Re: ¿QUE ES EL CIELO Y DÒNDE ESTÀ?
Sin añadir opiniones personales sobre qué es el Cielo, la palabra misma es latina, Caelum, pero en griego es Ouranos (Urano) y en hebreo Shamaim y Rakiyá. Los traductores ponen “Cielo” o “Cielo” indistintamente sin respetar el criterio original.
Cuando la Biblia fue traducida al inglés en el tiempo del rey Jaime (Jacobo), se incorporó una palabra que no era bíblica en lo absoluto, y en vez de poner “Sky”, empezaron a aplicar la idea de “Heaven”. Estas son dos cosas muy diferentes, pues Sky es el cielo atmosférico y Heaven es un cielo ilusorio o inmaterial, no obstante, eso fue acorde a la mentalidad inglesa, hace muy poco, nunca se acomodó a la idea antigua preconcebida sobre el Cielo.
Cuando Dios hizo la Creación, diseñó los “cielos” y la “Tierra”, pero esos Cielos que formó, ¿en qué consistían? Vemos que la Creación constituye, no solamente nuestro planeta, sino un universo entero lleno de galaxias, quásares, agujeros negros, gas, estrellas, planetas, lunas, etc. Si Génesis narrase la creación de un cielo como lo veían los ingleses, ¿cuándo creó el resto de cosas que están a nuestro alrededor en el cosmos? Y si, por el contrario, creó la Tierra como planeta y también el resto de cosas del universo, ¿cuándo creó el cielo etéreo que imaginó King James (el rey Jacobo)?
La palabra hebrea usada en la Torah (Pentateuco) es Shamaim, un vocablo de origen acadio (Shem-Maim), que tiene varias connotaciones. Por un lado, Shem significa “nombre”, “destino”, “cohete” o “allá”, y por otro, Maim significa “aguas”, “lo que hay”, “que es lo mucho que hay”, y forma la palabra Ma-Iam (lo que es el mar). Al respecto de esa idea de “aguas” y “mar”, “allá”, mirando hacia arriba, los pueblos antiguos denominaban al cielo nocturno “mar”. De hecho, para la antigua cultura semítica (incluyendo los hebreos) su percepción simbólica del Cielo era referida como “el mar”. Ahora bien, si añadimos el aspecto de las aguas como “lo que hay” o aquellos “que es lo mucho que hay”, nos deriva nuevamente al semítico, donde Maim era, en su simbolismo folklórico y cultural una alegoría sobre “las masas de gentes”. Eso explica porqué a Juan le revelaron: «Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas.» (Apoc. 17:15)
Si se estudia cualquiera de los pueblos del pasado, ninguno de ellos tenía la noción de un cielo etéreo, sino que para todos representaba el cosmos. Lo ven en cualquier tribu amerindia, en las tribus africanas, en los hindúes, en los nórdicos, en los antiguos árabes, en los persas, en los babilonios, en la cultura de los aborígenes de Australia, en los asiáticos, etc. Lo que trajo la idea de un Cielo etéreo, por primera vez, fue la incursión de la lengua romántica que llamamos “LATÍN”, pero antes de eso ni los árabes creían en un cielo inmaterial o intangible. Lo que sí es cierto, es que todos estos pueblos tenían la creencia de un cielo más allá del cielo, el cual trascendía la materia, y es al respecto de eso que posteo este comentario, para aclarar la diferencia, en lo que a la Biblia respecta, sobre esto.
La Biblia habla de Shamaim, Rakiyá y Shamai ha-Shamaim. Estas 3 definiciones son muy diferentes unas de otras. Rakiyá proviene del vocablo “rek” (vacío), como quien se refiere a un “espacio vacío” o una “vacuidad”. Por ejemplo, una manera que el pasado tenían de referirse en hebreo a las órbita de los planetas del sistema solar era como “rakiot” (plural de Rakiyá). Es evidente que antes de que esta idea hebrea se adaptara a los nuevos descubrimientos astronómicos y las lenguas emergentes no se incorporase a la mentalidad bíblica. Por esta razón, los traductores dicen “cielo” sin respetar si es Shamaim o Rakiyá, siendo que son dos cosas totalmente diferentes. Por ejemplo, los antiguos textos hebreos refieren que el Shamaim está lleno de rakiot que lo conforman. Esto, un traductor arbitrario lo escribiría como “cielos de los cielos”, pero eso no es cierto, porque Cielos de Cielos es “Shamai ha-Shamaim” (ver ejemplo en Salmo 50:4).
Lo que expresa la literatura, cultura y lengua hebrea es que hay una Shamaim sobre nosotros, el cual está conformado de varios Rakiá, pero más allá, muy lejos, hay una Shamaim muy diferente, que es el Cielo de los Cielos. En otras palabras, se entiende que hay una realidad, dimensión o universo superior que no tiene nada que ver con lo que nosotros conocemos, pero debajo del mismo hay un cúmulo de rakiot (órbitas) con sus cuerpos (planetas) dentro de nuestra Shamaim (“cielos”, o digamos, “sistema solar”, “galaxia”, etc.). Por eso, cuando la Biblia habla de “Cielos de los Cielos”, esas pocas veces sí se refiere a un Mundo Espiritual de alguna índole, pero el resto de partes pueden ser “lugares” (rakiot) dentro de ese “cielo” (shamaim) físico que nos rodea fuera de la atmósfera, como lo entienden los propios judíos que conocen mejor que nadie su idioma.
Por eso Dios decoró la Shamaim (Cielos) con las estrellas. De hecho, no dice Shamai –referido muy pocas veces en la Biblia-que es singular, sino que habla de variados “shamaim”, o sea, de distintos cúmulos de expansión en el vasto universo, dentro de los cuales hay multitud de rakiot (sistemas planetarios), como queda patente en las cosmogonía y visión astronómica judía que ya tenían los antiguos, no solo hebreos, sino de casi todas las civilizaciones sin excepción.
En resumen, el cuento del cielo etéreo está desfasado y manipulado, convirtiéndose en una tradición cultural más que en un hecho. No se niega su existencia, pero la Biblia poco habla del mismo. Por eso dijo Dios que hubiese lumbreras, así como el sol y la luna en la “abierta expansión de los cielos”, o sea, en hebreo, “rakiyá ha-shamaim” (Gén. 1:15): “en órbitas dentro del Cielo”. Rakiyá mismo refiere ordenamientos que siguen las estrellas y toda la extensión espacial que abarca su trabajo, o rotación, desplazamiento y movimiento. En nuestro sistema solar (parte de la Shamaim) hay 7 rakiyot y cada uno de ellos tiene sus “estrellas frías”, como se decía en el hebreo arcaico. Las estrellas, en mentalidad hebrea y proto-hebrea es, y eran, todos y cada uno de los cuerpos espaciales, ya fueran estrellas o planetas (Ver uno de tantos ejemplos en Isaías 13:10).
Otro ejemplo se ve en Deut. 4:11 donde, en hebreo, dice «leb ha-shamaim joshej»: “en el corazón de la tiniebla que hay en el cielo”. ¿Hay tinieblas en el Cielo? El cielo espiritual es luz pura, donde no hay tinieblas, por lo que ese cielo, o sea, el espacio, sí tiene muchos lugares oscuros, pues es “tiniebla” y “luz”, siendo la iluminación que contrarresta la oscuridad todos y cada uno de los cuerpos celestes que en su mayoría definimos como estrellas. De ahí que cuando Salomón refiere la “decoración” de los cielos habla de la Sabiduría poniendo las estrellas. Y al referiré a su creación de los Cielos, otros mencionan cómo estableció la Osa, las Pléyades, Orión, Arturo o las Hespérides (depende de la traducción), e incluso habla del zodiaco –como dice originalmente Job 38:32-33-.
Por último, cuando Génesis habla de la Creación, dice que lo primero fue la creación de “cielos cielos y la Tierra”, pero luego entra en detalle sobre la Tierra en 6 días y sobre el Cielo apenas si da mención, para concluir con que «Así fueron terminados los cielos y la tierra y todos sus ocupantes» (RVA 89); «Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos.» (RVA 95), o la mejor de las traducciones aceptables: «Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.» (RVA 60). ¿Ejército? Cuando se habla de esos cielos, concretamente, se dice que se “disolverán” y que sus “luceros” no darán su “resplandor”, para concluir con un “nuevo” ordenamiento, no del Cielo de arriba, sino de ese concretamente que está sobre nosotros. Hay que ver la magnitud que tendrá la guerra de los últimos tiempos como para decir que esos cielos en particular serán conmocionados por la guerra entre el bien y el mal.
Por eso siempre digo: No es “solo scriptura”, sino cultura general. Por pegarse tanto a las letras y menos al conocimiento que abarca el legado de información que nos aporta el Espíritu Santo, es que hay tantas equivocaciones y radicalismo religioso.
Frederick Guttmann R.