INFLUENCIA DE CONSTANTINO EN LA OBRA EUSEBIANA
A partir del 312, Eusebio reescribiría cuando menos tres veces más su Historia Eclesiástica, a veces tan sólo superponiendo un nuevo texto o un nuevo descubrimiento bibliográfico, hasta quedar el texto definitivo aproximadamente entre 324-25. Como puede observarse en la simple lectura del texto, la redacción del mismo está afectada por las circuns-tancias políticas que ocurren durante el proceso de las distin-tas revisiones y modificaciones de su Historia. Y es que Eusebio, como ningún otro historiador de la Iglesia (salvo quizá los redactores de las Centurias de Magdeburg o en el siglo XVI), vivió justamente en uno de los períodos más decisivos para la cristiandad como lo fue el ascenso a la monarquía totalitaria y absolutista de Constantino, el primer emperador romano en declararse adepto a la fe cristiana.
Constantino, que recibió un imperio desmembrado y con grandes luchas de poder, vio en las perseguidas y tenaces comunidades cristianas, esparcidas por todo el territorio, el unificador que necesitaba para su gobierno. De tal modo, que cuando muere su padre, Constancio, en 306, e influenciado por su madre, Elena, se declara cristiano y toma bajo su protección y cuidado a los cristianos. Sin duda, como lo demostraron muchas de sus actuaciones posteriores. la decisión de Constantino estaba más signada por intereses políticos que espirituales. Pero lo que nos interesa señalar aquí es que después de casi 300 años de persecución y martirio en manos de emperadores enemigos de la fe, el Cristianismo se convierte, de la noche a la mañana, en la religión misma del Estado.
Eusebio, por su parte, siguiendo el pensamiento de sus maestros Orígenes y Pánfilo, se declaró un decidido partidario de la unión Iglesia-Estado, en lo cual creía ver confirmadas sus convicciones mileniaristas sobre el establecimiento del reino de Dios y el triunfo de la Iglesia. Así, en junio de 325, cuando Constantino, abrogándose un derecho que no poseía (ni siquiera se había bautizado, decisión que postergó hasta el final de su vida), convocó el Concilio de Nicea, el historiador Eusebio habría de tener una participación muy destacada. Fue durante este Concilio, al que asistieron obispos (o ancianos) y líderes de la Iglesia, cuando Eusebio, como obispo de Cesarea, dio lectura al Credo de fe de su Iglesia, el que con ligeras modificaciones llegó a ser adoptado como la declaración de fe de todas las iglesias de la época. A partir de entonces, Eusebio sería uno de los dirigentes eclesiásticos preferidos de Constantino, al punto de ser quien le administró el bautismo. Fue el orador escogido por el emperador para los grandes actos oficiales, razón que convirtió a Eusebio en un influyente cortesano y de gran autoridad en los cambios políticos que se gestaban dentro de la Iglesia imperial.
Asistirnos, de esta manera, al nacimiento de una Iglesia jerarquizada y política que habría de desembocar, con el paso de los años, en lo que se conoce actualmente como la Iglesia Católica Romana, con sus instituciones, dogmas y doctrinas desarrolladas a partir del siglo IV, en las cuales se intenta hacer una fusión con la cultura helénica y las enseñanzas de la Biblia. Aunque desde entonces surgieron mu-chos movimientos cristianos que protestaban contra este Poder político y jerárquico en que se transformaba la Iglesia de Jesucristo, es sólo hasta la Reforma del siglo XVI cuando se inicia formalmente un regreso a las fuentes del puro cristianismo bíblico. Pero lo que nos interesa señalar en este punto es el marco político-religioso en que se desenvuelve la vida de nuestro autor en el momento de redactar su Historia Eclesiástica. El persistente deseo de Eusebio de presentarnos listas de sucesión de los obispos de Alejandría, Roma, Antioquía y Jerusalén -por entonces los cuatro centros de mayor desarrollo de liderazgo y doctrina cristianas-, es una clara muestra del creciente espíritu jerarquizador de algunos dirigentes eclesiásticos, entre ellos Eusebio mismo.
Sin embargo, la Historia Eclesiástica, por encima de estas tedencias que ya apuntaban al posterior desarrollo de la institución romanista, es uno de los documentos más valiosos poseemos los cristianos para conocer y comprender los primeros 300 años de la fe cristiana. De hecho, como ya se puede afirmar con certeza, es el documento más antiguo y autorizado que se conoce sobre la situación de la Iglesia en período tan importante para el cristianismo.
Valentin Gonzalez B.
Prologo de "Historia Eclesiástica I. Eusebio de Cesarea". George Grayling. Ed Clie. (Pgs 9-11)
A partir del 312, Eusebio reescribiría cuando menos tres veces más su Historia Eclesiástica, a veces tan sólo superponiendo un nuevo texto o un nuevo descubrimiento bibliográfico, hasta quedar el texto definitivo aproximadamente entre 324-25. Como puede observarse en la simple lectura del texto, la redacción del mismo está afectada por las circuns-tancias políticas que ocurren durante el proceso de las distin-tas revisiones y modificaciones de su Historia. Y es que Eusebio, como ningún otro historiador de la Iglesia (salvo quizá los redactores de las Centurias de Magdeburg o en el siglo XVI), vivió justamente en uno de los períodos más decisivos para la cristiandad como lo fue el ascenso a la monarquía totalitaria y absolutista de Constantino, el primer emperador romano en declararse adepto a la fe cristiana.
Constantino, que recibió un imperio desmembrado y con grandes luchas de poder, vio en las perseguidas y tenaces comunidades cristianas, esparcidas por todo el territorio, el unificador que necesitaba para su gobierno. De tal modo, que cuando muere su padre, Constancio, en 306, e influenciado por su madre, Elena, se declara cristiano y toma bajo su protección y cuidado a los cristianos. Sin duda, como lo demostraron muchas de sus actuaciones posteriores. la decisión de Constantino estaba más signada por intereses políticos que espirituales. Pero lo que nos interesa señalar aquí es que después de casi 300 años de persecución y martirio en manos de emperadores enemigos de la fe, el Cristianismo se convierte, de la noche a la mañana, en la religión misma del Estado.
Eusebio, por su parte, siguiendo el pensamiento de sus maestros Orígenes y Pánfilo, se declaró un decidido partidario de la unión Iglesia-Estado, en lo cual creía ver confirmadas sus convicciones mileniaristas sobre el establecimiento del reino de Dios y el triunfo de la Iglesia. Así, en junio de 325, cuando Constantino, abrogándose un derecho que no poseía (ni siquiera se había bautizado, decisión que postergó hasta el final de su vida), convocó el Concilio de Nicea, el historiador Eusebio habría de tener una participación muy destacada. Fue durante este Concilio, al que asistieron obispos (o ancianos) y líderes de la Iglesia, cuando Eusebio, como obispo de Cesarea, dio lectura al Credo de fe de su Iglesia, el que con ligeras modificaciones llegó a ser adoptado como la declaración de fe de todas las iglesias de la época. A partir de entonces, Eusebio sería uno de los dirigentes eclesiásticos preferidos de Constantino, al punto de ser quien le administró el bautismo. Fue el orador escogido por el emperador para los grandes actos oficiales, razón que convirtió a Eusebio en un influyente cortesano y de gran autoridad en los cambios políticos que se gestaban dentro de la Iglesia imperial.
Asistirnos, de esta manera, al nacimiento de una Iglesia jerarquizada y política que habría de desembocar, con el paso de los años, en lo que se conoce actualmente como la Iglesia Católica Romana, con sus instituciones, dogmas y doctrinas desarrolladas a partir del siglo IV, en las cuales se intenta hacer una fusión con la cultura helénica y las enseñanzas de la Biblia. Aunque desde entonces surgieron mu-chos movimientos cristianos que protestaban contra este Poder político y jerárquico en que se transformaba la Iglesia de Jesucristo, es sólo hasta la Reforma del siglo XVI cuando se inicia formalmente un regreso a las fuentes del puro cristianismo bíblico. Pero lo que nos interesa señalar en este punto es el marco político-religioso en que se desenvuelve la vida de nuestro autor en el momento de redactar su Historia Eclesiástica. El persistente deseo de Eusebio de presentarnos listas de sucesión de los obispos de Alejandría, Roma, Antioquía y Jerusalén -por entonces los cuatro centros de mayor desarrollo de liderazgo y doctrina cristianas-, es una clara muestra del creciente espíritu jerarquizador de algunos dirigentes eclesiásticos, entre ellos Eusebio mismo.
Sin embargo, la Historia Eclesiástica, por encima de estas tedencias que ya apuntaban al posterior desarrollo de la institución romanista, es uno de los documentos más valiosos poseemos los cristianos para conocer y comprender los primeros 300 años de la fe cristiana. De hecho, como ya se puede afirmar con certeza, es el documento más antiguo y autorizado que se conoce sobre la situación de la Iglesia en período tan importante para el cristianismo.
Valentin Gonzalez B.
Prologo de "Historia Eclesiástica I. Eusebio de Cesarea". George Grayling. Ed Clie. (Pgs 9-11)