Re: ¿PEDRO ES SOBRE QUIEN JESUS EDIFICARIA SU IGLESIA?
En Cesarea de Filipo, una ciudad romana, el Divino Salvador le afirma a Pedro que su nombre sera la Piedra:
Díceles él: "Y vosotros ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro contestó: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo." Replicando Jesús le dijo: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos."
Evangelio de san Mateo. XVI, 15-19.
Notese el uso exacto del pronombre gramatical, TU ERES. Ante tal idea y creencia, nos enfrentamos pues a averiguar quien es la Piedra de la habla Jesus. Ya el Evangelio de san Juan nos dice que Cristo le pondria Simon el nombre de Piedra, Cefa. Y es clarisimo:
Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas" - que quiere decir, "Piedra".
Evangelio de san Juan. I, 42.
Aqui vemos como el Señor le profetiza que se llamara Cefas, que significa Piedra. Ese evento como ya dije, ocurriria en Cesare de Filipo.
Pero el nombre se repite constantemente, san Pablo asi lo afirma:
¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?
Primera Epistola a los Corintios. IX,5.
y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo,Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión.
Epistola a los Galatas. II,9.
El nombre de Simon es Kepha, Piedra. Que en latin es Petrus y en castellano Pedro.
Si tienes mas dudas, dime y con ayuda de Dios, respondere.
Pax.
Sobre esta roca.
Estas palabras se han interpretado de diversas maneras: (1) que Pedro era "esta
roca", (2) que la fe de Pedro en Jesús como el Cristo era "esta roca", (3) que
Cristo mismo era "esta roca". Se han presentado persuasivos argumentos en
favor de cada una de las tres explicaciones.
La mejor forma de determinar qué
fue lo que Cristo quiso decir con estas palabras difíciles de entender, es
preguntar a las Escrituras mismas qué era lo que esta figura de dicción
significaba para los oidores judíos, especialmente para aquellos que se la
oyeron a Jesús en esta ocasión (DMJ 7).
El testimonio de los escritos de los
mismos discípulos es evidentemente superior a las ideas de los hombres que
después de ese tiempo han escrito u opinado acerca del supuesto sentido de las
palabras de Jesús. Felizmente, algunos de los que fueron testigos oculares en
esta ocasión (2 Ped. 1: 16; 1 Juan 1: 1-3) han dejado un registro claro e
inequívoco.
Por su parte, Pedro, a quien fueron dirigidas estas palabras, rechaza
enfáticamente, mediante sus enseñanzas, que la roca de la cual habló Cristo se
refería al apóstol mismo (Hech. 4: 8-12; 1 Ped. 2: 4-8). Mateo registra el
hecho de que Jesús empleó otra vez la misma figura, en circunstancias que
indican claramente que él mismo era la roca (ver com. Mat. 21: 42; cf. Luc.
20: 17-18).
Desde tiempos antiguos, el pueblo hebreo había empleado la figura
de la roca para referirse específicamente a Dios (ver com. Deut. 32: 4; Sal.
18: 2; etc.). El profeta Isaías se refirió a Cristo como "gran peñasco en
tierra calurosa" (Isa. 32: 2), y como "piedra probada, angular, preciosa" (ver
com. cap. 28: 16).
Pablo afirma que Cristo era la Roca que había acompañado a
su pueblo por el desierto en la antigüedad (1 Cor. 10: 4; cf. Deut. 32: 4; 2
Sam. 22: 32; Sal. 18: 31). En un sentido secundario, las verdades que Jesús
habló son también una roca en la cual los hombres pueden construir con toda
seguridad (ver com. Mat. 7: 24-25). Por otra parte, Cristo mismo es el
"Verbo" hecho "carne" (Juan 1: 1, 14; cf. Mar. 8: 38; Juan 3: 34; 6: 63, 68;
17: 8).
Jesucristo es "la roca de nuestra salvación" (Sal. 95: 1; Deut.
32: 4, 15, 18). El es el único fundamento de la iglesia, porque "nadie puede
poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo" (1 Cor. 3:
11), ni "en ningún otro hay salvación" (Hech. 4: 12). En estrecha relación con
Jesucristo "la principal piedra del ángulo" en el fundamento de la iglesia, se
encuentran los apóstoles y los profetas (Efe. 2: 20). Todos los cristianos han
de ser edificados como "piedras vivas" (Gr. líthos) para formar una casa
espiritual (1 Ped. 2: 5), un edificio cuya piedra angular es Cristo (Efe. 2:
20-21). El es la única "Roca" sobre la cual se afirma todo el edificio, porque
sin él no habría ninguna iglesia. Cuando creemos en él como Hijo de Dios,
nosotros también podemos llegar a ser hijos de Dios (Juan 1: 12; 1 Juan 3:
1-2). La comprensión de que Jesucristo es realmente el Hijo de Dios, tal como
Pedro lo afirmó en esta ocasión (Mat. 16: 16), es la llave de la puerta de
la salvación Es incidental y no fundamental el que Pedro fuera
el primero en reconocer este hecho y declarar públicamente su fe, la cual era
compartida también por sus compañeros (ver com. vers. 16).
San Agustín (c. 400 d. C.), el mayor de los teólogos católicos de los primeros
siglos de la era cristiana, de a que sus lectores decidan si Cristo dice que él
mismo es la roca o si dice que Pedro es la roca (Retracciones 1. 21. 1). Juan
Crisóstomo, patriarca de Constantinopla, célebre por su elocuencia (m. 407 d.
C.), dijo que Jesús había prometido poner el fundamento de la iglesia sobre la
confesión de Pedro, y no sobre Pedro, pero también dice que Cristo mismo es
verdaderamente nuestro fundamento (Comentario sobre Gálatas, cap. 1: 1-3;
Homilías sobre 1 Timoteo xviii. 6. 21). Eusebio, historiador de la iglesia
primitiva (m. 340 d. C.), afirma que Clemente de Alejandría escribió que Pedro,
Santiago y Juan no lucharon por la supremacía en la iglesia en Jerusalén, sino
que escogieron a Santiago el justo como dirigente (Historia eclesiástica ii.
1). Otros padres de la iglesia enseñaron lo mismo; tal fue el caso de Hilario
de Poitiers.
Cuando se buscó apoyo bíblico para las pretensiones del obispo de Roma a su
primacía en la iglesia (ver t. IV, p. 863), las palabras pronunciadas por
Cristo en esta ocasión fueron sacadas de su contexto original e interpretadas
en el sentido de que Pedro era "esta roca". León 1 fue el primer pontífice
romano en pretender que había recibido su autoridad de Cristo por medio de
Pedro. Esto sucedió por el año 445 d. C. Acerca de esta pretensión, Kenneth
Scott Latourette, conocido historiador de la iglesia, dice: "Insistió que por
decreto de Cristo, Pedro era la roca, el fundamento, el guardián de la puerta
del reino de los cielos, puesto para atar y para desatar, cuyos juicios
retenían su validez en el cielo, y que por medio del papa como su sucesor,
Pedro seguía realizando la tarea que le había sido encomendada" (A History of
Christianity, 1953, p.186). Resulta extraño que si esto es realmente lo que
Cristo quiso decir, ninguno de los otros discípulos hubiera descubierto ese
hecho, ni tampoco ningún otro cristiano durante cuatro siglos después de que
Cristo pronunciara esas palabras. Además, resulta extraordinario que ningún
obispo de Roma descubriera este significado en las palabras de Cristo hasta que
un obispo del siglo V pensó que era necesario hallar apoyo bíblico para la
primacía papal. La interpretación de las palabras de Cristo, que concede
supremacía a los así llamados sucesores de Pedro, los obispos de Roma, no
armoniza en absoluto con lo que Cristo enseñó a sus seguidores (ver cap. 23: 8,
10).
La mejor evidencia de que Cristo no designó a Pedro como la "roca" sobre la
cual habría de construir su iglesia, es quizá el hecho de que ninguno de los
que oyeron a Cristo en esta ocasión -ni siquiera Pedro- así lo entendió,
mientras Jesús estuvo con ellos, ni después. Si Cristo hubiera establecido a
Pedro como principal entre los discípulos, éstos no habrían disputado repetidas
veces el primer puesto (Luc. 22: 24; ver Mat. 18: 1; Mar. 9: 33-35; etc.; com. Mat. 16: 19).
El nombre Pedro proviene del Gr. pétros, "piedra" o "canto rodado". "Roca" es
la raducción de la palabra griega pétra, que suele emplearse para designar una
peña, o un macizo de piedra. Una pétra es una roca grande, fija, inamovible;
en cambio potros es una piedra pequeña o un canto rodado.
No puede saberse
hasta qué punto Cristo tuvo en cuenta esta distinción, ni cómo pudo haberla
explicado mientras hablaba, porque Cristo ciertamente habló en arameo, la
lengua vernácula en Palestina en ese tiempo, y no empleó las palabras griegas.
La palabra griega pétros, sin duda, equivale a la palabra aramea kefa' (Cefas;
ver com. cap. 4: 18). Por otra parte, es muy posible que pétra también
equivalga a kefa', aunque existe la posibilidad de que Cristo hubiera empleado
algún otro sinónimo u otra expresión en arameo que haría notar la distinción
entre pétra y pétros que se advierte en el relato evangélico en griego. Sin
embargo, parece probable que Cristo debe haber tenido el propósito de hacer una
diferencia; de lo contrario, Mateo, escribiendo en griego y guiado por el
Espíritu Santo, no la hubiera hecho.
Evidentemente pétros, una piedra pequeña, no podría servir de fundamento para
ningún edificio. Jesús aquí afirma que únicamente una pétra, o "roca", sería
suficiente. Lo que Cristo dijo aquí queda más claro con sus palabras
registradas en Mat. 7:24: "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las
hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca [Gr.
pétra]". 422 Cualquier edificio construido sobre Pedro, pétros, un débil y
falible ser humano, tal como lo presenta claramente el relato evangélico, tiene
un fundamento muy poco mejor que las arenas movedizas (ver com. cap. 7: 26-27).