El Evangelio es eterno y las condiciones de salvación han sido siempre las mismas, tanto antes como después de Jesucristo: arrepentimiento sincero y sumisión a la gracia de Dios.
Parte de las controversias respecto al Seol es que no nos damos cuenta que el Seol no es un "lugar" físico, sino un "estado" del alma.
¿Por qué habríamos de pensar que durante 100,000 o 200,000 años las almas de los justos cohabitaron con los impíos en el mismo "lugar" y que solo después de Jesucristo los justos fueron trasladados a un "lugar" distinto?
La parábola del rico y Lázaro, si bien es alegórica, presenta dos estados muy distintos del alma: uno que sufre, y otro que ya no sufre. Y entre estos dos estados hay una gran e infranqueable sima (Lucas 16:6)
El que no sufre está en el "seno de Abraham". Dios consideraba a Abraham su amigo (Isaías 41:8; Santiago 2:23). Quienes estaban en el "seno de Abraham" estaban claramente no en un estado de tormento, sino de paz y comunión con Dios a través de Abraham, el Amigo de Dios.
Si esas almas pasaron posteriormente a otro estado todavía más elevado gracias a Jesucristo es otra cosa. Pero de que estaban separadas en el Seol, estaban separadas. No porque se trate de dos "lugares" físicos distintos, sino porque se trata de dos estados incompatibles: La paz no puede coexistir con el tormento mental.