Me parece que el relato de Lucas 16 no se ajusta a eso.
Esa es una parábola, en donde los protagonistas expresan el mensaje que quiere darse.
Jesús no estaba hablando de almas en el infierno o de cielo.
El rico fue sepultado; pero Lázaro no fue sepultado, sino que fue llevado directamente al cielo; no sucede así en la vida real. Todos somos sepultados y nadie se va al cielo o al infierno.
La parábola de Jesús no pretende enseñar acerca del estado de los muertos. Jesús no enseñó que al morir no nos entierran; ni que solo a los condenados entierran. El sepulcro pues, representa el fin sin Cristo y el fin de los que creemos en Cristo.
Ultimadamente, el malo sufrirá el fuego eterno cuando resucite, más para quienes están ya condenados, no hay más obra; porque no pueden hablar, decir, ni alertar de lo que les espera a aquellos que sigan sus mismos caminos. Jesús simplemente usa una creencia de los presentes; para indicarles que no escucharán el testimonio ni de vivos(como No oyeron a Lázaro; sino que quisieron matarlo para no testificar). Esto también es parecido a lo de Samuel; que fue la trabajadora social del diablo quien trajo ese espíritu. Jesús mostró que no es posible que el hombre muera y exista. Para poder existir, el hombre debe resucitar, como también lo mostró con Lázaro.
Tampoco hay otra oportunidad después de morir; como queda establecido en el diálogo imaginario; pues los sucesos ahí descritos son imposibles de que sucedan en la realidad. Esta verdad, la dijo el mismo Jesús, durante el relato:
26. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.
En la prosopopéyico, Abraham tiene una sima, la cual no permite una conversación como la que tiene con el rico.
Un cristiano sincero, estudiaría este relato y el espíritu o intención con que fue relatado por Jesús; tomando en cuenta que Jesús dijo que el morir es un sueño hasta la resurrección, por lo cual los dormidos no pueden conversar entre el infierno ni el cielo.
Según las escrituras, el hombre vuelve al polvo y fenecen sus pensamientos. Según las escrituras, no es el cuerpo sólo, el que muere; el alma también fenece; porque sus pensamientos desaparecen por su estado inconsciente. Según las escrituras, el hombre es cuerpo y alma. El hombre no es espíritu, sino que tiene espíritu. El hombre no muere si su alma viviente no muere. El alma está viva solamente porque el cuerpo está vivo.