Re: ¿Puede el padre Cutié consagrar la hostia en la Iglesia Episcopaliana?
Lo que sí tenemos en común anglicanos y calvinistas es que creemos en la presencia real de Jesucristo en el sacramento de la Cena del Señor, pero no la entendemos ni la explicamos según la doctrina filosófica de la transubstanciación. Pero ésto también lo tenemos en común con los luteranos que tampoco entienden dicho fenómeno, aunque luego lo explican de un modo aún más confuso que en absoluto aceptamos tampoco.
En la Reforma (y con esta palabra me referiré así al calvinismo clásico) se reconoce la Cena del Señor como uno de los dos sacramentos instituidos por Cristo. Para nosotros un sacramento no sólo es una ordenanza (o memorial) de Cristo para con su Iglesia sino que también es un medio de Gracia en el cual obra el Espíritu Santo (sin depender de las palabras o las cosas representadas, lo cual sería magia; pero si dependiendo de la fe de quienes lo celebran y de la dignidad con la cual se recibe).
El sacramento de la Cena del Señor se puede analizar desde múltiples enfoques y el de la presencia de Cristo es vital, pero no el único, por lo que en la Reforma hemos insistido mucho en los demás enfoques como son la comunión de los fieles en el cuerpo místico de Cristo (la Iglesia), el acto memorial de la pasión salvífica, la cena del Señor como un acto evangelizador y fortalecedor de nuestra fe, etc... No obstante vamos a tratar ahora de cerca el asunto de la Presencia.
1. Los reformados no afirmamos que en la Cena del Señor sólo recibimos espiritualmente a Cristo negando la presencia corporal:
"Cristo ha hecho que la carne de que se revistió sea para nosotros vivificadora, a fin de que por la participación de la misma seamos sustentados en inmortalidad. "Yo soy el pan de Vida que descendió del cielo; el pan que yo os daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo (Jn 6:48-51)". En estas palabras enseña que no sólo es vida en cuanto es el Verbo Eterno de Dios (...) sino también (...) en la carne que ha tomado, para que la comunicación de la Vida pudiese llegar a nosotros. (I.R.C Libro IV, Cap XVII.8b)"
2. Los reformados no decimos que en la Cena del Señor sólo celebremos un mero memorial o recordatorio, sino que confesamos que recibimos el Cuerpo y la Sangre de Cristo. A Cristo en completa divinidad y humanidad.
"Sostengo, pues, que en la Santa Cena, Jesucristo se nos da verdaderamente bajo los signos del pan y del vino, y que verdaderamente se nos da su cuerpo y sangre; en los cuales ha cumplido toda justicia con su obediencia para alcanzarnos la salvación. Y digo que esto se hace primeramente para hacer de Él y de nosotros un solo cuerpo; y en segundo lugar, a fin de que, siendo partícipes de su sustancia, sintamos también su virtud, comunicando con todos sus bienes" (I.R.C Libro IV, Cap XVII, 11)
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3. Las diferencias con el credo Romano son que rechazamos la idea de que el cuerpo y la sangre estén presentes en los objetos representantes: el pan y el vino, que siguen siendo pan y vino en el sacramento.
"Guardémonos de imaginarnos una presencia de Cristo en el sacramento cual la forjada por los sofistas del Papa; como si el cuerpo de Cristo descendiese a la mesa y estuviese en ella como una presencia local"
4. Para los reformados la presencia de Cristo está garantizada sólo y exclusivamente por la Obra del Espíritu Santo en el sacramento y no por los símbolos que en él se usen. No se puede hablar ni de una mera presencia espiritual o fantasmagórica, ni que Cristo esté invisible o encerrado en los símbolos, ni que esté presente localmente.
Existen varias explicaciones reformadas para entender como puede estar presente y no visible, desde la de Calvino que entiende que no es que la Cristo descienda sino que es como si la Iglesia ascendiese, a otras que inciden en la realidad de la comunión en el Cuerpo Místico de Criso (la Iglesia) como garantía de su presencia real... etc.
Creo que la mejor posición es la de reverencia ante el misterio que significa, debemos explicarlo pero tal vez no resulte bueno explicarlo de un modo racionalista o filosófico, pues intentos semejantes ya nos han conducido a barbaridades como son la transubstanciación o la consubstanciación... en todo caso no pueden ser materia de Dogma, pues no tienen apoyo escritural.
Un abrazo.
Aqui en este foro nunca suelen contestarme cuando hablo de temas teológicos, pero bueno, lo intentaré:
a) La posición oficial de la iglesia episcopal no es similar a la luterana. Los anglicanos siguen a Calvino en lo eucarístico, es decir para ellos es una Cena/memorial, y no existe presencia real como en el caso de los luteranos.
b) Los anglicanos, los luteranos suecos y los viejos católicos afirman tener la sucesión apostólica.
c) El padre Alberto aún no puede consagrar porque está a prueba por un año.
Lo que sí tenemos en común anglicanos y calvinistas es que creemos en la presencia real de Jesucristo en el sacramento de la Cena del Señor, pero no la entendemos ni la explicamos según la doctrina filosófica de la transubstanciación. Pero ésto también lo tenemos en común con los luteranos que tampoco entienden dicho fenómeno, aunque luego lo explican de un modo aún más confuso que en absoluto aceptamos tampoco.
En la Reforma (y con esta palabra me referiré así al calvinismo clásico) se reconoce la Cena del Señor como uno de los dos sacramentos instituidos por Cristo. Para nosotros un sacramento no sólo es una ordenanza (o memorial) de Cristo para con su Iglesia sino que también es un medio de Gracia en el cual obra el Espíritu Santo (sin depender de las palabras o las cosas representadas, lo cual sería magia; pero si dependiendo de la fe de quienes lo celebran y de la dignidad con la cual se recibe).
El sacramento de la Cena del Señor se puede analizar desde múltiples enfoques y el de la presencia de Cristo es vital, pero no el único, por lo que en la Reforma hemos insistido mucho en los demás enfoques como son la comunión de los fieles en el cuerpo místico de Cristo (la Iglesia), el acto memorial de la pasión salvífica, la cena del Señor como un acto evangelizador y fortalecedor de nuestra fe, etc... No obstante vamos a tratar ahora de cerca el asunto de la Presencia.
1. Los reformados no afirmamos que en la Cena del Señor sólo recibimos espiritualmente a Cristo negando la presencia corporal:
"Cristo ha hecho que la carne de que se revistió sea para nosotros vivificadora, a fin de que por la participación de la misma seamos sustentados en inmortalidad. "Yo soy el pan de Vida que descendió del cielo; el pan que yo os daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo (Jn 6:48-51)". En estas palabras enseña que no sólo es vida en cuanto es el Verbo Eterno de Dios (...) sino también (...) en la carne que ha tomado, para que la comunicación de la Vida pudiese llegar a nosotros. (I.R.C Libro IV, Cap XVII.8b)"
2. Los reformados no decimos que en la Cena del Señor sólo celebremos un mero memorial o recordatorio, sino que confesamos que recibimos el Cuerpo y la Sangre de Cristo. A Cristo en completa divinidad y humanidad.
"Sostengo, pues, que en la Santa Cena, Jesucristo se nos da verdaderamente bajo los signos del pan y del vino, y que verdaderamente se nos da su cuerpo y sangre; en los cuales ha cumplido toda justicia con su obediencia para alcanzarnos la salvación. Y digo que esto se hace primeramente para hacer de Él y de nosotros un solo cuerpo; y en segundo lugar, a fin de que, siendo partícipes de su sustancia, sintamos también su virtud, comunicando con todos sus bienes" (I.R.C Libro IV, Cap XVII, 11)
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3. Las diferencias con el credo Romano son que rechazamos la idea de que el cuerpo y la sangre estén presentes en los objetos representantes: el pan y el vino, que siguen siendo pan y vino en el sacramento.
"Guardémonos de imaginarnos una presencia de Cristo en el sacramento cual la forjada por los sofistas del Papa; como si el cuerpo de Cristo descendiese a la mesa y estuviese en ella como una presencia local"
4. Para los reformados la presencia de Cristo está garantizada sólo y exclusivamente por la Obra del Espíritu Santo en el sacramento y no por los símbolos que en él se usen. No se puede hablar ni de una mera presencia espiritual o fantasmagórica, ni que Cristo esté invisible o encerrado en los símbolos, ni que esté presente localmente.
Existen varias explicaciones reformadas para entender como puede estar presente y no visible, desde la de Calvino que entiende que no es que la Cristo descienda sino que es como si la Iglesia ascendiese, a otras que inciden en la realidad de la comunión en el Cuerpo Místico de Criso (la Iglesia) como garantía de su presencia real... etc.
Creo que la mejor posición es la de reverencia ante el misterio que significa, debemos explicarlo pero tal vez no resulte bueno explicarlo de un modo racionalista o filosófico, pues intentos semejantes ya nos han conducido a barbaridades como son la transubstanciación o la consubstanciación... en todo caso no pueden ser materia de Dogma, pues no tienen apoyo escritural.
Un abrazo.