Re: SALVACION POR OBRAS Y LIBRE ALBEDRIO, doctrina del diablo
nunca lei a calvino, pero creo en predestinacion
La predestinación es un sustituto sectario de la verdadera doctrina de pre ordenación. Así como Lucifer "pretendió destruir el albedrío
del hombre" en la preexistencia (Moisés 4:3), de la misma manera, por medio de sus ministros ha enseñado aquí una doctrina basada en escrituras distorsionadas, de salvación y condenación sin elección por parte del individuo. La predestinación es una doctrina falsa según la cual Dios ha ordenado todo lo que debe ocurrir durante la eternidad, refiriéndose especialmente a la salvación o condenación de las almas. Según este falso concepto, algunas almas han sido elegidas irrevocablemente para ser salvadas y otras para ser condenadas; y se dice que el individuo no puede hacer nada para escapar
de esta herencia predestinada e irá al cielo o al infierno, según sea el caso. "La Predestinación a la Vida es el propósito eterno de Dios," dicen los Artículos de
Religión de la Iglesia Anglicana, "por medio de la cual (antes de que fueran puestos los fundamentos del mundo) se ha decretado constantemente, por consejo secreto dado a nosotros liberar de la maldición a los que El ha elegido en Cristo, entre el género humano, para traerlos por Cristo, a salvación eterna, como vasos hechos para honrar. Por lo cual, los que son investidos con tal excelente beneficio de Dios, son llamados de acuerdo con el propósito de Dios por medio de su Espíritu obrando a su debido tiempo: por la Gracia obedecen el llamado: son justificados libremente: son hechos hijos de Dios
por adopción: son hechos a imagen de su Hijo Unigénito, Jesucristo: Andan religiosamente en buenas obras, y finalmente, por misericordia de Dios, obtienen felicidad eterna. "Como la devota consideración de la Predestinación y nuestra Elección en Cristo, está llena de dulce, agradable e indescriptible consuelo para los creyentes, y para los que sienten en sí mismos la obra del Espíritu, mortificando las obras de la carne, y sus miembros terrenales, alzando sus mentes a cosas elevadas y celestiales, también porque establece y confirma grandemente su fe en la salvación eterna que se posee a través de Cristo y porque inflama fervientemente su amor a Dios: Así para las personas curiosas y carnales, que no tienen el Espíritu de Cristo, el tener constantemente ante sus ojos la
sentencia de la Predestinación de Dios, es una caída muy peligrosa, en la que el Diablo los arroja a la desesperación o a la miseria de la mayoría de los vivientes, no menos Peligrosa que la desesperación."
Habiendo establecido de esta forma una doctrina tan claramente opuesta al sentido y a la razón, de que los hombres a través de ningún acto propio están predestinados a salvación o condenación, los Artículos de Religión, casi como disculpándose de tan absurda doctrina, concluyen con estas palabras: "Además, debemos recibir las promesas de Dios con sabiduría, tal como se establecen en las Escrituras: y en nuestros hechos,
para que se siga la Voluntad de Dios, como lo hemos declarado expresamente en La Palabra de Dios." (Book of Common Prayer, Iglesia Anglicana de Canadá, pág. 665-666.)Es cierto que las palabras predestinar y predestinado están en la Versión del Rey Santiago en la traducción de algunos de los escritos de Pablo (Rom. 8:20-30; Efe. 1:5,11), pero las revisiones de la Biblia usan las palabras pre ordenados y preordenar y demuestran
mejor los puntos de vista de Pablo. Sin embargo, aún en la manera en que están escritos los pasajes en la Versión del Rey Santiago, no hay una intimación o
compulsión o negación del libre albedrío, pues una de las definiciones de preordenación, dada por el diccionario bíblico, es predestinación, queriendo decir una asignación anterior (en la preexistencia) de algunas personas en particular, para hacer labores designadas o ganar algunas recompensas en particular.
El Padre Eterno entendía bien las naturalezas distintas y capacidades diversas de su progenie espiritual; y su pre cognición infinita le manifestó claramente, aun desde el principio, que en la escuela de la vida algunos de sus hijos lograrían el éxito y otros fracasarían; unos serían fieles, otros falsos; unos escogerían lo bueno, otros lo malo; unos buscarían el camino de la vida, mientras que otros preferirían seguir el camino de la destrucción. Previó, además, que la muerte entraría en el mundo y que sería de breve duración individual la posesión que sus hijos tuvieran de sus cuerpos. Vio que se desobedecerían sus mandamientos y se violaría su ley; y que los hombres, excluidos de su presencia y dejados a sí mismos, degenerarían en lugar de elevarse, fracasarían en lugar de avanzar, y los cielos los perderían. Fue necesario que se proveyese un medio de redención, con la ayuda del cual el hombre errante pudiera hacer una reparación y, cumpliendo con la ley establecida, lograr la salvación y finalmente la exaltación en los mundos eternos.
Habría de ser vencido el poder de la muerte a fin de que, aun cuando los hombres por fuerza tuviesen que morir, sus espíritus vivirían de nuevo, revestidos
de cuerpos inmortales, de los cuales la muerte no volvería a triunfar.
No permitamos que la ignorancia y la irreflexión nos hagan cometer el error de suponer que la precognición del Padre, respecto de lo que en determinadas condiciones habría de ser, estableció que así tendría que ser. No fue su intención que se perdieran las almas de los del género humano; al
contrario, fue y es su obra y gloria "llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre". Sin embargo, El vio la maldad en que irremediablemente habrían de caer sus hijos; y con infinito amor y misericordia dispuso los medios para evitar las temibles consecuencias, con la condición de que el
transgresor debiera emplearlos. La oferta del Hijo Primogénito, de establecer el evangelio de salvación por medio de su propio ministerio entre los hombres y de sacrificarse a sí mismo, mediante el afán, la humillación y el padecimiento, aun hasta la muerte, fue aceptado, y llegó a ser el plan preordinado
para redimir al hombre de la muerte, proveerle por último la salvación de los efectos del pecado y poner a su alcance la exaltación por medio de sus obras justas.