Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.
Pero, nosotros a lo nuestro. Mediante la Historia y la capacidad de argumentar:
XVI. Entrega
Conclusión.
La tremenda Lección de la Historia
La historia de las elecciones pontificias no es tan solo el esfuerzo por la conquista de la libertad de la Iglesia de las injerencias seculares. Si fuera tan solo esto sólo merecería comprensión, plácemes y nuestra simpatía incondicional. Pero la verdad es que se trata, además, del titánico esfuerzo de tal libertad al precio de la libertad de los poderes seculares, como claramente expusieron Hildebrando, Inocencio III y Bonifacio VIII. Es la historia de la lucha del pontificado por instaurar la teocracia papal que alcanzó su realización cumbre en el siglo XIII con Inocencio III, su concepto rival en la lucha por el “dominium mund” (1) Todo esto, ¿a que precio? Al del abandono de las normas que rigieron a la Iglesia antigua ─y mucho más las de la primitiva─ Pero, por una ironía de la historia, Roma, la nueva Roma, la papal, la surgida de los anhelos de León el Grande en el siglo V, y los logros prácticos de Hildebrando y sus sucesores a partir del XI, esta Roma del nuevo Imperio Sacerdotal del Pontificado sólo consiguió plena libertad para elegir a sus jerarcas cuando perdió sus Estados temporales defendidos con tanto ahínco hasta el último momento.
(1) “Historia General” dirigida por A. del Castillo. Vol. II, p, 334.
Reflexionemos:
Si la legitimidad de un papa depende de la legitimidad de su elección y la legitimidad de su elección depende a su vez de ciertas normas fijas (como parece sugerir el derecho canónico), hemos de llegar a la conclusión de que la legitimidad de muchos papas del pasado es dudosa y, por consiguiente, la cadena supuestamente ininterrumpida que pretende la apologética romana para nuestro encandilamiento se desmorona hecha pedazos. Ciñéndonos únicamente a la tristemente célebre Edad de Hierro la historia aporta irrefutables pruebas de muchos papas que fueron elegidos por simonía. Esto, y todas las múltiples y constantes injerencias principescas y reales, destruyen inexorablemente cualquier “cadena” legítimamente elegida que se pretende hacer de los obispos romanos. Y por si esto fuera poco ahí está la insuperable dificultad planteada por el Cisma de Occidente y la imposibilidad de demostrar la legitimidad de los papas después del concilio de Constanza.
Sin embargo, el mentis más rotundo que el testimonio de la historia da al Papado radica en el hecho de que dicha Institución fuese desconocida en los primeros siglos del Cristianismo.
Si nos vamos al primer concilio de la Iglesia, el de Jerusalén. Ya se desmienten todas las pretensiones y fundamentos del papado romano, posterior. En primer lugar no fue convocado por Pedro, tampoco lo presidió él sino Santiago. Pedro fue un testigo más junto a Pablo del problema que se tenía que resolver. Y la conclusión del mismo es harto clara:
Hechos 15: 6─29.-
Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto. Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.
Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
Después de esto volveré
Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído;
Y repararé sus ruinas,
Y lo volveré a levantar,
Para que el resto de los hombres busque al Señor,
Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,
Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos.
Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo.
Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquia con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquia, en Siria y en Cilicia, salud. Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. . Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.
El asunto era grave puesto que se trataba del futuro de la cristiandad. O sería una secta del judaísmo o por el contrario, el Nuevo Pacto profetizado por Jeremías (Jer. 31:27─34) sería Universal para toda la humanidad.
Ahora vayamos por partes:
I.- Quien preside el concilio no es Pedro, sino Jacobo.
II.- Pedro se limita a dar testimonio de su experiencia, especialmente en el caso del Centurión romano que recibió el Espíritu Santo sin estar ni bautizado ni circuncidado.
III.- A este le sigue el testimonio de Pablo y Bernabé.
IV.- Quien define doctrina fue Jacobo y a tenor de los testimonios citados. Estas, sus palabras son claras:
“Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios,
V.- Pero la solución final la da la Iglesia. Estas palabras también son claras e irrefutables:
“Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia”….
Por pocas entendederas que tenga el lector se dará perfecta cuenta que la opinión de iglesia fue fundamental porque apóstoles y ancianos eran junto al resto Iglesia. Pero lo laicos no eran entes pasivos y sin voz en la misma, sino tan activos como los apóstoles y ancianos.
VI.- Ahora la pregunta clave: ¿Quién tiene la autoridad final sino el concilio?
Lo mismo que en los de Nicea, Constantinopla, Calcedonia y Constanza. Pero el obispado de Roma se había pervertido de tal manera que aquella experiencia de volver a la cristiandad le estaba completamente vedada.
Todo lo que se dice en Apoc. 17:3─6 y 18:3─7. lo ha cumplido y realizado con creces la Institución Romanista
A los cristianos que aún permanecen en ella se les da un consejo que esta en 18:4.
Para redondear el tema veremos algunas de las múltiples falsificaciones
de antiguos documentos a fin de justificar las pretensiones papales.
AsÍ, que:
CONTINUARA.