Una cosa es que Jesucristo sea verdadero hombre y otra cosa es que Dios para ser hombre necesite de los hombres.
¿Quien hizo el ADN humano?
¿Quien hizo al hombre?
Todas estas maledicencias tuyas se te van a venir en contra y lo que hoy te parece dar fuerza, te doblará las piernas.
Es obvio que hay muchas cosas que conoces, pero otras muchas te están siendo ocultas por tu actitud soberbia.
La carne se echó a perder y la salvación debió venir del cielo y Dios mismo tuvo que hacerse hombre.
¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados!
Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.
¿Por qué querréis ser castigados aún?
¿Todavía os rebelaréis?
Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente.
Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana,
sino herida, hinchazón y podrida llaga;
no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios?
Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.
¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios?
No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes.
Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas.
Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.
Isaías 1:4-7, 11-20