Lo que entrega el Señor es su cuerpo de carne, leemos:
Jua_6:51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
El maná en el desierto es figura de alimentarse de Cristo en este tiempo de la Iglesia.
El hombre religioso, pero sin el Espíritu Santo en su vida, no puede entender este lenguaje:
Jua 6:53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
ua 6:54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
Y por tal motivo se pregunta:
Jua 6:52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Tampoco comprenden su Omnipresencia:
Jua_3:13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
El Espíritu es Eterno. Y Dios es Espíritu.
Lo que muere sobre el madero de la cruz es su cuerpo de carne.
Su alma ni siquiera tocó el Hades en la manera como mueren los hombres pecadores:
Hch_2:27 Porque no dejarás mi alma en el Hades,
Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
La expresión que usa Lucas al momento de expirar es esta:
Luc 23:46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.
El uso de la palabra "Padre" es importante aquí.
Él no dice "Dios mío" en Su vida, ni siquiera en Getsemaní porque estaba en plena comunión con Su Padre.
Pero sí usa el término "Dios mío" en la situación de completo abandono:
Mat_27:46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Son expresiones mesiánicas, tomadas de los Salmos (3:5; 22:1) y cumplidas en el altar de la Cruz,
Pero también, encontramos en el misterio de la Piedad, la expresión:
"Justificado en Espíritu"
Aquí se refiere al Espíritu de Dios, y no al espíritu del hombre usado en su vida como Hombre.
Entiendo que "Justificado en Espíritu" guarda relación con todo su Poder y Gloria con el cual descendió al Hades, el mismo día que le prometió al ladrón arrepentido:
"Hoy estarás conmigo en el Paraíso"
Que de acuerdo a las Escrituras antiguas, se ubicaba en el centro de la tierra y fue cambiado de lugar cuando el Señor rescató la cautividad del poder del diablo, conforme al derecho que éste emperador de la muerte reclamaba:
Heb 10:4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
Lo que quiere decir, que todos los santos del AT estaban confinados como cautivos en el Hades debido a la ineficacia de la sangre de los animales sacrificados.
Tuvieron que esperar que la sangre del Cordero de Dios, que nos limpia de todo pecado, fuese derramada.
Es el precio pagado por nuestra Redención.
De manera que cuando desciende al Hades lo hace para rescatar las almas de los santos del AT y llevar cautiva esa cautividad al mismo cielo.
Esto significa que el Paraíso fue cambiado de lugar, leemos:
2Co_12:2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.
Entonces quedamos claros que lo que entrega el Señor es su cuerpo de carne.
Hay mucho pueblo en el cielo, esperando la resurrección de sus cuerpos.
Y así como fue al Hades a reclamar las almas de los Santos del AT, así también vendrá acompañado de las almas de los que han muerto en Cristo en esta dispensación de la Iglesia.
Leemos:
VIENE ACOMPAÑADO:
1Ts 4:14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.
¿Cuál es el propósito de traer estas almas?
DARLES UN CUERPO NUEVO, UN CUERPO GLORIFICADO SEMEJANTE AL DE CRISTO
¿Dónde está escrito semejante belleza?
Aquí:
Flp 3:20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
Flp 3:21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
Esta belleza de transformación de nuestros cuerpos se cumplen en el arrebatamiento de la Iglesia antes de la Gran Tribulación o ira venidera (1Ts.1:10), leemos:
1Ts 4:16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
Así que sea que vivimos o morimos, del Señor somos.