Re: Respuesta a Jetonius
Re: Respuesta a Jetonius
Originalmente enviado por: Jaimito
Hermano Jetonius:
Usted dice que la transustanciación sólo se definió dogmáticamente en el siglo XII. La Iglesia define dogmáticamente los temas sólo cuando hay alguna polémica que siembre dudas sobre el mismo. Entonces su argumento se le vuelve en contra: si durante XII siglos no necesitó definición dogmática, es que hasta esa fecha NO HABÍA EN LA IGLESIA POLEMICA SOBRE EL TEMA. Es decir, durante 12 siglos, en la Iglesia no hubo controversia sobre el tema.
Su correligionario Luis Fernando ya le ha mostrado que su conclusión es errónea, pues en Occidente al menos, a partir del siglo IX sí que hubo controversia, casi tan pronto como se escribió la primera monografía destinada a explicar el misterio eucarístico. Y esto sin contar con los párrafos que, ya en el siglo II, Ireneo les dedica a los gnósticos.
Por lo demás su tesis de que las definiciones dogmáticas solamente ocurren cuando hay alguna polémica que siembre dudas es manifiestamente falsa con respecto a las dos definiciones
ex cathedra que seguramente cumplen los requisitos para ser consideradas tales: me refiero a los dogmas marianos de la Inmaculada Concepción y de la Asunción Corporal de María, que eran generalmente admitidos por los católicos en el momento en que se definieron.
Retornando a la doctrina eucarística, el caso es que la Iglesia antigua no formuló explícitamente una doctrina precisa acerca de cómo en el pan y el vino consagrados se hacía presente la carne y la sangre de Cristo.
Una cosa es que la Iglesia crea algo universalmente, y otra cosa es que se defina dogmáticamente (esto generalmente llega con mucha posterioridad)
Y en este caso con tanta posterioridad que ocurrió después del cisma entre Oriente y Occidente.
Por otra parte, afirmar que la Iglesia "creía algo universalmente" antes de que se definiese dogmáticamente es una petición de principio en favor del dogma católico de la transubstanciación. Este dogma no es aceptado ni por las Iglesias Orientales (que ciertamente afirman la presencia real pero no tratan de explicarla) ni por las Iglesias Protestantes.
Que no se haya definido dogmáticamente no quiere decir que no haya sido creído unánimemente por la Iglesia. Las pruebas de esto son innumerables:
San Ireneo (140-202):
quote:
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“El vino y el pan,al recibir las palabras de la consagración, se convierten en el cuerpo y la Sangre de Cristo”
(Contra las Herejías, 4:32-33)
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No me es posible localizar esta cita precisa. He aquí , sin embargo, algunas de las cosas que dice Ireneo sobre la Eucaristía.
Adversus Haereses
4, 17 (5) De nuevo,
dando instrucciones a sus discípulos para ofrecer a Dios las primicias de sus propias cosas creadas –no como si él tuviese necesidad de ellas, sino para que ellos mismos no fuesen ni infructuosos ni ingratos-,
él tomó aquella cosa creada, pan, y dio gracias, y dijo: “Este es mi cuerpo.” Y del mismo modo la copa, la cual es parte de la creación a la que pertenecemos, él confesó ser su sangre, y enseñó la nueva oblación del nuevo pacto; la cual la Iglesia, habiéndola recibido de los Apóstoles, ofrece a Dios en todo el mundo, a Aquel que nos da como medios de subsistencia las primicias de sus propios dones en el Nuevo Testamento, concerniente a lo cual Malaquías, entre los doce profetas, así habló de antemano: “No tengo placer en vosotros, dijo el Señor omnipotente, y no aceptaré sacrificio de vuestras manos. Pues desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, mi nombre es glorificado entre los gentiles, y en cada lugar incienso es ofrecido a mi nombre, y un sacrificio puro; pues grande es mi nombre entre los gentiles, dijo el Señor omnipotente”; indicando del modo más claro, por estas palabras, que el pueblo anterior [los judíos] cesará ciertamente de ofrendar a Dios, pero que en todo lugar se le ofrecerá sacrificio, y uno puro; y que su nombre es glorificado entre los gentiles.
(Jetonius) Es decir, lo que se ofrece, además de las oraciones, es lo creado, el pan y el vino. Esto y no Cristo, es el sacrificio al que se refiere Ireneo.
4.18. (1)
La oblación de la Iglesia, por tanto, la cual el Señor dio instrucciones que fuese ofrecida en todo el mundo, cuenta como un sacrificio puro para Dios, y le es aceptable; no que Él necesite un sacrificio de nosotros, sino que quien lo ofrece es él mismo glorificado en lo que ofrece, si su don es acepto. Pues por el don se demuestra tanto honor como afecto hacia el Rey; y el Señor, deseando que lo ofreciésemos en toda simplicidad e inocencia, se expresó así: “Por tanto, cuando ofrezcas tu don sobre el altar, y recuerdes que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda ante el altar y ve; primero recocíliate con tu hermano, y luego retorna a ofrecer tu don.” [Mateo 5: 23-24]. Estamos obligados, pues, a
ofrecerle a Dios las primicias de su creación, como asimismo dice Moisés: “No comparecerás en la presencia del Señor tu Dios con las manos vacías” [Deuteronomio 16:16]; de modo que el hombre, siendo contado como agradecido, pueda recibir el honor que fluye de Él.
(Jetonius) De nuevo, lo que se ofrece es pan y vino, y esta oblación es la que cuenta como sacrificio puro y acepto a Dios.
(3) ... Los sacrificios, por tanto, no santifican al hombre, porque Dios no necesita sacrificio; sino que
es la conciencia del oferente lo que santifica al sacrificio cuando es pura, y así mueve a Dios a aceptarlo como de un amigo. “Pero el pecador” , dice Él, “que mata un becerro para mí, es como si matase un perro.” [Isaías 66:3].
(4) En la medida, entonces,
en que la Iglesia ofrece unánimemente, su don es justamente reconocido como un sacrificio puro para con Dios. Como también le dice Pablo a los filipenses: “Estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito las cosas que enviasteis, el olor de una dulce fragancia, un sacrificio aceptable, que complace a Dios.” [Filipenses 4:18]. Pues debemos hacer una oblación a Dios, y en todas las cosas ser hallados agradecidos para con Dios nuestro hacedor, en una mente pura, y en fe sin hipocresía, en esperanza bien fundada, en amor ferviente,
ofreciendo las primicias de sus propias cosas creadas. Y la Iglesia sola ofrece esta pura oblación al Creador, ofreciéndole a Él, con acción de gracias, de su creación. Pero los judíos no ofrendan así... Ni tampoco ninguna de las sinagogas de los herejes ... ¿Cómo pueden ser coherentes consigo mismos, [al decir] que el pan sobre el cual se ha dado gracias es el cuerpo del Señor, y la copa su sangre, si no le reconocen a él mismo como el Hijo del Creador del universo, esto es, su Verbo, a través de quien el bosque fructifica, y las fuentes fluyen, y la tierra da “primero el tallo, luego la espiga, y luego el grano lleno en la espiga” [Marcos 4:28]?
(Jetonius) Lo mismo, pero además aquí Ireneo contesta la objeción que usted hizo acerca de mi apelación a textos como Filipenses 4:18.
5.2. (2) Pero vanos en todo respecto son quienes rechazan la entera economía de Dios, y niegan la salvación de la carne, y tratan con desprecio su regeneración, sosteniendo que no es capaz de incorrupción. Pero si ésta de veras no alcanza la salvación, entonces ni el Señor nos redimió con su sangre,
ni es la copa de la Eucaristía la comunión de su sangre, ni el pan que partimos la comunión de su cuerpo. Pues la sangre solamente puede provenir de las venas y la carne, y todo lo demás que constituye la sustancia del hombre, como fue realmente hecho el Verbo de Dios. Por su propia sangre nos redimió, como también su apóstol declara: “En quien tenemos redención por medio de su sangre, la remisión de los pecados.” [Colosenses 1:14]. Y así como somos sus miembros, también somos nutridos por medio de la creación (y Él mismo nos concede la creación, pues causa que el sol salga, y envía la lluvia conforme a su voluntad). Él ha reconocido la copa, la cual
es una parte de la creación, como su propia sangre, de la cual Él humedece nuestra sangre: y el pan (
también una parte de la creación) Él lo ha establecido como su propio cuerpo, del cual Él da crecimiento a nuestros cuerpos.
(3) Cuando, por tanto,
la copa mezclada y el pan manufacturado recibe al Verbo de Dios, y se hace la Eucaristía de la sangre y del cuerpo de Cristo, de las cuales cosas la sustancia de nuestra carne es nutrida y sostenida, ¿cómo pueden afirmar que la carne es incapaz de recibir el don de Dios, que es vida eterna, si es nutrida del cuerpo y sangre del Señor, y es un miembro de Él? –como también lo declara el bendito Pablo en su epístola a los efesios, que “somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” [Efesios 5:30]. Él no habla estas palabras acerca de algún hombre espiritual e invisible, pues un espíritu no tiene huesos ni carne; sino de la economía [por la cual] un hombre real, consistente de carne, y nervios, y huesos – aquella [carne] que
es nutrida por la copa que es su sangre, y recibe alimento del pan que es su cuerpo. Y del mismo modo en que lo cortado de la viña plantada en el suelo fructifica en su sazón, o como un grano de trigo que cae en tierra y se descompone sale con un múltiple aumento por el Espíritu de Dios, quien contiene todas las cosas, y entonces, a través de la sabiduría de Dios, sirve para el uso de los hombres, y
habiendo recibido al Verbo de Dios, se torna la Eucaristía, la cual es el cuerpo y la sangre de Cristo; de igual modo nuestros cuerpos, siendo nutridos por ella, y depositados en la tierra, y sufriendo allí descomposición, surgirán a su debido tiempo, concediéndoles resurrección el Verbo de Dios para la gloria de Dios Padre...
(Jetonius) Note por favor cómo Ireneo dice y reitera que el pan y el vino ofrecidos
reciben al Verbo de Dios, cosa muy diferente que decir que las especies se transubstancian.
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San Cirilo de Jerusalem (313-387)
quote:
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Los que reciben la comunión deben estar plenamente convencidos que lo que aparenta ser pan no es pan, aunque sabe así, sino el cuerpo de Cristo, y lo que aparenta ser vino no es vino aunque el sabor es así. (Discursos Catequéticos).
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El mismo Cirilo también escribió:
20. Oíste después la voz del salmista que os invitaba, por medio de cierta divina melodía, a la comunión de los santos misterios y decía: «Gustad y ved qué bueno es el Señor» (Sal 34,9)18. Pero no juzguéis ni apreciéis esto como una comida humana: quiero decir, no así, sino desde la fe y libres de toda duda. Pues a los que los saborean no se les manda degustar pan y vino, sino lo que éstos representan en imagen, pero de modo real: el cuerpo y la sangre del Señor.
Cirilo de Jerusalén, Catequesis XXIII (Mistagógica V). Negritas añadidas.
San Atanasio (295-373)
quote:
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Verás a los ministros que llevan pan y una copa de vino, y lo ponen sobre la mesa; y mientras no se han hecho las invocaciones y súplicas, no hay más que puro pan y bebida. Pero cuando se han acabado aquellas extraordinarias y maravillosas oraciones, entonces el pan se convierte en el cuerpo y el cáliz en la sangre de nuestro Señor Jesucristo... Consideremos el momento culminante de estos misterios: este pan y este cáliz, mientras no se han hecho las oraciones y súplicas, son puro pan y bebida; pero así que se han proferido aquellas extraordinarias plegarias y aquellas santas súplicas, el mismo Verbo baja hasta el pan y el cáliz, que se convierten en su cuerpo
(San Atanasio, Fragmento de un sermón a los bautizados)
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Y en otra parte, explica Atanasio:
La eucaristía, alimento espiritual.
En el Evangelio de Juan he observado lo que sigue. Cuando habla de que su cuerpo será comido, y ve que a causa de esto muchos se escandalizan, dice el Señor: «¿Esto os escandaliza? ¿Qué sería si vieseis al Hijo del hombre bajando de allí donde estaba al principio? El Espiritu es lo que vivifica: la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y vida» (Jn 6, 62-64). En esta ocasión dice acerca de sí mismo ambas cosas: que es espíritu y que es carne; y distingue al espíritu de lo que es según la carne, para que creyendo no sólo lo visible, sino lo invisible que había en él, aprendan que lo que él dice no es carnal, sino espiritual. ¿Para alimentar a cuántos hombres seria su cuerpo suficiente? Pero tenía que ser alimento para todo este mundo. Por esto les menciona la ascensión al cielo del Hijo del hombre, a fin de sacarlos de su mentalidad corporal y hacerles aprender en adelante que la carne que él llama comida viene de arriba, del cielo, y que el alimento que les va a dar es espiritual. Les dice: «Lo que os he hablado es espiritu y vida» (Jn 6, 64), que es lo mismo que decir: lo que aparece y lo que es entregado para salvación del mundo es la carne que yo tengo, pero esta misma carne con su sangre, yo os la daré a vosotros como alimento de una manera espiritual. O sea que es de una manera espiritual como esta carne se da a cada uno, y se hace así para cada uno prenda de la resurrección de la vida eterna...
Ad Serapion IV, 19 (negritas añadidas)
Idem. Por ejemplo, estas explicaciones de Hipólito de Roma:
Cuando se haya convertido en obispo, que todos le ofrezcan el beso de paz, saludándolo porque él se dignificó. Que los diáconos le presenten la oblación y que él, imponiendo las manos sobre ella con todo el presbiterio, diga, dando gracias: “El Señor sea con vosotros”. Y que todos digan: “Y con tu espíritu.” “Elevad vuestros corazones.” “Ya los tenemos levantados hacia el Señor.” “Demos gracias al Señor.” “Este es digno y justo.”
Y que continúe entonces así:
Nosotros te damos gracias, oh Dios, por tu Hijo bienamado, Jesucristo, que nos enviaste en estos últimos tiempos como salvador, redentor y mensajero de tu designio. El es tu Verbo inseparable, por quien has creado todo, el cual, en tu beneplácito, enviaste desde el cielo en el seno de una virgen y, habiendo sido concebido, se encarnó y se manifestó como tu Hijo, nacido del Espíritu Santo y de la Virgen.
El fue quien, cumpliendo tu voluntad y adquiriendo un pueblo santo, extendió las manos para liberar del sufrimiento a quienes tienen confianza en ti.
Mientras él ofrendaba su sufrimiento voluntario a fin de destruir la muerte y romper las cadenas del diablo, para hollar con sus pies el infierno, para conducir a los justos a la luz, para fijar las reglas de la fe y manifestar la resurrección, tomando el pan te agradecía, diciendo: “Tomad, comed, este es mi cuerpo que he partido por vosotros”; y del mismo modo el cáliz, diciendo: “Esta es mi sangre que se ha vertido por vosotros. Cuando hacéis esto, hacedlo en mi memoria.”
Recordando, entonces, su muerte y su resurrección, nosotros te ofrecemos este pan y este cáliz, dándote las gracias por habernos juzgado dignos de estar ante ti y servirte como sacerdotes.
Y te pedimos que envíes tu Espíritu Santo sobre la oblación de la santa Iglesia. Reuniéndolos, da a todos el derecho de participar en tus santos misterios para estar henchidos del Espíritu Santo, para la afirmación de su fe en la verdad, a fin de que te alabemos y glorifiquemos por tu Hijo Jesucristo, que tiene tu gloria y tu honor con el Espíritu Santo en tu santa Iglesia, ahora y por los siglos. Amén.
... Entonces será presentada la oblación al obispo y él dará gracias sobre el pan porque es el símbolo del cuerpo de Cristo; sobre el cáliz de vino mezclado, porque es la imagen de la sangre que se derramó por todos los que creen en él; sobre la leche y la miel mezcladas, indicando la promesa hecha a nuestros padres, al hablarles de la tierra donde abundan la leche y la miel, por cuyo cumplimiento Cristo dio su carne, de la cual, como niños pequeños, se alimentan los creyentes; sobre el agua presentada en ofrenda para significar el baño, a fin de que el alma del hombre obtenga los mismos efectos que el cuerpo.
Todas estas cosas el obispo las explicará a los que reciben la comunión. Cuando parte el pan, al presentar cada trozo, dirá: “El pan del cielo en Cristo Jesús” y el que recibe responderá: “Amén.”
...
El que estuviere en su casa, que ore y alabe a Dios en la hora tercera. El que en ese momento estuviera en otra parte, que eleve una plegaria a Dios en su propio corazón, ya que en esa hora se vio a Cristo atado al madero. También en el Antiguo Testamento, la Ley prescribió ofrecer y presentar el pan de la proposición en la hora tercera, como símbolo del cuerpo y de la sangre de Cristo: la inmolación del irracional cordero es la representación del cordero perfecto. Siendo Cristo el Pastor, es también el maná que descendió del cielo.
Hipólito, La Tradición Apostólica # 4, # 21, # 41 (negritas añadidas)
Hipólito (c.170-235) fue el último gran escritor romano en escribir en griego. Muchas de sus obras se han perdido, pero en el tema que nos ocupa revisten interés algunas partes de “La Tradición Apostólica”, obra cuyo contenido es esencialmente litúrgico. Ya que escribió en Roma, resulta de particular interés su referencia eucarística a los “símbolos” que “representan” el cuerpo y la sangre del Señor.
Le agrego que el erudito protestante J.N.D.Kelly admite:
quote:
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"La enseñanza Eucarística, desde el principio era realísticamente sin cuestionamientos, es decir que el pan y vino consagrados fueron tratados y tomados y designados como el Cuerpo y la Sangre del Salvador...Ignacio (de Antioquía) claramente declara que el pan es la Carne de Jesús, la copa su Sangre.... Enseña que el pan y el vino son verdaderamente el Cuerpo y Sangre del Señor"
(Early Christian Doctrines, pp440, 197-198)
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De acuerdo con esto; solamente que ni Ignacio ni muchos que vienen después explicitan cómo se corresponden ambas realidades. Y ninguno dice que se sacrifique a Cristo.
2) Según la doctrina católica, la Eucaristía es BANQUETE y SACRIFICIO. Por lo tanto, los Padres, al hablar de la Eucaristía, no siempre se refieren al sentido sacrificial, por lo que muchas veces hablan de ella como alimento. La Didajé habla en un momento (cap 11) del banquete eucarístico, y en otro momento (cap 14) del sacrificio eucarístico. Todo concuerda perfectamente con la doctrina católica.
Usted dice que en el cap 11 no habla de sacrificio, luego no es sacrificio. Ya está explicado.
¡A su entera satisfacción!
Pero no a la mía. La expresión «sacrificio eucarístico» es suya; no aparece en la
Didajé, ni en el capítulo 11 ni en el 14. El «sacrificio» del que hablan la mayoría de los Padres, al menos prenicenos, es la oblación del pan y del vino acompañada de las oraciones de los santos.
3) Los otros textos citados del Dialogo con Trifon, hablan que el sacrificio de la Eucaristía sea la alabanza personal. Yo he explicado que en la Eucaristía católica, se ofrece la alabanza y la accion de gracias y las preces (oraciones y peticiones) de los fieles junto con el Pan y el Vino, y que el sacrificio del cuerpo y sangre de Cristo va acompañado por estas oblaciones personales y comunitarias de alabanzas y accion de gracias. Esto es lo que hablan las citas que usted señala. Hacen referencia a estas oraciones de los fieles que acompañan el gran sacrificio eucarístico. Igual que en el punto anterior: el que se hable de estas oblaciones personales NO QUIERE DECIR QUE LA EUCARISTIA NO SEA SACRIFICIO. En ninguna parte dice que la Eucaristía no es sacrificio.
Vaya manera de razonar: si no dice que no es sacrificio, ¡luego lo es!
A mí me parece que haría falta una afirmación, más que la simple ausencia de negación.
quote:
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(2) Vosotros seguís aún ahora diciendo porfiadamente que Dios dice no recibir los sacrificios que se le ofrecían en Jerusalén por los israelitas que en aquel tiempo la habitaban; sí, en cambio, las oraciones que le hacían los hombres de aquel pueblo que se hallaban en la dispersión, y estas oraciones son las que llama sacrificios. Ahora bien, que las oraciones y acciones de gracias hechas por hombres dignos son los únicos sacrificios perfectos y agradables a Dios, yo mismo os lo concedo.
(3) Justamente ésos solos son los que los cristianos han aprendido a ofrecer hasta en la consagración del pan y del vino, en que se recuerda la Pasión que por su amor sufrió el Hijo de Dios...
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Acá se hace referencia a las oraciones de los israelitas, que por su corrupción no eran agradables a Dios. Y Justino dice que los sacrificios de hombres dignos son los únicos agradables a Dios. Se ve clarísimamente que está hablando de los sacrificios de alabanzas y oraciones. Y luego habla que estos sacrificios dignos ofrecen los cristianos EN la Celebración Eucarística. No se ve que haga alusión a que sean el único sacrificio ofrecido en la celebración.
Perdón, ¿se perdió la parte donde dice que esos son
los únicos sacrificios aceptos?
Lo que pasa es que la cita que yo muestro que el mismo Ireneo dice más adelante es TOTALMENTE EXPLICITA: dice que el sacrificio es el Pan y el Vino:
quote:
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Él entonces se dirige a los Gentiles, es decir, nosotros, que en todas partes Le ofrecemos sacrificios, esto es, el pan de la Eucaristía, y también el cáliz de la Eucaristía, confirmando ambos que nosotros glorificamos Su Nombre y vosotros lo profanáis.”
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No queda lugar a dudas. Y esta cita EXPLICITA Y LITERAL es confirmada por la enseñanza EXPLICITA Y LITERAL de innumerables Padres que dicen lo mismo: la Eucaristía es el sacrificio del cuerpo y sangre de Jesús.
Como debiera quedar claro de las citas transcriptas más arriba, el único sacrificio que se ofrece, también llamado oblación, es el de las especies de pan y vino. Esto es lo que claramente muestra su cita literal, y con lo cual yo concuerdo.
Usted también cita:
quote:
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(5) En cambio, no hay raza alguna de hombres, llámense bárbaros o griegos o con otros nombres cualesquiera, ora habiten en casas o se llamen nómadas sin viviendas o moren en tiendas de pastores, entre los que no se ofrezcan por el nombre de Jesús crucificado oraciones y acciones de gracias al Padre y hacedor de todas las cosas.
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Lo mismo: hace referencia a los sacrificios de oraciones y acción de gracias. NO PRUEBA NADA.
Las citas que yo he mostrado SON EXPLICITAS.
Las citas que usted me propone hay que estar interpretando intenciones, y necesitan toda una explicación y una interpretación para llegar A SUPONER que dicen que lo que se supone que dicen. Pero en lo concreto, ninguna dice que la Eucaristía del Pan y el Caliz no son sacrificio.
Bendiciones.
Usted ha dado citas explícitas que demuestran que
el pan y el vino eran consideradas una oblación de la Iglesia, la cual era admitida como un sacrificio agradable a Dios (sobre todo basado en Malaquías 3:1). No ha demostrado, en cambio, que los Padres creyesen en que se volvía a sacrificar a Cristo, siquiera de manera incruenta.
Además, diversos Padres dicen explícitamente que en el pan y el vino Cristo está presente de manera espiritual, simbólica o figurativa. La interpretación crudamente material que hace la Iglesia Católica es algo muy diferente.
En lo que a mí concierne, yo creo que la doctrina eucarística más próxima a la Biblia se halla en un punto intermedio entre los extremos de una interpretación meramente simbólica y de una interpretación crasamente material.
Bendiciones en Cristo
Jetonius
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