Que sea la Escritura la que te corrija sobre el origen de la iglesia en Roma entonces.FORISTA EDDY GONZALEZ.
¿Cómo que si no lo sabes? No entiendes que se trata de la expansión de la Iglesia surgida en Jerusalén, pues tu catolicismo romano aparece en el año 325 de nuestra era.
No me parece honesto de su parte, que pretende sembrar la falsa idea del origen del catolicismo romano allí en Jerusalén. Semejante artimaña es histórica y teológicamente incorrecto, por las siguientes verdades:
La Iglesia que nació en Pentecostés era apostólica, no romana.
Hechos 2 describe el nacimiento de la ekklesía, la comunidad de los redimidos por la fe en Cristo, guiados por el Espíritu Santo (Hch 2:1-4, 41-42). Esta Iglesia perseveraba en la doctrina de los apóstoles, no en estructuras jerárquicas ni en ritos sacramentales posteriores.
Ya en varias oportunidades he señalado la crisis de identidad que atraviesa todo católico engañado por vuestro magisterio, al pretender llamarnos a nosotros, los redimidos por la sangre de Cristo, "protestantes", sin discernir que ustedes no son cristianos, y como su nombre lo indica, son católicos romanos, cuyo cuartel general es el Vaticano y su Jefe máximo es el americano Leon XIV, quien ha sustituido al argentino Bergoglio.
La otra verdad que desconoce, pero que se la comparto es esta:
Los judíos romanos convertidos en Pentecostés regresaron a Roma como creyentes en Cristo, no como fundadores de una institución religiosa.
No hay evidencia bíblica ni histórica de que estos creyentes establecieran una iglesia con las características del catolicismo romano. De hecho, Pablo escribe a los creyentes en Roma (Rom 1:7) sin mencionar una jerarquía papal ni prácticas como la veneración de santos o la transubstanciación.
Le ruego que busque un libro de historia eclesiástica para que pueda leer como el catolicismo romano como sistema religioso institucionalizado surge siglos después.
Fue en el siglo IV, bajo Constantino y el Concilio de Nicea (325 d.C.), cuando se fusionaron elementos del cristianismo con estructuras imperiales y prácticas paganas. Esto marcó el inicio de una iglesia estatal, no la continuación pura de la comunidad apostólica.
Incluso, por esa época continuaron las persecuciones a los cristianos judíos y los expulsaron del país, Priscila y Aquila es un claro ejemplo cuando en el año 49 fueron expulsados por el emperador Claudio según escribió el historiador Suetonio y como lo registra la Biblia en Hechos 18:2. Y eso sin contar las masacres a las que nos sometieron en los circos romanos, y posteriormente nos asesinaron en las camaras de tortura de la Inquisición.
Finalmente, y para que se la cale la fidelidad es a Cristo, no a una institución religiosa, es lo que salva.
La Escritura es clara:
“En ningún otro hay salvación” (Hch 4:12), y “uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Tim 2:5).
Cuando se sustituye esta verdad por tradiciones humanas, se afrenta al Espíritu de gracia (Heb 10:29).
Ojalá le haya quedado claro y el Señor le de entendimiento sobre el lugar donde se halla estacionado y encadenado espiritualmente a la reina del cielo, a los Papas, al Vaticano, a los altares con sus veladoras y cirios y rezos a personas ya muertas, encadenados a las misas, a las ostias, donde el único que toma vino es el cura, a los escapularios, a los crucifijos, a las procesiones, cargando figuras de yeso que cuando se caen se hacen pedazos, como se cae su alma a pedazos rumbo al infierno.
Pellízquese, despierte, y venga a los pies de Cristo que nos observa, nos escucha y conoce nuestro andar diario con él, entonces surgirá ante usted un nuevo comienzo (Éx.12:2) abandonando a los dioses de Egipto y colocando sobre los postes y dinteles de su casa (Éx.12:13), la cual casa somos nosotros (Heb.3:4-6) la sangre del Cordero que ya fue crucificado, por amor a su alma.
Si oyes hoy su voz, no endurezca su corazón.
Ven al Cristo de las Escrituras para que seas salvo tú y tu casa.
Selah.
Hechos 2
5 Y había judíos que moraban en Jerusalén, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo. 6 Y al ocurrir este estruendo, la multitud se juntó; y estaban desconcertados porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. 7 Y estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que están hablando? 8 ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9 Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, 10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judíos como prosélitos, 11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros idiomas de las maravillas de Dios. 12 Todos estaban asombrados y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13 Pero otros se burlaban y decían: Están borrachos.