LOS TRES “VAMOS” DE HEBREOS
“Vamos…”
Esta carta fue escrita para librarnos del antiguo orden de las cosas, es decir, del judaísmo, y debido al tema objeto de la epístola, evitar un retorno al mismo.
El autor contrasta todo lo relativo al antiguo orden con la excelencia de la gloria del Hijo de Dios, la sustancia de todas las sombras, el anti-tipo de todo tipo, la revelación completa y final de Dios.
De nuevo, Éste es el Creador, Sustentador, Purificador de Pecados, Triturador de la Serpiente, que vive en el poder de una vida sin fin con un sacerdocio que es intrasmisible, de Éste y de ningún otro puede decirse, “Tú eres sacerdote para siempre” (Heb. 7:21).
Los creyentes hebreos estaban en el crisol del sufrimiento, “gran combate de padecimientos” (10:32), ellos sufrieron con gozo “el despojo de…bienes” (10:34).
La lucha por renunciar a lo que fue dado por Dios, la persecución que seguiría tal decisión es crucial.
El autor en circunstancias como éstas, les recordaría que pérdida sufrida por ellos como resultado de abrazar al rechazado Señor Jesucristo era temporal, por el contrario, las bendiciones ganadas eran eternas y espirituales.
“Tenemos un gran Sumo Sacerdote” (4:14), “la esperanza…[que] tenemos como segura y firme ancla del alma” (6:19), y “que tenéis…en los cielos” (10:34).
Para alentarlos en este objetivo, el escritor, con emoción y sentimiento, exhorta continuamente, “temamos” (4:1), “retengamos” (4:14), “acerquémonos” (4:16), “vamos adelante” (6:1), “acerquémonos” (10:22), “mantengamos”(10:23), “considerémonos” (10:24), “despojémonos” (12:1), “tengamos gratitud” (12:28), “ofrezcamos” (13:15), “salgamos” (13:13).
Tres de las exhortaciones anteriores forman la base de esta meditación presente;
Vamos a Conocerle (6:1) Los hebreos no habían avanzado en las cosas divinas, eran enanos espirituales, el “crecimiento pleno” implica la idea de madurez espiritual.
Esto de ninguna manera está conectado con la edad, sino con la experiencia espiritual.
La vida cristiana no es estática e inmóvil, sino positiva y progresiva.
Las palabras de Pablo en Fil. 3:12 “Prosigo”, corrobora esta idea de que es necesario el conocimiento experimental para el crecimiento espiritual.
Existe el grave peligro de pensar que la experiencia de ser salvos es suficiente, y el único requisito del hijo de Dios.
La Palabra de Dios enseña lo contrario, recibir la salvación de Dios es sólo el comienzo, y si no conocemos la realidad de una “salvación diaria” (7:25), crecer en la gracia será una imposibilidad evidente.
No puede haber ningún apetito por la Palabra de Dios a menos que se desechen aquellas cosas que retardan el crecimiento espiritual (1 Ped. 2:1).
Es el deseo de nuestro Dios que por crecimiento alcancemos la madurez “a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef. 4:13, Oseas 6:3).
Había tres cosas que señalaron a Samuel:
- el manto de la profecía,
- el efod del sacerdocio,
- y la túnica del progreso.
Vamos a conocer al Señor, echando la “sonda” (Hechos 27:28), y ver si se requiere un cambio de rumbo para llevarnos al puerto deseado.
No hay ninguna duda de que el crecimiento espiritual es el precursor de la prosperidad espiritual (Salmo 144:12-15).
Vamos a Disfrutarlo (10:22) ¡Qué gran verdad está señalada aquí, el libre camino de acceso al Lugar Santísimo, el santuario más íntimo de la presencia morando de Dios!
La confianza de nuestra entrada es la preciosa sangre del Señor Jesucristo. Con base en este hecho glorioso, que el velo ha sido rasgado en medio (Luchas 23:45), y de arriba abajo (Mat. 27:51), se da la exhortación “acerquémonos”.
El velo que tipificaba la humanidad del Señor Jesús, ¡se rasgó para pudiéramos entrar!
“Por la preciosa sangre te damos gracias
Que nos limpió nuestros pecados y nos acercó,
Todos limpiados y santificados a Dios
Tu Santo Nombre a magnificar”
Tenemos tres palabras que se utilizan en este capítulo, usadas en relación con los adoradores, digno de observar el versículo segundo, “limpios una vez”, v. 10, “santificados”, es decir, apartados para Dios, y en v. 14, “perfeccionados”, es decir a perpetuidad, una vez para siempre, la idea de finalidad, una aptitud concluida para la presencia de Dios, no por un período particular de tiempo, sino para siempre.
¡Esta gran verdad del camino siempre abierto a la presencia de Dios es disfrutada tan poco!
¿Por qué?
La realidad de las cosas celestiales, y el conocimiento experimental de la presencia de Dios con nosotros, sólo será nuestra porción en la medida que nos “acerquemos” al Señor Jesucristo, la brillante realidad viviente.
Él está preparado para serlo para cada uno de nosotros.
¡Esta es una posibilidad gloriosa, si estamos preparados para acercarnos a la paz de Su presencia para disfrutarlo!
Vamos Afuera a Estar con Él (13:13)
“Salgamos, pues, a Él”, la Persona magnética de Cristo.
Qué sugerentes son las palabras registradas en Marcos 1:45: “y venían a Él de todas partes”.
Los que se hallaban en amargura de espíritu de la nación de Israel fueron a la cueva de Adulam (1 Sam. 22:1).
¿Por qué?
¡David estaba ahí!
¡Vamos a salir a ÉL!
El “campamento” mencionado aquí se refiere al judaísmo con toda su religión, debemos recordar que el templo aún estaba funcionando cuando esta epístola fue escrita.
El “campamento” actualmente indicaría un lugar donde es negado el Señorío de Cristo, y la Palabra de Dios no tiene el lugar que le corresponde.
¡La Cristiandad en su mayoría entra en esta categoría!
El escritor utiliza un lenguaje fuerte, como si hiciera una apelación final, “Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo” (v.10).
El sacerdocio levítico no tiene parte en la obra de la cruz del Señor Jesucristo; para participar de las bendiciones de la ofrenda por el pecado del Calvario debe haber un abandono del campamento del judaísmo, éstas de verdad eran palabras solemnes para un hebreo, y por necesidad la acusación seguiría tal paso.
La ofrenda por el pecado de Lev. 6:30 nos recuerda cuando la sangre era traída al Lugar Santo por el Sumo Sacerdote, la carne no era comida, sino quemada fuera del campamento.
El lugar de separación y rechazo es la porción de todos lo que se identifican con Aquél que padeció fuera de la puerta
¡Salgamos a ÉL!