¡La Iglesia Oriental Afirma la Primacía de Pedro y el Papado!
¡La Iglesia Oriental Afirma la Primacía de Pedro y el Papado!
Alejandría, Antioquía, Constantinopla, Jerusalén, Chipre
San Pedro, Obispo de Alejandría (años 306-311):
Pedro, posicionado sobre los Apóstoles (Peter of Alexandria, Canon. ix, Galland, iv. p. 98).
San Antonio de Egipto (año 330):
Pedro, el Príncipe de los Apóstoles (Anthony, Epist. xvii. Galland, iv p. 687).
San Atanasio (año 362):
Roma es llamada el trono Apostólico (Athanasius, Hist. Arian, ad Monach. n. 35).
Pedro, el Jefe (Athan, In Ps. xv. 8, tom. iii. p. 106, Migne).
San Macario de Egipto (año 371):
Pedro, el Jefe (Macarius, De Patientia, n. 3, p. 180).
El sucesor de Moisés fue Pedro, a quien se le entregó en sus manos la nueva Iglesia de Cristo, y el verdadero sacerdocio (Macarius, Hom. xxvi. n. 23, p. 101).
San Cirilo de Alejandría (año 424):
Él ya no lo llama Simón, ejercitando autoridad y gobierno sobre él volviéndose de Él. Por medio de un título apropiado a la situación, Él cambió su nombre a Pedro, de la palabra “petra” (roca); porque sobre él Él después fundaría Su Iglesia (Cyril, T. iv. Comm. in Joan., p. 131).
(Cristo) promete edificar la Iglesia, asignandole inmobilidad, porque Él es el Señor de la fortaleza, y sobre ésta Él designó a Pedro como pastor (Cyril, Comm. on Matt., ad loc.).
Por eso, cuando el Señor había indicado la negación del discípulo en las palabras que Él usó: “Yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo,” Él de una vez introdujo una palabra de consolación, y dijo (a Pedro): “Y tú, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos.” O sea, “Sé un apoyo y un maestro para aquellos que a través de la fe vienen a mí.” Otra vez, también maravíllate ante el significado de esas palabras y ante la plenitud del Divino espíritu de bondad. Porque para que Él no redujera al discípulo a la desesperación ante la idea de que después de su negación él hubiera sido despojado de la gloriosa distinción de ser un Apóstol, Él lo llena de buena esperanza, que él obtendrá las buenas cosas prometidas…¡Oh amorosa bondad! El pecado aún no había sido cometido, y Él ya extiende Su perdón y lo coloca una vez más en su oficio apostólico (Cyril Comm. on Luke's Gospel).
Porque el extraordinario Pedro, vencido por un miedo incontrolable, negó al Señor tres veces. Cristo sana el error cometido, y demanda en varias maneras la triple confesión… Porque aunque todos los santos discípulos huyeron… aún la falla de la triple negación de Pedro fue en adición, especial y peculiar de sí mismo. Por eso, por medio de la triple confesión del bendito Pedro, la falla de la triple negación fue desechada. Aún más, por las palabras del Señor de “¡Alimenta mis corderos!”, nosotros debemos entenderlas como una renovación, como si fuera, del Apostolado ya concedido a él, lavando la interviniente desgracia de su caída, y la pequeñez de la infirmidad humana (Cyril, Comm. on John's Gospel).
Ellos (los Apóstoles) se esforzaban en aprender a través de uno, el prominente, Pedro (Cyril, Ib. 1. ix. p. 736).
Aparte de todos estos, que se adelante aquel dirigente de los santos discípulos, Pedro, a quien el Señor en una ocasión le preguntó “¿Quién dicen los hombres es el Hijo del Hombre?” y quien replicó instantáneamente “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente.” (Cyril, T. v. P.2, Hom. viii. De Fest. Pasch. p. 105).
¡La Iglesia Oriental Afirma la Primacía de Pedro y el Papado!
Alejandría, Antioquía, Constantinopla, Jerusalén, Chipre
San Pedro, Obispo de Alejandría (años 306-311):
Pedro, posicionado sobre los Apóstoles (Peter of Alexandria, Canon. ix, Galland, iv. p. 98).
San Antonio de Egipto (año 330):
Pedro, el Príncipe de los Apóstoles (Anthony, Epist. xvii. Galland, iv p. 687).
San Atanasio (año 362):
Roma es llamada el trono Apostólico (Athanasius, Hist. Arian, ad Monach. n. 35).
Pedro, el Jefe (Athan, In Ps. xv. 8, tom. iii. p. 106, Migne).
San Macario de Egipto (año 371):
Pedro, el Jefe (Macarius, De Patientia, n. 3, p. 180).
El sucesor de Moisés fue Pedro, a quien se le entregó en sus manos la nueva Iglesia de Cristo, y el verdadero sacerdocio (Macarius, Hom. xxvi. n. 23, p. 101).
San Cirilo de Alejandría (año 424):
Él ya no lo llama Simón, ejercitando autoridad y gobierno sobre él volviéndose de Él. Por medio de un título apropiado a la situación, Él cambió su nombre a Pedro, de la palabra “petra” (roca); porque sobre él Él después fundaría Su Iglesia (Cyril, T. iv. Comm. in Joan., p. 131).
(Cristo) promete edificar la Iglesia, asignandole inmobilidad, porque Él es el Señor de la fortaleza, y sobre ésta Él designó a Pedro como pastor (Cyril, Comm. on Matt., ad loc.).
Por eso, cuando el Señor había indicado la negación del discípulo en las palabras que Él usó: “Yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo,” Él de una vez introdujo una palabra de consolación, y dijo (a Pedro): “Y tú, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos.” O sea, “Sé un apoyo y un maestro para aquellos que a través de la fe vienen a mí.” Otra vez, también maravíllate ante el significado de esas palabras y ante la plenitud del Divino espíritu de bondad. Porque para que Él no redujera al discípulo a la desesperación ante la idea de que después de su negación él hubiera sido despojado de la gloriosa distinción de ser un Apóstol, Él lo llena de buena esperanza, que él obtendrá las buenas cosas prometidas…¡Oh amorosa bondad! El pecado aún no había sido cometido, y Él ya extiende Su perdón y lo coloca una vez más en su oficio apostólico (Cyril Comm. on Luke's Gospel).
Porque el extraordinario Pedro, vencido por un miedo incontrolable, negó al Señor tres veces. Cristo sana el error cometido, y demanda en varias maneras la triple confesión… Porque aunque todos los santos discípulos huyeron… aún la falla de la triple negación de Pedro fue en adición, especial y peculiar de sí mismo. Por eso, por medio de la triple confesión del bendito Pedro, la falla de la triple negación fue desechada. Aún más, por las palabras del Señor de “¡Alimenta mis corderos!”, nosotros debemos entenderlas como una renovación, como si fuera, del Apostolado ya concedido a él, lavando la interviniente desgracia de su caída, y la pequeñez de la infirmidad humana (Cyril, Comm. on John's Gospel).
Ellos (los Apóstoles) se esforzaban en aprender a través de uno, el prominente, Pedro (Cyril, Ib. 1. ix. p. 736).
Aparte de todos estos, que se adelante aquel dirigente de los santos discípulos, Pedro, a quien el Señor en una ocasión le preguntó “¿Quién dicen los hombres es el Hijo del Hombre?” y quien replicó instantáneamente “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente.” (Cyril, T. v. P.2, Hom. viii. De Fest. Pasch. p. 105).