Hay cosas que la Escritura dice que muestran cómo Dios mismo percibe las cosas. Por ejemplo, si una persona muere siendo leal a Jehová, esa persona no ha muerto en la mente De Dios, así que él piensa en ella como si estuviera viva, y habla de ella como si estuviera viva. Dios no deja a los suyos en estado de inconsciencia, pues los levantará a su momento y será como si solo habrían estado descansando por unos segundos (desde el punto de vista del tiempo para Dios).
Esa forma de entender las cosas no es humana. Nosotros estamos adaptados a ver la vida como algo muy temporal, tenemos un tiempo de vida que apenas alcanza para realizar algunos planes de corto alcance, y los de largo alcance los delegamos en las nuevas generaciones. Pero eso no será así en el futuro.
Igualmente, las personas que Dios destruye están delante de él como si fueran ceros a la izquierda, existieron alguna vez, pero no pueden salir de ese estado de "no existencia" en el que se les echó. Ya no hay recuperación, porque fueron eliminados por alguien que sabe cómo no dejar rastros. Tanto es así que nunca más vendrán a la memoria de los que vivirán eternamente, como si nunca hubiesen existido, pero para Dios siguen siendo los aniquilados.
Un ejemplo lo podemos ver en Abel. Dios le dijo a Caín: "Escucha, la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra". ¿La oía Jehová como nosotros oímos una voz real? Claro que no como nosotros, pero Él sí percibía el clamor, porque Dios puede percibir cosas con otros sentidos que no son como los nuestros, como cuando vé el pasado o sabe el futuro.
Pero nosotros no somos como Dios, que llama las cosas que no existen como si existieran, y "vé" a los muertos como si estuvieran vivos (Romanos 4:16,17). Lo que existe para Él puede no existir para nosotros, pues no somos como Él.