Para que los argumentos se hagan verdad, hay que cotejar todas las Escrituras Sagradas, no solo tomar un texto y con eso intentar hacer verdad sin antes que todo llegase a compaginar.
El mismo profeta que Daniel que habló del chivo y el carnero, es el mismo que habló de las cuatro bestias, y el mismo que habló de la estatua que vió Nabocudonosor, y el mismo que habla del rey del norte y sur, y el MISMO que habla de las 70 semanas.
¿Porqué hacer mucho hincapié en Daniel? Resp: porque muestro el Maestro, Amo y Mesías nos advirtió de las profecía de Daniel en relación a la bestia, y nos aconsejó y mandó que “cuando la leamos, la entendamos”. El profeta Daniel no es un simple o común profeta, y menos sus visiones o revelaciones dadas por la Palabra de YA’JWEH:
Mat 24:15 Por eso, cuando ustedes vean en el Lugar Santo la abominación desoladora de la que habló el profeta Daniel (el que lee, que entienda),
Luc 21:20 “Cuando vean a Jerusalén asediada por ejércitos, sepan que ha llegado su destrucción.
Ahora leemos e intentamos entender lo que nos revela el profeta Daniel (como nos mandó el Mesías). Daniel nos dice en la revelación de las 70 semanas, que vendría el pueblo de un “príncipe” (en el hebreo se usa la palabra “Zar” para destruir la ciudad y el santuario:
Dan 9:26 Después de las sesenta y dos semanas, será quitado el Mashíaj el Ungido y no quedará nada de él; y el pueblo de un principal que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario. Con cataclismo será su fin, y hasta el fin de la guerra está decretada la desolación.
Hagámonos esta preguntas "para entender" (como nos dijo el Maestro):
¿Quién es esa ciudad y santuario que habría de ser destruida después que se le quitaría la vida al Mesías? Resp: Jerusalén y el Templo.
¿Quién dice la historia que invadió a Jerusalén y destruyó el Templo? Resp: Un ejército de gentiles liderado por un emperador de Roma, como lo profetizó Daniel: el pueblo de un principal que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario.
Y si leemos más para entender lo que finalmente nos señala Daniel 9:26, dice que ese pueblo/ejército del principal/emperador/líder/etc; siendo que la guerra estaría decretada ¡hasta que surja la DESOLACIÓN de la que habló el Mesías!
El Imperio que ha estado perdurando desde esa destrucción de Jerusalén y que se levantaría hasta que venga la DESOLACIÓN SOBRE JERUSALÉN, es el Imperio que ha formado Roma desde los tiempos antiguos, sea en forma de ejército o religioso.
Ahora, ¿cómo se compagina esto con las otras visiones de Daniel?
Hablemos de la estatua que vió Nabucodonosor señalada en el libro de Daniel. Esa profecía señala a cuatro Imperios en orden cronológico, empezando por el Imperio de Babilonia, luego el de Medo-Persia, luego el Greco-Macedónico, y por último el Romano y su unión posterior con otras naciones.
Ahora hablemos de las cuatro bestias que vió Daniel. Ya vimos que la cuatro cabezas de la tercera bestia como Leopardo, corresponde al Imperio de Alejandro Magno y sus 4 divisiones posteriores. El imperio que le sigue es el Imperio Romano, la cuarta bestia, no hay quinta bestia hasta el regreso de YA’JSHUA.
Ahora, vayamos a la profecía del chivo y el carnero de Daniel 8, y el cuerno pequeño que se dirigió mucho al sur, y al este; y que salió de una de las cuatro divisiones del Imperio de Grecia. ¿De quién está hablando aquí?
Resp: de cuando el Imperio de Roma se había establecido en lo que algún vez fue uno de las cuatro divisiones del Imperio de Alejandro Magno. Donde nuestro Amo YA’JSHUA considera es el trono de Satán:
Apo 2:12 “Escribe al mensajero de la comunidad en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:
Apo 2:13 Yo conozco dónde habitas: donde está el trono del Satán. Y retienes mi nombre y no has negado mi fe, aun en los días de Antipas, mi testigo fiel, a quien mataron entre ustedes, donde mora el Satán.
¡Sigan el rastro!
Pronto el país de Turquía, de donde estaba ubicado Pérgamo (norte de Israel) y las 7 Iglesias que vió Juan, volverá a formar parte de un muy poderoso Imperio en donde Roma tiene dominio sobre muchos de la “Unión” (mezcla del hierro y barro cocido), que se dirirgió y se dirigirá de nuevo mucho al sur, y al este.