LA IGLESIA PRIMITIVA NO ERA COMUNISTA, Y TAMPOCO LO ERA JESÚS
Un malentendido común es que la Iglesia primitiva practicaba el socialismo comunal, que algunos creen basándose en lo que leyeron en los primeros capítulos de Hechos.
Note Hechos 2: 44-45: "Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno."
Pero esta fue una situación única que no duraba mucho. Más tarde vemos que las viudas ancianas debían ser provistas económicamente por un fondo común de la iglesia sólo si no tenían familiares en la Iglesia que pudieran mantenerlas en forma privada (1 Timoteo 5: 3-16). Obviamente, todos los miembros de las congregaciones de la Iglesia en este momento posterior no estaban siendo provistos de un fondo común, sólo un número selecto con verdadera necesidad.
Al considerar Hechos 2, debemos notar que los cristianos estaban siendo perseguidos. Además, miles de nuevos creyentes, algunos de países lejanos, acababan de ser agregados a la Iglesia en la Fiesta de Pentecostés en Jerusalén.
Sin duda, muchos decidieron permanecer en Judea en ese momento para aprender más sobre su nueva fe y confiar unos en otros a través de la creciente persecución en lugar de regresar a sus hogares lejanos. Por lo tanto, estas personas tenían una necesidad inmediata de comida y alojamiento, y una agrupación voluntaria de recursos se encargó de eso.
Los creyentes en ese momento se sintieron extremadamente bendecidos, agradecidos, hospitalarios y generosos. Muchos que tenían activos adicionales vendieron algunos de ellos para ayudar a financiar los gastos de manutención de otros. La expresión "todas las cosas en común" significa esto: "Te amo y, por lo tanto, tus necesidades son tan importantes para mí como las mías. Considero que todo lo que tengo es también tuyo".
Sin embargo, hay que tener en cuenta que ellos no podían vender lo que no poseían. Vendían voluntariamente algunas de sus propiedades privadas para poder ayudar a otros. Esto era caridad, no comunismo. Nadie fue obligado a vender su propiedad, ni nadie confiscó la propiedad o los ingresos de uno para dárselos a otros, como hacen muchos gobiernos en la actualidad.
Hechos 4: 32-35, que sigue poco después en el orden de tiempo, muestra que la puesta en común de recursos todavía estaba en curso. El relato de Ananías y Safira en Hechos 5: 1-11 agrega mayor claridad. Dios no juzgó a estos dos por negarse a compartir, sino por decir una mentira para verse bien.
El apóstol Pedro le preguntó a Ananías: "Mientras [la posesión de ellos] permaneció [sin vender], ¿no era tuya? Y después de que fue vendida, ¿no estuvo bajo tu control?" La pareja no estaba obligada ni a vender su tierra ni a ceder las ganancias. Una vez más, esto no era comunismo ni socialismo.
Las palabras de Jesús mismo deberían aclararlo aún más. En sus parábolas de los trabajadores de la viña en Mateo 20, describió a Dios como el dueño de una viña pagando a diferentes empleados la misma cantidad acordada incluso si trabajaban por menos tiempo.
Los empleados que trabajaron más tiempo pensaron que era injusto. Pero el dueño, representando a Dios, responde a uno: "Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?" (versículos 13-15).
A la pregunta final aquí, los comunistas y socialistas, y aquellos con tales inclinaciones, responderían que no, ya que, en esos sistemas la comunidad o el estado decide. La declaración de Jesús, aunque en sentido figurado de principios espirituales, es sin embargo un sonoro respaldo tanto a la propiedad privada como al libre mercado sin control salarial. Ciertamente Jesús no era comunista, ni tampoco sus seguidores.