Re: PODEMOS ESTAR SEGUROS DE LA SALVACION
Gracia y paz a los santos de la gracia.
“Sino el que habita en mi pecado”, romanos 7:25.
Gracias al bendecido Ferdinand77 por sus palabras y retomo el tema sobre la seguridad de la salvación con romanos 7:25.
Pero antes quiero agradecer la información del bendecido Fredyjuarbe sobre la religión adventista. Así que indagué y leí sobre los “adventistas evangélicos” y los escritos del bendecido Wolfgang Streich. Me agradé en gran manera por el tema “entremos en el verdadero reposo”. Este tema sobre el reposo lo tenía en mente para traerlo al foro posteriormente. Ya más tarde lo leeré con más calma y tiempo.
Una cosa de este bendecido me llamó mucho la atención y fue su valentía al hacerle frente a todo un sistema religioso en pro de la verdad. Cito de él estas palabras: “Veo muy saludable los procesos de corrección en toda iglesia denominaciónal, y más aun a nivel personal individual. No podemos estar creyendo lo mismo siempre”. Cierro la cita.
Volviendo a romanos 7:25.
Todo el capítulo 7 de romanos es de suma importancia, pero el espacio es limitado.
Como he dicho repetidas veces el pecado no es una acción, sino una condición, una naturaleza que está en nosotros, vive en nosotros, o sea, habita y mora en nosotros. La ley fue dada para mostrarnos esa condición, esa naturaleza. “Pero el pecado no conocí sino mediante la ley”, (romanos 7:7). Por más que se esforzaban los israelitas en obedecer la ley, más encontraban que no podían cumplir con esta. Por eso el apóstol declara que “la ley se enseñorea del hombre por todo el tiempo que vive”, (romanos 7:1).
Ya el bendecido Ferdinand ha citado a romanos 7:15 al 25 y es claro que el pecado es una condición, una naturaleza que gobierna y se enseñorea del hombre. Pablo como hombre, aun siendo “siervo de Cristo Jesús, llamado un apóstol, habiendo sido separado para el evangelio de Dios”, (romanos 1:1), conocía esa naturaleza que habitaba y era parte de él. Por eso la define como el pecado que moraba en él. Naturaleza que no tiene arreglo ni solución. Está destinada a volver al polvo de donde vino. Lo terrenal a lo terrenal. Po eso exclama el apóstol: “¡Miserable yo hombre! ¿Quién me libertara del cuerpo de la muerte esta?”, romanos 7:24.
Las dos leyes.
“Por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, y por otro, con la carne a la ley del pecado”, romanos 7:25. Aquí se nos presentan dos leyes, “la ley de Dios” y “la ley del pecado”. Son muchos los que piensan y creen que la ley de Dios a la que el apóstol hace referencia es la ley dada en el Sinaí por medio de Moisés y están errados totalmente. Es “la ley del pecado” la que fue dada en el Sinaí, pues fue una ley para la carne, para que se enseñorease de la carne, (el hombre natural). ¿Acaso las leyes que impone cada nación no es para imponer al hombre una conducta, sea esta justa o no? Así mismo para eso fue dada la ley, para gobernar (enseñorear) sobre el hombre. Ah, pero la ley es “santa y el mandamiento santo y justo y bueno” indica el apóstol, (romanos 7:12). Es todo eso por causa del que la da y no por sí misma, en este caso por Dios.
La ley de Dios es para servirle con la mente, por medio del hombre “interior”, (romanos 7:22). Este “hombre interior” es espiritual, interno, no se ve a la vista natural. Es la nueva creación, es el “nuevo hombre que según Dios fue creado en justicia”, (efesios 4:24). Se nos exhorta a despojarnos de el viejo hombre “que se corrompe conforme a los deseos del engaño”, (efesios 4:22). Para tal misión se nos dio “el pensamiento de Cristo”, (la mente de Cristo), (1 corintios 2:16). El cristiano recibe ese poder del Espíritu para poder servirle a su Señor y no permitir el señorío de la ley del pecado. ¿Acaso no dijo Cristo en los días de su carne estas palabras?: “No dejare os huérfanos, vengo a vosotros”, Juan 14:18. Por eso “cuantos por (el) Espíritu de Dios son guiados, estos hijos son de Dios”, romanos 8:14. “Más si alguno (el) Espíritu de Cristo no tiene, este no es de él”, romanos 8:9.
Ciertamente los cristianos cargamos a cuestas una vieja naturaleza que para todo efecto de condenación está muerta. Fue condenada y muerta en la cruz por medio del cuerpo de Jesús una vez y para siempre. Así es, el pecado fue condenado, (romanos 8:1-3) en Jesús al tomar nuestras “enfermedades, nuestros dolores, nuestras rebeliones, nuestros pecados, como está escrito en Isaías 53:4-5.
Aunque está muerta para efectos de que no tiene poder para acusar a los hijos de Dios, como tampoco de separar del amor de Dios a sus escogidos, (leer por favor a romanos 8:33-39), no debemos darle lugar para que externamente nos gobierne y manipule.
¿Debilidades por causa de esa naturaleza muerta? Claro que todos las tenemos, pero para eso se nos ha dado la mente de Cristo.
Nuestra salvación es firme y segura y fue dada en base a la obra de Jesús Cristo, consumada de principio a fin. Para todo efecto hemos sido “conocidos”, “predestinados”, “llamados”, “justificados” y “glorificados”. Eso es lo que el apóstol llamó, “bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”, (efesios 1:3). No con algunas bendiciones, sino con TODA BENDICION en los lugares celestiales en Cristo.
Gracia y paz a todos.
Gracia y paz a los santos de la gracia.
“Sino el que habita en mi pecado”, romanos 7:25.
Gracias al bendecido Ferdinand77 por sus palabras y retomo el tema sobre la seguridad de la salvación con romanos 7:25.
Pero antes quiero agradecer la información del bendecido Fredyjuarbe sobre la religión adventista. Así que indagué y leí sobre los “adventistas evangélicos” y los escritos del bendecido Wolfgang Streich. Me agradé en gran manera por el tema “entremos en el verdadero reposo”. Este tema sobre el reposo lo tenía en mente para traerlo al foro posteriormente. Ya más tarde lo leeré con más calma y tiempo.
Una cosa de este bendecido me llamó mucho la atención y fue su valentía al hacerle frente a todo un sistema religioso en pro de la verdad. Cito de él estas palabras: “Veo muy saludable los procesos de corrección en toda iglesia denominaciónal, y más aun a nivel personal individual. No podemos estar creyendo lo mismo siempre”. Cierro la cita.
Volviendo a romanos 7:25.
Todo el capítulo 7 de romanos es de suma importancia, pero el espacio es limitado.
Como he dicho repetidas veces el pecado no es una acción, sino una condición, una naturaleza que está en nosotros, vive en nosotros, o sea, habita y mora en nosotros. La ley fue dada para mostrarnos esa condición, esa naturaleza. “Pero el pecado no conocí sino mediante la ley”, (romanos 7:7). Por más que se esforzaban los israelitas en obedecer la ley, más encontraban que no podían cumplir con esta. Por eso el apóstol declara que “la ley se enseñorea del hombre por todo el tiempo que vive”, (romanos 7:1).
Ya el bendecido Ferdinand ha citado a romanos 7:15 al 25 y es claro que el pecado es una condición, una naturaleza que gobierna y se enseñorea del hombre. Pablo como hombre, aun siendo “siervo de Cristo Jesús, llamado un apóstol, habiendo sido separado para el evangelio de Dios”, (romanos 1:1), conocía esa naturaleza que habitaba y era parte de él. Por eso la define como el pecado que moraba en él. Naturaleza que no tiene arreglo ni solución. Está destinada a volver al polvo de donde vino. Lo terrenal a lo terrenal. Po eso exclama el apóstol: “¡Miserable yo hombre! ¿Quién me libertara del cuerpo de la muerte esta?”, romanos 7:24.
Las dos leyes.
“Por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, y por otro, con la carne a la ley del pecado”, romanos 7:25. Aquí se nos presentan dos leyes, “la ley de Dios” y “la ley del pecado”. Son muchos los que piensan y creen que la ley de Dios a la que el apóstol hace referencia es la ley dada en el Sinaí por medio de Moisés y están errados totalmente. Es “la ley del pecado” la que fue dada en el Sinaí, pues fue una ley para la carne, para que se enseñorease de la carne, (el hombre natural). ¿Acaso las leyes que impone cada nación no es para imponer al hombre una conducta, sea esta justa o no? Así mismo para eso fue dada la ley, para gobernar (enseñorear) sobre el hombre. Ah, pero la ley es “santa y el mandamiento santo y justo y bueno” indica el apóstol, (romanos 7:12). Es todo eso por causa del que la da y no por sí misma, en este caso por Dios.
La ley de Dios es para servirle con la mente, por medio del hombre “interior”, (romanos 7:22). Este “hombre interior” es espiritual, interno, no se ve a la vista natural. Es la nueva creación, es el “nuevo hombre que según Dios fue creado en justicia”, (efesios 4:24). Se nos exhorta a despojarnos de el viejo hombre “que se corrompe conforme a los deseos del engaño”, (efesios 4:22). Para tal misión se nos dio “el pensamiento de Cristo”, (la mente de Cristo), (1 corintios 2:16). El cristiano recibe ese poder del Espíritu para poder servirle a su Señor y no permitir el señorío de la ley del pecado. ¿Acaso no dijo Cristo en los días de su carne estas palabras?: “No dejare os huérfanos, vengo a vosotros”, Juan 14:18. Por eso “cuantos por (el) Espíritu de Dios son guiados, estos hijos son de Dios”, romanos 8:14. “Más si alguno (el) Espíritu de Cristo no tiene, este no es de él”, romanos 8:9.
Ciertamente los cristianos cargamos a cuestas una vieja naturaleza que para todo efecto de condenación está muerta. Fue condenada y muerta en la cruz por medio del cuerpo de Jesús una vez y para siempre. Así es, el pecado fue condenado, (romanos 8:1-3) en Jesús al tomar nuestras “enfermedades, nuestros dolores, nuestras rebeliones, nuestros pecados, como está escrito en Isaías 53:4-5.
Aunque está muerta para efectos de que no tiene poder para acusar a los hijos de Dios, como tampoco de separar del amor de Dios a sus escogidos, (leer por favor a romanos 8:33-39), no debemos darle lugar para que externamente nos gobierne y manipule.
¿Debilidades por causa de esa naturaleza muerta? Claro que todos las tenemos, pero para eso se nos ha dado la mente de Cristo.
Nuestra salvación es firme y segura y fue dada en base a la obra de Jesús Cristo, consumada de principio a fin. Para todo efecto hemos sido “conocidos”, “predestinados”, “llamados”, “justificados” y “glorificados”. Eso es lo que el apóstol llamó, “bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”, (efesios 1:3). No con algunas bendiciones, sino con TODA BENDICION en los lugares celestiales en Cristo.
Gracia y paz a todos.