¿Qué es la verdad?
No soy una persona asidua al Foro de la web de la Iglesia.com, pero ojeando algunos de los epígrafes, y su contenido, he observado como cada uno defiende, con mayor o menor acierto y con mejores o peores razonamientos sus posturas doctrinales y/o intelectuales.
Es lógico, y básico en la naturaleza humana, que intentemos dar a conocer lo que llevamos dentro. A causa de la intrínseca estructura mental con la que hemos sido creados, parte del anhelo de todo hombre, y mujer por supuesto, es mostrar aquello de nosotros que queremos que se conozca. Es reproducirnos a través de las palabras, dicho de otra forma sembrar lo que somos en otros. Hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios y el mismo se encarnó en la persona del Señor Jesús para, con las palabras, darse a conocer. El Logos vino a esta tierra y mediante las sonidos que salieron de su boca pudimos, todos sin excepción, conocer como era el Padre, como pensaba nuestro Creador, como nos amaba.
No sólo nos habló de aquel Dios que creíamos lejano, si no que nos ejemplificó consigo mismo lo que era, y es, capaz de hacer por nosotros. Pero no este un estudio para comentar las innumerables riquezas de nuestro Señor, mas bien se trata de que sepamos, cada uno de por sí, cual es “nuestra verdad” y, reduciéndolo a la línea personal cual es “mí verdad”.
Recuerdo hace muchos años, cuando leí por primera vez el testimonio de José Smith, que me llamó poderosamente la atención el hecho de que aquel joven se preguntaba angustiado cuál era la verdadera iglesia, entre tantas que había y, la solución que se le dio fue que formara una nueva congregación, sumándose a la legión de ellas que ya existían entonces. No trato aquí, Dios me libre, de polemizar con los Mormones, con los que ya he debatido en tiempos pasados, no, no es eso lo que persigo, si no mas bien que podemos tener una mas clara realidad de lo que creemos, incluyendo también a los Santos de Los Últimos Días.
La pregunta del encabezamiento la hizo un gentil, un extraño al pueblo judío (Jn. 18: 37-38). Un hombre puesto en autoridad por el mismo Dios (Jn. 19: 11, Rom. 13: 1). Lo que nos enseña que por el hecho que alguien esté puesto en preeminencia no quiere decir que conozca más que otro que no lo está. Se nos habla en los evangelios de María, la hermana de Lázaro, que tenía un más alto y profundo entendimiento de Jesús del que tenía Pilato, y más aún del que tenían los fariseos y saduceos, incluido el sumo sacerdote.
Todos nosotros deberíamos también hacernos la misma pregunta: ¿Qué es la verdad? ¿Lo que cree mi iglesia? ( Bautistas, presbiterianos, adventistas, asamblea de hermanos, luteranos, mormones, testigos de Jehová, católicos – con todas las diferentes escuelas doctrinales que hay en su seno- etc.).
Todos creemos tener la verdad. Sería totalmente necio que defendiéramos algo en lo cual no creemos. En primer lugar estaríamos engañándonos a nosotros mismos y después a todos aquellos que nos escucharan. Nuestros pensamientos han sido formados por todas aquellas fuentes de las que hemos bebido. Las palabras que oído o leído. Somos, aceptarme el símil, como aquellos guijarros en el lecho de los ríos cuyas redondeadas, y a veces caprichosas formas, han sido formadas a lo largo de los años por el constante pasar de las aguas, e incluso por el golpear de unas piedras contra otras. Desde que nacemos hasta el instante mismo de nuestra muerte estamos siendo afectados y moldeados por multitud de eventos que nos enseñan y corrigen. Lo quieras o no, es así, amado. En lo relativo a nuestro sentir y creer respecto a las cosas del Reino sucede lo mismo. A lo largo de toda nuestra vida cristiana, libros, predicaciones, comentarios y la misma Biblia nos han influido en nuestra mente para formar lo que posteriormente ha constituido aquello que sinceramente creemos. Por cierto ¿Sabías que todos y cada uno de nosotros defendemos con ardor nuestra creencias con multitud de textos bíblicos? Así pues, ¿Qué es la verdad para cada uno de nosotros? Nos hacemos a nosotros mismos esta pregunta, y nosotros mismos nos la contestamos. La verdad queda reducida a lo que creemos, pensamos, razonamos, nos convencemos. Pero la pregunta nos queda sin contestar, de la misma manera que quedó sin contestar a Poncio Pilato. Jesús no le respondió a él, ni nos responderá a nosotros.
Quizás el error de estribe en la forma de hacer la pregunta, por eso no obtenemos la respuesta. Si mas bien preguntáramos:¿Quién es la Verdad? Con toda certeza conseguiríamos la respuesta. Como alguien dijo en cierta ocasión: Nosotros no poseemos la verdad, la Verdad nos posee a nosotros. Cuanto más nos rindamos a que El nos posea, más libres seremos (Jn. 8:36) y más Verdad tendremos (Lc. 10: 39 y 42).
¿Quién de nosotros tiene la verdad? ¿La tienes tú?, ¿La tengo yo? ¿Recuerdas aquel relato de los tres ciegos que palpaban un elefante? Uno tocaba con sus manos la trompa, otro una pata y el tercero el rabo. Os podéis imaginar las respuestas cuando les preguntaron como era un elefante. Dijeron respectivamente como un tubo flexible, como una columna y como una maroma. Pero los tres eran ciegos. Lo importante es que estés encima del elefante. Te llevará a través de la selva a lugar seguro y, en su lomo, estarás a salvo de leones, tigres y cualquier otro tipo de fiera que trate de atacarte.
El es el Camino, la Verdad, y la Vida. ¿Quieres estar en el verdadero camino, tener la verdad absoluta, tener la vida plena? Pues entonces, deja que El te guíe, deja que El te enseñe, y deja que El te vivifique. Así estarás en Camino más excelente conociendo la más sublime Verdad y disfrutando de la más gloriosa Vida (Is. cap. 35).
Que el Señor te bendiga y cumpla sus propósitos en ti.
Epafrodito.