LOADO y glorificado eres Tú, oh Señor
mi Dios! ¿Cómo puedo yo hacer mención
de Ti, si estoy seguro de que ninguna lengua,
por muy profunda que sea su sabiduría, puede magnificar
debidamente Tu nombre, ni el ave del corazón
humano, por grande que sea su anhelo, jamás podrá
esperar ascender al cielo de Tu majestad y conocimiento?
Si Te describo, oh mi Dios, como Aquel que todo
lo percibe, me veo compelido a admitir que Aquellos
que son las más elevadas Personificaciones de la percepción
han sido creados por virtud de Tu mandato.
Y si Te alabo como Aquel que es el Omnisapiente, me
veo igualmente forzado a reconocer que los mismos
Manantiales de la sabiduría han sido generados por
la acción de Tu Voluntad. Y si Te ensalzo como el Incomparable,
pronto descubro que Aquellos que son
la íntima esencia de la unicidad han sido enviados
por Ti y no son más que las pruebas de Tu obra. Y si
Te aclamo como el Conocedor de todas las cosas,
debo confesar que Aquellos que son la Quintaesencia
del conocimiento no son sino creación e instrumentos
de Tu Propósito.