IX
Objeciones al Bautismo infantil.
1º) Los anabaptistas niegan el bautismo a los niños basándose en que para bautizarse hay que creer y arrepentirse. Condiciones impuestas por la Biblia que un niño no puede reunir.
Pero estas condiciones no sólo se exigen para el bautismo sino también para la salvación:
“Testificando a los judíos y a los griegos
acerca del arrepentimiento para con Dios
y la fe en nuestro Señor Jesús.”
(HECHOS 20:21.)
“Os digo que no; más bien,
si no os arrepentís,
todos pereceréis igualmente.”
(LUCAS 13:3.)
“El que cree en él no es condenado;
pero el que no cree ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre
del unigénito Hijo de Dios.”
(JUAN 3:18.)
Estas condiciones, preguntamos, ¿Excluyen a los niños de la salvación? ¡No! Porque son condiciones exigidas a los adultos.
Así el arrepentimiento y la fe son también condiciones para el bautismo exigidas a los adultos; no para el bautismo de niños.
Las condiciones del bautismo (como para la salvación) varían según se trate de adultos o de niños: a los adultos se les exige arrepentimiento y fe; a los niños pertenecer al Pacto.
Es un absurdo aplicar a los niños textos referidos a los adultos. “ El que no trabaje que no coma.” ¿Debe privarse a los niños el alimento?
“Aún estando con vosotros
os amonestábamos así:
que si alguno no quiere trabajar,
tampoco coma.”
(2ª TESALONICENSES 3:10.)
En el A.T. Se exigía a los adultos fe y sumisión a Dios para entrar en el Pacto. Aunque sus hijos eran incapaces de realizar tales actos, eran igualmente recibidos por la autoridad del Pacto y reciben también su sello (la circuncisión). ¿Porqué no hemos ahora de actuar del mismo modo, no existiendo en el N.T. Nada que abrogue tal práctica?
2º) Los anabaptistas objetan: ¿Qué bien puede reportar a los niños el bautismo?
Respondemos: ¿Y que bien les reportaba la circuncisión? No debemos acusar a Dios de instituir ceremonias inútiles.
Nuestra incapacidad para descubrir la utilidad de la ordenanza no prueba que esté desprovista de valor.
Las ordenanzas son siempre medio de bendición.
3º) Los anabaptistas argumentan pretendiendo que el bautismo se aplique a los niños, varones, como ocurría con la circuncisión.
Respondemos:
Las hembras, aunque por su imposibilidad física no eran circuncidadas, participaban sin embargo de la circuncisión del varón. Por esto llama la Escritura a todo Israel “pueblo circunciso, circuncisión, etc...” Término que se aplica a la totalidad (no a la mitad: los varones) del pueblo de Dios. La Escritura considera así a la mujer como circuncidada.
El sello del Pacto podía haber consistido en alguna marca etc... en cualquier parte del cuerpo y así las hembras hubieran participado de esta señal, materialmente hablando. Pero se hacia en el miembro procreador para enseñar la realidad del Pacto y su proyección de generación en generación.
Otra objeción anabaptista es exigir que la “circuncisión cristiana” (el bautismo) tendría que practicarse en el octavo día. Esto se deriva de: Tal exigencia, en el A.T. Se dio en atención a la propia vida del niño, pero además tenía el siguiente significado: el octavo día equivale al primero de la siguiente semana al nacimiento. Siendo así un símbolo del domingo.
Así como el bautismo está relacionado con la resurrección de su Hijo que habría de tener lugar en domingo.
Eran circuncidados al octavo día: ósea en Cristo y su resurrección, igual que hoy es bautizado.
Es obvio que te asiste todo el derecho de enseñar lo que vos considerás que es bueno y edificante, pero ese mismo derecho me asiste a mí para comunicarle a los lectores que esta enseñanza tergiverza completamente la verdad.
Lo mas loco es que usás una lógica acertada para separar al adulto del que no lo es, en el caso tan serio de la salvación, pero después ignorás esa lógica para obligar a los niños a bautizarse so pena de no se que clase de maldición.
Nadie puede ser imputado de nada si no tiene la madurez necesaria para entender lo que se espera de él, y en este rubro no solo entran los bebés sino los enfermos o incapaces mentales o cualquiera que por cualquier razón no esté en todas sus facultades mentales para entender cabalmente lo que escucha y se le demanda.
Por otro lado y hoy por hoy, tanto la circuncisión como el bautismo de bebés podría ser usado por los abortistas para argumentar que antes de estos rituales no se es nadie con un futuro diferente.
Quiero agregar para los lectores que bajo la ley o sin ella lo que en verdad cuenta para Dios son las obras.
La salvación por fe es un agregado aparte de la salvación por obras y se habilitó solo para socorrer a los hombres que fueron vomitados por la justicia divina en razón de sus obras frente a la santidad y justicia divinas.
¿Ahora como funciona la salvación por obras?
Haciendo todo el tiempo lo que agrada a Dios sin pecar ni una sola vez.
Lo cierto es que como los hombres no pudieron alcanzar justicia por medio de sus obras, estaban destinados a morir y a no poder seguir viviendo.
Es así que Dios pone en marcha otro sistema de JUSTIFICACIÓN que no tiene nada que ver con las obras que una persona pueda hacer y ese sistema se basa en la fe, dónde las obras que agradan a Dios son hechas por su hijo humano Jesucristo.
Pero está fe no es cualquier fe sino que es la fe puesta en el evangelio de Jesucristo.
Dios habiendo hablado en otros tiempos y de muchas maneras ahora nos ha hablado por el hijo.
Este es mí hijo amado en quien tengo complacencia absoluta.
A él oid.
Y si bien la fe viene por el oír, la verdadera fe solo viene por el oír a Jesús.
Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
S. Mateo 4:17
La salvación está en el evangelio.
En el kerigma.
Aún el arrepentimiento es una obra de la fe y no cuenta para la persona sino para la fe.
O sea que un arrepentimiento que no es producto de la fe puesta en las palabras de Jesús no cuenta para nada.
Y el que no llegara a arrepentirse pero hubiera creído en estás palabras con todo su corazón ya tiene un buen puntaje a su favor.
El arrepentimiento como el bautismo solo tienen sentido como actos de obediencia a una fe sencilla en las palabras de Jesús.