Re: ¿Se deben pagar los diezmos?
Realicé un estudio sobre el diezmo que es bastante extenso.
Pego aquí un parte referida al Nuevo Testamento. ¡Que les sea de provecho!
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En el Nuevo Testamento solo encontramos tres referencias a los diezmos: dos son usadas por Jesús para resaltar motivaciones incorrectas en torno a su práctica y solo una reconoce un buen espíritu en su ejercicio. Las dos primeras serán tratadas en la parte de motivaciones incorrectas y la tercera fue estudiada cuando analizamos la acción de Abraham (He. 7:1-4).
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Eso no significa que en el Nuevo Testamento la única razón para diezmar sea la adoración, salvo que entendamos por adoración todas las demás motivaciones. No obstante, tanto Jesús como los apóstoles enseñan principios sobre el dar que son muy propios de la dispensación de la gracia y que no se limitan a las ofrendas.
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Analicemos entonces esos principios:
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a. ¿Cuándo se da más que todos? No es cuando se da más cantidad. Lc. 21:1-4 contiene la historia de la viuda pobre que dio más que todos porque dio todo el sustento que tenía. Esto nos permite evidenciar la falsedad de esa enseñanza que dice “entre más grande es la semilla más grande la cosecha”, equiparando lo grande de la semilla a la cantidad que se da y no a la actitud del corazón.
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b. Primero lo primero. Mt. 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Primero el reino de Dios y su justicia después las añadiduras. <o
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Como estamos analizando el “para qué” doy, conviene mencionar que este pasaje ha sido distorsionado muchas veces en relación con ese tema. Algunos dicen que parte del reino de Dios es, por ejemplo, abrir una nueva iglesia y para eso se necesita dinero. La lógica de ese pensamiento es: entonces doy para ser prosperado y así podré ayudar a levantar esa iglesia.<o
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Pero eso no es lo que dice ese versículo. Aún en el ejemplo que pongo debo dar para que se abra la iglesia, o sea buscando el reino de Dios. Si doy para que me venga más plata, aunque sea para luego ayudar a esa iglesia, estoy buscando las añadiduras primero. <o
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b. No podemos olvidar a los de nuestra casa. Hablando de la ayuda material a las viudas, Pablo nos motiva a pensar en no abandonar a nuestra familia:
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“porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1Ti. 5:8)
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Palabras serias. No puede sentirse satisfecho quien ha dado todo para “la obra” y tiene a su familia pasando necesidades.
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c. Ayudar a los hermanos, en especial a los necesitados. Los primeros cristianos no tenían problema en vender todo lo que poseían y traer el precio a los pies de los apóstoles (Hch. 4:34, 35 y 2:45). “Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común” (Hch. 4: 32 y 2: 44).
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Había un para qué, obviamente:
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“vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno” (Hch. 2: 45).
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“Así que no había entre ellos ningún necesitado… traían el precio de lo vendido… y se repartía a cada uno según su necesidad” (Hch. 4: 34:35)
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Ayuda al necesitado. Este es un principio muy característico del cristianismo. Para eso debe usarse una parte del dinero de las ofrendas.
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Hay un pasaje que ilustra nuestro deber cristiano de ayudar a los necesitados: Stg. 2:15,16. Cuántas veces nos conformamos con hablar y hablar a las personas y las dejamos ir sin importar sus necesidades materiales.
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Es cierto quela mayor riqueza que puede recibir alguien es tener a Cristo en su corazón. Eso no lo dudamos y para eso necesitamos hablar y motivar a todas las personas; pero si atendemos a las palabras de Santiago (palabra de Dios), esas conversaciones de nada aprovechan si no le damos a las personas necesitadas, además, las cosas que son necesarias para el cuerpo.
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d. Para el cuidado de los ministros. Fil. 4:10-20 nos permite hacer por lo menos cuatro comentarios:
i. Los filipenses ofrendaron económicamente pensando en que con eso cuidaban de Pablo (v.10). Ese era su “para qué”. No nos dice el pasaje que existiera alguna otra motivación.
ii. Pablo no siempre vivió en abundancia y no tenía ningún problema en decirlo. Era algo normal dentro de su ministerio que en algunas ocasiones viviera con escasez (v.12), lo cual no contradice que era próspero… espiritualmente. Por eso nos enseña a contentarnos cualquiera sea nuestra situación (habla de bienes materiales) (v. 11 y He. 13:5)
iii. El apóstol Pablo no buscaba que le regalaran nada, pero sabía que esa disposición del corazón de los filipenses, produciría abundantes frutos de gracia en ellos. De nuevo veamos el orden: 1) doy buscando el para qué de Dios (cuidar de sus ministros) y 2) eso produce frutos de gracia. No es al revés.
iv. Finalmente la bendición: “Mi Dios pues suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en Cristo Jesús” (v. 19). Los filipenses no dieron para que Dios supliera sus necesidades. Es Pablo quien los bendice de esa forma. Bendición que bien puede llegar a nuestros días. No se trata de una bendición para que seamos prósperos financieramente, sino para que Dios supla lo que nos falta. Sí, debemos admitirlo, puede ser que la necesidad sea económica y Dios nos suplirá de eso que nos falta; pero la bendición no se refiere exclusivamente a eso.
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e. Para dar honor a los ministros que gobiernan bien. Es el mismo principio anterior pero agregándole un detalle importante. 1 Ti 5:17, 18 dice:
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“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.<o
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Pues <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com
ffice:smarttags" /><st1
ersonName w:st="on" ProductID="la Escritura">la Escritura</st1
ersonName> dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digo no es el obrero de su salario.” <o
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No hay duda: estos y otros pasajes del Nuevo Testamento nos enseñan que es bueno proveer a los ministros para sus necesidades. Pero el detalle importante de este pasaje es que no todos los ministros merecen ese honor, sino solamente “los que gobiernan bien”. Que Dios nos de discernimiento para que no cometamos injusticias cuando tengamos que definir si alguien lo hace bien o mal.
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Debemos complementar lo anterior con lo dicho en He. 13:7.
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f. Dar sin motivaciones avarientas. He. 13:5, 6 dispone:
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“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desamparé, ni te dejaré; de manera que podemos confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.”<o
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El principio es “no a la avaricia”. Si él no nos desampara, ni nos deja, si el es mi ayudador ¿porqué debo dar pensando en que él me de riquezas materiales? El no nos dejará, especialmente si damos buscando sus ¿para qué?
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En ese mismo contexto el autor de Hebreos agrega: “Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” (He. 13:16).<o
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No debemos olvidar que la avaricia y la codicia también son condenadas, entre otros, en 2P. 2:3 y 14.
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g. Como buenos administradores:
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“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1P.4:10)
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Si Dios nos ha dotado de recursos financieros en mayor cantidad que otros, parte de nuestro deber como buenos administradores es proveerlos de una parte de esos recursos.
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Hay muchas referencias al dar, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, por ejemplo la generosidad extraordinaria cuando el pueblo de Israel dio para la construcción de Tabernáculo y del Templo. Hay muchas otras, pero algo sobresale: nunca la intención de los dadores (la registrada en <st1
ersonName w:st="on" ProductID="la Biblia">la Biblia</st1
ersonName>) fue para lograr ellos prosperidad. Esta venía como consecuencia, no porque ese fuera el propósito para dar.
Realicé un estudio sobre el diezmo que es bastante extenso.
Pego aquí un parte referida al Nuevo Testamento. ¡Que les sea de provecho!
CUARTA PARTE: Principios sobre “DAR” en el Nuevo Testamento (I).<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com
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En el Nuevo Testamento solo encontramos tres referencias a los diezmos: dos son usadas por Jesús para resaltar motivaciones incorrectas en torno a su práctica y solo una reconoce un buen espíritu en su ejercicio. Las dos primeras serán tratadas en la parte de motivaciones incorrectas y la tercera fue estudiada cuando analizamos la acción de Abraham (He. 7:1-4).
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Eso no significa que en el Nuevo Testamento la única razón para diezmar sea la adoración, salvo que entendamos por adoración todas las demás motivaciones. No obstante, tanto Jesús como los apóstoles enseñan principios sobre el dar que son muy propios de la dispensación de la gracia y que no se limitan a las ofrendas.
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Analicemos entonces esos principios:
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a. ¿Cuándo se da más que todos? No es cuando se da más cantidad. Lc. 21:1-4 contiene la historia de la viuda pobre que dio más que todos porque dio todo el sustento que tenía. Esto nos permite evidenciar la falsedad de esa enseñanza que dice “entre más grande es la semilla más grande la cosecha”, equiparando lo grande de la semilla a la cantidad que se da y no a la actitud del corazón.
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b. Primero lo primero. Mt. 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Primero el reino de Dios y su justicia después las añadiduras. <o
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Como estamos analizando el “para qué” doy, conviene mencionar que este pasaje ha sido distorsionado muchas veces en relación con ese tema. Algunos dicen que parte del reino de Dios es, por ejemplo, abrir una nueva iglesia y para eso se necesita dinero. La lógica de ese pensamiento es: entonces doy para ser prosperado y así podré ayudar a levantar esa iglesia.<o
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Pero eso no es lo que dice ese versículo. Aún en el ejemplo que pongo debo dar para que se abra la iglesia, o sea buscando el reino de Dios. Si doy para que me venga más plata, aunque sea para luego ayudar a esa iglesia, estoy buscando las añadiduras primero. <o
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b. No podemos olvidar a los de nuestra casa. Hablando de la ayuda material a las viudas, Pablo nos motiva a pensar en no abandonar a nuestra familia:
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“porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1Ti. 5:8)
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Palabras serias. No puede sentirse satisfecho quien ha dado todo para “la obra” y tiene a su familia pasando necesidades.
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c. Ayudar a los hermanos, en especial a los necesitados. Los primeros cristianos no tenían problema en vender todo lo que poseían y traer el precio a los pies de los apóstoles (Hch. 4:34, 35 y 2:45). “Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común” (Hch. 4: 32 y 2: 44).
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Había un para qué, obviamente:
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“vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno” (Hch. 2: 45).
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“Así que no había entre ellos ningún necesitado… traían el precio de lo vendido… y se repartía a cada uno según su necesidad” (Hch. 4: 34:35)
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Ayuda al necesitado. Este es un principio muy característico del cristianismo. Para eso debe usarse una parte del dinero de las ofrendas.
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Hay un pasaje que ilustra nuestro deber cristiano de ayudar a los necesitados: Stg. 2:15,16. Cuántas veces nos conformamos con hablar y hablar a las personas y las dejamos ir sin importar sus necesidades materiales.
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Es cierto quela mayor riqueza que puede recibir alguien es tener a Cristo en su corazón. Eso no lo dudamos y para eso necesitamos hablar y motivar a todas las personas; pero si atendemos a las palabras de Santiago (palabra de Dios), esas conversaciones de nada aprovechan si no le damos a las personas necesitadas, además, las cosas que son necesarias para el cuerpo.
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d. Para el cuidado de los ministros. Fil. 4:10-20 nos permite hacer por lo menos cuatro comentarios:
i. Los filipenses ofrendaron económicamente pensando en que con eso cuidaban de Pablo (v.10). Ese era su “para qué”. No nos dice el pasaje que existiera alguna otra motivación.
ii. Pablo no siempre vivió en abundancia y no tenía ningún problema en decirlo. Era algo normal dentro de su ministerio que en algunas ocasiones viviera con escasez (v.12), lo cual no contradice que era próspero… espiritualmente. Por eso nos enseña a contentarnos cualquiera sea nuestra situación (habla de bienes materiales) (v. 11 y He. 13:5)
iii. El apóstol Pablo no buscaba que le regalaran nada, pero sabía que esa disposición del corazón de los filipenses, produciría abundantes frutos de gracia en ellos. De nuevo veamos el orden: 1) doy buscando el para qué de Dios (cuidar de sus ministros) y 2) eso produce frutos de gracia. No es al revés.
iv. Finalmente la bendición: “Mi Dios pues suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en Cristo Jesús” (v. 19). Los filipenses no dieron para que Dios supliera sus necesidades. Es Pablo quien los bendice de esa forma. Bendición que bien puede llegar a nuestros días. No se trata de una bendición para que seamos prósperos financieramente, sino para que Dios supla lo que nos falta. Sí, debemos admitirlo, puede ser que la necesidad sea económica y Dios nos suplirá de eso que nos falta; pero la bendición no se refiere exclusivamente a eso.
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e. Para dar honor a los ministros que gobiernan bien. Es el mismo principio anterior pero agregándole un detalle importante. 1 Ti 5:17, 18 dice:
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“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.<o
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No hay duda: estos y otros pasajes del Nuevo Testamento nos enseñan que es bueno proveer a los ministros para sus necesidades. Pero el detalle importante de este pasaje es que no todos los ministros merecen ese honor, sino solamente “los que gobiernan bien”. Que Dios nos de discernimiento para que no cometamos injusticias cuando tengamos que definir si alguien lo hace bien o mal.
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Debemos complementar lo anterior con lo dicho en He. 13:7.
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f. Dar sin motivaciones avarientas. He. 13:5, 6 dispone:
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“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desamparé, ni te dejaré; de manera que podemos confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.”<o
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El principio es “no a la avaricia”. Si él no nos desampara, ni nos deja, si el es mi ayudador ¿porqué debo dar pensando en que él me de riquezas materiales? El no nos dejará, especialmente si damos buscando sus ¿para qué?
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En ese mismo contexto el autor de Hebreos agrega: “Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” (He. 13:16).<o
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No debemos olvidar que la avaricia y la codicia también son condenadas, entre otros, en 2P. 2:3 y 14.
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g. Como buenos administradores:
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“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1P.4:10)
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Si Dios nos ha dotado de recursos financieros en mayor cantidad que otros, parte de nuestro deber como buenos administradores es proveerlos de una parte de esos recursos.
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Hay muchas referencias al dar, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, por ejemplo la generosidad extraordinaria cuando el pueblo de Israel dio para la construcción de Tabernáculo y del Templo. Hay muchas otras, pero algo sobresale: nunca la intención de los dadores (la registrada en <st1