Re: PODEMOS ESTAR SEGUROS DE LA SALVACION
30 Y vimos una visión de los sufrimientos de aquellos a quienes hizo la guerra y venció, porque la voz del Señor vino a nosotros con estas palabras: 31 Así dice el Señor concerniente a todos los que conocen mi poder, y han llegado a participar de él, y se dejaron [SUP]a[/SUP]
vencer a causa del poder del diablo, y niegan la verdad y se rebelan contra mi poder.
32 Estos son los [SUP]a[/SUP]
hijos de [SUP]b[/SUP]
perdición, de quienes digo que mejor hubiera sido para ellos no haber nacido;
33 porque son vasos de ira, condenados a padecer la ira de Dios con el diablo y sus ángeles en la eternidad;
34 concerniente a los cuales he dicho que no hay [SUP]a[/SUP]
perdón en este mundo ni en el venidero,
35 habiendo [SUP]a[/SUP]
negado al Santo Espíritu después de haberlo recibido, y habiendo negado al Unigénito del Padre, [SUP]b[/SUP]
crucificándolo para sí mismos y exponiéndolo a vituperio.
36 Éstos son los que irán al [SUP]a[/SUP]
lago de fuego y azufre, con el diablo y sus ángeles,
37 y los únicos sobre quienes tendrá poder alguno la segunda [SUP]a[/SUP]
muerte;
38 sí, en verdad, los [SUP]a[/SUP]
únicos que no serán redimidos en el debido tiempo del Señor, después de padecer su ira.
39 Porque todos los demás [SUP]a[/SUP]
saldrán en la [SUP]b[/SUP]
resurrección de los muertos, mediante el triunfo y la gloria del [SUP]c[/SUP]
Cordero, que fue inmolado, que estaba en el seno del Padre desde antes que los mundos fuesen hechos.
40 Y éste es el [SUP]a[/SUP]
evangelio, las buenas nuevas, que la voz de los cielos nos testificó:
41 Que vino al mundo, sí, Jesús, para ser [SUP]a[/SUP]
crucificado por el mundo y para [SUP]b[/SUP]
llevar los pecados del [SUP]c[/SUP]
mundo, y para [SUP]d[/SUP]
santificarlo y [SUP]e[/SUP]
limpiarlo de toda iniquidad;
42 para que por medio de él fuesen [SUP]a[/SUP]
salvos todos aquellos a quienes el Padre había puesto en su poder y había hecho mediante él;
43 y él glorifica al Padre y salva todas las obras de sus manos, menos a esos hijos de perdición que niegan al Hijo después que el Padre lo ha revelado.
44 Por tanto, a todos salva él menos a ellos; éstos irán al [SUP]a[/SUP]
castigo [SUP]b[/SUP]
perpetuo, que es castigo sin fin, castigo eterno, para reinar con el [SUP]c[/SUP]
diablo y sus ángeles por la eternidad, donde su [SUP]d[/SUP]
gusano no muere y el fuego no se apaga, lo cual es su tormento;
45 y ni el [SUP]a[/SUP]
fin de ello, ni el lugar, ni su tormento, ningún hombre lo sabe;
46 ni tampoco fue, ni es, ni será revelado al hombre, salvo a quienes se hacen participantes de ello;
47 sin embargo, yo, el Señor, lo manifiesto en visión a muchos, pero en seguida lo cierro otra vez;
48 por consiguiente, no comprenden el fin, la anchura, la altura, la [SUP]a[/SUP]
profundidad ni la miseria de ello, ni tampoco hombre alguno, sino los que son [SUP]b[/SUP]
ordenados a esta [SUP]c[/SUP]
condenación.
49 Y oímos la voz decir: Escribid la visión, porque he aquí, éste es el fin de la visión de los padecimientos de los impíos.
50 Y otra vez testificamos, porque vimos y oímos, y éste es el [SUP]a[/SUP]
testimonio del evangelio de Cristo concerniente a los que saldrán en la [SUP]b[/SUP]
resurrección de los justos:
51 Éstos son los que recibieron el testimonio de Jesús, y [SUP]a[/SUP]
creyeron en su nombre, y fueron [SUP]b[/SUP]
bautizados según la [SUP]c[/SUP]
manera de su sepultura, siendo [SUP]d[/SUP]
sepultados en el agua en su nombre; y esto de acuerdo con el mandamiento que él ha dado,
52 para que, guardando los mandamientos, fuesen [SUP]a[/SUP]
lavados y [SUP]b[/SUP]
limpiados de todos sus pecados, y recibiesen el Santo Espíritu por la imposición de las [SUP]c[/SUP]
manos del que es [SUP]d[/SUP]
ordenado y sellado para ejercer este [SUP]e[/SUP]
poder;
53 y son quienes vencen por la fe, y son [SUP]a[/SUP]
sellados por el [SUP]b[/SUP]
Santo Espíritu de la promesa, que el Padre derrama sobre todos los que son justos y fieles.
54 Éstos son los que constituyen la Iglesia del [SUP]a[/SUP]
Primogénito.
55 Son aquellos en cuyas manos el Padre ha entregado [SUP]a[/SUP]
todas las cosas;
56 son [SUP]a[/SUP]
sacerdotes y reyes que han recibido de su plenitud y de su gloria;
57 y son [SUP]a[/SUP]
sacerdotes del Altísimo, según el orden de Melquisedec, que fue según el orden de [SUP]b[/SUP]
Enoc, que fue según el [SUP]c[/SUP]
orden del Hijo Unigénito.
58 De modo que, como está escrito, son [SUP]a[/SUP]
dioses, sí, los [SUP]b[/SUP]
hijos de [SUP]c[/SUP]
Dios.
59 Por consiguiente, [SUP]a[/SUP]
todas las cosas son suyas, sea vida o muerte, o cosas presentes o cosas futuras, todas son suyas, y ellos son de Cristo y Cristo es de Dios.
60 Y [SUP]a[/SUP]
vencerán todas las cosas.
61 Por tanto, nadie se [SUP]a[/SUP]
gloríe en el hombre, más bien [SUP]b[/SUP]
gloríese en Dios, el cual [SUP]c[/SUP]
subyugará a todo enemigo debajo de sus pies.
62 Éstos [SUP]a[/SUP]
morarán en la [SUP]b[/SUP]
presencia de Dios y de su Cristo para siempre jamás.
63 Éstos son [SUP]a[/SUP]
los que él traerá consigo cuando [SUP]b[/SUP]
venga en las nubes del cielo para [SUP]c[/SUP]
reinar en la tierra sobre su pueblo.
64 Son los que tendrán parte en la [SUP]a[/SUP]
primera resurrección.
65 Son quienes saldrán en la [SUP]a[/SUP]
resurrección de los justos.
66 Son los que han venido al [SUP]a[/SUP]
monte de [SUP]b[/SUP]
Sión y a la ciudad del Dios viviente, el lugar celestial, el más santo de todos.
67 Son los que se han allegado a una hueste innumerable de ángeles, a la asamblea general e iglesia de [SUP]a[/SUP]
Enoc y del [SUP]b[/SUP]
Primogénito.
68 Son aquellos cuyos nombres están [SUP]a[/SUP]
escritos en el cielo, donde Dios y Cristo son los [SUP]b[/SUP]
jueces de todo.
69 Son hombres [SUP]a[/SUP]
justos hechos [SUP]b[/SUP]
perfectos mediante Jesús, el mediador del nuevo [SUP]c[/SUP]
convenio, que obró esta perfecta [SUP]d[/SUP]
expiación derramando su propia [SUP]e[/SUP]
sangre.
70 Éstos son aquellos cuyos cuerpos son [SUP]a[/SUP]
celestiales, cuya [SUP]b[/SUP]
gloria es la del [SUP]c[/SUP]
sol, sí, la gloria de Dios, el más alto de todos, de cuya gloria está escrito que tiene como símbolo el sol del firmamento.
71 Y además, vimos el [SUP]a[/SUP]
mundo terrestre, y he aquí, éstos son los de lo terrestre, cuya gloria se distingue de la gloria de los de la iglesia del Primogénito que han recibido la plenitud del Padre, así como la de la [SUP]b[/SUP]
luna difiere del sol en el firmamento.
72 He aquí, éstos son los que murieron [SUP]a[/SUP]
sin [SUP]b[/SUP]
ley;
73 y también los que son los [SUP]a[/SUP]
espíritus de los hombres encerrados en [SUP]b[/SUP]
prisión, a quienes el Hijo visitó y [SUP]c[/SUP]
predicó el [SUP]d[/SUP]
evangelio, para que fuesen juzgados según los hombres en la carne;
74 quienes no recibieron el [SUP]a[/SUP]
testimonio de Jesús en la carne, mas después lo recibieron.
75 Éstos son los hombres honorables de la tierra que fueron cegados por las artimañas de los hombres.
76 Son los que reciben de su gloria, mas no de su plenitud.
77 Son los que reciben de la presencia del Hijo, mas no de la plenitud del Padre.
78 Por consiguiente, son [SUP]a[/SUP]
cuerpos terrestres y no son cuerpos celestiales, y difieren en gloria como la luna difiere del sol.
79 Éstos son aquellos que no son [SUP]a[/SUP]
valientes en el testimonio de Jesús; así que, no obtienen la corona en el reino de nuestro Dios.
80 Y éste es el fin de la visión que vimos de lo terrestre, que el Señor nos mandó escribir mientras todavía estábamos en el Espíritu.
81 Y además, vimos la gloria de lo [SUP]a[/SUP]
telestial, la gloria de lo menor, así como la gloria de las estrellas difiere de la gloria de la luna en el firmamento.
82 Éstos son los que no recibieron el evangelio de Cristo ni el [SUP]a[/SUP]
testimonio de Jesús.
83 Son los que no niegan al Santo Espíritu.
84 Son aquellos que son arrojados al [SUP]a[/SUP]
infierno.
85 Son éstos los que no serán redimidos del [SUP]a[/SUP]
diablo sino hasta la [SUP]b[/SUP]
última resurrección, hasta que el Señor, Cristo el [SUP]c[/SUP]
Cordero, haya cumplido su obra.
86 Son los que no reciben de su plenitud en el mundo eterno, sino del Santo Espíritu por medio de la ministración de lo terrestre;
87 y lo terrestre, por la [SUP]a[/SUP]
ministración de lo celestial.
88 Y lo telestial también lo recibe por la ministración de ángeles que son designados para ministrar por ellos, o sea, que son nombrados para ser sus espíritus ministrantes; porque serán herederos de la salvación.
89 Y así vimos en la visión celestial la gloria de lo telestial, que sobrepuja a toda comprensión;
90 y ningún hombre la conoce sino aquel a quien Dios la ha revelado.
91 Y así vimos la gloria de lo terrestre, que excede a la gloria de lo telestial en todas las cosas, sí, en gloria, en poder, en fuerza y en dominio.
92 Y así vimos la gloria de lo celestial, que sobrepuja a todas las cosas; donde Dios, el Padre, reina en su trono para siempre jamás;
93 ante cuyo trono todas las cosas se inclinan en humilde [SUP]a[/SUP]
reverencia, y le rinden gloria para siempre jamás.
94 Los que moran en su [SUP]a[/SUP]
presencia son la iglesia del [SUP]b[/SUP]
Primogénito; y ven como son vistos, y [SUP]c[/SUP]
conocen como son conocidos, habiendo recibido de su plenitud y de su [SUP]d[/SUP]
gracia;
95 y él los hace [SUP]a[/SUP]
iguales en poder, en fuerza y en dominio.
96 Y la gloria de lo celestial es una, así como la gloria del [SUP]a[/SUP]
sol es una.
97 Y la gloria de lo terrestre es una, así como es una la gloria de la luna.
98 Y la gloria de lo telestial es una, así como la gloria de las estrellas es una; porque como una estrella es diferente de otra en gloria, así difieren uno y otro en gloria en el mundo telestial;
99 porque éstos son los que dicen ser de [SUP]a[/SUP]
Pablo, y de Apolos, y de Cefas.
100 Son los que declaran ser unos de uno y otros de otro: unos de Cristo y otros de Juan, unos de Moisés, unos de Elías, unos de Esaías, unos de Isaías, y otros de Enoc;
101 mas no recibieron el evangelio, ni el testimonio de Jesús, ni a los profetas, ni el [SUP]a[/SUP]
convenio sempiterno.
102 En fin, todos éstos son los que no serán reunidos con los santos para ser [SUP]a[/SUP]
arrebatados con la [SUP]b[/SUP]
iglesia del Primogénito y recibidos en la nube.
103 [SUP]a[/SUP]
Éstos son los [SUP]b[/SUP]
mentirosos y los hechiceros, los [SUP]c[/SUP]
adúlteros y los fornicarios, y quienquiera que ama y obra mentira.
104 Son los que padecen la [SUP]a[/SUP]
ira de Dios en la tierra.
105 Son los que padecen la [SUP]a[/SUP]
venganza del fuego eterno.
106 Son aquellos que son arrojados al [SUP]a[/SUP]
infierno, y [SUP]b[/SUP]
padecen la ira de Dios [SUP]c[/SUP]
Todopoderoso hasta el [SUP]d[/SUP]
cumplimiento de los tiempos, cuando Cristo haya [SUP]e[/SUP]
subyugado a todo enemigo debajo de sus pies y haya [SUP]f[/SUP]
perfeccionado su obra;
107 cuando entregue el reino y lo presente sin mancha al Padre, diciendo: He vencido y [SUP]a[/SUP]
pisado, yo solo, el [SUP]b[/SUP]
lagar, sí, el lagar del furor de la ira del Dios Omnipotente.
108 Entonces será coronado con la corona de su gloria, para sentarse sobre el [SUP]a[/SUP]
trono de su poder y reinar para siempre jamás.
109 Mas he aquí, vimos la gloria y los habitantes del mundo telestial, y eran tan innumerables como las estrellas en el firmamento del cielo, o como las arenas en las playas del mar;
110 y oímos la voz del Señor decir: Todos éstos doblarán la rodilla, y toda lengua [SUP]a[/SUP]
confesará al que se sienta sobre el trono para siempre jamás;
111 porque serán juzgados de acuerdo con sus obras, y cada hombre recibirá, conforme a sus propias [SUP]a[/SUP]
obras, su dominio correspondiente en las [SUP]b[/SUP]
mansiones que están preparadas;
112 y serán siervos del Altísimo; mas a [SUP]a[/SUP]
donde Dios y Cristo [SUP]b[/SUP]
moran no podrán venir, por los siglos de los siglos.
113 Éste es el fin de la visión que vimos, que se nos mandó escribir mientras estábamos aún en el Espíritu.
114 Pero [SUP]a[/SUP]
grandes y maravillosas son las obras del Señor y los [SUP]b[/SUP]
misterios de su reino que él nos enseñó, los cuales sobrepujan a toda comprensión en gloria, en poder y en dominio,
115 los cuales nos mandó no escribir mientras estábamos aún en el Espíritu, y no es [SUP]a[/SUP]
lícito que el hombre los declare;
116 ni tampoco es el hombre [SUP]a[/SUP]
capaz de darlos a conocer, porque sólo se ven y se [SUP]b[/SUP]
comprenden por el poder del Santo Espíritu que Dios confiere a los que lo aman y se purifican ante él;
117 a quienes concede este privilegio de ver y conocer por sí mismos,
118 para que por el poder y la manifestación del Espíritu, mientras estén en la carne, puedan aguantar su presencia en el mundo de gloria.
119 Y a Dios y al Cordero sean la gloria, la honra y el dominio para siempre jamás. Amén.