¿POR QUÉ LA NACIÓN DE ISRAEL ES INCRÉDULA AL HIJO DE DIOS COMO EL MESÍAS PROMETIDO?
Varias explicaciones se han dado:
a) La incredulidad basada en la soberbia de contemplar un Mesías crucificado
b) Que siendo hombre se hizo Dios
c) Que a otros salvó y así mismo no se pudo salvar, etcétera.
No todos en el Sanedrín estaban unidos en contra de Jesús.
Quiero pensar en una pregunta que reveló completamente la ignorancia del Sanedrín, hecha a Nicodemo:
Juan 3:10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú, maestro de Israel, y no sabes esto?
Aquí, el Señor asume que los que debían enseñar la Justicia de la ley a Israel, como maestros, debían saberlo.
A este respecto, el apóstol nos informa en Romanos 9:
Rom 9:30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe;
Rom 9:31 más Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.
Rom 9:32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo,
Rom 9:33 como está escrito:
He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
¿LA JUSTICIA QUE ES POR FE EN QUIÉN?
El apóstol identifica a Jesús como la piedra de tropiezo, no solamente del forista Ari Ben Canaan, sino también de toda la descendencia judía, incrédula a Aquel que los puede justificar delante del Trono del Juicio de Dios.
Todos, sea judío o gentil, tienen que ir por igual a Jesús: tanto los que tienen mala conciencia como los que tienen un corazón sediento, pues Él solamente puede satisfacer perfectamente a todos.
Con su precioso sacrificio, Jesús puede quitar toda mancha de la conciencia y dejarla perfectamente limpia, y con su Persona incomparable puede llenar el más profundo vacío del corazón, dejándolo plenamente satisfecho.
En su búsqueda de la verdad, Nicodemo aprendió de Jesús:
Jua 3:11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.
Jua 3:12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
Jua 3:13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
Jua 3:14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
Jua 3:15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.
En el versículo 13, Nicodemo, fue conducido a considerar a Jesús como Dios, pues no solamente estaba delante de sus ojos, sino también, como sus propias palabras dan a entender: "que está en el cielo" con el atributo de la Omnipresencia, exclusivo de Dios.
Y la sencillez de la Fe puesta en Jesús, izado entre el cielo y la tierra, llevando a cabo la Justificación del ser humano que deposita su confianza en la Obra de la Redención, donde nuestros pecados fueron puestos en su santo cuerpo sobre el altar de la Cruz, es ilustrada mediante la serpiente de bronce, en el versículo 14.
Los israelitas mordidos eran sanados con una simple mirada a la serpiente alzada, leemos:
Núm 21:9 Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.
Ahora, en esta edad de la Iglesia de Cristo, en este período de la gracia de Dios, sea judío o sea gentil, como pecador perdido, reo al infierno, puede hallar la vida sencillamente al mirar a Jesús por la fe, primero clavado en la cruz, y luego sentado en el trono.
Seguramente los israelitas habrán mirado las heridas que les provocaron las dolorosas mordeduras de las serpientes, pero para hallar el remedio solamente debían mirar a la serpiente de bronce. Del mismo modo, al pecador perdido, por agobiada que tuviere su conciencia, no se le dice que mire sus pecados para obtener el socorro: una sola mirada de fe a Jesús basta para que tenga la vida.
“Mirad a mí” —dice el Señor— “y sed salvos, todos los términos de la tierra” (Isaías 45:22).
¿Pero qué está haciendo Dios con su Hijo allí en el Altar de la Cruz?
Lo está sacrificando en expiación por los pecados, no solamente de los judíos, sino de todo aquel que en Él crea. (2Cor.5:21).
Como enseña el profeta:
Isa 53:6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Esta fue la preciosa lección que Nicodemo debía aprender, y la respuesta a su insistente pregunta respecto al «cómo».
Si alguien comienza a razonar acerca del nuevo nacimiento, seguramente quedará confundido; pero si cree en Jesús, nacerá de nuevo. La razón humana nunca podrá comprender el nuevo nacimiento, porque la Palabra de Dios lo produce.
El Señor no vino hacer remiendos en la vieja naturaleza Adámica.
Lo digo porque por ahí andan muchos pensando que poco a poco se van desligando del pecado que los asedia.
De ninguna manera.
La vieja naturaleza sigue ahí, viva, activa, y al menor descuido sale a flote.
Pero en el hombre nuevo, vestido de Cristo, la vieja naturaleza está muerta.
Rom 13:12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.
Rom 13:13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia,
Rom 13:14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
Muchos hallan un tropiezo en esto porque se enfocan en el mecanismo o proceso de la regeneración, en vez de someterse a la Palabra regeneradora.
Y el resultado es que están desconcertados y confundidos. Se miran a sí mismos, en vez de mirar a Cristo.
Y no puede ser de otra manera, pues existe una inseparable conexión entre el objeto que miramos y el efecto que tal mirada produce.
¿Qué habría ganado un israelita mirando sus heridas? ¡Nada!
¿Qué consiguió al mirar a la serpiente de bronce? Ser sanado.
¿Qué gana el pecador al mirarse a sí mismo? ¡Nada!
¿Qué gana al mirar a Jesús?: “La vida eterna”.
Hasta el día de hoy, la nación de Israel no conoce el Nuevo Nacimiento en Cristo Jesús.
¿Qué gana un judío con evitar mirar a Cristo, encerrado en su propio desprecio y razonamiento carnal?
Se gana el Castigo Eterno, su filiación con Abraham no lo va a salvar, tengo pruebas escriturales, leemos:
Jua 8:32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Jua 8:33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?
Jua 8:34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.
A la vacía jactancia de los judíos de descender de Abraham, el Señor les replicó que los que fuesen hijos del patriarca andarían en los caminos de su padre; pero que, en cuanto a ellos, lo que querían era matarle porque les había presentado la verdad dada por Dios.
Entonces ellos se refugiaron en aquel invento de los apóstatas, la paternidad de Dios, leemos:
Jua 8:41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.
La expresión, "no somos nacidos de fornicación" contiene un insulto generado por la impiedad, pues al conocer ellos que venía de una familia de Nazaret, y que trabajaban la madera, y que su "padre" era José, el carpintero, ¿Entonces de quién era hijo? Ellos habían descartado, al igual que el forista Ari Ben Canaan, que Dios fuera su padre. Y prefirieron creer que María había fornicado antes de su matrimonio con José.
De manera que su incredulidad a Cristo, atrajo sobre sí mismos las hirientes palabras:
«Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla LA mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de ELLA».