AL parecer, por lo que dice la Santa palabra de Dios y lo que observamos en los descendientes de Adán (todo ser humano) pasaría lo siguiente:
1.- El estado preternatural del hombre (antes de la caída) era el de la pureza e inocencia. Todo en él estaba ordenado tanto en su interior como en su
relación con lo exterior: "Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien." Gn 1, 31
2.- Sabemos por los textos bíblicos de donde nace la antropología cristiana que el estado preternatural del hombre era ordenado al bien Divino: Los pensamientos y deseos de Adán y Eva, gobernaban sus actos y conducta. Ellos sabían que Dios se paseaba al caer la brisa por el jardín del Eden. Su memoria, imaginación y afecvtividad, gobernada por su inteligencia y voluntad les hacía dirigirse cerca de Dios, ya sabían que el vendría, le esperaban con seguridad, confiaban.
3.- Todo cambió cuando la inteligencia y voluntad humana fueron vulneradas por una tentación externa a ellos y que la hicieron suya por engaño. El demonio les hizo imaginar, les invitó a trasladar el afecto natural por Dios, a un afecto desordenado por una creatura, apetecible seguramente, pero núnca superior al Creador. Y en eso no fueron inteligentes. En eso su voluntad se torció.
4.- Las potencias superiores en nosotros (inteligencia y voluntad) desde entonces y naturalmente (por que nuestra naturaleza está herida) están sometidas a las potencias inferiores (imaginación, memoria y afectividad) Y siendo así, es mucho más fácil para todos pecar que resistir al mal.
5.- El pecado original es eso. Una tendencia al pecado que es natural y por lo tanto, común a todos, que nos aleja de aquello para lo que Dios nos creo que es la felicidad.
6.- Por eso, Cristo Jesús sana esa miseria nuestra. Lo hace con la gracia del Bautismo que es un Sacramento que regenera el ser profundo. Por este don, a lo largo de la vida, el Señor ordena nuestra naturaleza, la va sanando y educando, la va perfeccionando, poniendo las cosas en orden. Por eso hay otros Sacramentos que sanan nuestro ser.
Es por eso que la diferencia entre el hombre viejo y el hombre nuevo es esta: el primero vive según sus pasiones, según su memoria herida, según su imaginación intoxicada por el mal... En cambio el hombre nuevo, cuando imagina, lo hace con inteligencia, no se permite divagar con sus pensamientos sino que los aterriza en la realidad de un discernimiento entre lo bueno y malo. Aunque tiene sentimientos y deseos, no los pone por obra (voluntad) sin antes reflexionar (inteligencia) II Cor 5,17
Esa dinámica es la que procura que la gracia Santificante de Dios en nosotros, sus hijos bien amados, (Col 3,12-14)
nos vaya transformando y haciendo crecer a la estatura del hombre perfecto que es Cristo Nuestro Señor.
"Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu." II Cor 3,18
1.- El estado preternatural del hombre (antes de la caída) era el de la pureza e inocencia. Todo en él estaba ordenado tanto en su interior como en su
relación con lo exterior: "Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien." Gn 1, 31
2.- Sabemos por los textos bíblicos de donde nace la antropología cristiana que el estado preternatural del hombre era ordenado al bien Divino: Los pensamientos y deseos de Adán y Eva, gobernaban sus actos y conducta. Ellos sabían que Dios se paseaba al caer la brisa por el jardín del Eden. Su memoria, imaginación y afecvtividad, gobernada por su inteligencia y voluntad les hacía dirigirse cerca de Dios, ya sabían que el vendría, le esperaban con seguridad, confiaban.
3.- Todo cambió cuando la inteligencia y voluntad humana fueron vulneradas por una tentación externa a ellos y que la hicieron suya por engaño. El demonio les hizo imaginar, les invitó a trasladar el afecto natural por Dios, a un afecto desordenado por una creatura, apetecible seguramente, pero núnca superior al Creador. Y en eso no fueron inteligentes. En eso su voluntad se torció.
4.- Las potencias superiores en nosotros (inteligencia y voluntad) desde entonces y naturalmente (por que nuestra naturaleza está herida) están sometidas a las potencias inferiores (imaginación, memoria y afectividad) Y siendo así, es mucho más fácil para todos pecar que resistir al mal.
5.- El pecado original es eso. Una tendencia al pecado que es natural y por lo tanto, común a todos, que nos aleja de aquello para lo que Dios nos creo que es la felicidad.
6.- Por eso, Cristo Jesús sana esa miseria nuestra. Lo hace con la gracia del Bautismo que es un Sacramento que regenera el ser profundo. Por este don, a lo largo de la vida, el Señor ordena nuestra naturaleza, la va sanando y educando, la va perfeccionando, poniendo las cosas en orden. Por eso hay otros Sacramentos que sanan nuestro ser.
Es por eso que la diferencia entre el hombre viejo y el hombre nuevo es esta: el primero vive según sus pasiones, según su memoria herida, según su imaginación intoxicada por el mal... En cambio el hombre nuevo, cuando imagina, lo hace con inteligencia, no se permite divagar con sus pensamientos sino que los aterriza en la realidad de un discernimiento entre lo bueno y malo. Aunque tiene sentimientos y deseos, no los pone por obra (voluntad) sin antes reflexionar (inteligencia) II Cor 5,17
Esa dinámica es la que procura que la gracia Santificante de Dios en nosotros, sus hijos bien amados, (Col 3,12-14)
nos vaya transformando y haciendo crecer a la estatura del hombre perfecto que es Cristo Nuestro Señor.
"Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu." II Cor 3,18