Aquí tenemos que revisar bien el texto, pues el asunto que usted trae a colación es bastante extenso de responder.
El idioma hebreo que es el idioma original del texto (Tanaj para los judíos y AT para los cristianos) es muy diferente a idiomas como el griego, el latín y el español. Son idiomas que tienden a ser precisos en lo que desean expresar, muy pocas veces un texto es ambiguo en sí mismo. Si un texto original fue escrito en estos idiomas no es muy complicado traducir al español lo que allí dice. La información es bastante precisa y clara. Lo anterior se lo expongo y le invito a considerarlo muy a fondo, pues en esto radican muchas disputas que veo en este foro sobre asuntos relacionados al AT, pues tienden a considerar que sólo hay una traducción posible de pasajes del AT. Lo que me parece aún más complejo es que en general la mayoría de foristas no tienen bases sólidas lingüísticas del hebreo o el arameo, ni del griego antiguo para hacer valoraciones de las traducciones que utilizan para defender sus puntos. El resultado de lo anterior es crear debates estériles que no permiten un avance en el estudio, comprensión y sobre todo significación interior y práctica del texto y tienden a verlo como un texto del pasado que en la mayoría ya no opera o que está limitado. Mi invitación es que no ignoren los aspectos lingüísticos originales del texto hebreo/arameo y que no tengan miedo o prejuicios de buscar ayuda de personas que sí conozcan el texto y los puedan guiar para ahondar en lo que allí quizás pueda decir.
En oposición a lo anterior, el hebreo no es un idioma preciso, sino que es un idioma que al ser tan antiguo tiene una estructura gramatical diferente a las de idiomas como el griego, el latín o el español (para este caso concreto). El hebreo no se traduce antiguo no se traduce, realmente se “reconstruye” el significado de una frase, palabra o texto escrito originalmente en él. El hebreo es un idioma que no se escribe con vocales, sino sólo con las consonantes, entonces una palabra puede tener distintas formas de vocalizarse y esto le brinda una gama de posibilidades de significados a muchas palabras. Sólo quien conoce el idioma y la cultura inherente puede “reconstruir” con gran habilidad el contexto general de lo que el autor quiso decir en determinado texto. Sin embargo, lo anterior no significa que haya una sola posibilidad de interpretar el texto, sino muchas y esto tiene una importancia muy profunda para el pueblo judío, pues siempre intentamos imaginar todas las posibles formas de reconstruir el texto. Le quiero ilustrar si me permite:
N JMPL D L Q DS DMSTRRL S PRCSMNT ST TXT SN VCLS L CL SL PD SR NTNDD PR N PRSN Q CNC L DM SPÑL...Si uno traslitera el texto tal como aparece escrito sin vocales, entonces podría darse cuenta que no le estoy mintiendo.
BRHSHYT BRH HLHM HT HSHMYM VHRTZ: Así se vería transliterado (es decir tomar cada letra hebrea y darle un valor fonético aproximado a las letras latinas) el primer versículo del Génesis en hebreo. Tenga en cuenta que muchas veces las palabras no están claramente separadas en el manuscrito.
Entonces, si uno tomara la primera palabra del texto hebreo: BRHSHYT uno podría dividir este conjunto de letras de varias formas: BR-HSH-YT [Emanar-Fuego-Tiempo]/[Parir-Fuego-Tiempo]/[Emanar-Fuego-Algo femenino]/[Parir-Fuego-Algo femenino]/[Emanar-Luz-Tiempo]/[Emanar-Luz-Algo femenino]...etc
Otra forma de dividir el mismo conjunto de palabras: BRH-SHYT [Crear-Velo/Compartir/Capas/Cascarones/Pantallas]
Otra forma de dividir el mismo conjunto de palabras: B-RH-SHYT [En/Dentro de-Ver/Visionar-Velo/Cascarones/Capas/Compartir].
Otra forma: B-RHSH-YT: [En/dentro de-Cabeza/Punta/Inicio/Mente/Pensamiento-Tiempo/Algo femenino]
Otra forma: B-RHSHYT: [En/Dentro de-Principio temporal/Comienzo temporal/Inicio temporal después de un tiempo de no contado] ahora... use esto: En [un] principio/En [el] principio/En [un/el] inicio temporal/En [un/el] inicio del tiempo/En [un/el] comienzo del tiempo después de un tiempo no contado/En [un/el] principio del tiempo (contado)/En [un/el] inicio del conteo del tiempo/En [un/el] inicio/comiezo de lo que es el tiempo antes de que no existiera el tiempo/....etc.
El ejercicio anterior es lo que deseo significar del mensaje anterior. Le aseguro que no le he dado ni la mitad de las posibles combinaciones e interpretaciones o traducciones de esa primera palabra o conjunto de palabras y no hemos hablado del resto de palabras del primer versículo.
En este punto le pregunto a usted algo:
¿Usted ahora puede seguir creyendo que los judíos somos tan arrogantes para creer que tenemos la verdad absoluta de algo o que el cristianismo o el islám o el budismo tienen la verdad absoluta de Dios que es incomprensible para el ser humano? De antemano le respondo que honestamente no. Por eso es que siempre he sido reiterativo en mis pocas intervenciones en este foro de que la verdad la construimos entre todos, pero debemos estar dispuestos a tener la paciencia, humildad y la valentía de construir una verdad y no de que “tenemos” la verdad.
A continuación le quiero citar las ideas de un maestro y filógo judío llamado Rodrigo Varscher:
EXISTIR ES PODER SOSTENERSE
Interesantemente, "existir" y "sostener" comparten una misma raíz etimológica en hebreo: ק.י.ם. La diferencia entre un verbo y otro radica en la reflexividad del primero y en la transitividad del segundo. "Existir" es להתקים y "sostener" es לקים, palabra esta última que se suele emplear para querer decir "cumplir", ya que este acto implica la capacidad de sostener un discurso, una ley, una promesa.
La particularidad de los verbos reflexivos y pronominales en el idioma hebreo (paradigma "hitpael") es que siempre llevan en el medio la letra ה (hei), un signo muy especial ya que figura dos veces en el nombre inefable de Dios (יהוה) y en todos aquellos actos que exigen reflexión o transformación existencial (verbos como "rezar", "superarse", "envejecer", "cambiar", etcétera). En tal sentido, el verbo hebreo para "existir", al ser reflexivo, enseña que el propio acto de existir exige estar en un estado constante de reflexión. Es sumamente significativo que este verbo pertenezca a ese paradigma verbal: la propia categoría de la que forma parte señala que para poder existir es necesario ser reflexivo, tanto en el discurso (ejerciendo la capacidad crítica y analítica) como en la praxis (modificando nuestros hábitos y costumbres).
En este particular, la lección que nos da el hebreo sobre la cuestión misma de la existencia es decisiva: si "existir" es la forma reflexiva de "sostener", entonces no podemos sino concluir que para poder existir cabalmente es preciso poder sostener-se. Saberse "existente" es saberse capaz de sostenerse por sí mismo. Cuando otros nos sostienen, en realidad no existimos porque justamente nos sostienen otros y no nosotros mismos.
Por eso existir no es otra cosa que ser capaz de sostenerse.
En adición a lo anterior:
LA LECCIÓN DE "SER" EN HEBREO
Cuando se dice que en hebreo no existe la conjugación presente del verbo "ser" (להיות), en realidad se quiere decir que no hay una conjugación verbal efectiva que signifique tal cosa. Sin embargo, el propio verbo no puede escapar de las reglas gramaticales del idioma, por lo que al aplicárselas, el verbo se convierte en un sustantivo abstracto, muy usado por la tradición cabalística del judaísmo: הוויה, es decir, "existencia". Es significativo que al "conjugar" el verbo "ser" en presente, se transforme en la noción abstracta de la "existencia" y que, por lo tanto, se elida cuando se conjuga con un sujeto. En hebreo decir "yo SOY fulano" se traduce literalmente como "yo fulano"; el verbo "ser" allí desaparece, pues si el presente de "ser" es "existencia", no es justo decir que "yo (soy) existencia" porque la totalidad del ser no se acaba en la propia existencia de uno. Así como está uno, está el otro, y están todos los demás seres, animados e inanimados, que componen esta totalidad ontológica llamada "existencia"; no cabe afirmar que uno es "la existencia". Por esa razón filosófica-ética-espiritual, el verbo hebreo para "ser" en presente no se usa, ya que lo único real y auténticamente presente es TODA la existencia, que no se reduce a un solo sujeto.
Curiosamente, el nombre "inefable" de Dios en hebreo (יהוה) procede de esta misma etimología (ה.י.ה) que significa "ser". Cuando "Dios" ordena hacer o cumplir determinado precepto, no es que haya alguien concreto que enuncie la obligatoriedad de llevarlo a cabo, sino que es el propio hecho de ser, de existir, lo que impone el deber de hacerlo. Cuando "Dios" ordena descansar una vez por semana, por ejemplo, el texto bíblico está transmitiendo la idea de que para poder existir plenamente, hace falta descansar periódicamente. El ser positiva o cabalmente implica descansar, hacer cumplir la ley, no robar, no asesinar, no engañar, no arrebatar, no mentir, etcétera. Y este nombre enigmático, que es impronunciable, contiene dentro de sí las tres conjugaciones posibles del verbo "ser" (היה, הווה, יהיה; "fue", "es" y "será") porque los preceptos enunciados por ese nombre, que en realidad es la conjunción de las tres formas verbales del verbo "ser", mantienen una validez eterna. El precepto de descansar semanalmente, para poner un ejemplo ilustrativo, fue válido en el pasado, es válido en el presente y también lo será en el futuro. Por eso el nombre de Dios es inefable y se crea con las tres formas conjuntas del verbo "ser", pues no existe en el vocabulario sustantivo alguno que alcance a significar semejante noción existencial salvo la conjunción de las tres conjugaciones verbales del verbo "ser". Dios no es un objeto determinado sino la propia existencia en continuo funcionamiento y en constante transformación. Estudiar a "Dios" es estudiar la propia existencia.
Al reparar en el significado de la palabra "Dios" (יהוה), por tanto, se puede concluir que este no puede ser otra cosa que el nombre que enuncia y legitima la validez eterna de determinada conducta al ser esta la que permite una existencia, o sea una vida, cabal y posible.
LAS TABLAS DE DIOS Y LAS TABLAS DE MOISÉS
Al reparar en la naturaleza de los dos juegos de las Tablas de la Ley mosaica y las circunstancias que rodean la elaboración de las mismas, se observan diferencias significativas en la relación de las concepciones teológica y legal con la humana.
Las primeras tablas, así relata la Torá, fueron escritas por el mismísimo "dedo de Dios" y entregadas por este a Moisés (Éxodo 31:18). Al concluir el listado de leyes que Dios le dictara a Moisés en la cima del monte Sinaí, el Eterno le entrega a aquel "dos tablas de testimonio". Pero la gloria y la grandiosidad del acontecimiento no duró demasiado tiempo; mientras Moisés escuchaba atentamente las leyes divinas, el pueblo estaba sumido en un profundo desosiego ante la ausencia de su líder que hasta entonces había dirigido la gesta libertadora y la travesía por el desierto desde Egipto, lo cual llevó al pueblo a construir para sí mismo un becerro de oro fundido al que pudiera adorar y por el cual sustituir a la persona de Moisés. El pueblo no había entendido aún que la libertad no pasaba por cambiar de ídolo venerable sino por la institución de una ley que precisamente echara por tierra a todo objeto de idolatría y que rigiera a todos por igual.
El hecho es que, mientras Moisés comulgaba con Dios en el monte Sinaí, el pueblo construyó este ídolo, y "se sentó a comer y a beber y se paró a reír" (Éxodo 21:6). Este verbo "reír" (לצחק, "letsajek") aparece vocalizado en el texto masorético (tradicional) de una manera muy particular, pues si bien su raíz significa "reír" (צ.ח.ק), está estructurado de tal forma que resuena más a la idea de "jugar" (לשחק, "lesajek"), ya que "reír" se dice לצחוק ("litsjok"). Este mismo verbo es el que usa la Torá para referirse a la manera en que Sara vio que se estaba comportando Ismael (primer hijo de Abraham) y lo que la motivó a exigirle a su marido Abraham que lo expulsara junto con su madre Hagar, sirvienta de la pareja (Génesis 21:9). Evidentemente, este verbo, que combina el reír y el jugar, connota algún tipo de comportamiento indebido, probablemente relacionado con el acto sexual impropio, inadecuado y, en el caso de los hermanos, hasta abusivo. Por eso Sara se escandaliza y le exige a su marido que expulse a ese hijo y a su madre de la casa, y por eso Moisés, al comunicarle Dios lo que estaba haciendo el pueblo mientras tanto, rompe las tablas al descender del monte y ver lo que estaba haciendo el pueblo.
Al quebrar las tablas, se quiebra también ese primer pacto entre Dios y el pueblo, pero Dios le insiste a Moisés con volver a establecer uno nuevo. Así es que, esta vez, es el propio Moisés el que tallará las tablas en las que Dios inscribirá sus leyes (Éxodo 34:1). La base donde figurarán las leyes ya no será de naturaleza divina sino humana: Moisés, un ser humano, las construye. Su contenido sigue siendo divino, pero la plataforma que sostiene las leyes es de material terrenal. Parecería ser que no era compatible con el hombre bajar del cielo una verdad intacta y no imbuirle algo de lo humano. Por eso, finalmente Dios le ordena a Moisés que él mismo escriba para sí las condiciones del pacto, es decir, los Diez Mandamientos (Éxodo 34:28).
Lo curioso es la diferencia en el nombre de Dios entre la primera vez que este construye las tablas e inscribe en ellas sus leyes y la segunda en que Moisés las talla. En el primer caso es el "dedo de Elohim", nombre que alude a la fuerza de la naturaleza que creó el mundo ("En el principio creó Elohim los cielos y la tierra"), independientemente de su relación con la existencia del ser humano, mientras que en el segundo caso, es el nombre inefable de Dios (יהוה) el que le ordena a Moisés que sea él mismo el que talle las tablas e inscriba en ellas los Diez Mandamientos. "Elohim" es de hecho un sustantivo plural, aunque se lo conjugue con verbos en singular a propósito para no dar lugar a la idea de la existencia de una divinidad múltiple, que iría en contra de la determinación monoteísta del texto bíblico, pero aparece en cada uno de los siete días de la Creación y hasta la época de los patriarcas.
Finalmente, el Dios con el que se sella el pacto definitivamente es el que se pone en relación con el ser humano, reconoce su naturaleza falible y le otorga la libertad y la responsabilidad de instituir y hacer cumplir la ley.
Ahora con toda la información que le he mostrado arriba, le pido que lea nuevamente esto:
Tomo la cita del maestro Yehuda Ribco al respecto:
"Cinco nombres (funciones o planos) tiene el espíritu (humano, llamado originalmente neshamá): nefesh, ruaj, neshamá, iejidá, jaiá.
Nefesh (persona, alma) es la sangre...
Ruaj (hálito, espíritu, aliento) que sube y baja (entre dimensiones más o menos densas)...
Neshamá (específicamente alma, ser vivo) es el pensamiento.
Iejidá (unidad) porque todos los órganos del cuerpo son dobles, en tanto que ella es única.
Jaiá (ser vivo) porque todos los miembros son muertos en tanto ella es la que da vida al cuerpo.
La neshamá integra el cuerpo indisolublemente (en tanto despierto); pero cuando duerme (la persona) ella sube (a un plano estrictamente espiritual) y recoge "vida" (energía vital) para la persona desde (el plano) superior."
(Bereshit Rabá 14, con adiciones explicativas propias)
"En cinco características se asemeja la neshamá (espíritu humano) al Santo Bendito Sea:
La neshamá
a- integra (forma y vivifica) el cuerpo
b- es imperceptible, pero todo percibe
c- da energía al cuerpo
d- es completamente pura
e- se oculta en el lugar más recóndito e inaccesible al conocimiento común."
(Versión libre de Bereshit Rabá 10)
"Raíz, es la neshamá; el ramaje, es el cuerpo."
(T.B. Sanhedrín 110)
"[Salmo de David] A Ti, oh Hashem, levantaré mi alma."
(Tehilim / Salmos 25:1)
"Lo recordará, ciertamente, mi alma, y será abatida dentro de mí."
(Eijá / Lamentaciones 3:20)
"Pero cuando desde allí busques a Hashem tu Elokim, lo hallarás, si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma."
(Devarim / Deuteronomio 4:29)
"Entonces Hashem Elokim formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló en su nariz aliento de vida (en hebreo: neshamá - espíritu), y el hombre llegó a ser un ser viviente."
(Bereshit / Génesis 2:7)
Como hemos visto, cinco son los planos o las manifestaciones (invisibles en esencia) del alma, diremos brevemente lo que describe la Kabalá acerca de estos:
1- Nefesh: se identifica con el instinto, la acción, el hacer irracional, y sin sentimiento. Deseo de recibir y no de dar. Pasividad en lo referente a lo "humano" de la persona.
2- Ruaj: identificada con la emoción, el dar forma, el estructurar sin planeamiento racional. Con conciencia de que recibe, pero eminentemente egoísta, aunque puede apenas descentrarse.
3- Neshamá: se identifica con el pensamiento, con la creación racional. Sentido de sí mismo. Puede recibir por voluntad propia, pero no da voluntariamente con completa convicción y conciencia.
4- Jaiá: libre albedrío, que puede ser utilizado para la búsqueda del bien, o del mal. En una persona espiritualmente desarrollada, es sinónimo de comprensión profunda y realización fiel de la Torá y las mitzvot. Es la voluntad.
5- Iejidá: La plenitud. Plena conciencia y unicidad con el Eterno.
Indudablemente SOMOS (en Este Mundo) cuerpo y espíritu.
Esto significa que no "existe en el contexto del judaísmo", como mencionas en tu pregunta; sino que simplemente la neshamá existe, pues nosotros SOMOS (también) neshamá, lo sepamos (creamos o estemos de acuerdo), o no.
El judaísmo no enseña que tenemos alma, sino que somos.
Tampoco es cierto que estamos compuestos de dos elementos diferentes y contrapuestos, como hay algunos que dicen que el cuerpo es la prisión del alma.
SOMOS (en tanto vivimos) integrados por neshamá y cuerpo.
Es como si alguien dijera la matzá (pan sin levadura) es harina y agua, y podemos diferenciar un elemento de otro. ¿Es verdad esto?
Seguramente que separados no son matzá, y reconocemos la harina del agua como cosas diferentes. Pero, integrados dejan de ser dos elementos diversos, para conformar uno tercero que es superior a la suma de los dos: la matzá.
La persona (nefesh) es cuerpo y neshamá en una relación tal, que es imposible descomponerla (en tanto vivos y despiertos).
Al momento de morir la persona, sus elementos retornan a su fuente original:
el cuerpo - se reincorpora a la materia (simbolizada por la tierra);
y la neshamá - regresa a la Fuente de Vida Eterna (Dios).
Tal como está dicho:
"Porque polvo eres y al polvo volverás."
(Bereshit / Génesis 3:19)
"Acuérdate, por favor, de que tú me formaste como al barro, y que me harás volver al polvo."
(Iyov / Job 10:9)
"Aunque alguien se levante para perseguirte y atentar contra tu vida, de todos modos la vida de mi señor estará incluida en la bolsa de los que viven con Hashem tu Elokim. Y él arrojará la vida de tus enemigos como de en medio del hueco de una honda."
(1 Shemuel / I Samuel 25:29)
"He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis."
(Iejezkel / Ezequiel 37:5)
Otras traducciones:
"Y sucedió que al salírsele el alma, porque murió, llamó el nombre de su hijo Benoní. Pero su padre lo llamó Benjamín."
(Bereshit / Génesis 35:18)
"E Itzjac [Isaac] expiró y fue reunido con su pueblo, anciano y lleno de años. Y lo sepultaron sus hijos Esav [Esaú] y Iaacov [Jacob]."
(Bereshit / Génesis 35:29)
Néfesh - Rúaj - Neshamá
Cuando la Torá relata la Creación del hombre, en el libro del Génesis, nos dice: ... hizo al hombre, formó al hombre y lo creó. Génesis, 1:26 (Aquí se usa "Elohim"), 2:7(Aquí se usa el Nombre "Adonai"), 1:27(Aquí se usa "Elokim").
También en el libro del Profeta Isaías encontramos el siguiente versículo:
"Todo lo llamado en Mi Nombre por Mí, los creé, los formé, también los hice ". Isaías 43:7
¿Por qué la Torá emplea tres verbos cuando se refiere a la Creación del hombre ?
Hizo, se refiere al mundo de la Acción y al nivel del alma que se llama Néfesh y está relacionado con los instintos.
Formó, nos indica el mundo de la Formación y se refiere al nivel del alma que se designa con la palabra Rúaj y que abarca el aspecto emocional.
Creó, designa el mundo de la Creación y está conectado con el nivel del alma denominado Neshamá , el pensamiento.
Vuelvo yo: Esto sólo es una introducción, ya le pasaré el desarrollo amplio.
Saludos de nuevo.