Es bueno que cada cristiano recuerde lo que tuvo lugar en conexión
con la figura de la serpiente de cobre hecha por Moisés.
Durante el viaje de los israelitas en el desierto, Dios mandó a Moisés,
que había dirigido a Israel al salir de Egipto,
que hiciera la figura de una serpiente de cobre,
que era un símbolo y tenía significado profético,
pero no era para adoración religiosa.
Por eso, la imagen de la serpiente de cobre
no se adoró ni se usó para adoración en el día de Moisés.
Aunque esa imagen se hizo en circunstancias apropiadas,
aun por mandato de Dios, al fin, no obstante, tuvo que ser destruida.
¿Por qué? Porque siglos después del día de Moisés los israelitas
convirtieron aquella misma imagen de la serpiente de cobre
en un objeto de devoción religiosa, hasta quemando incienso para ella. (2 Rey. 18:4)
De modo que cuando el rey Ezequías purgó a la tierra de Judá de imágenes religiosas,
hizo que la serpiente de cobre hecha por Moisés
fuera despedazada y destruida completamente.
Aquella destrucción de imágenes religiosas tuvo la bendición de Dios,
puesto que el Dios verdadero quiere ser adorado sin imágenes o no por medio de imágenes,
como Jesucristo mismo declaró:
“Dios es un Espíritu, y los que lo adoran
tienen que adorarlo con espíritu y con verdad.”—Juan 4:24; 2 Rey. 18:1-7.