdote que es un hombre puede perdonar a otro hombre? es que no entienden nada de esto, porqué no es el sacerdote que perdona.

4. ¿Qué otras diferencias hay entre católicos y protestantes acerca de la confesión? El protestante comete pecados, ora a Dios, pide perdón, y dice que Dios lo perdona. Pero ¿cómo sabe que, efectivamente, Dios le ha perdonado? Muy difícilmente queda seguro de haber sido perdonado.
En cambio el católico, después de una confesión bien hecha, cuando el sacerdote levanta su mano consagrada y le dice: «Yo te absuelvo en el nombre del Padre...», queda con una gran seguridad de haber sido perdonado y con una paz en el alma que no encuentra por ningún otro camino.
Por eso decía un nocatólico: «Yo envidio a los católicos. Yo cuando peco, pido perdón a Dios, pero no estoy muy seguro de si he sido perdonado o no. En cambio el católico queda tan seguro del perdón que esa paz no la he visto en ninguna otra religión». En verdad, la confesión es el mejor remedio para obtener la paz del alma.
El católico sabe que no es simplemente: «Pecar y rezar, y listo». Pongamos un caso: Una mujer católica comete un aborto. No puede llegar a su habitación, rezar y decir que todo está arreglado. No. Ella tiene que ir a un sacerdote y confesarle su pecado. Y el sacerdote le hará ver lo grave de su pecado, un pecado que lleva a la excomunión de la Iglesia. El sacerdote le aconsejará una penitencia fuerte. Ella quizás hasta llorará en ese momento y antes del próximo aborto seguramente lo pensará tres veces... ¿Y ese señor que compra lo robado? ¿Y esa novia que no se hace respetar por el novio? ¿Y esa mujer que quita la fama con su lengua? ¿Y ese borracho?... Confesando sus pecados, se encontrarán con alguien que les habla en nombre de Dios y les hace reflexionar y cambiar su vida.
Cuántos miles de personas mejoraron su vida sólo con hacer una buena confesión. Un gran psicólogo decía: «Yo no conozco ningún método tan bueno para mejorar una vida como la confesión de los católicos». Este «gran tesoro» que dejó Jesús en su Iglesia, es muy provechoso para el crecimiento de la vida espiritual de cualquier Cristiano.

Como me imagino que a los sectários no les gustarán estas citas Biblicas, voy a intentar consolarles diciendo que son palbra de Dios y, en todo caso, no son invención mia.

Están ahí, en la Biblia y no las ve quien no quiere verlas...

En cuanto al confesionario, fué una invención muy útil y muy tardía puesto que se comenzó a introducir muy entrada la edad media. Es decir, mas de mil años despues de la Resurrección. El objetivo del confesionario es el de separar físicamente al sacerdote del penitente y, si el caso lo requiere, ocultar su identidad.

¿Os sirven estas explicaciones?
Que Dios os bendiga, amigos.
 
Sobre las diviciones que Maripaz comenta, la divicion que se da entre la sede en Roma y las Iglesias Ortodoxas fue a consequencia de la intoduccion de las palabras " y del Hijo" en el credo Cristiano. Ya que la Iglesia Catolica con base Biblica asegura que el Espiritu Santo provien tanto del Padre como del Hijo, lo cual las Iglesias Otrodoxas no aceptan.

En cuanto a que la Iglesia se separo de Lutero, cualquier estudiante serio de Historia, sabe que fue Lutero quien salio de la Iglesia Catolica arguyendo mal comportamiento de la jerarquia en Roma a lo cual se le añadio despues cuestiones doctrinales y al final siendo el mismo usado por las autoridades de sus tiempo para incitar al pueblo a saquear los templos Catolicos y adueñarse (las autoridades)de tierras que le pertenecian a la Iglesia.


Jose E. Garcia
 
Originalmente enviado por: Jose E. Garcia
Sobre las diviciones que Maripaz comenta, la divicion que se da entre la sede en Roma y las Iglesias Ortodoxas fue a consequencia de la intoduccion de las palabras " y del Hijo" en el credo Cristiano. Ya que la Iglesia Catolica con base Biblica asegura que el Espiritu Santo provien tanto del Padre como del Hijo, lo cual las Iglesias Otrodoxas no aceptan.

En cuanto a que la Iglesia se separo de Lutero, cualquier estudiante serio de Historia, sabe que fue Lutero quien salio de la Iglesia Catolica arguyendo mal comportamiento de la jerarquia en Roma a lo cual se le añadio despues cuestiones doctrinales y al final siendo el mismo usado por las autoridades de sus tiempo para incitar al pueblo a saquear los templos Catolicos y adueñarse (las autoridades)de tierras que le pertenecian a la Iglesia.


Jose E. Garcia



Estudie historia y demuestre que fue Lutero el que se fue, en vez de ser Roma quien lo expulsó.


Sea como sea, ha sido Roma SIEMPRE la que ha destrozado el cuerpo de Cristo que es la Iglesia; ha asesinado, robado, violado y cometido todo tipo de pecados sexuales....unos sinverguenzas....excepto unos cuantos que aman a Dios en verdad, por encima de los nombres religiosos.
 
Originalmente enviado por: Maripaz
Sostengo y afirmo, que la Iglesia Católica dejó de ser cristiana cuando se hizo Romana; y ahora, tan solo hay una ligera base en el cristianismo bíblico; Roma, se ha convertido en una institución mariana y papista....Cristo, es el gran olvidado. [/B]

Pues yo sostengo y afirmo lo contrario; La Iglesia Católica sí es CRISTIANA, y sus fieles católicos son TODOS cristianos, porque TODOS creen en Jesucristo como el Hijo de Dios, como el Redentor, el Salvador, el Dios Único y Omnipotente.
Eso de que Cristo es "el gran olvidado", no coincide con el Credo que pronuncian los católicos en la Misa, con la participación y exaltación de la Cena del Señor en cada Misa, con el inicio de la Misa "en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo".
Dicha teoría de que en la Iglesia Católica, Cristo es "el gran olvidado", no está de acuerdo a la realidad, mucho menos si tomamos en cuenta que TODOS los católicos (que han sido católicos o han sido oficialmente acogidos como católicos por la Iglesia), han recibido como rito de primera iniciación cristiana, el Bautismo en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

Saludos!!!!!!!:D
 
Cristo es Dios, y Dios es mucho más que un Nombre para ser usado en un rezo o en la fórmula bautismal.


A Dios hay que vivirlo CADA DIA, CADA MOMENTO....sin entregar nuestro tiempo a virgenes, santos y papas.


Quien obedece a Dios, le sirve y ha restablecido su relación con Él por medio de la fe y por la sangre de Jesucristo, es cristiano.


Los ritos, esta o aquella iglesia, los rezos y cualquier otra obra que el hombre pueda hacer, no nos hace aceptos ante Dios, es la Fe en Cristo Jesús, la que nos limpia de TODO PECADO.

El hombre creó la RELIGION para acercarse a Dios; Dios se hizo Hombre para restablecer la RELACIÓN CON ÉL, que estaba rota por el PECADO.

¿RELIGION O RELACION?

Si lo que se pretende es realizar una serie de ritos, que nos hagan sentirnos bien con nosotros mismos de forma momentánea, elijamos la RELIGION; por el contrario, si lo que queremos es acercarnos a Dios, la Biblia, por lo tanto, Dios mismo nos dice que el único Camino es Jesucristo.

Jesús le dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". (Evangelio de Juan 14:6)

La religión puede cambiar el exterior; pero solo Cristo puede cambiar el corazón.

En tiempos de Cristo, un hombre muy religioso llamado Nicodemo recibió las siguientes palabras de Jesús:

"De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios".

Jesús se estaba refiriendo a cambiar de vida.


¿Qué hay que hacer para cambiar?

1- Reconocernos pecadores delante de Dios. Nosotros no podemos hacer nada para salvarnos.

"Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23)

¿Qué es el pecado?..Todo lo que no sea amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.


2- Creer en Cristo como Señor y Salvador.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. (Juan 3:16-18)

3- Confesar a Cristo como Salvador y Señor de tu vida.

Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10:9-10)

¿Quieres que Cristo cambie tu vida, o solo deseas una religión?

¿donde deseas pasar la eternidad, con Dios o sin Él?

Si quieres que Cristo entre en tu vida, solo es necesaria una sencilla oración, algo así:

"Señor Jesús, sé que un día moriste por mí en la cruz, para darme vida eterna, te pido perdón por todos mis pecados y te invito a entrar en mi vida; cámbiame Señor, no quiero ser un religioso más, quiero tener una relación contigo, y estar contigo por toda la eternidad. Gracias Señor por escucharme. En el Nombre de Cristo Jesús, el único Camino, la Verdad y la Vida. Amén.

Si has hecho esta oración, desde lo más profundo de tu corazón, formas ya parte de la familia de Dios, me gustaría que me lo comunicaras; busca la comunión de otros cristianos y lee a menudo la Biblia. Si necesitas meditarlo o alguna aclaración, no dudes en escribirme.

Maripaz
[email protected]

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Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. (Juan 6:68)
Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.(Hechos 5:29)
 
La Biblia?.

La Biblia?.

Nadie me ha explicado aún que significa esto de "solo Biblia". Biblia sin religión.
Alguien querria ilustrarme, ¿por favor?.
Gracias.
 
Chick 3

Chick 3

Este buen hombre, en su ignmorancia y desconocimiento de la Biblia, nos pregunta de donde surge el concepto de sacerdote.
¡Que bien!
A mi no me hace gracia usar la palabra sacerdote para hablar de los curas o ministros Católicos, pero ahora voy a usarla y muy seguramente lo haré siempre, a partir de este momento, puesto que los sectarios os mosqueais tanto con ellos, debe ser bueno utilizar este epíteto.

¿Quería sacerdotes Jesús?

Algunos se ríen de los sacerdotes de la Iglesia Católica y dicen que «Jesús no quería sacerdotes».

Los católicos creemos: 1) Que Jesucristo es el único y verdadero Sumo Sacerdote. 2) Que todo el pueblo cristiano, por voluntad de Dios, es un pueblo sacerdotal y 3) Que dentro de este pueblo sacerdotal algunos son llamados a participar del sacerdocio llamado ministerial o pastoral.

Yo no invento esto. Es la comunidad de los creyentes, guiada por el Espíritu Santo y meditando largamente la Palabra de Dios, la que ha llegado a esta verdad acerca de Cristo, su Iglesia y sus ministros.

Guiados por este mismo Espíritu, leamos la Biblia:

Los sacerdotes judíos de la Antigua Alianza

Leyendo bien las Sagradas Escrituras, nos damos cuenta de que Jesús nunca se identificó con los sacerdotes de la Antigua Alianza. En su tiempo había muchos sacerdotes judíos del rito antiguo. Todos ellos eran miembros de la tribu de Leví y estaban encargados de los sacrificios de animales en el templo. Estos sacrificios eran ofrecidos para la purificación de los pecados del pueblo judío (Mc. 1, 44; Lc. 1, 5-9). Hasta José y María, cumpliendo con este rito de purificación, ofrecieron una vez un par de palomas (Lc. 2, 24).

Pero este sacerdocio judío era incapaz de lograr la santificación definitiva del pueblo (Hebr. 5, 3; 7, 27; 10, 1-4). Era un sacerdocio imperfecto y siempre sellado con el pecado. Jesús, el Hijo de Dios, el hombre perfecto, nunca se atribuyó para sí este título de sacerdote judío.

¿Participamos del sacerdocio de Cristo?
¿Es verdad que la Iglesia primitiva proclamó después a Jesucristo como el único y verdadero Sumo Sacerdote? ¿Participamos nosotros del sacerdocio de Cristo?
Así es efectivamente. Aunque durante su vida Jesús nunca usó el título de sacerdote, la Iglesia primitiva proclamó que «Jesús es el Hijo de Dios y es nuestro gran Sumo Sacerdote» (Hebr. 4, 14).
Escribe el sagrado escritor de la carta a los Hebreos, como cuarenta años después de la muerte y Resurrección de Jesucristo: «Jesús se ofreció a lo largo de su vida al Padre y a los hombres, con una fidelidad hasta la muerte en la cruz, dio su vida como el gran sacrificio de una vez por todas, y su sacrificio ha sido absoluto. El verdadero sacerdote para toda la humanidad es Jesús el Hijo de Dios y ahora no hay más sacrificio que el suyo, que empieza en la cruz y termina en la gloria del cielo. Jesús es el único Sumo Sacerdote, el único Mediador delante del Padre y así El terminó definitivamente con el antiguo sacerdocio.

«Cristo ha entrado en el Lugar Santísimo, no ya para ofrecer la sangre de cabritos y becerros, sino su propia sangre; y así ha entrado una sola vez para siempre y nos ha conseguido la salvación eterna» (Hebr. 9, 12).

Lea también: Hebr. 7, 22-28; 9, 11-12; 10, 12-14

¿Somos un pueblo sacerdotal?

¿Es verdad que el apóstol Pedro dice que nosotros los Católicos somos un pueblo sacerdotal? Sí, Dios, en su gran amor hacia los hombres, quiso que todos los creyentes-bautizados participaran como miembros del Cuerpo de Cristo, del Unico sacerdocio de Cristo: «Ustedes también, como piedras que tienen vida, dejen que Dios los use en la construcción de un templo espiritual, y en la formación de una comunidad sacerdotal santa, para ofrecer sacrificios espirituales, gratos a Dios por mediación de Cristo» (1 Pedr. 2, 5) «Ustedes son una raza escogida, una nación santa, un pueblo que pertenece a Dios» (1 Pedr. 2, 9).

Así, amigos, a los Católicos por la fe y por el bautismo Dios nos integra en un pueblo sacerdotal. Y como pueblo de sacerdotes, tenemos la vocación de ofrecer nuestras personas, nuestras vidas «como sacrificio vivo, santo...» (Rom. 12, 1). En todo lo que hacemos con amor, en nuestra familia, en nuestro pueblo, en nuestros trabajos, siempre ejercemos este sacerdocio. Todos los Católicos limpios de corazón, no lo olvides.

¿Quería Jesús tener ministros para su pueblo?

Así es. No es la Iglesia la que inventó el ministerio apostólico sino el mismo Jesús. El llamó a los Doce apóstoles (Mc. 3, 13-15) y les encargó ser sus representantes autorizados: «Quien los recibe a ustedes, a mí me recibe.» (Lc. 10, 16).

La misión de los apóstoles fue encomendada con estas palabras: «Les aseguro: todo lo que aten en la tierra, será atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo» (Mt. 18, 18). Este «atar» y «desatar» significa claramente la autoridad de gobernar una comunidad y aclarar problemas en el Pueblo de Dios. En la última Cena, Jesús dio a sus apóstoles este mandato: «Haced esto en memoria mía» (Lc. 22, 19). Es eso lo que celebra la Iglesia en la Eucaristía.

Y en una de sus apariciones, Jesús sopló sobre sus discípulos y dijo: «A quienes les perdonen los pecados, les quedarán perdonados» (Jn. 20, 23).

Dirigir, enseñar y administrar los signos del Señor, he aquí el origen del ministerio apostólico. Poco a poco la comunidad cristiana va aplicando y evolucionando en este servicio apostólico según la situación de cada comunidad.

¿Qué representan los obispos y presbíteros en una comunidad?

En las cartas apostólicas del N. T., los ministros de la comunidad cristiana reciben el título de «obispos y presbíteros» (Hech. 11, 30; Tit. 1, 5 etc.).

La palabra obispo viene del griego y en castellano significa «el encargado de la Iglesia o superintendente»; la palabra presbítero significa en castellano «el anciano». Los obispos y los presbíteros son así los encargados de la comunidad de los creyentes. Ellos tienen la función de servir en el nombre de Cristo al Pueblo de Dios. Estos nombres de «obispo y presbítero» van a evolucionar hacia la función del sacerdocio ministerial. Entendiendo la palabra ministerio como servicio que es su acepción primera.«No nos proclamamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, Señor y a nosotros como servidores suyos, por amor a Jesús» (2 Cor. 4, 5-7).

El apóstol Pablo en su carta a los filipenses ya usa ciertos términos para expresar su sacerdocio apostólico: «Y aunque deba dar mi sangre y sacrificarme para celebrar mejor la fe de ustedes, me siento feliz y con todos ustedes me alegro» (Fil. 2, 17: «Bien sabe Dios a quién doy culto con toda mi alma proclamando la buena noticia de su Hijo» (Rom. 1, 9).

En estos textos hay indicaciones que la liturgia de la Palabra y la entrega de la vida del apóstol ya es una función sacerdotal: «En todo, los ministros del pueblo deben ser no como los grandes y los reyes, sino servidores como Jesús: como el que sirve» (Lc. 22, 27).

¿Cómo se transmite este sacerdocio?

Este ministerio apostólico se transmite con la imposición de manos. Escribe el apóstol Pablo a su amigo Timoteo: «Te recomiendo que avives el fuego de Dios que está en ti por imposición de mis manos» (2 Tim. 1, 6; 1 Tim. 4, 14).

Este gesto de imposición transmite un poder divino para una misión especial.

El apóstol Pablo recibió la imposición de manos de parte de los apóstoles (Hch. 13, 3). Pablo a su vez impuso las manos a Timoteo (2 Tim. 1, 6; 1 Tim. 4, 14) y Timoteo repitió este gesto sobre los que escogió para el ministerio (1 Tim 5, 22).

Así, la Iglesia Católica, desde los apóstoles hasta ahora, sigue sin interrupción imponiendo las manos y comunicando de uno a otro los dones del ministerio sacerdotal.

Esta sucesión apostólica tan sólo se ha perpetuado en la Iglesia Católica durante 20 siglos hasta llegar a los ministros actuales. Ninguna otra iglesia puede decir esto, solamente la Iglesia Católica.

De esta la forma los pastores de la Iglesia participan del único sacerdocio de Cristo.

Conclusión

Queridos amigos:

Tal vez es un poco difícil todo lo que os he explicado. Pero debemos en la oración pedir que el Espíritu Santo nos ilumine. Además debemos tener un gran amor hacia la Iglesia y sus ministros, que Jesús nos ha dejado. Para terminar quiero resumir las ideas más importantes de este e-mail:

1) Jesús quería tener ministros (servidores) para su pueblo sacerdotal.

2) Los apóstoles transmitieron este ministerio apostólico siempre con la imposición de manos.

3)Los Sagrados escritores usaron ya las palabras episkopos(obispo - superintendente) y presbiteroi (presbiteros - ancianos). En este sentido es que la Iglesia Católica, ya desde el año cien hasta ahora, llama a los ministros de la comunidad (presbíteros y obispos) como sus pastores y sacerdotes.

Por supuesto que este sacerdocio pastoral participa del único sacerdocio de Cristo y no tiene nada que ver con los sacerdotes del Antiguo Testamento. Los nuestros, los sacerdotes de la nueva alianza, por una especial vocación divina son los ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios (1 Cor. 4, 1).

¿como se te ha quedado el cuerpo amigo?.

Un abrazo hermano.
 
Chick 4.

Chick 4.

Este famoso Chick se inventa cosas. Es agradable sacarse cosas de la chistera, como un malabarista.
Desde muy temprana edad, nueve o diez años, me interesé por la Arqueologia, los descubrimientos arqueologicos y la interpretación que los estudiosos hacian de las culturas desaparecidas y enterradas hace milenios.
Tengo sesenta años y creo que mi bagaje cultural y mis conocimientos sobre el tema han aumentado durante los últimos cincuenta años y JAMÁS, repito, jamás he leido tal esperpento en ningúna publicación cientifica ni en los escritos de un estudioso serio. Si la interpretación que este caballero, por llamarlo de algún modo, es la que nos da en el dichoso link que vengo comentando desde el principio.. de verdad que le hace falta revisar su cultura religiosa. Que alguien confunda la Eucaristia con esa empanada mental, dice muy poco sobre su solvencia como investigador y su honestidad.
Para mas sarcasmo afirma que el "sacerdote con sus poderes mágicos, convierte el pan en el mismo Cristo".
Por si fuera poco afirma que "los Católicos creen que el sacerdote es tan poderoso que puede sacar a Cristo del cielo, ponerlo en la cruz y sacrificarlo de nuevo durante la misa".
Es la primera vez en toda mi vida que leo semejante memez y encima nos informa que IHS son los signos de los dioses egipcios....
¿Como puede existir tanta ignorancia?.
¡Oh! Y en un hombre pretendidamente culto....
Aunque entiendo que sienta odio y envidia hacia los Católicos por el hecho de tener acceso, como tenemos, al pan de la vida. La carne y la Sangre de Jesús.
Juan, 6:48 "Yo soy el pan de la vida. 50 " este es el pan que baja del cielo, para quien comiere de el, no muera". 51 "Yo soy el pan viviente, el que del cielo ha bajado; quien comiere de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne, por la vida del mundo". 54 " En verdad, en verdad os digo: si no comiereis la carne del hijo del hombre y bebiereis su sangre, no tendreis vida en vosotros". 55 "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene viada eterna y yo lo resucitaré el ultimo día." 56 "Porque mi carne es verdadero manjar y mi sangre verdadera bebida". 57 "El que come mi carne y bebe mi sangre, en mi permanece y yo en el". 58"Como es fuente de vida, el Padre, que me envió, y yo vivo del Padre, así quien come de mi, tambien el vivirá de mi".59 "Este es el pan que bajó del cielo: no como le comieron los pafdres y muriero; el que coma este pan, vivirá eternamente".

Parece que este tal Jack T. Chick no se lee los Evangelios y si los lee no se cree una palabra de lo que el mismisimo Jesús nos dice.
¡Curioso este Señor!. Que tal vez sea evangélico... vete a saber.

Vaya por delante que felicito sinceramente a nuestros hermanos evangélicos por el gran amor que tienen a la Palabra de Dios como Pan de vida. Pero me sorprende que ellos con tanta facilidad rechacen el Pan Eucarístico o Santa Misa. Pero hace falta explicarles que no estamos equivocados con la celebración de la Eucaristía o Santa Misa, y para recordar que la Misa no es un invento de los curas, sino que, según la Biblia, es un mandato sagrado de Cristo mismo.



El Pan de la Palabra y el Pan Eucarístico.

En el Evangelio de San Juan, Jesús hace una reflexión muy profunda acerca de este tema. Jesús proclama que «El es el verdadero Pan que ha bajado del cielo» (Jn. 6, 33-35), y el Señor nos da dos razones para explicarnos por qué El es el Pan de vida:

- Primero: Jesús es «el Pan de vida», por su Palabra que abre la vida eterna a los que creen (Jn. 6, 26-51). Es decir, Jesús es «el Pan de la Palabra» que hay que creer.

- Segundo: Jesús es «Pan de Vida» por su carne y su sangre que se nos dan como verdadera comida y bebida (Jn. 6, 51-58). Con estas últimas palabras, Jesús anuncia la Eucaristía que El va a instituir durante la Ultima Cena: «Tomad y comed, esto es mi Cuerpo» (Lc. 22,19). «Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él» (Jn. 6, 55-56).

Está claro entonces que no debemos quedarnos solamente con «el Pan de la Palabra». Jesús nos invita también a «comer realmente su Cuerpo» como «el Pan Eucarístico».

Ahora bien, nuestros hermanos evangélicos piensan que el Pan Eucarístico es solamente un símbolo de Jesucristo y niegan la presencia real de Cristo en la Cena del Señor. La frase: «Esto es mi cuerpo», para ellos es sólo una expresión figurada.

Es más, las Biblias de los Testigos de Jehová dicen que Jesús en la Ultima Cena no dijo: «Esto es mi cuerpo», sino: «Esto significa mi cuerpo» (Lc. 22,19), y con esto acaban con la presencia real de Cristo en el Pan Sagrado o en la Santa Hostia. (Cualquiera que sepa traducir bien el idioma griego en que fue escrito el Evangelio de Lucas, sabe muy bien que la palabra usada por la Biblia en griego es «estin» que significa en castellano «es», y que esta palabra en ningún caso se puede traducir por «significa», como hacen los Testigos de Jehová. El fundador de los Testigos de Jehová, sin haber hecho estudios de la Biblia con maestros entendidos, se dedicó a traducir la Biblia a su antojo y por eso le hace decir cosas absolutamente inexactas.



Jesús nos invita a comer su Cuerpo y a beber su Sangre

1. El discurso de Jesús sobre «su Cuerpo, Pan de vida» (Jn. 6,51-58) lo pronunció después de la multiplicación de los panes y, en esta oportunidad, por primera vez, el Señor habló acerca de la Eucaristía: «El pan que Yo daré es mi Carne, y la daré para vida del mundo» (Jn. 6, 51).

Cuando Jesús dijo estas palabras, muchos de sus discípulos lo abandonaron, diciendo que ese modo de hablar era intolerable (Jn. 6, 59-66). Pero Jesús no dijo que estaba hablando en sentido figurado. Jesús insistió: «En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen verdadera vida». (Jn. 6,53).

Es más, a los Doce apóstoles Jesús les preguntó: «¿También ustedes quieren dejarme?» (Jn. 6, 67).

De ninguna manera Jesús habló aquí en sentido simbólico o figurado: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna y Yo le resucitaré en el último día» (Jn. 6,54).

2. La Ultima Cena del Señor: En el Nuevo Testamento encontramos hasta cuatro testimonios distintos acerca de la Ultima Cena del Señor: Mateo, Marcos, Lucas y Pablo. Esto quiere decir que la Ultima Cena fue un hecho de suma importancia en la vida de Jesús y en la vida de la primitiva Iglesia.
La noche antes de morir, Jesús invitó a sus apóstoles a celebrar la Pascua de los judíos, que consistía, sobre todo, en una cena solemne. Esta comida era para los judíos «la gran acción de gracias» a Dios. Y el Señor Jesús aprovechó la cena para darle un sentido nuevo y profundo.

Leemos en el Evangelio de San Lucas: «Después, Jesús tomó el pan y dando gracias (eucharistein, en griego) lo partió y se lo dio diciendo: 'Esto es mi cuerpo que es entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía'. Después de la cena hizo lo mismo con la copa. Dijo: 'Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por vosotros'» (Lc. 22, 19-20).

3. La Ultima Cena del Señor tiene muchos significados. Solamente queremos aquí indicar algunos aspectos importantes en relación con nuestro tema:

- Primero: la Cena del Señor es «la gran acción de gracias» a Dios. La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19; 1 Cor.11,24) recuerda las bendiciones que proclaman las obras de Dios: la creación, la redención, y la santificación. La Iglesia prefiere la palabra «Eucaristía» para indicar la Cena del Señor.

- Segundo: Cuando Jesús en la Ultima Cena dijo al partir el pan: «Tomad y comed, esto es mi cuerpo», no estaba hablando en forma simbólica. Estas palabras anunciaban claramente su presencia misteriosa y real en los signos del pan y del vino. Realmente Jesús dio al pan y al vino un nuevo sentido.

Jesús dijo claramente: «Esto es mi cuerpo». Jesús indicó un realismo incomparable y no un simple simbolismo. Esto sucedió en la primera Eucaristía o Santa Misa.

- Tercero: También dio Jesús a sus apóstoles el mandato de recordar y revivir estos gestos sagrados: «Haced esto en memoria mía» (Lc. 22,19). Fiel a este mandato de Jesús, la Iglesia desde aquel momento hasta ahora realiza continuamente estos signos sagrados que hizo Jesús en la Ultima Cena. Y la Iglesia cree que el Pan consagrado en cada Eucaristía es a la vez figura y realidad del Cuerpo celestial de Cristo: un memorial vivo de Cristo.

-Cuarto: El apóstol Pablo para recordar lo sagrado que es el alimento eucarístico, escribe en términos muy claros: «El cáliz que bendecimos, ¿no es acaso la comunión de la Sangre de Cristo? Y el Pan que partimos, ¿no es acaso la comunión del Cuerpo de Cristo?» (1Cor. 10,16).

Para Pablo, ese pan y ese vino, una vez consagrados, no son un simple símbolo del cuerpo y sangre, sino realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo glorificado. Y en este mismo sentido sigue el apóstol escribiendo a los Corintios, después de reprenderles por algunos abusos que cometían en sus reuniones: «Así, pues, cada vez que comeis de este pan y bebeis de la copa, estáis proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. De otra manera come y bebe su propia condenación al no distinguir el cuerpo de Cristo. Esta es la razón por la cual se ven tantos enfermos entre vosotros» (1Cor. 11, 26-30).

Consideraciones finales
Mucha gente de hoy, igual como en el tiempo de Jesús, tiene dudas acerca de la presencia real de Cristo en el Pan Eucarístico. Muchos se preguntan: «¿Cómo puede ser eso?... ¿No es demasiado para nuestra inteligencia humana aceptar todo esto?...»
Es verdad, nuestra inteligencia humana no es capaz de captar esta presencia misteriosa de Cristo en la Eucaristía. Solamente con los ojos de la fe podemos experimentar esta presencia real e íntima de Cristo en el Pan Sagrado. Pero es que, además, es pecar gravemente contra Dios intentar poner límitas a sus capacidades, según la mente humana, que núnca, núnca podrá abarcar la grandeza de Su realidad.

La presencia del cuerpo de Cristo en el Pan Sagrado no es una presencia física, o sea, material, como si pudiéramos decir: «Jesús está aquí sentado a la mesa al lado mío». No debemos olvidar que el Cuerpo de Cristo, después de su muerte y resurrección, es para siempre un cuerpo glorificado, un cuerpo celestial que se hace presente entre nosotros en el pan y en el vino. Es una presencia real. No una presencia material de Cristo, sino una presencia terrenal de su cuerpo celestial.

En otras palabras: mediante un gesto visible, el creyente participa de una realidad que no se ve, pero entra realmente en comunión con Cristo glorificado y resucitado. El mismo Jesucristo lo afirma en los textos explicados mas arriba, y yo me lo creo. Acostumbramos a aplicar la palabra sacramento para designar un signo externo que contiene una realidad espiritual. En la Cena del Señor, o Santa Misa, nuestra fe nos lleva a recibir como Cuerpo y Sangre de Cristo algo que todavía no parece ser más que pan y vino. Pero, por estos signos o sacramentos, Cristo se hace para nosotros realmente alimento y vida.

La Comunión Eucarística es el cuerpo y el corazón de la vida de la Iglesia, la cual es ante todo comunión. Es el lugar en que los hombres experimentan, ya en la tierra, la unión entre ellos y Cristo.

Amigos, estas son las razones por las que nosotros los católicos, conforme al mandato del Señor: «Hagan esto en memoria mía», celebramos la Eucaristía día tras día, y creemos con toda firmeza que Cristo glorificado está realmente presente en el pan y en el vino consagrados. No es ningún invento de los curas, como piensan algunos evangélicos que creen haberse leido la Palabra de Dios, sino que ésta es una enseñanza bíblica, creída plenamente por todos los verdaderos cristianos desde el principio de nuestra santa religión hasta el día de hoy.

Los distintos nombres para indicar la Santa Misa:
1. Eucaristía: porque es «acción de gracias» a Dios. La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19 y 1 Cor. 11,24) recuerda las bendiciones judías que proclaman, sobre todo durante la comida, las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación.
2. Cena del Señor o Banquete del Señor: porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión (1Cor. 11, 20).
3. Fracción del Pan: porque el gesto de partir el pan y repartirlo lo utilizó Jesús cuando bendijo y distribuyó el pan en la Ultima Cena (Mt. 26, 26; 1 Cor. 11, 24; Hech. 2, 42 y Hech. 20, 7-11).
4. Comunión: porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo Cuerpo (común-unión) (1 Cor. 10, 16-17).
5. Santo Sacrificio: porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia. Así también se llama «Sacrificio de Alabanza» (Heb. 13, 15), sacrificio espiritual (1 Ped. 2,5).
6. Santa Misa: porque la liturgia en la que se realiza el misterio de nuestra salvación se termina con el envío de los fieles (envío=missio en latín) a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.

A esto debo de añadir, que el amigo Chick, atribuye al sacerdote la creencia de volver a sacrificar a Jesús en la cruz, cuando oficia en la Eucaristia. Espero haberlo sacado de su error.
Tambien, aclarar que la conversión del pan y el vino en el cuerpo de Cristo no es cosa de la "magia" del sacerdote. ¡Es palabra de Dios!. El sabrá lo que se hace.

Tambien deseo deciros, amigos, que el pan usado en la Misa es pan ácimo, es decir, sin levadura. Delgado como una oblea lo cual, de hecho, es. Cortado en forma circula por una razón tan sencilla que a cualquier mentecato se le hace evidente. ¿Habeis probado a manipular de forma continuada obleas cuadradas, como las que se usan para el turrón de Alicante?. Probadlo algún día y vereis que en cuanto las hayas tenido dos o tres veces en las manos, comienzan a desprenderse trozos de ellas. Esos pedacitos siempre se desprenden de las puntas, con lo que esa oblea cuadrada, si se manipula muchas vecas, acaba redondeandose.
La solución consiste en elaborar estas obleas dandoles forma redonda. Con lo cual podeis aprender, ilustraros, sobre todo, ilustraros, que la mejor forma y la mas económica es la forma redonda. ¡Por simple sensatez!. No porqué sea un simbolo del sol como nos suelta ese caballero en el mamotreto que comento.
Que Jesucristo Nuestro Señor, en su inmenso amor por todos nosotros, envie el Espiritu Santo al corazón y la mente de tantas personas equivocadas, para ayudarles a encontrar la verdad que conduce directamente al Padre y a la vida eterna.
 
Uf, Maripaz, de plano su concepto de "cristianos" está medio inconcluso, al menos para mí.

Dice usted primero:
Los ritos, esta o aquella iglesia, los rezos y cualquier otra obra que el hombre pueda hacer, no nos hace aceptos ante Dios, es la Fe en Cristo Jesús, la que nos limpia de TODO PECADO.
De esto entiendo una parte importante: Dice usted que los REZOS no nos hacen aceptos ante Dios.

Pero LUEGO, dice usted:
Si quieres que Cristo entre en tu vida, solo es necesaria una sencilla oración, algo así:
Es decir, ahora me dice que con una oración basta para tener a Cristo en nuestra vida, y por lo tanto, ser aceptos ante Él.

Decídase, Maripaz, ¿Sirven o no sirven los rezos?
¿Valen más las oraciones de los protestantes que las de los católicos?
De ser afirmativa la respuesta, ¿Por qué?

A Dios hay que vivirlo CADA DIA, CADA MOMENTO....sin entregar nuestro tiempo a virgenes, santos y papas.
No veo por qué no se puede vivir a Dios y al mismo tiempo, venerar y respetar a la Virgen, al Papa y a los santos.

¿Quieres que Cristo cambie tu vida, o solo deseas una religión?
Puesto que yo tengo un concepto bueno y positivo de la religión, esta es el medio humano para llegar a Él, y consta de Iglesia, Biblia, Sacramentos, Comunión de los Santos, Oración de los Fieles, Evangelización, etc.

Si has hecho esta oración, desde lo más profundo de tu corazón, formas ya parte de la familia de Dios
Ya hice esa oración, Maripaz, pero déjeme decirle que con hacer esa oración no ha cambiado mi modo de pensar: Sigo siendo católico, creo en los 7 Sacramentos, en el Papa, en el culto, en la comunión de los santos, en la Iglesia, y sigo SIN creer en Sola Fide, Sola Scriptura, sacerdocio universal, centralidad del púlpito, etc.

NOTA: De esa oración, suprimí la parte "no quiero ser un religioso", y la cambié por un: "no quiero ser un católico del montón, sino un BUEN católico".

Saludos!!!!!!!!:D :D :D
 
¡¡¡ Horror , puro denominacionalismo !!!


Señor, líbrame de edificar ninguna barrera de separación, con nombres piadosos.


Pues yo no quisiera conformarme con ser una buena "protestante", de hecho me horroriza pensarlo siquiera....yo nunca conseguiría por mi misma ser buena....es la pura y "Sola Gracia de Dios"

La verdad es que solo deseo estar cerca de Él....y mirarle "cara a cara".



Cara a Cara (Marcos Vidal)

Solamente una palabra,
solamente una oración,
cuando llegue a Tu presencia, oh Señor,
no me importa en que lugar
de la mesa me hagas sentar,
el color de mi corona, si la llego a ganar
Solamente una palabra,
si es que aún me queda voz,
y si logro articularla en Tu presencia,
no te quiero hacer preguntas,
sólo una petición,
y si puede ser a solas, mucho mejor
Sólo déjame mirarte, cara a cara,
y perderme como un niño en Tu mirada,
y que pase mucho tiempo,
y que nadie diga nada,
por que estoy viendo al Maestro,
cara a cara,
que se ahogue mi recuerdo en Tu mirada,
quiero amarte en silencio, sin palabras,
y que pase mucho tiempo,
y que nadie diga nada,
sólo déjame mirarte,
cara a cara.
Solamente una palabra,
solamente una oración,
cuando llegue a Tu presencia, oh Señor,
no me importa en que lugar
de la mesa me hagas sentar,
el color de mi corona, si la llego a ganar
Sólo déjame mirarte cara a cara
aunque caiga derretido en tu mirada
derrotado y desde el suelo,
tembloroso y sin aliento
aún te seguiré mirando,
mi Maestro;
cuando caiga ante Tus planta, de rodillas,
déjame llorar pegado a Tus heridas,
y que pase mucho tiempo,
y que nadie me lo impida,
que he esperado este momento
toda mi vida.




Es decir, ahora me dice que con una oración basta para tener a Cristo en nuestra vida, y por lo tanto, ser aceptos ante Él.


No es solo la oración, sino lo más importante: ARREPENTIMIENTO Y SANTIDAD. Y para ser aceptos ante Él, nos basta la Sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios....no es por mis méritos, ni mis buenas obras...sino por Gracia, por la fe, para que nadie se glorie
 
Chick 5

Chick 5

Como que nadie contesta a mis escritos, voy a continuar colgandolos. Tal vez el amigo Cheroki se decida a hacerlo... ¿Quien sabe?.
Voy a explicaros nuevamente y de una vez por todas, que los Católicos solo adoramos a Dios. Por ello en la custodia adoramos a Jesucristo, presente en ella.
En ningún caso adoramos el pan. ¿Queda claro esto?. ¿O es demasiado complicado para una mente sencilla?.
En ningun caso la Iglesia Católica "promulgó leyes espantosas que condenaban a muerte........"
No creo que sea muy dificil de entender. Por muy obtuso que se sea, no es tan dificil...
La Iglesia Católica promulgó leyes mediante las cuales se pretendia proteger la ortodoxia, CONDENANDO AL ANATEMA a las personas que rompian estas leyes.
El anatema es la excomunión automatica. Nada mas. Lo que sucede es que en aquellas calendas, cuando alguien se salia de la ortodoxia, no solo era reo ante la Iglesia, sino que tambien lo era ente los poderes civiles.
Era juzgado por un tribunal eclesial y, en el caso de ser condenado, se le entregaba a la justicia ordinaria.
Este era el procedimiento a seguir, siempre.
Baste decir que habiendose instituido la Inquisición en el siglo XIII hasta nediado el siglo XIX, en toda Europa parece, según las mas recientes investigaciones, que unas sesenta mil personas fueron muertas por los GOBIERNOS, que no popr la Iglesia.
Es importante constatar dos cosas, a saber: 1) Hablamos de un periodo de seiscientos años que se resuelven en unos diez casos anuales.
2) En pocos meses los asesinos comandados por Lutero asesinaron algunos centenares de miles de Católicos. SIN JUICIO.
Me quedo corto con estas explicaciones y me gustaria añadir que en los reinos españoles peninsulares, en el actual estado español, según parece, fueron ajusticiadas 1.600 personas y los investigadores protestantes que no están conformes, doblan este número llegando a las 3000 personas. SIN NIGUNA PRUEBA de sus afirmaciones.
En Mexico, durante los cinco siglos de dominación española, solo una persona fué ajusticiada por su herejia.
Calvino hacia asesinar a todo el que olia a "papista" sin juicio ni nada que se le pareciese. Hizo quemar vivo a Miquel Servet por haber descubierto la circulación menor de la sangre.
¿Teneis idea, preclaras inteligencias evangelicas, del motivo de tamaño crimen?.
Es muy sencillo: La circulación de la sangre no consta en la Biblia.
En Inglaterra la persecucion, caza, y asesinato de Católicos sse popularizó, de tal manera que practicamente fueron exterminados. Las cifra son horrorosas y no voy a hacer mencion a ellas.
¿Significa esto que los protestantes seais mala gente?. Pues no lo creo.
Aquella fué una época de la que el género humano debe de avergonzarse y cuando digo esto, generalizo a sabiendas de que todos nuestros antecesores en la fe, pecaron gravemente.
Por eso no es bueno echar la basura a la casa del vecino. Siempre termina salpicando.
¿Entendeis que una cosa es el anatema y otra asesinar a un individuo?. Son cosas diferentes hombre y por lo tanto es lógico que estos decretos continuen vigentes. Todo lo que es contrario a la fe Cristiana debe de ser expulsado del Cuerpo de Cristo si no rectifica, confiesa su pecado y se arrepiente del mismo.
Otra cosa para el lumbrera de Chick y Cheroki que nos ha proporcionado los links. Si cae la Hostia al suelo, una vez consagrada, se coge con la mano y basta.
Yo mismo me he encontrado en ese trance. Yendo a comulgar, al cura se le cayeron dos Sagradas formas al suelo. Yo mismo, laico como soy, me agaché, cogí al Señor en mis pecadoras manos, se lo entregué al sacerdote y acto seguido comulgué con una de ellas.
No os creais ninguna de las bobadas que cuenta el nota este, porqué realmente habla de oidas puesto que no ha pisado jamás una iglesia ni se ha enterado de que se hace en los templos Cristianos.
Despues, para remachar el clavo, nos viene con el cuento de la gran ramera. Por favor, que no se queme las neuronas porqué son irrecuperables.
Que se entere de una vez que es el Apocalipsis, como se escribió, para quien y en que contexto. Así podrá estudiarlo sin problemas y no nos contara esas historietas del TBO.
Que investiguen estos señores antes de contar bobadas.
En cuanto al Sacramento de la Confirmación, no es otra cosa mas que reafirmar las promesas del bautismo.
Cuando el niño o niña bautizado llega a los quince o dieciseis años ha llegado la hora de reafirmar su fe y esto es lo que se hace en esta ceremonia, en la que promete guardar la fe cristiana a toda costa.
Nada mas y nada menos que esto. Y si, la experiencia es tremenda, porqué sabes que tu elección es consciente. Que a partie de ese momento tienes la obligación de "amar a Dios mas que a todas las cosas y al prójimo mas que a ti mismo". No solo tienes esa obligación, sino que tienes además conciencia de tener esta obligación. Sabes que eres seguidor de Cristo Jesús comprometido y eso amigos es muy fuerte.
A causa de este compromiso, durante el siglo XX ha habido mas mártires Cristianos, de confesión Católica que en otros siglos anteriores.
Claro que somos militantes que no militaristas. No confundas las cosas hermano.
Y claro que el Espiritu Santo está en la Iglesia Católica. ¿Es que lo dudabais?.
En cuanto a la infalibilidad, no es de toda la Iglesia.
Solo el Papa es infalible.. hablando "ex catedra" de cosas referentes a la fe.
Es decir, si el Papa nos habla de la desintegración del atomo, puede equivocarse. Si comenta algo del tema que fuere, está sujeto a error, pero si su opinión es sobre asuntos doctrinales, no. ¿De acuerdo?.
Mas cosas: Seria importante que cuando este señor pone palabras en boca de los Papas, cite la fuente de donde las ha sacado, sino su valor es nulo.
Que se entere bien que jamás, en ningún caso un Papa se ha hecho pasar por Dios y por desgracia ha habido algunos que no fueron dechado de virtudes, precisamente.
Naturalmente en mi próximo escrito hablaremos del Purgatorio, que dice este caballero que no es Biblico.
Este es un tema que me gusta y no voy a dejar de entrar al trapo. ¡Palabra!.
¡Claro, si me dejan!.
Que Dios os bendiga hermanos.
 
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Imagenes.

Imagenes.

Oido al parche, amiga Mari paz. Me gustan mucho estos versículos que has colocado sobre las fotografias del Papa y la imagen de la Virgen de Fátima.
Por tanto ahí tienes el parecer de la Iglesia y lo que dice la Bíblia. Todo lo que vas a ver es Bíblico. No es un invento mio.
Tu y yo sabemos que en las Santas Escrituras Jahvé PROHIBE HACER IDOLOS, pero da la órden de confeccionar estátuas.
¿No te lo crees?. ¡Pues coge la Bíblia y continua leyendo!.

La Sagrada Escritura siempre hace la distinción entre imágenes como «ídolos» e imágenes como «adornos o signos religiosos». Leamos algunos textos en los cuales Dios mismo manda a Moisés hacer imágenes como símbolos religiosos: «Harás dos querubines de oro macizo, labrados a martillo y los pondrán en las extremidades del lugar del perdón, uno a cada lado... Allí me encontraré contigo y te hablaré desde el lugar del perdón, desde en medio de los querubines puestos sobre el arca del Testimonio...» (Ex. 25,18-22). Oye, ¿Pero no habia prohibido Dios hacer imágenes?. Estos dos querubines parecidos a imágenes de ángeles, eran adornos religiosos para el lugar más sagrado del templo. Pues bien, estas imágenes, hechas por manos de hombres, estaban en el templo, en el lugar más sagrado y nunca fueron consideradas como ídolos, sino todo lo contrario, el mismo Dios ordenó construirlos. Es importante que te des cuenta que el lugar donde estaba el Arca (con los querubines) era el lugar mas santo del templo y en ese lugar y ante el Arca se arrodillaban los levitas llevando sus frentes hasta el suelo... en clara señal de adoración. Obviamente no adoraban las estatuas. Adoraban a Jahvé.

Leamos otro texto del A. T.: Números 21, 8-9. Ahí se nos narra como en aquel tiempo los israelitas murmuraban contra Dios y contra Moisés. Entonces Dios mandó contra el pueblo serpientes venenosas que los mordían, de modo que murió mucha gente.
Moisés intercedió por el pueblo y Dios le respondió: «Haz una serpiente de bronce, ponla en un palo y todo el que la mire se salvará». Nos damos cuenta otra vez de que esta serpiente de bronce era una imagen hecha por manos de hombre, pero no para adorar, sino que era un «signo religioso» para invocar a Dios con fe.

Hay otros textos en la Biblia que nos hacen ver que en el templo de Jerusalén había varias imágenes o esculturas que no fueron prohibidas, menos aun consideradas como ídolos. Dice el Salmo 74, 4-5: «Tus enemigos rugieron dentro de tu santuario como leñadores en el bosque, derribaron con hacha las columnas y esculturas en el templo». Eso significa que en el templo de Jerusalén había también esculturas o imágenes.

Amiga mia , esas indicaciones de la Biblia son suficientes para decir que la Biblia, sí, prohíbe la fabricación de imágenes como dioses falsos, (ídolos) pero nunca ha prohibido las imágenes o esculturas como adornos religiosos. ¿Es por falta de conocimientos bíblicos, o por mala voluntad, que los hermanos evangélicos nos meten estas cosas en la cabeza.?

Las imágenes en nuestra vida diaria.
Ahora bien, en nuestros tiempos vemos por todos lados imágenes y estatuas. Cada país tiene sus propios símbolos patrios y estatuas a sus héroes.
En nuestras casas tenemos cuadros que representan la imagen de alguna persona. Tengo en mi despacho, por ejemplo, una foto de mi padre que ya está en el cielo, fotos de mi madre y de mis hijos y nietos.
Así también tenemos cuadros e imágenes en nuestras capillas que representan algunas personas religiosas, como la Virgen María, la Madre de Jesús, algún santo patrono de nuestros pueblos. Y ningún católico va a pensar que estas imágenes son ídolos o falsos dioses. Estas imágenes simplemente nos hacen pensar en el mismo Jesús o en tal o cual santo que está en la presencia de Dios y nos ayudan a pensar en la belleza de Dios.
La Iglesia Católica acepta el respeto y la veneración a estas imágenes en nuestros templos, pero nunca, NUNCA, ha enseñado la adoración a una imagen. A veces, dicen los hermanos de otra religión que nosotros adoramos a las imágenes. Está muy, pero muy equivocados.
Además, solo hace falta tener dos dedos de frente para darse cuenta de que nadie es tan bobalicón como para adorar un pedazo de madera, de piedra o de yeso. Quien no comprenda esto tiene graves deficiencias estructurales en su intelecto. ¡De verdad!.
La Iglesia Católica acepta que guardemos imágenes o cuadros en nuestros templos siempre que no sea en forma exagerada. ¿Qué quiero decir con ello? Quiero decir que a veces nuestras iglesias parecen una exposición de santos y en algún caso están tan mal colocados, que no hay espacio ni para la imagen de Cristo. Ahí sí que exageramos. Por eso el Concilio Vaticano pidió que no se repitiera más de una imagen por cada santo y que el lugar central de la Iglesia, esté reservado siempre para la imagen de Cristo.

Está claro, entonces, que nunca podemos dar culto de adoración a una imagen, nunca podemos ponernos de rodillas delante de una imagen para adorarla, pero sí podemos ponernos de rodillas ante una imagen para pedir perdón por nuestros pecados y para suplicar que el santo a quien representa, interceda ante Dios por nosotros.

En todas estas discusiones, amiga mia, guardemos el amor. ¿Quién eres tu para juzgar a tú hermano? (Stgo. 4, 12). Cada uno puede arrodillarse en cualquier parte para invocar a Dios, en el patio de su casa, en el campo. En la noche antes de acostarse uno puede arrodillarse delante de un crucifijo para así hablar con Dios. A veces hay gente que piensa que tal imagen es milagrosa y le atribuyen un poder mágico. Debemos corregir estas actitudes y explicarles que sólo Dios hace milagros. Por supuesto aceptamos que Dios puede actuar por intercesión de los santos.

Martín Lutero, el fundador del protestantismo y de las iglesias evangélicas, nunca rechazó las imágenes, todo lo contrario él dijo que las imágenes eran «el Evangelio de los pobres». Es lógico porqué en aquella época no sabia leer todo el mundo.
¿A quién de nosotros no le gusta contemplar un lindo cuadro o una hermosa imagen? Muchas veces mirando un cuadro o una imagen podemos más fácilmente entrar en oración y en un profundo contacto con Dios. ¿Quién puede negar por ejemplo la belleza de la Piedad de Miguel Angel?
Pues bien, según vosotros habría que destruirla porque va contra la Biblia ¡Qué disparate tan grande! Esto es hacer decir a la Biblia lo que nunca la Biblia ha dicho. Ello es una distorsión de lo que Dios nos quiere decir en la Biblia. Una regla de oro para interpretar la Biblia es mirar siempre el contexto de una frase y no aferrarse a la letra, porque en este caso, sin el contexto, hasta se puede hacer decir a la Biblia que «Dios no existe» porque la Biblia pone esta frase en labios del tonto (Sal. 10, 4).

Los falsos dioses o ídolos de este mundo moderno.
Amiga mia, los ídolos o falsos dioses de este mundo moderno no están en los templos, sino que son poderes que dominan al hombre moderno por dentro. Son poderes falsos que destruyen las buenas relaciones con el prójimo y con Dios. Estos ídolos modernos están a veces en nuestras calles, en nuestras instituciones, en nuestras comunidades y familias. Esta es la idolatría que hemos de desterrar.

Pienso, por ejemplo, en el falso dios del poder y de la dominación que quiere aplastar tu libertad y engañar pueblos enteros; en el falso dios «poder» que provoca guerras y matanzas de gente inocente. Este es el «ídolo» moderno que se pasea por el mundo.
Pienso en el falso dios «dinero» que domina el corazón de mucha gente, que comienza con mentiras, engaños, robos, tráfico de drogas etc. y que pareciera que en nombre de este dios dinero todo está permitido.
Pienso en el falso dios del sexo desorientado, en el dios que destruye la unión familiar, en el dios de la pasión que engaña al hombre y a la mujer, es el falso dios que deja los niños desamparados, en el falso dios que destruye el verdadero amor y que se resiste a servir a una comunidad.

El lugar desde donde estos falsos dioses comienzan a brotar está en nuestro corazón. Es el demonio mismo que quiere destruir nuestro corazón como templo de Dios. Y mucha gente entre nosotros, sin darse cuenta, está bajo el poder de estos falsos dioses y no dan lugar en su corazón al único y verdadero Dios del amor.

Amiga mia, no debemos buscar ídolos o falsos dioses en cosas de madera o de yeso, en imágenes o cuadros, sino en nuestro corazón. Si volviera ahora Moisés a nosotros, no se referiría a las imágenes ya que hoy no está el peligro de la idolatría, sino que gritaría: «No te hagas falsos dioses dentro de tu corazón, destruye los vicios fuente de toda idolatría». Esto es lo que ya hicieron los profetas que vinieron después de Moisés.

Finalmente hay que tener presente que en el A. T. no podía representarse a Dios porque el Verbo no había tomado cuerpo ni forma humana. Pero en el N. T. es distinto. Con la Encarnación, el Verbo Dios tomó forma humana y si El mismo se hizo hombre hace dos mil años y nos mandó guardar su memoria es que quiere que nosotros lo representemos así, como hombre, para recordar que «el Verbo se encarnó y habitó entre nosotros». Y si representarlo en una pintura o en una imagen ayuda a recordar su memoria ¿qué de malo hay en ello?

Pero por sobre todo hay que entender la evolución gradual que hay entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Algunas sectas da la impresión que quedaron petrificadas en el Antiguo Testamento y sólo por ignorancia o mala voluntad pueden decir lo que dicen. Es decir, se aferran de textos aislados, los sacan de su verdadero contexto, y confunden a los no iniciados en la Biblia. Y aquí le viene recordar que el mismo Jesús confirmó esta progresiva evolución entre el Antiguo y el Nuevo Testamento cuando dijo: «Antes se les dijo... ahora les digo».
A todo esto voy a añadir algo que hace referencia al culto a los Santos.
1) Sabes muy bien, que todo el pueblo Católico es una comunión de Santos, por haber sido adquirido con la Sangre de Cristo. Sucede, pero, que hay personas cuya vida es ejemplo para todos nosotros y esas personas son proclamadas como personas ejemplares. Son los santos.
Una vez aclarado esto me vienen a la mente los textos bíblicos del Apóstol Pablo: «Para mí la vida es Cristo, y la muerte es ganancia... Hermanos, seguid mi ejemplo y fíjaros también en los que viven según el ejemplo que nosotros hemos dado» (Fil. 1, 21 y 3, 17).
En otra parte dice el Apóstol: «Seguid mi ejemplo como yo sigo el ejemplo de Cristo Jesús» (1 Tim. 1, 16).

En estos textos vemos claramente que Pablo se pone a sí mismo como ejemplo de seguidor de Cristo, e incita a los creyentes a ser sus imitadores, como él lo es de Cristo.

Tomemos otro ejemplo de la Biblia: María, la Madre de Jesús.

Ella es la mujer «que Dios ha bendecido más que a todas las mujeres» (Lc. 1, 28 y 1, 42), como dijeron el ángel Gabriel y su prima Isabel. Y en el cántico de María (Lc. 1, 46-55); ella se presenta también como ejemplo de humilde servidora y de esclava, «en adelante todos los hombres me llamarán bienaventurada» (Lc. 1, 48).

La Biblia, entonces, pone claramente a María como modelo de santidad para todas las generaciones. Y es eso lo que celebra la Iglesia Católica al venerar a María. La veneración a María nunca puede ser culto de adoración; la veneración es un culto de honra y de profundo respeto hacia la Madre de Jesús.
Cuando leemos con atención las Escrituras, nos damos cuenta de que la Biblia nos ofrece muchos modelos de santidad; por ejemplo: al apóstol Tomás, que era un hombre con grandes dudas sobre la fe pero que al fin proclamó a Jesús como su Señor y su Dios (Jn. 20, 26-28).
Así también la Iglesia católica presenta el ejemplo de Juan Bautista que con gran valentía dio testimonio de Jesús hasta derramar su sangre por el Señor (Mt. 14, 1-12).
De igual manera, la Iglesia Católica presenta ahora a los santos de nuestros tiempos como ejemplos de fe cristiana. Ellos nos señalan un camino y muchos ven en ellos la gracia del Señor Jesús, que fue tan eficaz en sus vidas. Los santos son para nosotros verdaderos modelos a imitar. Ellos tuvieron una clara prioridad en su vida: Jesucristo. Y es este modelo de fe cristiana el que tocó de diversas maneras el corazón de mucha gente. La fe en los santos no es, de ninguna manera, un obstáculo a la fe en Jesucristo, como piensan los enemigos de la fe Cristiana, sino un estímulo para seguir a Cristo. Son tres distintos modelos de santidad que Dios ha regalado a su Iglesia en este último tiempo.
Por supuesto debemos evitar excesos, los santos no son semidioses y la santidad de tal o cual persona nunca puede oscurecer el seguimiento de Cristo. Al contrario, la verdadera santidad de los santos siempre anima hacia una mayor búsqueda de Dios.

Los santos como intercesores:
Muchos incrédulos tienen problemas para aceptar a los santos como intercesores en favor nuestro. Simplemente dicen que Jesucristo es el único Mediador entre Dios y los hombres y que no necesitamos nuevos intercesores: «Hay un solo Dios, y un solo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús» (1 Tim. 2, 5; Hebr. 8, 6 y 9, 11-14).
Nosotros, los católicos, proclamamos también que Jesucristo es el Unico Mediador entre Dios y los hombres. Pero los santos no son un obstáculo para dirigirnos directamente a Jesucristo, a Dios Padre o al Espíritu Santo. Los santos no nos alejan de Dios; simplemente ellos con sus ejemplos de fe cristiana nos estimulan a acercarnos a Dios con la sola mediación de Jesucristo.
Ahora bien, cuando la Iglesia Católica dice que los santos son intercesores nuestros delante de Jesucristo, eso no quiere decir que ellos son los que hacen los milagros. Es siempre Dios Padre, Jesucristo o el Espíritu Santo, quienes obran maravillas entre nosotros, aunque sí puede ser que los milagros sean hechos «por intercesión» de estos santos.

El ejemplo de María
Veamos el ejemplo de María en las bodas de Caná. Es María la Madre de Jesús la que invita discretamente a su Hijo a hacer un milagro diciendo: «Ya no tienen vino». Y Jesús le hace entender que la hora de hacer signos no ha llegado todavía. Sin embargo, por la intercesión de su Madre María, Jesús hace su primer milagro (Jn. 2, 1-12).
Este es el sentido bíblico de la intercesión de los santos. Hay muchos ejemplos más de la intercesión de los santos ante Dios. Veamos algunos textos: Moisés ora a Dios por intercesión de Abraham, Isaac y de Jacob (Ex. 32, 11-14).
Jesús manda a sus Apóstoles a sanar enfermos, a resucitar muertos, a limpiar leprosos y echar demonios (Mt. 10, 8). Pedro y Juan, en nombre de Jesús, sanan a un hombre tullido (Hech. 3, 1-10).
En el pueblo de Troáda, el apóstol Pablo devuelve la vida a un joven accidentado (Hech. 20, 7-11).
Cuando el apóstol Pedro pasaba por la calle, la gente sacaba a los enfermos y los ponía en camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre algunos de ellos, y todos eran sanados (Heh. 5, 15-16). Dios hacía grandes milagros por medio de Pablo, tanto que hasta los pañuelos o las ropas que habían sido tocados por su cuerpo eran llevadas a los enfermos y los espíritus malos salían de éstos (Hech. 19, 11-12).
Todos estos textos nos dicen que Jesucristo hacía milagros por medio de sus discípulos. «Ustedes han recibido este poder sin costo; úsenlo sin cobrar», dijo Jesús (Mt. 10, 8).

Dios acepta la oración de los santos
La Biblia nos enseña también que debemos ayudarnos mutuamente con la oración. «La oración de los santos es como perfume agradable ante el trono de Dios» (Apoc. 8, 4).
«Ahora me alegro, dice el Apóstol Pablo, en lo que sufro por vosotros, porque de esta manera voy completando en mi propio cuerpo lo que falta a los sufrimientos de Cristo por la Iglesia, que es su cuerpo» (Col. 1, 24).
«La oración fervorosa del hombre bueno tiene mucho poder. El profeta Elías era un hombre tal como nosotros, y cuando pidió en su oración que no lloviera, dejó de llover sobre la tierra durante tres años y medio y después cuando oró otra vez, volvió a llover y la tierra dio su cosecha» (Stgo. 5, 16-18).
«Los cuatro seres vivientes y los 24 ancianos se pusieron de rodillas delante del Cordero. Cada uno de los ancianos tenía un arpa, y llevaban copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los que pertenecen a Dios» (Apoc. 5, 8).
En todos estos textos notamos que la oración fervorosa o la intercesión de los santos tiene mucho poder delante del trono de Dios. No podemos dudar de que estos santos, que ahora están delante de Dios, van a interceder por nosotros, como lo hizo Moisés al hablar con Dios para aplacar su ira invocando a Abraham, Isaac y Jacob (Ex. 32, 13).
Al invocar a los santos siempre contemplaremos las virtudes que obró Dios en ellos. Dios está siempre en el trasfondo de nuestra invocación o veneración a los santos. Los santos no nos alejan de Dios, sino que nos invitan a ponernos directamente en contacto con
Querida hermana evágelica , termino esta carta dando gracias a Dios por las grandes maravillas que obró en los santos, y por habernos hecho el hermoso regalo de nuestros santos hispanos y latinoamericanos. Ojalá que nosotros, contemplando sus ejemplos logremos también la santidad.

Y termino recordando que la Iglesia no obliga a nadie a invocar y tener devoción a los santos. Esto depende del gusto, de la cultura y de la libertad de cada cristiano. Es un camino que se ofrece, y dichosos de nosotros si lo aceptamos con humildad y agradecimiento.

Que Dios os bendiga a todos.
 
EL CULTO A LAS IMÁGENES




1. Prohibición del culto a las imágenes en la Biblia


Es bien conocido el hecho de que en el Antiguo Testamento se prohíbe que los israelitas se hagan imágenes y que les rindan culto (Exodo 20:4-5; Deuteronomio 5:8-9). Los profetas, en particular Isaías y Jeremías, ridiculizan el culto a las imágenes idolátricas: Isaías 44: 9-20; Jeremías 10: 1-16. El episodio del becerro de oro (Exodo 32), como los de Jeroboam (1 Reyes 12: 26-33) ilustran las consecuencias de la transgresión. Cabe subrayar que lo que se prohíbe de manera absoluta es que el hombre se haga imágenes por su propia iniciativa con el objeto de rendirles culto. Por tanto, no está prohibida para los cristianos la hechura de imágenes con fines didácticos, recordatorios u otros diferentes del culto. La mayoría de los cristianos toma fotografías de los seres queridos y admite la erección de monumentos públicos y esculturas. Empleamos imágenes para enseñar a nuestros niños y vemos películas y videos donde Jesús y los Apóstoles son representados. Aunque el judaísmo tardío entendió la prohibición de las imágenes de manera absoluta, tal actitud no está justificada por los datos bíblicos. En efecto, Dios mismo mandó hacer imágenes bordadas, talladas y esculpidas para el tabernáculo, como también la serpiente de bronce (Números 21:9) que según Jesús enseñó era un tipo de su muerte redentora (Juan 3:14). Lo que evidentemente estaba proscripto era rendir culto a las imágenes, como lo demuestra la aprobación divina ante la destrucción de la serpiente de bronce cuando ella se tornó en un objeto de culto para los israelitas (2 Reyes 18:4).



2. El uso de imágenes en la Iglesia subapostólica


Los primeros cristianos dejaron testimonios de su fe por medio de las imágenes que hasta hoy se conservan en las catacumbas. Sus representaciones, mayormente pictóricas, incluían episodios de la Biblia, símbolos como el pez (griego YCHTHYS, acrónimo de Iesous Christos , Theou Hyious, Soter = Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador), y del Buen Pastor. Sin embargo, no existe evidencia de que existiese ningún tipo de culto hacia tales imágenes recordatorias. Adrian Fortescue escribe en la Catholic Encyclopedia: "Diferente de la admisión de imágenes es la cuestión del modo en que eran tratadas. ¿Qué signo de reverencia daban los primeros cristianos a las imágenes de sus catacumbas, si es que daban alguno? Para el primer período no tenemos información. Hay tan pocas referencias en absoluto a las imágenes en la literatura cristiana más primitiva que difícilmente hubiésemos sospechado su ubicua presencia si no estuviesen realmente allí en las catacumbas como el argumento más convincente. Pero estas pinturas de las catacumbas no nos dicen cómo eran tratadas. Podemos dar por sentado, por una parte, que los primeros cristianos entendían perfectamente que las pinturas no tenían parte alguna en la adoración debida sólo a Dios. Su monoteísmo, su insistencia en el hecho de que servían solamente al todopoderoso e invisible Dios, su horror ante la idolatría de sus vecinos, la tortura y muerte que sufrían los mártires antes de derramar una pizca de incienso ante la estatua del numen del emperador son suficientes para convencernos de que no estaban disponiendo filas de ídolos propios. Por otra parte, el lugar de honor que le dan a sus símbolos y pinturas, el cuidado con el que decoran, indica que trataban a las representaciones de sus creencias más sagradas con al menos una decente reverencia. Es a partir de esta reverencia que toda la tradición de venerar las imágenes sagradas se desarrolló gradual y naturalmente." (s.v. Images, Veneration of . En The Catholic Encyclopedia , Volume VII, 1910; negritas añadidas) Tal vez las escasas alusiones a las imágenes no nos proporcione información de cómo eran tratadas, pero este mismo hecho testimonia que su papel en la vida cristiana era modesto, y en modo alguno tenía la importancia indebida que adquirió luego.



3. Los Padres de los primeros siglos condenan la veneración de imágenes


De hecho, diversos escritores cristianos primitivos (siglos II y III) fueron explícitos acerca de la prohibición de imágenes en el culto, ya que veían claramente el peligro de idolatría que esto suponía. El autor católico citado, Fortescue, reconoce que ellos no sólo denunciaron la adoración, sino incluso la manufactura y posesión de las tales imágenes, y menciona a Atenágoras en su "Legación a favor de los cristianos", Teófilo en su "Carta a Autólico", Minucio Félix en su "Octavio", Arnobio en "Contra los Gentiles", Tertuliano en "Sobre la Idolatría" y Cipriano en "La vanidad de los ídolos." A esto podríamos agregar el testimonio de Orígenes (m. 254): "Son los más ignorantes quienes no se avergüenzan de dirigirse a objetos sin vida ... y aunque algunos pueden decir que estos objetos no son sus dioses sino tan sólo imitaciones de ellos y símbolos, sin embargo se necesita ser ignorante y esclavo para suponer que las manos viles de unos artesanos puedan modelar la semejanza de la Divinidad; os aseguramos que el más bajo de los nuestros se ve libre de tamaña ignorancia y falta de discernimiento." (Contra Celso, 6:14; negritas añadidas). Javier Gonzaga narra la siguiente ilustrativa anécdota: "Cuando los soldados de Diocleciano [emperador que lanzó la última gran persecución contra los cristianos] irrumpieron en una iglesia en Nicomedia [en] el año 297 mostraron su ignorancia total del cristianismo al sorprenderse de no encontrar ninguna representación de lo que los cristianos adoraban allí. Esto era precisamente lo que diferenciaba a una iglesia cristiana de un templo pagano." (Concilios. Grand Rapids: International Publications, 1965; 1: 237). Por la misma época del acontecimiento recién narrado, Lactancio (240-320) escribió: "Es indubitable que en donde quiera que hay una imagen no hay religión. Porque si la religión consiste de cosas divinas, y no hay nada divino más que en las cosas celestiales, se sigue que las imágenes se hallan fuera de la esfera de la religión, porque no puede haber nada de celestial en lo que se hace de la tierra ... no hay religión en las imágenes, sino una simple imitación de religión." (Instituciones Divinas 2:19; negritas añadidas). En 305 ó 306 un concilio reunido en Elvira, cerca de la actual Granada, estableció en su canon 36: "Ordenamos que no haya pinturas en la Iglesia, de modo que aquello que es objeto de nuestra adoración no será pintado en las paredes." En el pasado, apologistas católicos como Baronio y Bellarmino cuestionaron este sínodo español, pero su ortodoxia es hoy generalmente admitida. Eusebio de Cesarea habla de una estatua de Cristo existente en Paneas que tuvo ocasión de ver, y comenta: "Y no es extraño que hagan esto aquellos paganos de otro tiempo que recibieron algún beneficio de nuestro Salvador, cuando hemos indagado que se conservaban pintadas en cuadros las imágenes de sus apóstoles Pablo y Pedro, e incluso del mismo Cristo, cosa natural, pues los antiguos tenían por costumbre honrarlos de este modo, sin miramiento, como a salvadores, según el uso pagano vigente entre ellos." (Historia Eclesiástica 7,18:4; negritas añadidas). Asimismo Epifanio (315-403), obispo de Salamina en Chipre, quien era un acérrimo enemigo de las enseñanzas de Orígenes, concuerda con éste contra las imágenes, según una carta a Juan, obispo de Jerusalén , conservada por Jerónimo. Epifanio fue a una iglesia de Palestina a orar y, según dice: "hallé allí una cortina colgada en las puertas de la citada iglesia, teñida y bordada. Tenía una imagen de Cristo o de uno de los santos; no recuerdo precisamente de quién era la imagen. Viendo esto, y oponiéndome a que la imagen de un hombre fuese colgada en la iglesia de Cristo, contrariamente a la enseñanza de las Escrituras, la desgarré ..." Epifanio aconseja además a Juan que instruya a los responsables para que no se cuelguen cortinados de esa clase en ninguna Iglesia de Cristo, "opuestos como están a nuestra religión" , y continúa: "Un hombre de tu rectitud debiera ser cuidadoso en quitar una ocasión de ofensa, indigna por igual de la Iglesia de Cristo como de aquellos cristianos que están confiados a tu cargo." (Jerónimo, Epist. 51:9; negritas añadidas). En uno de sus escritos contra los maniqueos, Agustín de Hipona admite que algunos adoran imágenes, pero no reconoce a los tales como a verdaderos cristianos: "No reúnas contra mí a los profesantes del nombre cristiano, quienes ni conocen ni dan evidencia del poder de su profesión... Sé que hay muchos adoradores de tumbas y de pinturas ... Ni es sorprendente que entre tantas multitudes [de cristianos] hayas de encontrar algunos por la condenación de cuya vida puedas engañar a los incautos y seducirlos [para sacarlos] de la seguridad católica." (De Moribus Eccl. Cath., 34:75). El obispo de Hipona, como Orígenes antes que él, refutó de antemano el argumento de Santo Tomás acerca de que no se le rinde culto a la imagen, sino a lo que representa: "¡Avergüéncense todos los que sirven a una escultura, los que se glorían en los ídolos! Pero avanza uno que se cree docto y dice: 'Yo no adoro a una piedra ni esta imagen que no tiene sentimientos; porque no es posible que vuestros profetas hayan imaginado que tenían ojos y no veían, y que yo sea ignorante hasta el punto de no saber que la imagen no tiene alma y no ve por sus ojos y no oye por sus oídos. Yo no adoro esto; sino que me inclino ante esto que veo y sirvo a aquel a quien no veo', '¿quién es éste?'. 'Algún poder invisible -se nos dice- que radica en esta imagen.' Mediante esta clase de explicación acerca de sus imágenes, piensan que son muy listos y que en modo alguno se les puede contar entre los adoradores de ídolos ." (Sobre Salmos 96, 2; negritas añadidas). De este modo, la enseñanza unánime de los Padres de los primeros siglos, la cual la Iglesia de Roma se precia de respetar y venerar, es radicalmente adversa al uso de imágenes en el culto. Adicionalmente, como notó Agustín, tampoco los paganos, salvo los muy incultos, tomaban a las imágenes como algo más que representaciones; pero son precisamente tales representaciones lo que los escritores cristianos antiguos prohíben como contrarias a las Escrituras y por tanto opuestas al cristianismo.




4. Rechazo del culto a las imágenes por un obispo de Roma



A partir del siglo IV y sobre todo del V, luego de que el cristianismo devino la religión oficial del Imperio y de que vastas multitudes de paganos incultos ingresasen a la iglesia, el empleo de imágenes comenzó a generalizarse. La razón invocada fue que las imágenes eran los libros de los analfabetos, y que eran necesarias para la enseñanza. A fines del siglo VI el papa Gregorio Magno censuraba al obispo de Marsella, Sereno, por haber destruido las imágenes de las iglesias de su diócesis: "Hemos sabido, hermano, que habiendo observado a algunas personas adorando imágenes, habéis destruido y arrojado esas imágenes de las iglesias. Os alabamos por haberos mostrado celoso ya que nada hecho de manos debe ser adorado , pero somos de la opinión que no debíais haber roto estas imágenes. La razón por la que se usan las representaciones en las iglesias es la de que aquellos que son iletrados puedan leer en las paredes lo que no pueden leer en los libros. Por tanto, hermano, debíais haberlas conservado, prohibiendo al mismo tiempo al pueblo que las adorase ." (Epístola 7,2:3). En una epístola posterior a Sereno escrita en 600, Gregorio Magno reitera su posición; "tomad todas las medidas para evitar la adoración de las imágenes" (Epístola 9,4:9). He aquí un destacadísimo obispo de Roma que, a fines del siglo VI y principios del VII, desconoce todo culto lícito a las imágenes y las considera exclusivamente de valor didáctico. Como en la época de Gregorio aún no se había inventado la artificial distinción entre el culto de latría y el de dulía, es obvio que él se refiere a todo tipo de culto. Ludwig Ott escribe, tratando de atenuar la fuerza de las enseñanzas de los Padres primitivos: "Por efecto de esa prohibición existente en el Antiguo Testamento, vemos que el culto a las imágenes solamente se forma una vez que el paganismo gentílico está totalmente vencido...." (Manual de Teología Dogmática, Ed. Rev. Barcelona: Herder, 1969, p. 480).




5. Desarrollo tardío del culto a las imágenes por influencia pagana


El tiempo mostraría que el paganismo distaba de estar vencido y que el temor de Sereno de Marsella era muy fundado. Se descuidó la catequesis y la predicación, y pronto proliferó el culto a las reliquias e imágenes, de puro linaje pagano. Ott admite: "Primitivamente, las imágenes no tenían otra finalidad que la de instruir: La veneración a las mismas (por medio de ósculos, reverencias, cirios encendidos, incensaciones) se desarrolló principalmente en la iglesia griega desde los siglos V al VII" (l.c., negritas añadidas). Es decir que, como lo reconoce este autor católico, no se trata de una práctica trazable a los apóstoles, y ni siquiera a la Iglesia de los primeros siglos. Tal verdad, es decir que el culto a las imágenes es una costumbre tardía, de raigambre pagana y carente de base doctrinal, es reafirmada por Fortescue, en el artículo de la Catholic Encyclopedia ya citado: "El desarrollo fue entonces un asunto de moda general más que de principio. Para el cristiano bizantino de los siglos V y VI las postraciones, besos e incienso eran las formas naturales de mostrar honor a cualquiera; él estaba habituado a tales cosas, aún aplicadas a sus superiores civiles y sociales; estaba acostumbrado a tratar a los símbolos del mismo modo, dándoles el honor relativo que era obviamente en realidad dirigido a sus prototipos. Y así llevó sus hábitos normales a la iglesia. La tradición, el instinto conservador que en asuntos eclesiásticos insiste siempre en la costumbre, gradualmente hizo estereotipos de tales prácticas hasta que se inscribieron como rúbricas y se hicieron parte del ritual... Al mismo tiempo uno debe reconocer que justo antes del surgimiento del iconoclasmo [reacción violenta contra las imágenes] las cosas habían ido muy lejos en la dirección de la adoración de las imágenes. Aunque es inconcebible que nadie, excepto quizás el más estúpido campesino, pudiese haber pensado que una imagen podía oír las oraciones o hacer nada por nosotros. Y sin embargo, la forma en que algunos trataban a sus íconos sagrados indica más que el honor meramente relativo que se les enseña a los católicos a observar hacia éstos. En primer lugar, las imágenes se habían multiplicado enormemente en todas partes, las paredes de las iglesias estaban cubiertas por dentro de piso a techo con íconos, escenas de la Biblia [y] grupos alegóricos (un ejemplo de esto es Santa María Antigua, construida en el siglo VII en el foro romano, con su disposición sistemática de pinturas que recubren toda la iglesia). Los íconos, especialmente en el Oriente, eran llevados como protección en los viajes, marchaban a la cabeza de los ejércitos, y presidían las carreras en el hipódromo; colgaban en un lugar de honor en cada habitación, sobre cada comercio; cubrían copas, vestimentas, muebles, anillos; dondequiera que se encontrase un espacio, era llenado con un cuadro de Cristo, nuestra Señora, o un santo. Es difícil entender lo que aquellos cristianos bizantinos de los siglos VII y VIII pensaban acerca de ellos. El ícono parece haber sido en cierto modo el canal a través del cual se aproximaban al santo; tiene un valor sacramental ... en aquellos que lo miraban; por y a través del ícono Dios obraba milagros; el ícono hasta parece haber tenido una especie de personalidad propia en la medida en que ciertas imágenes eran especialmente eficaces para [obtener] ciertas gracias. Los íconos eran coronados con guirnaldas, se les quemaba incienso, eran besados. Delante de ellos ardían lámparas y se cantaban himnos en su honor. Los enfermos eran puestos en contacto con ellos, eran atravesados en el camino de un fuego o una inundación para detenerlos por una especie de magia. En muchas oraciones de este tiempo la inferencia natural de las palabras sería que se dirigían a la imagen misma." "Si tanta reverencia se le brindaba a las imágenes ordinarias "hechas con las manos", cuánta más se le daba a las milagrosas "no hechas con manos" (eikones acheiropoietai). De éstas habían muchas que habían descendido milagrosamente del cielo o -como la más famosa de todas en Edesa-habían sido producidas por nuestro mismo Señor por la impresión de su rostro en una tela (la historia del retrato de Edesa es la forma oriental de nuestra leyenda de la Verónica). El emperador Miguel II (820-829) , en su carta a Luis el Piadoso, describe los excesos de los iconolatras: «Ellos han sacado la santa cruz de las iglesias y la han reemplazado por imágenes delante de las cuales queman incienso... Cantan salmos delante de estas imágenes, se postran ante ellas, imploran su ayuda. Muchos visten a las imágenes en ropajes de lino y las escojen como padrinos para sus hijos. Otros que se hacen monjes, abandonando la antigua tradición -según la cual el cabello que es cortado es recibido por alguna persona distinguida- lo dejan caer en las manos de alguna imagen. Algunos sacerdotes raspan la pintura de las imágenes, la mezclan con el pan y el vino consagrados y se lo dan a los fieles. Otros ponen el cuerpo del Señor en las manos de imágenes , de donde es tomado por los comulgantes. Aún otros, despreciando las iglesias, celebran el servicio divino en casas privadas, empleando una imagen como altar (Mansi, XIV, 417-422).» Estas son las palabras de un vehemente iconoclasta y deben, sin duda, ser recibidas con cautela. De todos modos, la mayor parte de las prácticas descriptas por el emperador pueden establecerse por otra evidencia irrefutable." (negritas añadidas). Es interesante que este autor ####, al tiempo que intenta eximir a los católicos de aquello que achaca a los orientales, presenta como paradigma de la profusión de imágenes a {b]una iglesia de Roma[/b]. Del mismo modo, para cualquiera que, como quien esto escribe, viva en un país de tradición católica, el retrato que hace de los excesos de los orientales resulta dolorosamente familiar.



6. La controversia sobre las imágenes


Las costumbres paganas se arraigaron de tal forma en la iglesia de Cristo, que para el siglo VIII la veneración de imágenes era considerada no sólo aceptable sino buena y piadosa. Cuando el emperador León III Isaurio emitió decretos contra las imágenes, el papa Gregorio III (731-741), pasando por alto las enseñanzas de su tocayo y predecesor ya citado, convocó un sínodo que excomulgó a los adversarios de las imágenes. "El emperador por toda respuesta arrebató los obispados griegos de la Italia meridional y Sicilia de la superintendencia del papa, trasladándola a la del patriarca de Constantinopla. Mientras tanto en Roma, el papa ordenaba la multiplicación de las imágenes en los templos, construyendo también una capilla especial para la veneración de reliquias 'sagradas'." (Gonzaga, o.c., 1: 242). Más de 300 obispos concurrieron a un concilio convocado en Hiereia por Constantino V, hijo y sucesor de León III en 754. Allí tras escuchar y discutir los argumentos de los partidarios de las imágenes, se estableció que los únicos símbolos del culto cristiano eran el pan y el vino de la Eucaristía. Los iconolatras fueron excomulgados, y se prohibió el uso de imágenes tanto privado como público. Sin embargo, más tarde la emperatriz regente, Irene, ardiente partidaria de las imágenes, depuso al patriarca de Constantinopla y nombró a un hombre de su confianza en su lugar. Convocó a un concilio ecuménico que se reunió en Nicea en 787; solamente pudieron concurrir obispos partidarios de las imágenes, entre ellos los representantes del papa Adriano (772-795).Como no podía ser de otro modo, el concilio anuló los decretos imperiales contra las imágenes, como asimismo las decisiones de Hiereia. Los acuerdos del sínodo fueron firmados por la regente Irene y su hijo Constantino VI. Fue en este concilio que se introdujo la arbitraria distinción entre el culto de latría, debido sólo a Dios, y el de dulía, que sería lícito para los santos. También se habló de un culto "terminativo", dirigido a la persona, y otro "relativo" dirigido a la imagen que la representa. Desde luego, tales bizantinismos (strictu sensu!) son por completo ajenos a las Escrituras, donde hay un solo culto válido, el que se dirige al Trino Dios. Este concilio niceno, de infausta memoria, al no poder fundamentar escrituralmente el culto a las imágenes, declaró la insuficiencia de las Escrituras y lanzó un anatema contra quienes no estaban dispuestos a aceptar doctrinas sobre la autoridad de la tradición y de los concilios, si las tales no tenían claro fundamento bíblico. La importancia de esta novedad para las progresivas desviaciones romanas de la doctrina escritural debiera ser obvia. Así escribieron los partidarios del culto a las imágenes, en una ruptura flagrante con la Escritura y la enseñanza de los Padre antiguos: "Porque de esta manera se mantiene la enseñanza de nuestros santos Padres, o sea, la traidición de la Iglesia Católica, que ha recibido el Evangelio de un confín a otro de la tierra; de esta manera seguimos a Pablo, que habló en Cristo [2 Corintios 2:17] y al divino colegio de los Apóstoles y a la santidad de los Padres, manteniendo las tradiciones [2 Tesalonicenses 2:14] que hemos recibido... Así, pues, quienes se atrevan a pensar o enseñar de otra manera; o bien a desechar, siguiendo a los sacrílegos herejes, las tradiciones de la Iglesia , e inventar novedades, o rechazar alguna de las cosas consagradas a la Iglesia: el Evangelio o la figura de la cruz, o la pintura de una imagen, o una santa reliquia de un mártir; o bien a excogitar torcida y astutamente con miras a trastornar algo de las legítimas tradiciones de la Iglesia Católica ... si son obispos o clérigos, ordenamos que sean depuestos; si monjes o laicos, que sean separados de la comunión." (Denzinger 303-304). Nótese que los obispos iconolatras no pudieron ni siquiera apelar a la supuesta tradición apostólica, pues ninguna había para apoyar el culto a las imágenes. Esgrimieron en cambio una espuria "tradición de la iglesia católica" cuando, en realidad, todos los escritores cristianos de los primeros siglos que trataron el tema se opusieron por completo a semejante abominación. Y esto para no reiterar la clara enseñanza de las Escrituras.



7. Conclusión



En conclusión, el culto a las imágenes, prohibido en la Biblia y rechazado unánimemente con horror por los maestros cristianos primitivos, y prohibido por el obispo de Roma Gregorio I y por los trescientos obispos reunidos en Hiereia, se introdujo por la puerta trasera de la Iglesia de manera gradual y creció hasta proporciones descomunales. La sanción dogmática de tan repugnante doctrina fue un estigma que permaneció hasta su cuestionamiento y firme rechazo durante la Reforma del siglo XVI. Así que, queridos católicos y orientales, les invito a rechazar a los falsos maestros que los extravían y a volver a las Escrituras y a la práctica de la Iglesia primitiva. Esto será sin duda agradable a Dios. Bendiciones en Cristo,



Jetonius