Entonces estás de acuerdo conmigo en que no hay promesa de que los impíos vivirán para siempre.
El enojo del Señor es el que permanece, no los desobedientes.
Hay dos destinos:
Para los desobedientes, el salario por el pecado es muerte, en cambio para los creyentes, la dádiva de Dios es vida eterna.
Pero ningun texto dice que el profeta Samuel resucitó, y menos a petición de dos impíos Saúl y la bruja.
Aparte quería una indicacion o mensaje de parte de Dios; sin embargo Dios no le respondió, sino que el supuesto Samuel vino con reclamos diciendo: “Por qué me habéis inquietado haciendome venir?”
1 Samuel 28:15.