La historia completa
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Díaz de Mera habla de algún agente «desleal»
El ex director general de la policía Agustín Díaz de Mera caldeó ayer el ambiente previo a la comisión de investigación parlamentaria al declarar a Onda Cero que «puede que algún policía haya dado información al PSOE» sobre la investigación de los atentados del pasado 11 de Marzo.
Díaz de Mera, que efectuó estas declaraciones antes de conocerse la decisión de la dirección del PP de promover la citada comisión, explicó que siempre ha hablado de la policía «con verdadera devoción, respeto, cariño y vinculación de por vida a lo que ellos son y representan. Es una corporación cualitativamente magnífica y cuantitativamente muy numerosa».
Pero dicho esto, el ex responsable de la policía objetó que «puede que haya alguna persona, que contraviniendo lo que es y lo que representa, haya tenido la torpeza o la deslealtad corporativa de producir, viciando, alguna información al Partido Socialista Obrero Español».
Díaz de Mera, que desde anteayer figura entre los candidatos del Partido Popular a las próximas elecciones europeas del 13 de junio, matizó en una larga entrevista de una hora de duración que la manipulación de la información policial en torno al 11-M no sería en todo caso imputable a la policía sino al propio Partido Socialista.
Sobre las declaraciones del ministro del Interior, José Antonio Alonso, quien afirmó que antes de los atentados del 11 de Marzo en Madrid hubo «una clara imprevisión política» por parte del anterior Gobierno, Díaz de Mera indicó que «ningún Estado garantista ni democrático tiene las recetas absolutas y maravillosas, capaces de enganchar el pernicioso e irresponsable argumento de la previsión».
«Cometieron el atentado. Y pueden cometer otros aquí o en cualquier país del mundo», añadió Díaz de Mera con voz pausada, para finalmente criticar al actual titular de Interior: «Nunca alguien con responsabilidad podrá hablar de imprevisión».
Fuente: Edición impresa de El Mundo.
LA AMENAZA TERRORISTA / Dos agentes le dieron dinero al confidente para que alquilara un coche y se entrevistara con el asturiano Castro Toro / Después, los guardias le dieron instrucciones para que buscara compradores
Zhueir: «Informé a la Guardia Civil de que un asturiano me ofrecía dinamita»
En mayo de 2003, un capitán de la Unidad Central Operativa (UCO) al que conocía como 'Víctor' le dio dinero para que viajara a Avilés a entrevistarse con el cuñado del ex minero Suárez Trashorras - De regreso a Madrid entregó a ese oficial, en un centro comercial de Las Rozas, una muestra del explosivo - El oficial de la Benemérita le dio instrucciones para buscar compradores y así poder detenerlos a todos
ANTONIO RUBIO
«Comencé a trabajar para la UCO de la Guardia Civil hace aproximadamente tres años. Informaba al capitán Víctor y al guardia Rafa. Solíamos reunirnos en un centro comercial que hay junto a la Ermita del Santo, en la Pradera de San Isidro.En mayo de 2003 les informé de que me habían ofrecido dinamita, explosivos, y ellos me dijeron que les siguiera el juego, que me enterara de todo y que se los marcara para poder seguirlos».De esta forma tan clara y directa relató Rafá Zhueir a EL MUNDO cuál era su relación con la Unidad Central Operativa (UCO), que dirige el coronel Félix Hernando, y desde cuándo sabían que había un mercado negro de explosivos.
Zhueir facilitó toda esta serie de datos sobre los explosivos y otros relacionados con el comando Lavapiés a un familiar directo con el que tuvo un encuentro en la cárcel de Valdemoro. Rafá le pidió que trasladara esa información a este periódico para que se supiera que siempre colaboró con la Guardia Civil. «Yo informé [al Instituto Armado] de que un asturiano me había ofrecido dinamita».
Zhueir también aclaró que Rafa y Víctor, sus contactos en la UCO, eran los nombres en clave que utilizaban el guardia y el capitán de la Guardia Civil para los que venía trabajando desde hacía casi tres años. Cuando Zhueir les informó de que le habían ofrecido dinamita, los dos miembros de la Benemérita animaron al marroquí para que se introdujera de lleno entre los traficantes de explosivos: «Me dieron dinero para que alquilara un coche, un Nissan, y me fui a Asturias. Allí estaba Antonio Castro Toro, que había coincidido con él en la cárcel. Castro Toro era el cuñado de Emilio Suárez Trashorras (el minero que presuntamente facilitó los explosivos a Jamal Zougam y su grupo) y fue quien me ofreció los explosivos».
Rafá volvió de Avilés a mediados de mayo de 2003 y, tal como le habían exigido sus superiores de la UCO, trajo consigo una muestra de los explosivos que Castro Toro había puesto en el mercado: «A la vuelta de Asturias, me reuní con Rafa y el capitán Víctor en un centro comercial de Las Rozas que está junto a la Carretera de La Coruña. Les entregué el material y me dieron nuevas instrucciones».
Entre las nuevas instrucciones que recibió Rafá estaba una muy concreta y muy directa: «Busca entre tus contactos y entre tu ambiente un grupo que esté interesado por los explosivos. Después se los colocas y más tarde los detenemos a todos».
El plan de los dos agentes de la UCO, que además tuvo el beneplácito de un mando superior a Víctor y cuyo nombre en clave era Paco, consistía en provocar un delito o realizar una entrega controlada de explosivos para, después, detener a toda la banda de delincuentes y recibir las felicitaciones de la Dirección General de la Guardia Civil y del mismísimo ministro del Interior.
Relación de confianza
La relación entre Zhueir y sus contactos en la Guardia Civil era de tal altura y confianza que el marroquí visitó en más de una ocasión la sede de la Dirección General, que está ubicada en la calle de Guzmán el Bueno de Madrid.
Rafá se puso en contacto con un grupo búlgaro, pues son nacionales de este país los que proporcionan armas cortas a porteros de discotecas y a otras personas relacionadas con la delincuencia (ver la serie Torre de Babel de M2, en su edición del 4 de febrero de 2003). De hecho, las ametralladoras y armas cortas interceptadas en el piso de Leganés donde se inmoló parte del comando Lavapiés se las habían proporcionado a los marroquíes un grupo búlgaro.Pero la operación no dio resultado: Rafá les ofreció los explosivos, pero los búlgaros no entraron en el juego que les planteó.
Tras el fracaso de la operación los agentes de la UCO decidieron ir directamente a por Castro Toro, el puente entre Rafá y los explosivos. Y Castro Toro fue detenido cuando, casualmente, llevaba encima 150 gramos de cocaína. El cuñado de Suárez Trashorras, según Rafá, tan sólo estuvo 10 días en la cárcel.
Por aquellas fechas, Rafá Zhueir también recibió ayuda de sus contactos en la Guardia Civil por un «asuntillo» que tuvo en Asturias. Zhueir, según cuenta él mismo, fue acusado de un pequeño robo con intimidación y Rafa y Víctor hablaron con las autoridades judiciales de la zona para que saliera en libertad.
Rafá, como reconoció en el manuscrito publicado ayer, se dedicaba al tráfico «pequeño de hachís» y conocía a Jamal Ahmidan, El Chino, y a Rachid Adli, albañil que fue detenido en Toledo, quien a su vez era amigo de Jamal Zougam. Zhueir, por indicación de sus superiores, siguió de cerca a Castro Toro y a Suárez Trashorras y puso en contacto a parte del comando Lavapiés con los asturianos para ultimar algunas operaciones de droga.
La relación entre Castro Toro, Suárez, Zougam, El Chino y Rachid llegó a ser tan buena y fluida que los marroquíes asistieron al enlace matrimonial entre Emilio Suárez Trashorras y la hermana de Castro Toro. Rafá no pudo asistir a la boda porque en aquellos momentos tenía una serie de problemas familiares.
Rafá ha reconocido a EL MUNDO que no era amigo de Jamal Zougam y que, además, no le gustaba su trato porque el jefe del comando Lavapiés era arrogante y chulesco. Zhueir sí reconoce que con quien más trato tenía era con Rachid Adli, que trabajaba en Illescas (Toledo).
Casi un mes antes de los atentados del 11-M, Rafá tuvo que intervenir entre los dos grupos, el asturiano y el marroquí, y hacer de «hombre bueno» para arreglar un conflicto económico: «Había unas diferencias de dinero por un cargamento de hachís. Recuerdo que nos reunimos en un McDonald's que hay en Carabanchel, cerca del Hospital Gómez Ulla. Estuvieron presentes Castro Toro, Suárez, su mujer, Zougam, Rachid, El Chino y otra persona que yo no conocía».
Zhueir aclara, una y otra vez, que «en aquella reunión no se cerró el trato de los explosivos. Sólo se habló de dinero y de hachís. Sé que después tuvieron un segundo encuentro, en el que yo no participé, pero no sé de qué trataron».
Las investigaciones policiales revelaron que Zougam y su grupo compraron los explosivos por 25 kilos de hachís y 6.000 euros.También señalan que Rafá viajó a Asturias el 28 de febrero y colaboró en la adquisición de los explosivos utilizados en los atentados del 11-M.
Rafá no aclara en sus manifestaciones a EL MUNDO si supo o no que estaba participando en la compra de los explosivos del 11-M y si informó a la UCO de los últimos encuentros entre los asturianos y los marroquíes.
El acuerdo que Rafá tenía con Castro Toro y Suárez, por una parte, y Zougam y los suyos, por la otra, era que él se llevaba un porcentaje por cada uno de los kilos de hachís que se vendiera. Y tras los sucesos del 11-M, exactamente el día 19, Zhueir recibió una llamada de sus «amigos», Rafa y Víctor, que lo citaron junto a la Ermita del Santo: «De allí me llevaron a Guzmán el Bueno [sede de la dirección General de la Guardia Civil], me dijeron que estaba detenido y después me llevaron a Canillas [sede de la policía en Madrid]. En la policía me trataron bien».
Tanto ante el juez Del Olmo como ante la policía, Rafá Zhueir señaló en múltiples ocasiones a Antonio Castro Toro como la persona con la que él contactó por el asunto de los explosivos y que éste le había ofrecido Goma-2 antes de los atentados de la estación de Atocha. Sin embargo, Castro Toro fue detenido varios días después de las declaraciones de Rafá, el 28 de marzo, y posteriormente puesto en libertad, 2 de abril.
EL MUNDO ha podido saber que Zhueir ya ha recibido varios avisos en los que se le conmina a mantener «la boca cerrada» y se le recuerda que puede tener «serios problemas» en la cárcel si sigue hablando.
Fuente: Edición impresa de El Mundo.