Re: PORQUE USTED NO DEBE CREER EN LA TRINIDAD
Estimado freddyjuarbe. Saludos cordiales.
Estimado freddy, como punto aparte (off topic), quiero preguntarte, sobre esta declaración tuya: "EL UNICO QUE HA QUERIDO SER EL TERCERO, HA SIDO EL ENEMIGO DE DIOS"
Dime: ¿Dónde dice esto la Palabra de Dios?
¿El tercero?
Lucifer se proponía sentarse "en el monte del testimonio", "a los lados del norte" (Isa. 14:12-14). es indisputable que desde el principio fue homicida. (Juan 8:44). Como el homicidio tiene su comienzo en el odio, y como este odio culminó en la muerte del Hijo de Dios en el Calvario, podemos creer que el odio de Satanás no se dirigía solamente contra Dios el Padre, sino también, y tal vez especialmente, contra Dios el Hijo. En su rebelión, Satanás fue más lejos que una simple amenaza. Levantó realmente su trono diciendo: "Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado" (Eze. 28:2).
El odio que Satanás y el mundo demostró contra Cristo en la cruz, ya que él quiso ocupar el lugar de Cristo.
El mayor evento que jamás haya tenido lugar en la historia de la raza humana es la muerte, entierro y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Como bien dijo una conocida escritora: "El sacrificio de Cristo como expiación del pecado es la gran verdad en derredor de la cual se agrupan todas las otras verdades. A fin de ser comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la Palabra de Dios, desde el Génesis al Apocalipsis, debe ser estudiada a la luz que fluye de la Cruz del Calvario" (Obreros evangélicos, E. White, p. 315).
A los ojos de Dios el asesinato comienza al acariciar el sentimiento de odio, como es fácil ver en el sermón del monte. Jesús dejó claro que si nos enojamos locamente con alguien, si odiamos a alguien, hemos cometido ya el asesinato en nuestro corazón (Mat. 5:21, 22). Por lo tanto, según la ley de Dios, el asesinato no tiene por qué ser un acto externo. Consiste en acariciar el sentimiento de odio contra algún otro.
Teniendo eso en mente, vayamos a Ezequiel 28:15. En el versículo 14 se describe a Lucifer como al "querubín ungido". En ese capítulo se relaciona la caída de Satanás con la de Babilonia, puesto que ésta última representa a su reino. En el versículo 15 se dice de Lucifer: "Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad". El término hebreo del que se ha traducido "maldad" significa ‘torcido’ o ‘curvado’, y aplicado espiritualmente, significa ‘torcido o incurvado hacia el yo’. En algún momento de la existencia de Lucifer su mente se pervirtió. En lugar de dirigir su amor hacia Dios y hacia sus compañeros los ángeles, le dio un giro de 180 grados y lo dirigió hacia sí mismo.
En Isaías 14:12 al 14, el profeta describe la esencia de esa maldad. Resumiendo esos versículos, esto es lo que vino a decir Lucifer en su corazón: ‘Voy a deshacerme de Dios y voy a tomar su lugar’.
Cristo y la ley son una cosa. Cristo es la ley vivida, la ley hecha carne. Por esta razón, su vida constituye una condenación. Cuando Satanás hizo guerra contra Cristo, la hizo también contra la ley. Cuando odió la ley, odió también a Cristo. Cristo y la ley son inseparables.
En el Salmo 40 se halla una declaración interesante. Cristo dice: "Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón" (vers. 8, VM).
Aunque es indudablemente una expresión poética y no debe llevársela demasiado lejos, es interesante, sin embargo, como indicación de la posición exaltada de la ley. "Tu ley está en medio de mi corazón". Apuñalar la ley es apuñalar el corazón de Cristo. Apuñalar el corazón de Cristo es apuñalar la ley. En la cruz Satanás lo intentó. Pero Dios dispuso otra cosa. La muerte de Cristo era un tributo a la ley. La engrandecía inconmensurablemente y la hacía honorable. Dio a los hombres una nueva visión de su carácter sagrado y de su valor. Si Dios dejó morir a su Hijo, si Cristo estuvo dispuesto a entregarse voluntariamente antes que abrogar la ley, si es más fácil que el cielo y la tierra pasen antes que se pierda una jota o un tilde de la ley, ¡cuán sagrada y honorable debe ser!
Cuando Cristo murió en la cruz había demostrado en su vida la posibilidad de guardar la ley." Satanás fracasó en inducirle a pecar. Posiblemente no creía poder hacerlo. Pero si hubiera podido inducir a Jesús a emplear su poder divino para salvarse, habría logrado mucho. Satanás, entonces podría haber sostenido que esto invalidaba la demostración que Dios se proponía hacer, a saber, que era posible para el hombre guardar la ley. En la forma como sucedió, Satanás quedó derrotado. Pero hasta el mismo fin, continuó la misma táctica. Satanás esperaba que Cristo se librara, usando su poder divino. En la cruz, se tentó así a Cristo: "A otros salvó, a sí mismo no puede salvar" Pero el Señor no vaciló. Hubiera podido salvarse, pero no lo hizo. Satanás fue derrotado nuevamente. No podía comprender esto. Pero sabía que con la muerte victoriosa del Señor, se sellaba su propia condenación. Al morir, Cristo vencía.
Pero Satanás no renunció, a la lucha. Había fracasado en su conflicto con Cristo, pero todavía podía tener éxito con los hombres. Así que fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (Apoc. 12:17). Si podía vencerlos, tal vez no quedaría derrotado del todo.
La demostración que Dios se propone hacer con la última generación en la tierra significa mucho, tanto para el pueblo como para Dios. ¿Puede realmente observarse la ley de Dios? Esta es una cuestión vital. Muchos negarán que se pueda hacer; otros dudarán. Cuando se considera toda la cuestión de la observancia de los mandamientos, el problema asume grandes proporciones. La ley de Dios es "excesivamente amplia; abarca los pensamientos y los intentos del corazón. Juzga los motivos tanto como los hechos, los pensamientos como las palabras. La observancia de los mandamientos significa completa santificación, una vida santa, una inquebrantable fidelidad a lo recto, una completa separación del pecado y la victoria sobre él. Bien puede el hombre mortal exclamar: ¡Quién es suficiente para esas cosas!Sin embargo, es la tarea que Dios se ha propuesto y que él espera realizar.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.
Estimado freddyjuarbe. Saludos cordiales.
Estimado freddy, como punto aparte (off topic), quiero preguntarte, sobre esta declaración tuya: "EL UNICO QUE HA QUERIDO SER EL TERCERO, HA SIDO EL ENEMIGO DE DIOS"
Dime: ¿Dónde dice esto la Palabra de Dios?
¿El tercero?
Lucifer se proponía sentarse "en el monte del testimonio", "a los lados del norte" (Isa. 14:12-14). es indisputable que desde el principio fue homicida. (Juan 8:44). Como el homicidio tiene su comienzo en el odio, y como este odio culminó en la muerte del Hijo de Dios en el Calvario, podemos creer que el odio de Satanás no se dirigía solamente contra Dios el Padre, sino también, y tal vez especialmente, contra Dios el Hijo. En su rebelión, Satanás fue más lejos que una simple amenaza. Levantó realmente su trono diciendo: "Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado" (Eze. 28:2).
El odio que Satanás y el mundo demostró contra Cristo en la cruz, ya que él quiso ocupar el lugar de Cristo.
El mayor evento que jamás haya tenido lugar en la historia de la raza humana es la muerte, entierro y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Como bien dijo una conocida escritora: "El sacrificio de Cristo como expiación del pecado es la gran verdad en derredor de la cual se agrupan todas las otras verdades. A fin de ser comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la Palabra de Dios, desde el Génesis al Apocalipsis, debe ser estudiada a la luz que fluye de la Cruz del Calvario" (Obreros evangélicos, E. White, p. 315).
A los ojos de Dios el asesinato comienza al acariciar el sentimiento de odio, como es fácil ver en el sermón del monte. Jesús dejó claro que si nos enojamos locamente con alguien, si odiamos a alguien, hemos cometido ya el asesinato en nuestro corazón (Mat. 5:21, 22). Por lo tanto, según la ley de Dios, el asesinato no tiene por qué ser un acto externo. Consiste en acariciar el sentimiento de odio contra algún otro.
Teniendo eso en mente, vayamos a Ezequiel 28:15. En el versículo 14 se describe a Lucifer como al "querubín ungido". En ese capítulo se relaciona la caída de Satanás con la de Babilonia, puesto que ésta última representa a su reino. En el versículo 15 se dice de Lucifer: "Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad". El término hebreo del que se ha traducido "maldad" significa ‘torcido’ o ‘curvado’, y aplicado espiritualmente, significa ‘torcido o incurvado hacia el yo’. En algún momento de la existencia de Lucifer su mente se pervirtió. En lugar de dirigir su amor hacia Dios y hacia sus compañeros los ángeles, le dio un giro de 180 grados y lo dirigió hacia sí mismo.
En Isaías 14:12 al 14, el profeta describe la esencia de esa maldad. Resumiendo esos versículos, esto es lo que vino a decir Lucifer en su corazón: ‘Voy a deshacerme de Dios y voy a tomar su lugar’.
Cristo y la ley son una cosa. Cristo es la ley vivida, la ley hecha carne. Por esta razón, su vida constituye una condenación. Cuando Satanás hizo guerra contra Cristo, la hizo también contra la ley. Cuando odió la ley, odió también a Cristo. Cristo y la ley son inseparables.
En el Salmo 40 se halla una declaración interesante. Cristo dice: "Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón" (vers. 8, VM).
Aunque es indudablemente una expresión poética y no debe llevársela demasiado lejos, es interesante, sin embargo, como indicación de la posición exaltada de la ley. "Tu ley está en medio de mi corazón". Apuñalar la ley es apuñalar el corazón de Cristo. Apuñalar el corazón de Cristo es apuñalar la ley. En la cruz Satanás lo intentó. Pero Dios dispuso otra cosa. La muerte de Cristo era un tributo a la ley. La engrandecía inconmensurablemente y la hacía honorable. Dio a los hombres una nueva visión de su carácter sagrado y de su valor. Si Dios dejó morir a su Hijo, si Cristo estuvo dispuesto a entregarse voluntariamente antes que abrogar la ley, si es más fácil que el cielo y la tierra pasen antes que se pierda una jota o un tilde de la ley, ¡cuán sagrada y honorable debe ser!
Cuando Cristo murió en la cruz había demostrado en su vida la posibilidad de guardar la ley." Satanás fracasó en inducirle a pecar. Posiblemente no creía poder hacerlo. Pero si hubiera podido inducir a Jesús a emplear su poder divino para salvarse, habría logrado mucho. Satanás, entonces podría haber sostenido que esto invalidaba la demostración que Dios se proponía hacer, a saber, que era posible para el hombre guardar la ley. En la forma como sucedió, Satanás quedó derrotado. Pero hasta el mismo fin, continuó la misma táctica. Satanás esperaba que Cristo se librara, usando su poder divino. En la cruz, se tentó así a Cristo: "A otros salvó, a sí mismo no puede salvar" Pero el Señor no vaciló. Hubiera podido salvarse, pero no lo hizo. Satanás fue derrotado nuevamente. No podía comprender esto. Pero sabía que con la muerte victoriosa del Señor, se sellaba su propia condenación. Al morir, Cristo vencía.
Pero Satanás no renunció, a la lucha. Había fracasado en su conflicto con Cristo, pero todavía podía tener éxito con los hombres. Así que fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (Apoc. 12:17). Si podía vencerlos, tal vez no quedaría derrotado del todo.
La demostración que Dios se propone hacer con la última generación en la tierra significa mucho, tanto para el pueblo como para Dios. ¿Puede realmente observarse la ley de Dios? Esta es una cuestión vital. Muchos negarán que se pueda hacer; otros dudarán. Cuando se considera toda la cuestión de la observancia de los mandamientos, el problema asume grandes proporciones. La ley de Dios es "excesivamente amplia; abarca los pensamientos y los intentos del corazón. Juzga los motivos tanto como los hechos, los pensamientos como las palabras. La observancia de los mandamientos significa completa santificación, una vida santa, una inquebrantable fidelidad a lo recto, una completa separación del pecado y la victoria sobre él. Bien puede el hombre mortal exclamar: ¡Quién es suficiente para esas cosas!Sin embargo, es la tarea que Dios se ha propuesto y que él espera realizar.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.