El problema nunca es el otro o la otra sino yo.
Cuando ponemos el problema en manos del otro perdemos el control.
Yo no puede controlar cómo se van a vestir las mujeres que se crucen conmigo pero si debo controlar mi respuesta a cualquier estímulo que venga de afuera.
PROVERBIOS 4
20 Hijo mío, está atento a mis palabras;
Inclina tu oído a mis razones.
21 No se aparten de tus ojos;
Guárdalas en medio de tu corazón;
22 Porque son vida a los que las hallan,
Y medicina a todo su cuerpo.
23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.
24 Aparta de ti la perversidad de la boca,
Y aleja de ti la iniquidad de los labios.
25 Tus ojos miren lo recto,
Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.
26 Examina la senda de tus pies,
Y todos tus caminos sean rectos.
27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda;
Aparta tu pie del mal.