¿Que piensan del DISPENSACIONALISMO? ¿Es HEREJÍA... SÍ o NO?

¿Que piensan del DISPENSACIONALISMO? ¿Es HEREJÍA... SÍ o NO?


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No, no lo soy, lo que si soy es un forista que te esta diciendo que no seas pirata, que dejes de plagiar ideas de otros y lo haces cada que no citas la fuente, cada que no comentas nada cada que solo copias y pegas largos temas y eso es spam, lo cual no esta permitido en el foro.

Saludos
 
No, no lo soy, lo que si soy es un forista que te esta diciendo que no seas pirata, que dejes de plagiar ideas de otros y lo haces cada que no citas la fuente, cada que no comentas nada cada que solo copias y pegas largos temas y eso es spam, lo cual no esta permitido en el foro.

Saludos

Eres sólo un forista más, sigue con tu mentira dispensacionalista, y yo seguiré con lo mío.
 
Eres sólo un forista más, sigue con tu mentira dispensacionalista, y yo seguiré con lo mío.

Es tu opinión, pero no es la de muchos cristianos,

Siempre es bueno tratar de entender y comprender la mayordomía de Dios (como algunos le llaman "dispensacionalismo") con el fin de no confundir tiempos, destinatarios, y mezclar las cosas como muchos hacen por aquí, en tanto no te piratees ni plagies lo de otros y bien harás.

Saludos.
 
EL DISPENSACIONALISMO REFUTADO

Por Arthur Walkington Pink (1886-1952)

Las citas bíblicas de esta traducción corresponden a la versión española RVR 1960, y en
casos excepcionales quedará advertido por notas al pie.

Varias de las notas y referencias hechas al pie de página así como muchos de los paréntesis,
fueron agregados por el traductor a fin de brindarle al lector una mayor comprensión a
través de definiciones, sinónimos, y aclaraciones que hacen a la calidad de la traducción.


Traducida y adaptada al español por Mariano Leiras de la versión en inglés
“Dispensationalism.”


Parece adecuado aclarar que esta obra, escrita en 1934, debe ser distinguida de la obra conocida
como “La Aplicación de las Escrituras” escrita por el mismo autor por el año 1952, pese a que esta
última, aunque bastante más corta, presente muchas similitudes con la primera.


Esta traducción en su formato digital es de reproducción libre y
gratuita. Se prohíbe su comercialización y/o cualquier fin de lucro a
partir de la misma.

El Traductor.

EL PROPÓSITO DE DIOS

Primera Parte

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2.Tim.2:15). Un elaborado y
pernicioso sistema ha sido construido sobre una mala exégesis de éste texto. Ha sido
asumido que aquí los siervos de Dios son llamados a seccionar[6] las Escrituras,
estableciendo los límites de lo que corresponde a cada dispensación y asignando a
distintos contingentes (pueblos) distintas partes de la Palabra de Dios. Se ha asumido
que la aptitud de un hombre para abrir los Oráculos Vivientes consiste principalmente
en su capacidad de erigir setos arbitrarios para excluir a las ovejas de Cristo de grandes
porciones de aquellos tiernos pastizales que Dios les ha provisto para que se alimentasen.
Algunos han llevado este pernicioso método más lejos que otros, pero generalmente
todos igualmente consienten en que prácticamente todo el Antiguo Testamento y los
cuatro evangelios “no son para nosotros,” y que solo pertenecen a aquellos que vivieron
en una dispensación pasada.

Ahora, si se examina el contexto de 2 Timoteo 2:15, encontraremos que este texto no
tiene relación con trazar líneas divisorias entre “dispensaciones” más de lo que tiene que
ver con distinguir las variaciones entre las estrellas de magnitud variable. No existe nada
en todo el contexto, ni siquiera en el menor grado, que favorezca al extraño significado
que tan erróneamente le ha sido asignado al versículo en cuestión. El significado pleno
de 2 Timoteo 2:15 nos es dado (interpretado) en Lucas 12:42-43, “Y dijo el Señor:
¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que
a tiempo les dé su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga,
le halle haciendo así.” Y acá lo mejor que podemos hacer es citar de uno de los Puritanos
– un grupo de hombres de Dios dotados de mucha más espiritualidad, sabiduría, y
aptitud para apacentar a las ovejas de Cristo, de lo que lo estamos nosotros en esta
presente y decadente era: - “Los ministros son mayordomos en la casa de Dios y
administradores de sus misterios. Y por tanto, se requiere de ellos que den a todos los
servidores que están en la casa, o que pertenecen a ella, su ración, de acuerdo a sus
necesidades, situaciones y servicios, en conformidad con la voluntad y la sabiduría de su
Maestro y Señor. Este suministro de provisiones y de la ración adecuada a la casa de
Cristo, consiste principalmente en la correcta división y distribución de la Palabra de
Verdad. Esto se realiza tomando de los grandes depósitos de las Escrituras, y como si
finamente se extrajera de ella una porción apropiada (adecuada) para las diversas condiciones
de los distintos miembros de la familia. En esto consiste la habilidad de un servidor bien
equipado para el reino de Cristo, sumado a la sabiduría ya antes descrita. Y sin esto, un

[6] Establecerla, dividirla, en partes o secciones distintas.

curso cotidiano en la dispensación (administración) o la predicación de la Palabra, sin
distinguir entre personas y entre las distintas realidades, sin esto, aunque después sea
adornada con gran cantidad de palabras y con una gran oratoria, no es más que una obra
vergonzosa en la casa de Dios.”

Ahora, varias cosas son requeridas en cuanto a estas habilidades. (1.) Un juicio sano
(correcto) en cuanto al estado y condición de aquellos a quienes se les está dispensando
la Palabra: conocer el estado de su rebaño es la tarea propia del pastor. (2.) Estarse
familiarizado (en conocimiento) con las formas y métodos en que la gracia de Dios obra
en las mentes y corazones de los hombres, a fin de poder proseguir y cumplir con sus
designios en el ministerio de la Palabra. (3.) Estarse familiarizado con la naturaleza de
la tentación, especialmente con los obstáculos que se interponen a la fe y a la obediencia,
que pueden interferir en aquellos a quienes la Palabra les es entregada. (4.) Una correcta
comprensión de la naturaleza de las enfermedades espirituales con sus correspondientes
remedios y curas. Por el desconocimiento de esto muchas veces los corazones de los
impíos son alegrados en la predicación de la Palabra, mientras que los de los justos son
entristecidos; las manos de los pecadores son fortalecidas, y aquellos que dirigen sus
miradas a Dios son desanimados o desviados del camino.” (John Owen).

A nuestros queridos hermanos, especialmente los jóvenes, con el debido respeto les
instamos a considerar en oración la cita anterior. Es atendiendo a aquellas
consideraciones esenciales que el predicador podrá seleccionar correctamente el tema y
el material para su sermón. Si ha de “hablar palabras al cansado” (Isa.50:4) – cansado
por el incesante conflicto entre la carne y el espíritu, cansado de resistir los embates
continuos de Satanás, cansado de confesar tan seguido sus reiteradas fallas y fracasos a
Dios (tentado a rendirse al desespero); es a éstos problemas espirituales que el tal habrá
de dirigir su atención. Ah, mis hermanos, habréis de traer mayor gozo al corazón del
gran Pastor y seréis de más ayuda a Su pueblo, si procuráis que Sus mensajes se ciñan a
la realidad de sus corazones, que fatigando vuestro ingenio al adjudicar una parte del
Evangelio de Mateo a las gentes de la época de Cristo, y otra a un “remanente judío”
durante la tribulación, y otra al “milenio.”

Es cierto que realizar una aplicación práctica de todas las partes de la Palabra de Dios a los
diversos casos de las distintas almas no es todo el trabajo al que un ministro del Evangelio
es llamado, sin embargo, si dicha tarea no fuese realizada, sería más bien un “médico
nulo” (Job 13:4). También es cierto que la interpretación de las Escrituras compone una
parte esencial de la tarea del ministro, y para esto es de suma importancia poseer un
entendimiento y conocimiento de los propósitos y los planes de Dios; sin embargo aquí
existe un gran peligro de yerre. Muchos han errado, y de una forma muy grave, por
cuanto su mismo punto de inicio es ya incorrecto. Ningún hombre puede adquirir una visión
correcta del “proyecto” de Dios comenzando por su posición en el jardín del Edén:
“comenzar con la dispensación Adámica” no puede sino guiar a confusión. Es ominoso
el hecho de que la mayoría de “Dispensacionalistas,” quienes presumen dividir
correctamente la palabra de verdad,” tomen la creación del hombre como el punto de
partida (de inicio) de su esquema o sistema: esto a su vez deja ver una ignorancia
lamentable de su parte, tildándolos de guías incompetentes.

La clave para comprender todas las obras y los caminos de Dios es el Pacto Eterno de
Gracia
. Mucho antes de que Adán siquiera fuese creado, sí, incluso antes de que los cielos
y la tierra fueran hechos, el Dios Trino formuló su gran “plan” y “propósito.” El centro
de todos los designios divinos es Cristo, el Mediador Dios-hombre, Él es “el resplandor
[o refulgencia] de su gloria” (Heb.1:3). Un infinito honor y alabanza le fueron
entregados a Dios por la maravillosa obra que el Redentor emprendería. Desde la
eternidad le fue dado un pueblo, predestinados para ser hechos conformes a Su imagen
(Rom.8:28), y “para mostrarles en los siglos venideros [en la eternidad] las abundantes
riquezas de su gracia en su bondad… en Cristo Jesús” (Ef.2:7). Éste es el “propósito
eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor,” y el magnífico rol que Cristo habría de
desempeñar para hacer de esto una realidad, todo, fue determinado y establecido en
aquel “pacto eterno, ordenado en todo y seguro[7]” (2.Sam.23:5)

Todas las obras de Dios tenían en vista este único objetivo, a saber, la gloria de Cristo en
la redención de Sus escogidos; no solo en la presente adquisición de la redención, sino
también en todo aquello que se predisponía (que era preparatorio) a la misma, como así
también en asegurar su éxito. Así también es con todo lo que Cristo hace en el ejercicio
de su rol como Mediador, y en su triple oficio como Profeta, Sacerdote, y Rey, incluso
antes de su encarnación, durante los días de Su humanidad, e incluso después; e incluso
todo lo que el Padre o el Espíritu Santo hayan hecho antes o después de la cruz, todo
converge en este único designio: cada acto de Dios en la creación, en la providencia, o
en la gracia, ha sido forjado en vista de la ejecución plena del Pacto Eterno de Redención.
Todas las obras o dispensaciones correspondientes, no son sino las partes de un excelso
todo. Un único designio fue el establecido, al cual tienden directamente todos los oficios
de Cristo, y en el cual todas las Personas de la Trinidad trabajan mancomunadamente.
Las Personas de la Trinidad se unieron en el gran designio de la redención. Un pacto fue
establecido entre ellas. En ese pacto el Padre designó al Hijo, el Hijo se comprometió a
emprender y consumar toda obra necesaria conforme a lo acordado y estipulado; el
Espíritu Santo se comprometió a realizar la aplicación efectiva de esta obra en aquellos
beneficiarios predestinados. Esto es lo que suministra la clave, o lo que arroja luz, y
explica todas las consecuentes acciones Divinas. El mundo entero fue creado en base a

[7] LBLA

esto, por cuanto el mismo habría de ser la plataforma, o mejor dicho el escenario, en el
cual se llevaría a cabo la gran obra de redención (1.Cor.4:9). La obra de la creación
sucedió en orden a la obra de la providencia, así como la construcción de una casa o la
de una máquina se realiza en aras del fin para el cual habrá de utilizarse; y el centro de
todas las obras providenciales de Dios es la glorificación del Mediador en la redención
eterna de Su pueblo, que le fue dado desde antes de la fundación del mundo.

La creación del Cielo fue en orden de la obra de redención, por cuanto habría de ser la
morada de los redimidos: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado
para vosotros desde la fundación del mundo.” (Mat.25:34). Los ángeles también fueron
creados para servir en dicha obra, y por eso se nos dice que son “espíritus ministradores,
enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación” (Heb.1:14).
Además, es por medio de la grandiosa obra de la redención que a las jerarquías celestes
les son enseñados los maravillosos caminos de Dios, “para que la multiforme sabiduría
de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades
en los lugares celestiales” (Ef.3:10).

La entrada del pecado sucedió en orden a la obra de redención. Como la oscuridad de la
noche es requerida para exponer las estrellas brillantes en el firmamento, de igual modo
el pecado fue necesario a modo de fondo oscuro para poner de relieve, lisa y llanamente,
el inmensurable amor de Dios por Su pueblo. Como la flaqueza sirve de contraste al
vigor, la insensatez a la sabiduría, así, la Caída pone de manifiesto que la impotencia del
hombre es la oportunidad de Dios. Cuanto más desesperante es el caso del paciente,
mayor es la oportunidad del hábil médico para demostrar su destreza. Cuanto más
miserable e indigno sea el objeto, más enaltecida será la gracia que le fue mostrada.
¿Cómo puede ser ejercida la misericordia en donde no hay transgresión? ¿No es acaso el
poder exhibido de una mejor manera cuando tiene obstáculos formidables a los que
vencer? Fue el permiso Divino para la entrada del pecado al mundo lo que proporcionó
oportunidad a Dios para revelar grandemente sus grandiosos atributos.

El gobierno de este mundo tiene en vista la gran obra de redención. Dios está haciendo a
todas las cosas “cooperar para el bien de los que conforme a su propósito son llamados.”[8]
Considera la construcción de una casa grande: cuantos obreros que hay empleados,
cuantos materiales que se precisan. Si divisamos sus acciones por separado,
individualmente, parecería ser que no hay relación entre lo que hacen uno y otro: un
grupo se dedica a talar árboles del bosque, otros trabajan en la manufactura de vidrios,
otros realizan la composición de pinturas en el laboratorio, otros trabajan en la planta
de fabricación de cables telefónicos, etc., etc. Pero cada uno es necesario, cada uno

[8] LBLA: Rom.8:28.

realiza su aporte esencial: todos ellos se combinan en orden de (para) producir la casa
final terminada.

Permítasenos dar otra ilustración. Considérese la publicación de esta pequeña revista.
Su objetivo es brindar alimento espiritual para algunas ovejas de Cristo. Considérense
entonces algunas de las maravillosas obras y providencias de Dios que hacen que esto sea
posible. Los árboles crecen por años para que luego puedan ser cortados, reducidos a
pulpa, y luego convertidos en papel. El acero fue fabricado y luego convertido en
máquinas que imprimen, cortan, y doblan. También la tinta es necesaria. Los trenes
(con todos los sistemas complejos necesarios para su funcionamiento) deben circular por
cientos de direcciones a fin de llevar esta revista a sus distintos puntos de entrega: sí, y
muchos barcos deben cruzar miles de kilómetros de océano para transportarla a los
cuarenta países a los cuales la enviamos. Poco hacen el capitán y la tripulación del barco,
dirigiéndose a una isla remota; ¡pensad que Dios los está utilizando para llevar su
mensaje a uno o dos de Sus escogidos que allí residen! Con todo, es así.

En todos los tratos providenciales de Dios pareciera “como si un rueda estuviera dentro
de la otra rueda” (Ez.1:16). Como ya hemos destacado, el Centro magno de todos los
designios y obras de Dios es la glorificación de Cristo en la salvación de Su pueblo. En
la ejecución de Sus propósitos, muchos actos secundarios son realizados y muchos fines
subordinados hallan su cumplimiento: pero todos avanzan en pos del mismo objetivo.
Para que el lector pueda comprender esto más claramente, considérese la liberación (el
rescate) que el Señor obró sobre los Hijos de Israel sacándolos de Egipto. Su propósito
principal en la redención de Su pueblo era magnificar Su propio y grande Nombre. Pero
observad los diversos factores que incurrieron en tal propósito. Jacob y su familia
debieron emigrar de la tierra de Canaán y convertirse en forasteros en Egipto – lo cual
a su vez fue provocado por una gran hambruna. Luego, debieron ser esclavizados y
oprimidos. Y para tal fin Dios levantó a Faraón, su hostigador despiadado.

Debemos distinguir cuidadosamente entre las diversas características de la redención en
sí y las partes de la obra mediante la cual es efectuada. Existe una diferencia marcada
entre los beneficios procurados y derramados, y las operaciones de Dios por las cuales
tales beneficios llegan a ser, justamente, procurados y derramados. Así, en el caso citado
anteriormente: se distingue una diferencia notable entre el beneficio que recibió Israel,
y el obrar de Dios mediante el cual fue traído dicho beneficio. El beneficio consistió en
su liberación de la miseria y esclavitud Egipcia, y en el ser llevados a un estado de mayor
dicha al ser hechos siervos de Dios y herederos de la tierra de Canaán. Pero en orden de
todo eso debió tener lugar el llamamiento de Moisés, su misión frente a Faraón, su
obstinación, las señales y maravillas obradas delante de él, sumado a todos los terribles
juicios de Dios traídos sobre su gente y nación.

Mencionemos ahora algunas de las principales cosas que el Trino Dios designó fueran
cumplidas por la obra redentora del Mediador. Primero, habría de someter a todos los
enemigos de Dios, por cuanto Él había decretado que Su bondad finalmente triunfaría
sobre la maldad: “…Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del
diablo” (1 Juan 3:8) y, “Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus
enemigos debajo de sus pies” (1 Cor.15:25). Segundo, para restaurar todos aquellos
efectos producidos por la Caída en tanto a la parte escogida de la humanidad concierne.
Originalmente el hombre fue creado a semejanza de Dios, pero la caída arruinó su alma,
corrompió su naturaleza, y lo sumió en la muerte espiritual. Ahora, cuando la obra de
redención sea plenamente consumada, el pueblo de Dios será enteramente conformado
a la imagen de Su Hijo en espíritu, alma y cuerpo. Tercero, para reunir en Él todos los
ángeles y hombres escogidos de Dios: Efesios 1:10.

Durante el intervalo entre la caída y la encarnación de Cristo, las obras de Dios eran en
gran manera precursores y señales del advenimiento del Mesías y preliminares de la obra
de redención. Existieron grandes cambios y revoluciones en el mundo, siendo todas
ellas no más que los giros de las ruedas de la Providencia en orden de encaminar la
llegada de Cristo al mundo. Los santos salvados durante aquellos primeros tiempos
venían a ser la garantía de la futura cosecha por venir. Dios obró muchas liberaciones
menores en su favor, las cuales venían a ser tipos y presagios de la gran salvación que el
Redentor habría de efectuar. Dios quiso revelárseles a uno y otro, de tiempo en tiempo,
y comunicarles revelaciones de la luz: sin embargo, aquella luz era más como la de la
luna y las estrellas en la noche, en contraste con la salida del Sol de justicia (Mal.4:2).
 
EL PROPÓSITO DE DIOS

Primera Parte

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2.Tim.2:15). Un elaborado y
pernicioso sistema ha sido construido sobre una mala exégesis de éste texto. Ha sido
asumido que aquí los siervos de Dios son llamados a seccionar[6] las Escrituras,
estableciendo los límites de lo que corresponde a cada dispensación y asignando a
distintos contingentes (pueblos) distintas partes de la Palabra de Dios. Se ha asumido
que la aptitud de un hombre para abrir los Oráculos Vivientes consiste principalmente
en su capacidad de erigir setos arbitrarios para excluir a las ovejas de Cristo de grandes
porciones de aquellos tiernos pastizales que Dios les ha provisto para que se alimentasen.
Algunos han llevado este pernicioso método más lejos que otros, pero generalmente
todos igualmente consienten en que prácticamente todo el Antiguo Testamento y los
cuatro evangelios “no son para nosotros,” y que solo pertenecen a aquellos que vivieron
en una dispensación pasada.

Ahora, si se examina el contexto de 2 Timoteo 2:15, encontraremos que este texto no
tiene relación con trazar líneas divisorias entre “dispensaciones” más de lo que tiene que
ver con distinguir las variaciones entre las estrellas de magnitud variable. No existe nada
en todo el contexto, ni siquiera en el menor grado, que favorezca al extraño significado
que tan erróneamente le ha sido asignado al versículo en cuestión. El significado pleno
de 2 Timoteo 2:15 nos es dado (interpretado) en Lucas 12:42-43, “Y dijo el Señor:
¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que
a tiempo les dé su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga,
le halle haciendo así.” Y acá lo mejor que podemos hacer es citar de uno de los Puritanos
– un grupo de hombres de Dios dotados de mucha más espiritualidad, sabiduría, y
aptitud para apacentar a las ovejas de Cristo, de lo que lo estamos nosotros en esta
presente y decadente era: - “Los ministros son mayordomos en la casa de Dios y
administradores de sus misterios. Y por tanto, se requiere de ellos que den a todos los
servidores que están en la casa, o que pertenecen a ella, su ración, de acuerdo a sus
necesidades, situaciones y servicios, en conformidad con la voluntad y la sabiduría de su
Maestro y Señor. Este suministro de provisiones y de la ración adecuada a la casa de
Cristo, consiste principalmente en la correcta división y distribución de la Palabra de
Verdad. Esto se realiza tomando de los grandes depósitos de las Escrituras, y como si
finamente se extrajera de ella una porción apropiada (adecuada) para las diversas condiciones
de los distintos miembros de la familia. En esto consiste la habilidad de un servidor bien
equipado para el reino de Cristo, sumado a la sabiduría ya antes descrita. Y sin esto, un

[6] Establecerla, dividirla, en partes o secciones distintas.

curso cotidiano en la dispensación (administración) o la predicación de la Palabra, sin
distinguir entre personas y entre las distintas realidades, sin esto, aunque después sea
adornada con gran cantidad de palabras y con una gran oratoria, no es más que una obra
vergonzosa en la casa de Dios.”

Ahora, varias cosas son requeridas en cuanto a estas habilidades. (1.) Un juicio sano
(correcto) en cuanto al estado y condición de aquellos a quienes se les está dispensando
la Palabra: conocer el estado de su rebaño es la tarea propia del pastor. (2.) Estarse
familiarizado (en conocimiento) con las formas y métodos en que la gracia de Dios obra
en las mentes y corazones de los hombres, a fin de poder proseguir y cumplir con sus
designios en el ministerio de la Palabra. (3.) Estarse familiarizado con la naturaleza de
la tentación, especialmente con los obstáculos que se interponen a la fe y a la obediencia,
que pueden interferir en aquellos a quienes la Palabra les es entregada. (4.) Una correcta
comprensión de la naturaleza de las enfermedades espirituales con sus correspondientes
remedios y curas. Por el desconocimiento de esto muchas veces los corazones de los
impíos son alegrados en la predicación de la Palabra, mientras que los de los justos son
entristecidos; las manos de los pecadores son fortalecidas, y aquellos que dirigen sus
miradas a Dios son desanimados o desviados del camino.” (John Owen).

A nuestros queridos hermanos, especialmente los jóvenes, con el debido respeto les
instamos a considerar en oración la cita anterior. Es atendiendo a aquellas
consideraciones esenciales que el predicador podrá seleccionar correctamente el tema y
el material para su sermón. Si ha de “hablar palabras al cansado” (Isa.50:4) – cansado
por el incesante conflicto entre la carne y el espíritu, cansado de resistir los embates
continuos de Satanás, cansado de confesar tan seguido sus reiteradas fallas y fracasos a
Dios (tentado a rendirse al desespero); es a éstos problemas espirituales que el tal habrá
de dirigir su atención. Ah, mis hermanos, habréis de traer mayor gozo al corazón del
gran Pastor y seréis de más ayuda a Su pueblo, si procuráis que Sus mensajes se ciñan a
la realidad de sus corazones, que fatigando vuestro ingenio al adjudicar una parte del
Evangelio de Mateo a las gentes de la época de Cristo, y otra a un “remanente judío”
durante la tribulación, y otra al “milenio.”

Es cierto que realizar una aplicación práctica de todas las partes de la Palabra de Dios a los
diversos casos de las distintas almas no es todo el trabajo al que un ministro del Evangelio
es llamado, sin embargo, si dicha tarea no fuese realizada, sería más bien un “médico
nulo” (Job 13:4). También es cierto que la interpretación de las Escrituras compone una
parte esencial de la tarea del ministro, y para esto es de suma importancia poseer un
entendimiento y conocimiento de los propósitos y los planes de Dios; sin embargo aquí
existe un gran peligro de yerre. Muchos han errado, y de una forma muy grave, por
cuanto su mismo punto de inicio es ya incorrecto. Ningún hombre puede adquirir una visión
correcta del “proyecto” de Dios comenzando por su posición en el jardín del Edén:
“comenzar con la dispensación Adámica” no puede sino guiar a confusión. Es ominoso
el hecho de que la mayoría de “Dispensacionalistas,” quienes presumen dividir
correctamente la palabra de verdad,” tomen la creación del hombre como el punto de
partida (de inicio) de su esquema o sistema: esto a su vez deja ver una ignorancia
lamentable de su parte, tildándolos de guías incompetentes.

La clave para comprender todas las obras y los caminos de Dios es el Pacto Eterno de
Gracia
. Mucho antes de que Adán siquiera fuese creado, sí, incluso antes de que los cielos
y la tierra fueran hechos, el Dios Trino formuló su gran “plan” y “propósito.” El centro
de todos los designios divinos es Cristo, el Mediador Dios-hombre, Él es “el resplandor
[o refulgencia] de su gloria” (Heb.1:3). Un infinito honor y alabanza le fueron
entregados a Dios por la maravillosa obra que el Redentor emprendería. Desde la
eternidad le fue dado un pueblo, predestinados para ser hechos conformes a Su imagen
(Rom.8:28), y “para mostrarles en los siglos venideros [en la eternidad] las abundantes
riquezas de su gracia en su bondad… en Cristo Jesús” (Ef.2:7). Éste es el “propósito
eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor,” y el magnífico rol que Cristo habría de
desempeñar para hacer de esto una realidad, todo, fue determinado y establecido en
aquel “pacto eterno, ordenado en todo y seguro[7]” (2.Sam.23:5)

Todas las obras de Dios tenían en vista este único objetivo, a saber, la gloria de Cristo en
la redención de Sus escogidos; no solo en la presente adquisición de la redención, sino
también en todo aquello que se predisponía (que era preparatorio) a la misma, como así
también en asegurar su éxito. Así también es con todo lo que Cristo hace en el ejercicio
de su rol como Mediador, y en su triple oficio como Profeta, Sacerdote, y Rey, incluso
antes de su encarnación, durante los días de Su humanidad, e incluso después; e incluso
todo lo que el Padre o el Espíritu Santo hayan hecho antes o después de la cruz, todo
converge en este único designio: cada acto de Dios en la creación, en la providencia, o
en la gracia, ha sido forjado en vista de la ejecución plena del Pacto Eterno de Redención.
Todas las obras o dispensaciones correspondientes, no son sino las partes de un excelso
todo. Un único designio fue el establecido, al cual tienden directamente todos los oficios
de Cristo, y en el cual todas las Personas de la Trinidad trabajan mancomunadamente.
Las Personas de la Trinidad se unieron en el gran designio de la redención. Un pacto fue
establecido entre ellas. En ese pacto el Padre designó al Hijo, el Hijo se comprometió a
emprender y consumar toda obra necesaria conforme a lo acordado y estipulado; el
Espíritu Santo se comprometió a realizar la aplicación efectiva de esta obra en aquellos
beneficiarios predestinados. Esto es lo que suministra la clave, o lo que arroja luz, y
explica todas las consecuentes acciones Divinas. El mundo entero fue creado en base a

[7] LBLA

esto, por cuanto el mismo habría de ser la plataforma, o mejor dicho el escenario, en el
cual se llevaría a cabo la gran obra de redención (1.Cor.4:9). La obra de la creación
sucedió en orden a la obra de la providencia, así como la construcción de una casa o la
de una máquina se realiza en aras del fin para el cual habrá de utilizarse; y el centro de
todas las obras providenciales de Dios es la glorificación del Mediador en la redención
eterna de Su pueblo, que le fue dado desde antes de la fundación del mundo.

La creación del Cielo fue en orden de la obra de redención, por cuanto habría de ser la
morada de los redimidos: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado
para vosotros desde la fundación del mundo.” (Mat.25:34). Los ángeles también fueron
creados para servir en dicha obra, y por eso se nos dice que son “espíritus ministradores,
enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación” (Heb.1:14).
Además, es por medio de la grandiosa obra de la redención que a las jerarquías celestes
les son enseñados los maravillosos caminos de Dios, “para que la multiforme sabiduría
de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades
en los lugares celestiales” (Ef.3:10).

La entrada del pecado sucedió en orden a la obra de redención. Como la oscuridad de la
noche es requerida para exponer las estrellas brillantes en el firmamento, de igual modo
el pecado fue necesario a modo de fondo oscuro para poner de relieve, lisa y llanamente,
el inmensurable amor de Dios por Su pueblo. Como la flaqueza sirve de contraste al
vigor, la insensatez a la sabiduría, así, la Caída pone de manifiesto que la impotencia del
hombre es la oportunidad de Dios. Cuanto más desesperante es el caso del paciente,
mayor es la oportunidad del hábil médico para demostrar su destreza. Cuanto más
miserable e indigno sea el objeto, más enaltecida será la gracia que le fue mostrada.
¿Cómo puede ser ejercida la misericordia en donde no hay transgresión? ¿No es acaso el
poder exhibido de una mejor manera cuando tiene obstáculos formidables a los que
vencer? Fue el permiso Divino para la entrada del pecado al mundo lo que proporcionó
oportunidad a Dios para revelar grandemente sus grandiosos atributos.

El gobierno de este mundo tiene en vista la gran obra de redención. Dios está haciendo a
todas las cosas “cooperar para el bien de los que conforme a su propósito son llamados.”[8]
Considera la construcción de una casa grande: cuantos obreros que hay empleados,
cuantos materiales que se precisan. Si divisamos sus acciones por separado,
individualmente, parecería ser que no hay relación entre lo que hacen uno y otro: un
grupo se dedica a talar árboles del bosque, otros trabajan en la manufactura de vidrios,
otros realizan la composición de pinturas en el laboratorio, otros trabajan en la planta
de fabricación de cables telefónicos, etc., etc. Pero cada uno es necesario, cada uno

[8] LBLA: Rom.8:28.

realiza su aporte esencial: todos ellos se combinan en orden de (para) producir la casa
final terminada.

Permítasenos dar otra ilustración. Considérese la publicación de esta pequeña revista.
Su objetivo es brindar alimento espiritual para algunas ovejas de Cristo. Considérense
entonces algunas de las maravillosas obras y providencias de Dios que hacen que esto sea
posible. Los árboles crecen por años para que luego puedan ser cortados, reducidos a
pulpa, y luego convertidos en papel. El acero fue fabricado y luego convertido en
máquinas que imprimen, cortan, y doblan. También la tinta es necesaria. Los trenes
(con todos los sistemas complejos necesarios para su funcionamiento) deben circular por
cientos de direcciones a fin de llevar esta revista a sus distintos puntos de entrega: sí, y
muchos barcos deben cruzar miles de kilómetros de océano para transportarla a los
cuarenta países a los cuales la enviamos. Poco hacen el capitán y la tripulación del barco,
dirigiéndose a una isla remota; ¡pensad que Dios los está utilizando para llevar su
mensaje a uno o dos de Sus escogidos que allí residen! Con todo, es así.

En todos los tratos providenciales de Dios pareciera “como si un rueda estuviera dentro
de la otra rueda” (Ez.1:16). Como ya hemos destacado, el Centro magno de todos los
designios y obras de Dios es la glorificación de Cristo en la salvación de Su pueblo. En
la ejecución de Sus propósitos, muchos actos secundarios son realizados y muchos fines
subordinados hallan su cumplimiento: pero todos avanzan en pos del mismo objetivo.
Para que el lector pueda comprender esto más claramente, considérese la liberación (el
rescate) que el Señor obró sobre los Hijos de Israel sacándolos de Egipto. Su propósito
principal en la redención de Su pueblo era magnificar Su propio y grande Nombre. Pero
observad los diversos factores que incurrieron en tal propósito. Jacob y su familia
debieron emigrar de la tierra de Canaán y convertirse en forasteros en Egipto – lo cual
a su vez fue provocado por una gran hambruna. Luego, debieron ser esclavizados y
oprimidos. Y para tal fin Dios levantó a Faraón, su hostigador despiadado.

Debemos distinguir cuidadosamente entre las diversas características de la redención en
sí y las partes de la obra mediante la cual es efectuada. Existe una diferencia marcada
entre los beneficios procurados y derramados, y las operaciones de Dios por las cuales
tales beneficios llegan a ser, justamente, procurados y derramados. Así, en el caso citado
anteriormente: se distingue una diferencia notable entre el beneficio que recibió Israel,
y el obrar de Dios mediante el cual fue traído dicho beneficio. El beneficio consistió en
su liberación de la miseria y esclavitud Egipcia, y en el ser llevados a un estado de mayor
dicha al ser hechos siervos de Dios y herederos de la tierra de Canaán. Pero en orden de
todo eso debió tener lugar el llamamiento de Moisés, su misión frente a Faraón, su
obstinación, las señales y maravillas obradas delante de él, sumado a todos los terribles
juicios de Dios traídos sobre su gente y nación.

Mencionemos ahora algunas de las principales cosas que el Trino Dios designó fueran
cumplidas por la obra redentora del Mediador. Primero, habría de someter a todos los
enemigos de Dios, por cuanto Él había decretado que Su bondad finalmente triunfaría
sobre la maldad: “…Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del
diablo” (1 Juan 3:8) y, “Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus
enemigos debajo de sus pies” (1 Cor.15:25). Segundo, para restaurar todos aquellos
efectos producidos por la Caída en tanto a la parte escogida de la humanidad concierne.
Originalmente el hombre fue creado a semejanza de Dios, pero la caída arruinó su alma,
corrompió su naturaleza, y lo sumió en la muerte espiritual. Ahora, cuando la obra de
redención sea plenamente consumada, el pueblo de Dios será enteramente conformado
a la imagen de Su Hijo en espíritu, alma y cuerpo. Tercero, para reunir en Él todos los
ángeles y hombres escogidos de Dios: Efesios 1:10.

Durante el intervalo entre la caída y la encarnación de Cristo, las obras de Dios eran en
gran manera precursores y señales del advenimiento del Mesías y preliminares de la obra
de redención. Existieron grandes cambios y revoluciones en el mundo, siendo todas
ellas no más que los giros de las ruedas de la Providencia en orden de encaminar la
llegada de Cristo al mundo. Los santos salvados durante aquellos primeros tiempos
venían a ser la garantía de la futura cosecha por venir. Dios obró muchas liberaciones
menores en su favor, las cuales venían a ser tipos y presagios de la gran salvación que el
Redentor habría de efectuar. Dios quiso revelárseles a uno y otro, de tiempo en tiempo,
y comunicarles revelaciones de la luz: sin embargo, aquella luz era más como la de la
luna y las estrellas en la noche, en contraste con la salida del Sol de justicia (Mal.4:2).
-----------------------------------------------

Salud y bendición en la paz de Cristo.

HACES BIEN en NO HACER CASO de las ACUSACIONES y MENTIRAS del DIABLO... pues ESTÁ PROBADO desde el PRINCIPIO de ESTE TEMA... que ESTE LIBRO ES de USO LIBRE y SIN FINES LUCRATIVOS... y que TÚ LO CITASTE y DEJASTE CONSTANCIA DESDE ANTES de CITAR PARTES del LIBRO para COMENTARLAS.

¡QUE SE AVERGÜENCEN los que TE ACUSAN en FALSO (lo cual MANIFIESTA y TESTIFICA del ESPÍRITU que les MUEVE)... y NIEGAN el TESTIMONIO de DIOS... que ESTÁ CLARO en las ESCRITURAS!

NOSOTROS DEBEMOS CONTENTARNOS con DAR TESTIMONIO FIEL de lo que DIOS DICE y ENSEÑA... y lo DEMÁS... CONFIAR y DEJARLO en sus MANOS... pues DIOS HARÁ (Salmos 37:5).


Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
Yiye avila era dispensacionalista y fue un gran evangelista usado por Dios con milagros contundentes hasta la resurreccion de muertos y sanidades de ciegos de nacimiento .


Lo que dije, ya que vi unción del Espíritu Santo en ellos y en nosotros que no creemos y nadie puede discutirlo ya que me ayudo espiritualmente a levantarme de la oscuridad.

Saludos.
 
-----------------------------------------------

Salud y bendición en la paz de Cristo.

La VOTACIÓN ESTÁ...


SÍ... 7

NO... 9

¡ANÍMENSE a VOTAR... y DEN TESTIMONIO de la FE que TIENEN (Mateo 10:32)!


Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
EL DISPENSACIONALISMO REFUTADO

Por Arthur Walkington Pink (1886-1952)

Las citas bíblicas de esta traducción corresponden a la versión española RVR 1960, y en
casos excepcionales quedará advertido por notas al pie.

Varias de las notas y referencias hechas al pie de página así como muchos de los paréntesis,
fueron agregados por el traductor a fin de brindarle al lector una mayor comprensión a
través de definiciones, sinónimos, y aclaraciones que hacen a la calidad de la traducción.


Traducida y adaptada al español por Mariano Leiras de la versión en inglés
“Dispensationalism.”


Parece adecuado aclarar que esta obra, escrita en 1934, debe ser distinguida de la obra conocida
como “La Aplicación de las Escrituras” escrita por el mismo autor por el año 1952, pese a que esta
última, aunque bastante más corta, presente muchas similitudes con la primera.


Esta traducción en su formato digital es de reproducción libre y
gratuita. Se prohíbe su comercialización y/o cualquier fin de lucro a
partir de la misma.

El Traductor.


EL PROPÓSITO DE DIOS

Segunda Parte

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de
la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Ef.1:3-
4). Como destacamos en la primera sección de este artículo, es un error muy grande
abordar el estudio del designio y del plan de Dios (su decreto para con el mundo)
tomando la creación Adámica como el punto de partida: eso sería comenzar por el
medio en vez de por el principio. No, más bien hemos de tomar como el fundamento
de los tratos de Dios para con la tierra lo que está escrito en Efesios 1:3-4. Y los términos
de este pasaje tampoco deben restringirse a los santos del Nuevo Testamento: por el
contrario, habla de la Elección de Gracia en su totalidad, de todas aquellas personas que
el Padre le entregó al Hijo a fin de que por Su obra las redimiese.

Probablemente querrá objetarse eso de que los santos del Antiguo Testamento hayan
sido “bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,”
diciendo que más bien fueron bendecidos con bendiciones temporales y terrenales en
Abraham. Puede que así parezca de mirar superfluamente la letra del Antiguo
Testamento, pero si permitimos que el Nuevo Testamento nos devele sus misterios,
somos enteramente guiados a arribar a una conclusión totalmente distinta. Como esto
es un punto vital en la interpretación, además de uno tan poco entendido, sentimos que
debemos tratarlo de manera algo detallada. Por supuesto que el hombre carnal solo
percibe lo externo de la Palabra de Dios, pero en la medida en que los hijos de Dios han
sido “arrastrados” por sus propios razonamientos carnales, confiamos en que nuestros
esfuerzos sean usados por el Señor para disipar las nieblas del error de las mentes de
algunos de los de Su pueblo.

El Apóstol Pablo, en el capítulo tres de los Gálatas, hablando de las bendiciones de
Abraham (entiéndase, las cosas que Dios le prometió a Abraham, y en él a todas las
naciones, vs.8-9) en el versículo 14 claramente explica que la bendición es de carácter
espiritual, “para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a
fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” Las palabras “a fin de que por
la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” son la clara exégesis de “para que en Cristo
Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles.” Ahora la promesa y el don del
Espíritu son la sustancia y el sumun de toda bendición espiritual, por cuanto Él es la base
y raíz de las mismas: decir que tenemos el Espíritu que hemos recibido, es asimismo
decir que tenemos y somos partícipes de todas las bendiciones espirituales. Esto queda
claro al comparar Lucas 11:13 con Mateo 7:11: en el primer versículo lo que Cristo
tiene por la dádiva del Padre es “el Espíritu Santo a los que se lo pidan,” y en el último
le llama “buenas cosas”; esto es, las cosas realmente “buenas” que el Espíritu trae
consigo.

Como Calvino señaló tiempo atrás en su comentario a dicha epístola, la interpretación
anterior queda establecida y confirmada por dos expresiones en dicho versículo.
Primero, el Apóstol no dijo, “El Espíritu de la promesa,” lo cual habría puesto el énfasis
en la Persona del que bendice, sino “la promesa del Espíritu,” lo cual es un hebraísmo
utilizado para bendiciones espirituales, en oposición a las cosas externas y materiales.
Segundo, las palabras afirmativas, “por la fe”: esto es, aquellas bendiciones a las que la fe
es sensible y se atañe, recibiendo y tomando de las cosas espirituales, siendo un principio
divinamente implantado y propicio a la recepción de tales cosas. Así pues, es una única
y misma “bendición” que sobrevino a los gentiles (quienes no eran partícipes de la
promesa de la Canaán literal) y a los escogidos de entre los judíos – lo cual es el tema
del Apóstol y el alcance de Gálatas 3. Las cosas prometidas a Abraham consistieron en
cosas espirituales, por lo cual tanto gentiles como judíos son hechos partícipes
(competentes, aptos a las mismas).

Para dar una mayor prueba de esto apelaremos a un incidente que ha intrigado
grandemente a muchos de nuestros contemporáneos quienes no han sabido dar ni un
pensamiento serio al respecto. Nos referimos a Jacob obteniendo la bendición de Isaac,
en donde tanto en la intención de Dios como en la aprensión de Isaac queda establecida
una vasta y grande diferencia entre la porción de Jacob y la de Esaú, dado que Jacob es
el bendecido. Sin embargo, si leemos todo Génesis 27 detenidamente, pareciera no
existir tal diferencia entre la porción de uno y de otro, por cuanto en lo que a la letra
respecta todas las bendiciones legadas a Jacob no eran sino externas y terrenas: “Dios,
pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de
mosto. Sírvanle pueblos, y naciones se inclinen a ti; sé señor de tus hermanos, y se
inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, y benditos los que
te bendijeren” (vs.28-29).

Ahora compárenlo con la bendición otorgada a Esaú: “… He aquí, será tu habitación en
grosuras de la tierra, y del rocío de los cielos de arriba; y por tu espada vivirás, y a tu
hermano servirás; y sucederá cuando te fortalezcas, que descargarás su yugo de tu
cerviz.” (Vs.39-40), ¿Desde la perspectiva terrena, no fue la porción de Esaú
prácticamente tan buena como la de su hermano Jacob? ¿Por qué entonces habría de
estar Isaac tan apenado (v.33) de que Jacob, y no su hijo favorito Esaú, fuera el
beneficiario de semejante e inmensurable bendición si en la promesa no había mayor
contenido ni nada más profundo que lo que la letra denota por sí misma? ¿Y por qué
habría de encenderse el odio de Esaú contra Jacob (v. 41), a no ser que la porción que
le tocó haya sido en gran manera inferior a la de su hermano? – si la porción de Jacob
no era más que “trigo y vino” (vs. 37) nada de esto tendría sentido.

Pero la dificultad que muchos han tenido respecto de lo anterior desaparece de
inmediato cuando discernimos el lenguaje contenido en aquella bendición divina que
Isaac declaró sobre Jacob. Una vez que se reconoce que (muchas veces) en el Antiguo
Testamento las cosas celestiales eran expresadas en términos terrenos, y que las
bendiciones espirituales eran establecidas bajo la figura de lo material, entonces muchos
pasajes se verán aclarados. Que no estamos haciendo ninguna interpretación forzada o
arbitraria de nuestra parte queda claro por Hebreos 12:17, en donde el Espíritu Santo
mismo estableció de manera definitiva el significado de los términos utilizados en
Génesis 27: a no ser que las bendiciones espirituales prometidas a los escogidos de Dios
en Cristo hayan sido tipificadas en significado y místicamente previstas por las
bendiciones terrenas otorgadas a Jacob, el Apóstol jamás hubiera sido llevado a decir
que Jacob heredó “la bendición” y que Esaú fue “rechazado,” porque en lo que a
bendiciones terrenas se refiere podemos decir que ambos heredaron prácticamente lo
mismo.

¿No queda claro entonces, querido lector, que había otro tipo de “bendiciones,” que
estaban latentes y ocultas, y que, aunque invisibles, eran sustancialmente eternas y de
tipo espiritual, en donde “el trigo y el vino” prometidos a Jacob no eran sino sombras, y
que fue eso lo que marcó la vital y tremenda diferencia para con las cosas temporales
concedidas a Esaú? Por esto es que la porción de Jacob es llamada “la promesa”
(Heb.12:17). Obsérvese también el énfasis que hace Isaac en Génesis 27:33, “Yo le
bendije, y será bendito,” lo que implica que las mismas bendiciones espirituales que Dios
hizo a Abraham fueron entonces hechas a Jacob a través de él, dado que Jehová empleó
el mismo lenguaje cuando bendiciendo al padre de todos los creyentes dijo,
“bendiciendo te bendeciré”[9] (Gén.22:17). Una mayor evidencia de la igualdad entre la
porción de Abraham y la de Jacob es vista en las últimas palabras de la bendición de
Isaac: “malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren” (Gén.27:29) –
palabras que no figuran en la bendición dada a Esaú - siendo parte de las palabras
originalmente usadas para con Abraham: véase Génesis 12:2-3.

Cuan bajos y mezquinos son los pensamientos ahora agasajados por muchos tocantes a
la porción que Dios concedió a Su pueblo en las primeras edades del mundo. Que gran
ignorancia se deja ver por quienes suponen que ser bendecidos en “las tiendas y en las
cestas” era lo mejor que los espirituales de Israel pudieron recibir de Dios. Incluso mucho
de lo contenido en el Antiguo Testamento en sí condena una concepción tan crasa.
Observad los Salmos. Ahí leemos una y otra vez del hombre “bienaventurado”

[9] KJV; JBS

(bendecido). ¿Quién es él? ¿El que posee muchas tierras, ganado y rebaños? Ciertamente
no. Si leyeras la descripción que David hace del hombre bienaventurado, como dice
Pablo, leerías: “Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos
pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”
(Rom.4:7-8).

En la dispensación Neo-testamentaria el misterio escondido tras la letra del Antiguo –
misterio que fue siempre conocido por los espirituales, pero permanecía oculto para el
hombre natural – queda plenamente develado. Ya hemos ejemplificado esto, y
podríamos fácilmente dar muchos ejemplos más; pero solo añadiremos uno. Al
comienzo de la dispensación presente, Pedro, dirigiéndose a sus hermanos en la carne
desde el pórtico del templo, dijo, “Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto
que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas
todas las familias de la tierra” (Hech. 3:25). Para los oyentes de Pedro esas palabras
significaban poco o nada más de lo que significan para los literalistas de hoy en día,
entendiendo en ellas no más que una referencia a la Canaán y cosas terrenas. Por eso
Pedro expone y declara: “A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado (por
encarnación) a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta
de su maldad” (3:26).

En su severa carnalidad los judíos, cuyos ojos estaban velados por la mera letra de las
promesas en lo terreno, esperaban un Mesías que habría de traer consigo un reino
terrenal, investido de fastuosidad y gloria mundanas. Pero Pedro está anunciando algo
infinitamente mucho más dichoso de lo que sería si Dios hiciese a todos sus herederos
reyes y emperadores mundanos, esto es, salvación (liberación) de la pena y del poder
del pecado. Él menciona esa única bendición en lugar de todas las demás, mostrando al
mismo tiempo de que naturaleza eran (son) todas las demás; y también porque la que él
menciona es la principal y la antecesora (precursora) de todas las otras. Aquí el Apóstol
estaba siguiendo el ejemplo de su Maestro, porque prácticamente al comienzo de su
ministerio Cristo dijo que los “bienaventurados” no eran los que tenían altos cargos, o
los poseedores de oro y plata, sino los “pobres en espíritu,” los “mansos,” los “puros de
corazón,” etc. (Mateo 5).

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.” El “en los lugares celestiales”
sumado a “toda bendición espiritual” exigen que les prestemos una especial atención.
Qué estas frases no son sinónimos que están expresando las bendiciones de Dios en
palabras distintas pero con un mismo significado como refiriéndose a la misma cosa es
evidente, por cuanto no dice “espiritual” y “celestial” ni tampoco “espiritual o “celestial”;
todas esas bendiciones son espirituales, y todas se encontraban en los lugares celestiales
en Cristo. ¿Una vez realizada la distinción, qué denota entonces la idea de “en los lugares
celestiales”? Los “dispensacionalistas” dicen que establece un contraste con las
bendiciones terrenales que pertenecen al Israel nación. Pero eso es un error. La clave
que ofrece la respuesta a nuestra pregunta figura en las últimas palabras; “en los lugares
celestiales en Cristo.” Ahora bien, cuando las palabras “en Cristo” son usadas a modo
contraste, resulta ser siempre la antítesis de la expresión “en Adán,” pero nunca de Israel
o de la tierra como se pretende.

Toda la raza humana estaba en los lomos de Adán. Además, en el Edén Adán fue puesto
como representante legal y cabeza federal de su descendencia. Todos fuimos creados en
Adán, y en él fuimos asimismo bendecidos: “Y los bendijo Dios, y les dijo,” etc. (Gén.
1:28). Y siendo creado a imagen y semejanza de Dios (Gén. 1:26), era, en este respecto,
un hombre espiritual, por cuanto tal es la imagen de Dios: véase Colosenses 3:10. El
hecho de ser constituido a imagen de Dios era la base de aquella concesión que aseguraba
tanto su bendición como la de su posteridad. Sus gracias eran espirituales, y su vida y
comunión con Dios eran espirituales; y por eso en verdad puede decirse que fue
“bendecido con bendiciones espirituales,” como así también con cosas terrenales
(“sojuzgad”, etc.), aunque todo esto en la medida en que la “sangre y carne,” estando en
condiciones terrenas, son capaces. Y dado que todos nosotros estábamos “en Adán,”
fuimos todos bendecidos con bendiciones espirituales.

Sin embargo, en su condición no caída, Adán no era sino “sangre y carne” y un hombre
terrenal, y no podía disfrutar a Dios como habrá de ser visto y gozado en el cielo. De
ahí la distinción esgrimida en 1 Corintios 15:47: “El primer hombre es de la tierra,
terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.” Y como ese hombre era
terrenal, así también nosotros siendo de él, seguiríamos siendo terrenales si no hubiese
caído, sin ningún estadio mayor al cual avanzar: 1 Corintios 15:48. Pero siendo Cristo
Señor del cielo, Hombre Celestial, y siendo nosotros “benditos” (bendecidos) en Él y
junto con Él, somos bendecidos en las cosas celestiales, o con bendiciones celestiales,
siendo elevados con Él a lugares celestiales (Ef.2:6): porque cual el Hombre celestial,
Cristo, así son (en condición y estado) quienes están en Él. El Cielo es la patria originaria
de Cristo, Él es Señor de ella, y siendo nosotros unidos a Él en relación de pacto y
estando unidos con Él en un mismo espíritu, necesariamente habremos de tener parte
en Su heredad. Por eso es que ha afirmado diciendo, “para que donde yo estoy, vosotros
también estéis” (Juan 14:3). Así, el pueblo favorecido de Dios es bendecido en Cristo con
toda bendición celestial, y no solamente espiritual, como lo fue Adán (y la raza en él)
en su condición primitiva, previa a su caída.

Ahora, la suma y la sustancia de las bendiciones espirituales y celestiales con las que toda
la elección de gracia (los escogidos) fue bendecida en Cristo, son descritas en los
siguientes versos como se cita a continuación. “Según nos escogió en él antes de la
fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor
habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según
el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo
aceptos en el Amado.” En el versículo 3, Dios es ensalzado por su acto eterno de
“bendecir” a los suyos. En los versículos 4-6 se nos enseña como todas las bendiciones
dependen de la elección de Dios realizada en la eternidad pasada y como de igual modo
todo depende de Jesucristo. Un pasaje paralelo se halla en 2 Timoteo 1:9; “Quien nos
salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el
propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los
siglos”: todas las bendiciones de Efesios 1:3 están expresadas aquí bajo el término
singular “gracia.”

¿Cómo son comunicadas las bendiciones de Efesios 1:3 a los elegidos en términos de
tiempo, o, en otras palabras, como es obrado en la historia humana el “propósito eterno
que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor” (Ef. 3:11)? Esto es revelado en Efesios 1:7-14.
Como se verá a simple vista en esos versos, todo gira en torno a la primera cosa
mencionada, a saber, “la redención” por la sangre de Cristo. Esto, necesariamente debe
considerarse para la última sección de este artículo. Mientras tanto instamos al lector
interesado a, en oración, leer y re-leer todo lo que ha sido dicho, y a “examinarlo todo,
y retener lo bueno” (1 Tes.5:21).
 
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EL DISPENSACIONALISMO REFUTADO

Por Arthur Walkington Pink (1886-1952)

Las citas bíblicas de esta traducción corresponden a la versión española RVR 1960, y en
casos excepcionales quedará advertido por notas al pie.

Varias de las notas y referencias hechas al pie de página así como muchos de los paréntesis,
fueron agregados por el traductor a fin de brindarle al lector una mayor comprensión a
través de definiciones, sinónimos, y aclaraciones que hacen a la calidad de la traducción.


Traducida y adaptada al español por Mariano Leiras de la versión en inglés
“Dispensationalism.”


Parece adecuado aclarar que esta obra, escrita en 1934, debe ser distinguida de la obra conocida
como “La Aplicación de las Escrituras” escrita por el mismo autor por el año 1952, pese a que esta
última, aunque bastante más corta, presente muchas similitudes con la primera.


Esta traducción en su formato digital es de reproducción libre y
gratuita. Se prohíbe su comercialización y/o cualquier fin de lucro a
partir de la misma.

El Traductor.


EL PROPÓSITO DE DIOS

Tercera Parte

Reanudemos el punto donde dejamos la segunda sección de nuestro artículo, “en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”
(Ef. 1:7). El lector perspicaz enseguida verá un cambio en el tiempo verbal empleado
respecto al de los versículos precedentes. En el verso 3 era “que nos bendijo,” en el 4
“nos escogió,” en el 5 “habiéndonos predestinado,” y en el verso 6 “nos hizo aceptos”;
en cada caso se está haciendo referencia al acto o decisión del Padre dentro del pacto
eterno, antes de que la fundación del mundo fuera concretada. Pero en el versículo 7 es
“en quien tenemos redención,” etc. – y entonces otra lista de bendiciones es introducida,
bendiciones que vienen a ser la porción de los santos llevada a términos de tiempo, y
que asimismo son los medios mediante los cuales alcanzan el objetivo final de la gloria
eterna.

Realizar aquí una exposición de Efesios 1:1-7 nos alejaría bastante del tema, así que
debemos contentarnos con un simple esbozo. Primero, todas las bendiciones que ahora
gozan los elegidos de Dios están basadas (sustentadas) en la “redención” que obtienen en
Cristo. Segundo, se nombran tres bendiciones integrales: “perdón de pecados,” que es
el sentido negativo de la justificación. Luego la regeneración, o la obra vivificante
(avivadora) del Espíritu Santo (v.8): la grandeza de esta bendición queda expuesta al
decir “que hizo sobreabundar para con nosotros”; su naturaleza – obrando “sabiduría (cf.
Sal. 19:7, Prov. 2:10, Ef. 1:17) y prudencia” en nosotros; el factor causante, “el puro
afecto de su voluntad” (v.9). Tercero, hacer saber (conceder conocimiento de) todo lo
que está en los versículos 3-8, lo cual es obrado por la predicación de la Palabra. Y es
en este último punto que debemos explayarnos más.

Como declara el primer versículo de la epístola a los Hebreos, no fue solo “muchas
veces” (como de a fragmentos, por así decir), sino también en “diversas maneras” que
Dios, en edades pasadas, comunicó a los hombres un conocimiento de Sus designios
eternos. Y, aunque las “maneras (formas)” fueran diversas o variadas, había una unidad
inconfundible subyaciendo en todas, como también un notable desarrollo (desenlace).
En el centro de todo aparecía la revelación del Pacto de Gracia, el cual, al entenderse
en su más amplio significado, abarca todos los designios y operaciones concernientes a
la redención de los escogidos de Dios por medio de Jesucristo. El Pacto de Gracia
mantiene un marcado contraste con el Pacto (o “ley) de Obras, bajo el cual fue
establecido primeramente el hombre. Este Pacto de Gracia (o Pacto Eterno) es la base,
el fundamento, de todo el favor comunicado a la Iglesia redimida a través del tiempo y
la eternidad.

Ahora el Pacto de Gracia es dado a conocer en el “Evangelio”, el cual, como dice Gálatas
3:8, fue “predicado a Abraham,” y también “fue predicado” a la nación de Israel, como
dice Hebreos 4:2. Cuando ese Evangelio es abrazado sinceramente y de corazón, hay
una obra (transacción) de pacto que toma lugar entre Dios y Cristo y cada creyente: esto
es lo que significa “abrazar[10] el pacto de Dios” (Isa. 56:4,6), y lo que fue representado
de antaño cuando el hombre entró en un pacto con Dios. Es entonces cuando Dios
también entra en un pacto con nosotros, porque cuando el pecador creyente recibe el
Evangelio de todo corazón, ya ha hecho todo cuanto de él se requiere; por cuanto una
de las promesas del pacto, propuesta por Dios al hombre es, que aquel que de una vez
realmente crea y acepte la oferta que le fue dada en el Evangelio, permanecerá en el (no
se apartará) y ciertamente recibirá todas sus bendiciones. Por esto es un Pacto Eterno,
porque asegura la vida eterna, y no puede ser incumplido o quebrado por ninguna de las
partes.

Los términos de este Pacto que Dios ha hecho con Su pueblo son descritos en las
siguientes palabras: “Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles
bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí”
(Jer.32:40). Este es el pacto del que David dijo, “Él ha hecho conmigo un pacto eterno,
ordenado en todo y seguro. Porque toda mi salvación y todo mi deseo, ¿no los hará
ciertamente germinar?” (2.Sam. 23:5). El tenor de éste pacto de Dios se describe así,
“Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice
el Señor: pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré
a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo; y ninguno enseñará a su prójimo, ni
ninguno a su hermano, diciendo: conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde
el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me
acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (Heb.8:10-12).

Este Pacto de Gracia también es llamado en la Escritura como el segundo o nuevo pacto,
en distinción del anterior y viejo pacto. Este es el Pacto entre el Dios Trino y el Cristo
Mediador. El primer o viejo pacto fue concertado entre Dios y el primer Adán como
representante de toda la raza humana, como cabeza federal y pública (Oseas 6:7; Job
31:33). El pacto entre Dios y el postrer Adán, el Redentor de los escogidos, Cabeza
federal (legal) y representativa de ellos, es un segundo y nuevo pacto; y es sobre éste
donde yace (recae) el fundamento del pacto entre Dios y los creyentes. Definitivamente,
el pacto entre Dios y Cristo no es “nuevo,” por cuanto fue concertado mucho antes de
que Adán siquiera fuera creado; pero se le llama “nuevo” en la medida en que fue dado a
conocer al hombre
, más plenamente, en contraste con el Pacto de Obras, bajo el cual toda
la humanidad antecedía a la redención de Cristo; y que además fue expuesto y tenido
más en vista bajo la economía o dispensación Mosaica.

[10] echarse/recostarse sobre el pacto de Dios (“laying hold of God’s covenant”).

El pacto hecho con los hijos de Israel fue en la forma de un pacto de obras. La ley que
rige por obras fue expuesta primero y claramente traída a la vista, a fin de que se sepa
lo que realmente es; y el pacto de gracia, o el Evangelio, aunque revelado, y contenido
en aquel pacto (con Israel), no fue establecido en plena vista, sino más bien encubierto
y hasta en cierta medida oculto bajo los tipos y sombras de aquel pacto; bajo la forma de
un pacto de obras, así como el núcleo de avellana está recubierto y oculto bajo la cáscara
que lo rodea. Así, quienes no eran espirituales, desatentos y sin discernimiento, solo
veían lo externo, considerándolo todo como un pacto de obras; esperando poder
justificarse por medio de el. Y ciertamente, como se deja ver en los días de los apóstoles,
este fue el caso de la nación judía en general. Buscaban la justicia y la justificación, según
lo establecido por el pacto de obras: ignoraban la justicia de Dios, e intentaron establecer
la suya propia mediante las obras de la ley (Rom. 9:32, 10:3).

“Esta forma del pacto de obras es representada por el velo que Moisés puso sobre su
rostro al dirigirse al pueblo: “y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para
que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido.
Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el
antiguo pacto [testamento], les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo
es quitado. Y aún hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre
el corazón de ellos” (2 Cor.3:13-15). En vista de eso, considerando y exhibiendo el pacto
de obras, el apóstol Pablo se refiere a la ley dada en el Sinaí, a aquella dispensación,
llamándola como “el ministerio de muerte grabado con letras en piedras…” (2 Cor.3:7).
Por eso se dice que “la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad
vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). La dispensación bajo Moisés era de
carácter legal, exhibiendo la ley a modo de un pacto de obras; su propósito, y tal vez el
principal, era revelar el carácter estricto de la ley Divina, la gloria y el alcance de la
misma; como preludio necesario para traer la clara y abierta manifestación del pacto de
gracia; el cual yacía entonces oculto en gran medida, y era revelado bajo la forma de
tipos; así es como el todo no era sino una sombra de los bienes del pacto de gracia
(Heb.10:1).

Por tanto la revelación entregada por Moisés es llamada la ley: y el pacto en el cual
entraron los hijos de Israel, es representado como uno legal, un pacto de obras,
contrario al pacto de gracia, como un pacto distinto y nuevo. Una cita de las Escrituras,
entre las muchas que pueden darse, reafirmará esto: a saber, Hebreos 8:6-9. Por
consiguiente el Evangelio es llamado el “nuevo testamento [pacto],” y la dispensación
Mosaica es llamada el “antiguo testamento [testamento]”: véase 2 Corintios 3:6-14.

El pacto de gracia ha sido revelado a los hombres, y ha sido administrado de distintas
formas, y por varios métodos desde que el primer contacto de la misericordia con los
pecadores tuvo lugar, sucedido prontamente luego de la primera apostasía (deserción)
humana; y por medio de ella es que todo verdadero creyente ha alcanzado la salvación
desde aquel entonces hasta hoy; y nadie jamás se ha salvado de otro modo, ni nunca
nadie jamás habrá de alcanzar la salvación por otro modo hasta el fin del mundo. Y a este
respecto es que es un pacto eterno… De Moisés a la venida de Cristo, el pacto de gracia
fue administrado y dado a conocer: y el evangelio fue predicado a los hijos de Israel
durante todo ese tiempo, y todos los piadosos fueron salvados por el, aunque estaba
encubierto bajo la forma de un pacto de obras, como ya se ha observado y explicado.

La ley, como un pacto de obras, no fue exhibida a los hijos de Israel cuando por Moisés
les fue entregada, a la manera que ahora la hemos explicado, bajo la noción de que
ningún hombre podía obtener el favor de Dios y ser salvo mediante esta ley o pacto; por
cuanto es algo imposible. Pero esta ley fue así revelada y añadida, a fin de que se sepa
que era la ley, y para que por ella los hombres fuesen convencidos de que ningún hombre
puede justificarse por las obras de la ley, y de que por sus pecados recaen bajo la
maldición de ella; y para que siendo convencidos de esto, perdiendo toda esperanza de
salvarse mediante el pacto de obras, sean guiados a comprender y a abrazar el pacto de
gracia, el camino de salvación que es por la fe en el Redentor. Esta es la luz en la que el
apóstol Pablo establece este punto: “¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios?
En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera
verdaderamente por la ley. Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la
promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes” (Gál.3:21-22).

Y a este fin fue que respondió (sirvió) la revelación de la ley para con aquellos que fueron
salvados bajo la antigua dispensación. Y está pensada y diseñada para responder a ese
mismo fin para con aquellos que habrán de salvarse hasta el fin del mundo: porque por
el conocimiento (revelación) de la ley es el conocimiento del pecado y de la maldición
de Dios, bajo la cual se hallan todos los hombres que no creen en Cristo. Así es como
Pablo explica el asunto en relación consigo mismo: “… Yo no conocí el pecado sino por
la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el
pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin
la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el
mandamiento, el pecado revivió y morí” (Rom.7:7-9). Aunque aún el Redentor no
había realizado ni pasado por todo aquello que habría de emprender y de sufrir, todos
los creyentes que vivieron en tiempos anteriores a Su encarnación fueron salvados en
virtud de Su obediencia y de Sus padecimientos, los cuales habrían de tener lugar en su
debido tiempo, dado que Él se comprometió a ello haciéndolo efectivo.

Confiamos en que la diferencia entre el pacto de obras y el nuevo pacto, el pacto de
gracia, haya sido expuesta con claridad. El primero requiere de obediencia perfecta
(completa) como condición para la vida, como el precio para obtener el favor de Dios,
todo lo cual es la justicia por las obras de la ley. El último consiste en un testimonio y
una promesa de parte de Dios, no requiriendo nada del hombre excepto que crea en
aquella promesa y testimonio, lo que implica una cordial recepción de los bienes
ofrecidos y expuestos en este pacto, sin ofrecer absolutamente nada como precio por
ellos; sino recibiéndolas como un regalo gratuito para el pecador, quien es infinitamente
culpable y maldito. La condición del primero queda fuera del alcance del hombre: por
cuanto es imposible que pueda justificarse por él dado que es un pecador. El último es
hecho efectivo a cada uno de los elegidos de Dios mediante Su Espíritu, salvando a todo
aquel que cree.

El Apóstol Pablo establece la diferencia y la contrariedad entre estos dos pactos a partir
de los escritos de Moisés, lo cual prueba a su vez que ambos pactos ya habían sido revelados
en aquella dispensación. Sus palabras dicen así: “Porque de la justicia que es por la ley
Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas (véase Lev.18:5).
Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo?
(esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿Quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer
subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿Qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu
boca y en tu corazón (véase Deu.30:11-14). Esta es la palabra de fe que predicamos:
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios
le levantó de los muertos, serás salvo” (Rom.10:5-9).

“En la predicación del Evangelio el pacto de gracia es propuesto y sus bendiciones son
ofrecidas a todos cuantos se acercan con un corazón creyente y cordialmente aprobando
el camino de salvación por el planteado; para quienes haciendo así, cumplen con lo que
de ellos es requerido en el pacto y como consecuencia toman parte en todas sus
promesas” (Samuel Hopkins). Cristo y Sus beneficios son ofrecidos a todos cuantos oyen
el Evangelio: El Señor Jesús dijo, “el que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene
quien le juzgue…” (Juan 12:48), y nadie puede rechazar aquello que jamás le fue
“ofrecido.”

La larga cita que hemos realizado pertenece a un contemporáneo de Jonathan Edwards,
y contiene uno de los tratos más lúcidos e ilustradores que se le pueden dar al tema que
nos ocupa de entre todo aquello que hemos leído. Muy honestamente la recomendamos
a los lectores interesados. Arroja un torrente de luz acerca de la economía Mosaica.
Enseña como bajo la dispensación del Antiguo Testamento el Pacto Eterno iba siendo
administrado y sus bendiciones derramadas. Y dirige la atención al hecho de como la
Ley y el Evangelio (que parecieran ser elementos incompatibles) estaban siendo
proclamados al mismo tiempo, las demandas de Dios siendo ejercidas y la gracia de Dios
siendo manifestada en el mismo período.

De todo lo que hemos visto, debe quedar claro que la predicación del Evangelio implica
y conlleva la declaración de todo el sistema de verdad y de ordenanzas contenido en las
Escrituras. Aunque algunas verdades son más esenciales y relevantes que otras, y aunque
el Evangelio pueda en verdad predicarse obviando algunas de ellas, con todo no puede
ser plenamente predicado al menos que el todo de la revelación Divina sea presentado,
por lo que en cierta medida será defectuosa. Por consiguiente, predicar el Evangelio es
hacer como Pablo que “anunció [declaró] todo el consejo de Dios” (Hech.20:27). Cada
doctrina revelada en la Palabra, y cada ordenanza prescrita, mantiene una conexión con
el todo, y todo ello termina por formar un único sistema consistente.

Finalmente, luego de todo lo que hemos dicho debería quedar claro que la predicación
del Pacto de Gracia (el Evangelio) no anula la Ley de Dios, ni tampoco aparta al hombre
del deber y la obediencia; sino que requiere y demanda obediencia a todo aquel a quien
le es predicado. La ley no es abolida en lo absoluto en el alcance y la rigurosidad de sus
preceptos en el Evangelio. La libertad de la maldición de la Ley obrada por Cristo a
favor de Su pueblo, no reduce en lo más mínimo sus obligaciones de obedecer
perfectamente la Ley, del mismo modo que cuando sanó al paralítico también le fue
necesario decirle “… no peques más, para que no te venga alguna cosa peor” (Juan 5:14).
No, la ley permanece tanto en su medida y en carácter de cumplimiento para el cristiano
como lo ha sido siempre, y no es más santo de lo que lo es en su conformidad a la ley,
amando a Dios con todo su corazón, mente y fuerza y a su prójimo como a sí mismo.
Así, la predicación del Evangelio no invalida la Ley, sino que la confirma (Romanos
3:31).
 
Los 144 mil seran israelitas de las 12 tribus ..porque serian sellados para predicar si la iglesia se encarga d eso?? No es asepcion d personas sino orden de Dios
 
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Jesus prohibio predicar a los gentiles ...no es asepcion d personas es dispensacionalismo ordenado por Dios
 
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Jesus prohibio predicar a los gentiles ...no es asepcion d personas es dispensacionalismo ordenado por Dios


Jesús prohibió predicar a paganos, no a gentiles, la Biblia no se contradice:

https://forocristiano.com/threads/la-doctrina-del-arrebatamiento-de-la-iglesia.56362/post-3380353

El Israel de Dios (el Israel creyente, no el incrédulo) siempre estuvo compuesto de judíos y gentiles creyentes (prosélitos):

H1616
— גֵּר guer; o (compl.) גֵּיר gueir; de H1481; prop. invitado; por impl. extranjero: — extranjero, forastero, morar en tierra ajena.
— גֻּר gur. Véase H1482.
 
Jesús prohibió predicar a paganos, no a gentiles, la Biblia no se contradice:

https://forocristiano.com/threads/la-doctrina-del-arrebatamiento-de-la-iglesia.56362/post-3380353

El Israel de Dios (el Israel creyente, no el incrédulo) siempre estuvo compuesto de judíos y gentiles creyentes (prosélitos):

H1616
— גֵּר guer; o (compl.) גֵּיר gueir; de H1481; prop. invitado; por impl. extranjero: — extranjero, forastero, morar en tierra ajena.
— גֻּר gur. Véase H1482.
Mentiras ....a pedro le sorprendio y le estubo extrano q el Espiritu lo enviara a cornelio el cual no era pagano ..es obvio q a lo menos pedro entendio q la prohibicion girabs rn torno a los gentiles y no a paganos ..y no solo le sorprendio a pefro sino que los hermanos tambien se sorprendieron diciendo de modo que tanbien a los gentiles Dios les a dado arrepentimiento oara vida...sabiendo q en el contexto de cornelio y su casa no se trataba de paganos
 
Por otra parte la pechita fue una traduccion del griego al arameo .no directamente escrita de manuscritos arameos .lo q coloca la traduccion en base al criterio del traductor y no necesariamente al pensamiento del original
 
Mentiras ....a pedro le sorprendio y le estubo extrano q el Espiritu lo enviara a cornelio el cual no era pagano ..es obvio q a lo menos pedro entendio q la prohibicion girabs rn torno a los gentiles y no a paganos ..y no solo le sorprendio a pefro sino que los hermanos tambien se sorprendieron diciendo de modo que tanbien a los gentiles Dios les a dado arrepentimiento oara vida...sabiendo q en el contexto de cornelio y su casa no se trataba de paganos


Nada de mentiras, Cornelio era pagano:

Hch 10:25 Y cuando Pedro entraba, Cornelio salió a recibirle; y postrándose a sus pies, le adoró.
Hch 10:26 Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate; yo mismo también soy hombre.
 
Última edición:
Nada de mentiras, Cornelio era pagano:

Hch 10:25 Y cuando Pedro entraba, Cornelio salió a recibirle; y postrándose a sus pies, le adoró.
Hch 10:26 Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate; yo mismo también soy hombre.

Juan tambien

" yo me postre para adorar Al angel y el me dijo ,no lo hagas"
 
Que pajooo?. Silenciooo ,,solo se oye el coqui ,,que bonito ,

Coqui,,,,coqui,,,
 
[/QUOTE]
EL DISPENSACIONALISMO REFUTADO

Por Arthur Walkington Pink (1886-1952)

Las citas bíblicas de esta traducción corresponden a la versión española RVR 1960, y en
casos excepcionales quedará advertido por notas al pie.

Varias de las notas y referencias hechas al pie de página así como muchos de los paréntesis,
fueron agregados por el traductor a fin de brindarle al lector una mayor comprensión a
través de definiciones, sinónimos, y aclaraciones que hacen a la calidad de la traducción.


Traducida y adaptada al español por Mariano Leiras de la versión en inglés
“Dispensationalism.”


Parece adecuado aclarar que esta obra, escrita en 1934, debe ser distinguida de la obra conocida
como “La Aplicación de las Escrituras” escrita por el mismo autor por el año 1952, pese a que esta
última, aunque bastante más corta, presente muchas similitudes con la primera.


Esta traducción en su formato digital es de reproducción libre y
gratuita. Se prohíbe su comercialización y/o cualquier fin de lucro a
partir de la misma.

El Traductor.


EL PROPÓSITO DE DIOS

Cuarta Parte

No somos inconscientes de que esta revista es leída por dos grupos bies diferenciados de
personas. Primero, está siendo enviada a un piadoso número de predicadores, y a otros que
están puestos para las profundidades de Dios. Segundo, la mayoría de quienes la reciben no
han gozado de los privilegios de los primeros, quedando gravemente rezagados cuando
agarran artículos como éste del “Dispensacionalismo.” Así la felíz tarea que tenemos de
procurar ministrar a aquellos cuyas necesidades coinciden, pero cuyas capacidades
(aptitudes) para recibir y digerir la comida varían mucho, presenta sus dificultades. Por un
lado, deseamos (mediante la gracia de Dios) mantener el nivel indicado por el título de
nuestra revista “Estudios sobre las Escrituras,” y por el otro, procuramos sabiduría de lo alto
para poder ministrar de manera tal que hasta los bebés en Cristo sean edificados. Por tanto,
se nos ha ocurrido que realizar un sumario de los últimos tres artículos (lo cual es uno
dividido en tres partes) podría ser de gran ayuda para muchos.

Primero que todo hemos señalado que el texto preferido de los “Dispensacionalistas” es –
“… que usa [divide] bien la palabra de verdad” (2.Tim.2:15) – el cual no hace referencia
alguna a seccionar la Palabra de Dios, ni a confinar grandes porciones de ella a contingentes
pasados. En lugar de eso, 2 Timoteo 2:15 insta al ministro de Dios a que vea si está
administrando correctamente la Palabra en conformidad con las distintas condiciones y
circunstancias de su congregación. Los estados del alma de su familia espiritual mantienen
grandes diferencias; algunos están fríos e indolentes y requieren de estímulo; otros están
tristes y necesitan de consuelo; otros son ignorantes y precisan ser instruidos; otros se hayan
débiles y necesitan ser fortalecidos; otros andan coqueteando con el mundo y requieren ser
amonestados. Como un padre sabio adecua la dieta de su hijo en conformidad con su edad
y salud, así hará también todo pastor calificado (bien instruido).

En segundo lugar, hemos señalado que la mayoría de los “dispensacionalistas” comienzan de
un punto de partida equivocado; en lugar de comenzar con “la dispensación Adámica”
deberían volverse al Pacto Eterno, el cual Dios concertó con Cristo como representante
de todos Sus escogidos desde antes de la fundación del mundo; en lugar de comenzar con
Génesis 1, debemos hacer de Efesios 1:3-6 la base de nuestro estudio y pensamiento.
Porque es ahí que encontramos la clave que despliega ante nosotros “el programa de Dios
para las edades.” Es ahí que descubrimos el carácter y el contenido del propósito eterno de
Dios, propósito (designio) el cual, aunque de a poco, va cumpliéndose durante el curso de
la historia humana. Es ahí que aprendemos que el centro de los designios de Dios es
glorificarse a Sí mismo en y por medio de Cristo, a través de la redención de Su pueblo.

Comentando sobre el lenguaje de Efesios 1:3 procuramos repudiar un doble error que los
“dispensacionalistas” han creado allí: primero, que el contenido de éste verso describe
bendiciones que sólo reciben los santos de la presente dispensación Cristiana; y segundo,
que los términos a los que se refiere están en marcado contraste con las bendiciones
materiales que Israel gozó en Canaán. Que el verso 3 no puede restringirse a los cristianos
de ésta era queda claro por lo que se sigue en los versículos 4-6 – el conector “según nos”
al comienzo del verso 4 muestran que se está hablando de una y la misma compañía (grupo).
Ahora todos los escogidos de Dios, desde Abel en adelante, fueron “escogidos en Cristo,”
“habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos,” en donde “nos hizo aceptos en
el amado.” Esto debería quedar en sobremanera claro para cualquier lector espiritual que
con cuidado pondere los términos de Juan 10:16, Efesios 2:19-21, Hebreos 11:40.

Mientras refutábamos al segundo error dirigimos la atención al hecho de que los santos del
Antiguo Testamento, al igual que los santos del Nuevo, fueron “bendecidos con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.” Primero, señalamos como el
lenguaje de Efesios 1:3 establece un contraste marcado con las “bendiciones” que recibimos
en el Adán puro (previo a la caída). En Efesios 4:18 se les recuerda a los cristianos que en
su estado previo a la regeneración estaban “ajenos de la vida de Dios”: ahora, tal lenguaje
carecería de sentido si los santos jamás hubieran gozado de la vida de Dios. 1 Corintios
15:22 nos dice que “en Adán todos mueren,” murieron espiritualmente; por consiguiente,
todos alguna vez vivimos en Adán, vivimos espiritualmente. Pero Adán, siendo un hombre
terreno (“de la tierra, terrenal”), aunque que fuimos bendecidos con bendiciones espirituales
en él, con todo, no fue más que en un hombre terrenal. En bendita antítesis con esto, toda
la Elección de Gracia fue bendecida con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en
Cristo, el Hombre Celestial. Ese es el contraste señalado por Efesios 1:3.

Nótese que estas bendiciones espirituales en los lugares celestiales fueron “otorgadas
(heredadas)” en Cristo a todos los escogidos de Dios, desde Abel en adelante. Que “la
bendición de Abraham” (i.e. la bendición de Abraham recibida de Dios), era de tipo
espiritual y no material, queda claro por Gálatas 3:14; y que Abraham era consciente de que
la recepción última de esa bendición le aguardaba en el Cielo puede verse claramente en
Hebreos 11:11-16. Entonces procuramos mostrar que la “bendición” que Jacob recibió de
Isaac era idéntica a la “bendición de Abraham,” aunque fue expresada (encerrada) dentro
del lenguaje terreno. Tal declaración, una vez apreciada en las Escrituras (entendida como
Bíblica), debería revolucionar mucho de lo que entendemos de las Escrituras del Antiguo
Testamento: las bendiciones espirituales están frecuentemente referidas bajo figuras
materiales, bendiciones celestiales bajo sombras terrenales. Tal como se nos dice en
Apocalipsis 11:8 que la ciudad de Jerusalén es “espiritualmente llamada Sodoma y Egipto,”
así muchos de los sitios (lugares), objetos, y cosas mencionadas (referidas) en el Antiguo
Testamento tienen un significado espiritual.

Para ampliar el pensamiento que venimos teniendo hemos recurrido a los Salmos. Si los
leemos de manera imparcial no podemos más que ver que las experiencias del alma de los
espirituales en Israel estaban muy a la par de las de los más eminentes santos del Nuevo
Testamento. El primer Salmo de todos arroja la nota clave, y describe en profundidad al
hombre que es verdaderamente “bendito (bienaventurado).” Esa figura retórica abunda en
el Libro, lo cual se aprecia a primera vista, y cualquier intento de interpretarla literalmente
no hace más que reducirla a un absurdo. Tomemos el lenguaje del bien conocido Salmo 23:
¿Quién osaría entender por “delicados pastos” y “aguas de reposo” no más que alimento y
bebida materiales en un sin sentido? Entonces ¿porque aquellos que insisten en carnalizar al
Oráculo Sagrado[11] deberían ridiculizar a quienes le dan una interpretación espiritual a
“Monte de Sion,” “cedros del Líbano,” “el rocío de Hermón,” etc, etc.?

[11] Las Sagradas Escrituras

Más allá de las palabras es trágico hallar que quienes ahora son tenidos como los campeones
de la ortodoxia continúan prolongando el gran error en el cual cayeron los judíos de antaño.
Ellos tenían gran reverencia por las Sagradas Escrituras, tenían una confianza implícita en
su inspiración Divina, pero con todo, en su gran carnalidad, no vieron más que lo externo
(la mera letra) de la Palabra, literalizándolo todo y errando en el significado espiritual y
aplicación de las mismas. Incluso los apóstoles estaban siendo considerablemente
influenciados por semejante posición. Cuando su Señor les advierte en contra de la levadura
de los Fariseos y Saduceos, pensaron que los estaba reprendiendo porque “no habían traído
pan” (Mat.16:7). Cuando Él les dijo, “tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis”
entre ellos se preguntaban, “¿Le habrá traído alguien de comer?” (Juan 4:32-33). Con
semejantes ejemplos delante de nosotros, ¿no nos hacemos inexcusables si desestimamos
semejante advertencia? ¿No es cierto que las cosas espirituales solo habrán de “discernirse
espiritualmente,” y que para esto dependemos del adoctrinamiento del Espíritu Santo?

“Yo Jehová la guardo, cada momento la regaré; la guardaré de noche y de día, para que
nadie la dañe” (Isa.27:3). ¡Cuán bendito es ese idioma cuando puedo discernir en él la
promesa de Cristo nutriendo y preservando a Su Iglesia sobre la tierra! “No pondrás bozal
al buey cuando trillare” (Deu.25:4). Que bendición saber que eso fue escrito “enteramente
para nosotros,” para que los siervos de Dios sepan que “con esperanza debe arar el que ara, y
el que trilla, con esperanza de recibir del fruto” (1 Cor.9:10). Aquí el Espíritu Santo mismo
ha depositado una llave clave en nuestras manos para enseñarnos como abrir (descifrar) el
significado espiritual de las Escrituras del Antiguo Testamento: los “bueyes” no eran sino
figuras de los ministros evangelistas.

En siguiente lugar hemos procurado enseñar como Dios iba administrando el Pacto Eterno
durante la era del Viejo Testamento, ejerciendo Su gracia sobre todos los escogidos en
Cristo desde antes de la fundación del mundo durante el período legal, la economía
Mosaica. Este es indudablemente el aspecto más difícil de nuestro estudio, y si Dios así lo
quiere más adelante esperamos dedicar una serie de artículos a la consideración y exposición
de los pactos[12], de Dios con Noé, con Abraham, Israel, David, prestando especial atención
al Sinaítico. De todas formas, creemos que en nuestro artículo anterior ya hemos dicho
suficiente para el presente estudio, especialmente en aquella extensa cita que hicimos de
Samuel Hopkins, para arrojar una luz al respecto. Tanto como la Ley, el Evangelio también
fue predicado a Israel, en gran parte (aunque no únicamente) mediante todo el sistema
ceremonial y ritual (levítico) establecido bajo Moisés.

[12] Ver su obra: “The Divine Covenants” (Los Pactos Divinos)

En el propósito de Dios el Cordero “fue inmolado desde el principio del mundo” (Ap.13:8),
y por lo tanto, cada uno de sus escogidos vinieron a ser (al tiempo de su regeneración y
conversión) partícipes de los beneficios del sacrificio expiatorio que Cristo obró en su favor,
a saber, el derramamiento del Espíritu Santo, el don de la fe, el perdón de sus pecados, y
las “preciosas y grandísimas promesas de Dios.” Las cuales les fueron hechas en el Pacto de
Gracia, o en otras palabras, les fueron reveladas por medio del Evangelio de Dios. Dios
comenzó a administrar el Pacto de Gracia desde Abel en adelante, de lo contrario ningún
descendiente de la caída de Adán hubiera hallado gracia (favor) para con Dios. Ciertamente
este Pacto de Gracia fue administrado en distintas formas y en distintas maneras, sin
embargo su substancia fue siempre la misma. El rescate de Noé y su familia del diluvio, el
de Lot de Sodoma, el de Israel de Egipto, o el de Daniel del foso de los leones, funcionaban
todos como presagios (esbozos) del rescate redentor que Cristo obró para (por) Su pueblo.

Entregarle la Ley al pueblo de Israel sirvió a un número de distintos propósitos y
necesidades a ser consideradas desde varios ángulos. Primero, anuncia los requisitos
inmutables de la justicia y santidad de Dios. Segundo, revela su impotencia espiritual al
hombre natural (caído), su absoluta incapacidad de cumplir con las demandas de su Creador
y Gobernador. Tercero, revela la necesidad de un sacrificio vicario y sirviendo como una
cubierta constante en la ley ceremonial. Cuarto, también provee una norma de conducta
para quienes confiaban en la sangre del sacrificio y deseaban agradar al Señor, quien había
obrado tan agraciada provisión para suplir (cumplir) con sus necesidades más profundas. La
Gracia reina a través de la justicia (Rom.5:21), y no a expensas de ella; y si todos los detalles
del pacto Sinaítico son cuidadosamente ponderados, se hallará un maravilloso mixturado
entre la justicia y la misericordia, gracia y justicia, Ley y Evangelio. Pero como esperamos
dedicar un artículo (capítulo) aparte en consideración de la Ley en esta misma serie, no
anticiparemos más sus contenidos.

Pocos pasajes en el Nuevo Testamento ofrecen más ayuda de la que ofrece Romanos 10:5-
9 cuando consideramos el variado carácter de la economía Mosaica. Ahí el Apóstol cita del
Pentateuco, el cual parece que nuestros modernos “Dispensacionalistas" perdieron
completamente de vista. En Deuteronomio 30:14 hallamos a Jehová diciendo por medio
de Moisés, “Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la
cumplas”- observa todo el pasaje: versos 11-15. Así, el Espíritu Santo, mediante la pluma
del Apóstol, expresamente declara que se trata de “la justicia por (de) la fe” (i.e. el
Evangelio). Y entonces Pablo añade, “esta es la Palabra de fe que predicamos.” Dejad que
el lector atentamente sopese el lenguaje de Deuteronomio 30:11-14 y que entonces
pondere el comentario que el Apóstol inspiradamente realiza sobre dicho pasaje: ¿no
proporciona este ejemplo una clara evidencia de que el lenguaje (idioma) del Antiguo
Testamento solamente puede comprenderse a la luz del Nuevo?

Pero hay algo más en el pasaje de Deuteronomio que deseamos que el lector vea
particularmente con claridad. Además el Apóstol afirma en un lenguaje claro que el
Evangelio que él predicaba también había sido proclamado por Moisés, como lo repite en
Romanos 3:21, “la justicia de Dios” (a saber, la obediencia perfecta de Cristo que es
imputada a todos cuantos creen en Él: Romanos 3:24), que ahora ha sido más plena y
abiertamente manifestada bajo este nuevo pacto o testamento, la cual fue “testificada por la
ley y por los profetas
.” Nótese bien que la Ley y los profetas no solo “predijeron” la justicia de
Dios, sino que también definitivamente la “testificaron.” Mayor prueba de esto es otorgada
por el Apóstol Pablo en Romanos 4, en donde cita los casos de Abraham y de David, siendo
justificados por la fe sin las obras de la ley.

Cuan claro es entonces que el Antiguo Testamento posee una unidad central; a saber, que
Dios ha tenido una única forma (camino) de salvar desde el principio; y que el Pacto de
Gracia ha sido administrado por Él en cada etapa de la historia humana. Y cuan claro queda
que los modernos “dispensacionalistas” tienen una concepción del todo errónea de la
economía Mosaica. La enseñanza de la “Biblia Scofield,” y todos los que hacen eco de sus
novedades engañosas y perniciosas, han de ser fuertemente resistidas, sin importar cuan
impopular se considera dicha resistencia entre los “Fundamentalistas.”

Cuando un hombre realiza la declaración premeditada, “Como una dispensación que es, la
gracia comienza con la muerte y resurrección de Cristo, el punto de prueba ya no es más la
obediencia legal
como condición de salvación, sino que lo es ahora el aceptar o el rechazar a
Cristo” (como el Sr. Scofield lo hace en su nota de Juan 1:16), de una vez expone una
ignorancia fundamental tanto de “la Ley” como del “Evangelio,” y por tanto no es un sano
enseñador para los amantes de la Verdad a seguir.

En conclusión, podemos sugerir que aquellos que han sido capaces de seguir este artículo
(el sumario), y que, Dios mediante, han sido ayudados por el, pueden volver atrás y en
oración estudiar los tres artículos previos. Y en gran manera valoramos las oraciones del
pueblo de Dios para que definitivamente podamos ser guiados por el Espíritu Santo en la
confección de los artículos que restan para concluir esta serie. Las necesitamos en gran
manera. Las dificultades para recibirlas también son grandes, por cuanto todos nosotros
tenemos mucho que desaprender, y únicamente la gracia Divina puede permitirnos reexaminar
todo el tema de manera imparcial (objetiva), disponiéndonos a renunciar a los
errores que hasta el momento nos parecían que eran la Verdad de Dios y mansamente
recibir lo que Dios tiene para nosotros.
 
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Acerca del dispensacionalismo como teoría judaizante:

Ya había puesto un estudio bíblico en video, para saber qué piensan los reformados según la Confesión de Londres 1689:

https://forocristiano.com/threads/la-doctrina-del-arrebatamiento-de-la-iglesia.56362/post-3378865

Ahora pongo este estudio bíblico en video, desde la misma página que el anterior:

Una Crítica Bíblica del Dispensacionalismo - Josef Urban:

https://forocristiano.com/threads/la-doctrina-del-arrebatamiento-de-la-iglesia.56362/post-3380564