Re: ¡¡¡ MALDITOS !!!
El 16-M Zouhier seguía informando a la UCO según una grabación policial
Un agente que estaba investigando un asunto de tráfico de drogas captó por casualidad una conversación telefónica del confidente y mediador del 11-M con un oficial de la Guardia Civil en la que le informaba de que había visto explosivos y detonadores en el domicilio de 'El Chino'
Cinco días después de los atentados del 11-M, el confidente Rafá Zouhier informó a sus superiores en la Guardia Civil de que él conocía una casa en Madrid donde se habían guardado explosivos y detonadores. El contacto entre el informador y un mando del Instituto Armado se realizó el 16 de marzo a través de una llamada telefónica. La casa-depósito resultó ser la de Jamal Ahmidan, El Chino.
El contacto telefónico entre Zouhier y el jefe de la Guardia Civil -miembro de la Unidad Central Operativa (UCO)- fue interceptado casualmente por la policía de Alcalá de Henares, que realizaba una investigación sobre el tráfico de hachís en la zona.
Pero uno de los miembros de la red efectuó una llamada que no hablaba precisamente de hachís. Estaba facilitando a su interlocutor toda una serie de datos sobre explosivos y detonadores. En el informe policial, que ya ha sido aportado al sumario que instruye el juez Juan del Olmo por los atentados, se recoge que uno de los interlocutores tenía acento marroquí y que el otro era un miembro de la Guardia Civil.
Más tarde, la policía pudo saber que la persona que tenía acento marroquí era Rafá Zouhier y que el otro era un jefe del Instituto Armado. En la conversación, que está grabada con la correspondiente autorización judicial, el confidente de la Guardia Civil facilitó a su jefe toda una serie de detalles para poder llegar al piso-depósito.El marroquí confirmó al oficial que él mismo había visto los explosivos y los detonadores.
Rápidamente, la policía de Alcalá trasladó la información y la grabación telefónica a sus superiores en Madrid. Veinticuatro horas más tarde, el 17 de marzo, los miembros de las Fuerzas de Seguridad localizaron una vivienda que resultó ser la de Jamal Ahmidan, El Chino. En ella, efectivamente, había restos de explosivos.
Tras una serie de análisis, los expertos de la Policía Científica determinaron casi con toda seguridad que los más de 100 kilos de Goma 2 Eco y los detonadores empleados en los trenes de la muerte estuvieron durante un tiempo en el piso de El Chino. Hay que recordar que Jamal Ahmidan se inmoló el pasado día 3 de abril en un piso de Leganés junto con seis miembros más del comando Lavapiés.
Viaje a Canillas
Tras el hallazgo del piso-depósito, la policía se puso en contacto con la Guardia Civil. Informó de que tenían grabada una cinta magnetofónica donde se recogía una llamada telefónica entre un mando del Cuerpo y un confidente con acento marroquí. La Guardia Civil asumió que el confidente era suyo, que se trataba de Rafá Zouhier y que, efectivamente, uno de los interlocutores era un jefe del Cuerpo.
Entonces, la policía pidió al Instituto Armado que trasladara al marroquí Zouhier hasta el cuartel de Canillas (sede central de la Brigada de Información Exterior y Terrorista de la Policía en Madrid) para que fuera interrogado por los sucesos del 11-M.
La Guardia Civil no puso ningún inconveniente para llevar a cabo el encargo de la policía. El 19 de marzo, Zouhier ya estaba en manos de los expertos policiales de Canillas y fue confirmando, paso a paso, todos los pormenores que el día 16 había facilitado, vía telefónica, a su contacto en la Guardia Civil.
El marroquí Zouhier, tal como reconoció a EL MUNDO, era un pequeño traficante de hachís que hacía casi tres años que venía trabajando como confidente para dos jefes de la Guardia Civil.
Zouhier explicó a este periódico que el 19 de marzo recibió una llamada de Rafa y Víctor -los dos jefes de la Guardia Civil para los que trabajaba desde hacía tiempo- y que lo citaron junto a la Ermita del Santo (en Madrid): «De allí me llevaron a Guzmán el Bueno [sede de la Dirección General de la Guardia Civil], me dijeron que estaba detenido y después me llevaron a Canillas.En la policía me trataron muy bien».
Rafá Zouhier, más conocido entre sus amigos por Rafael, llegó a manos de la Guardia Civil a través de un amigo español que se dedica a la falsificación de documentos y que tiene muy buenas relaciones con el mundillo de los guardaespaldas y los porteros de discoteca. Dentro de ese ambiente, Rafá logró tener excelentes contactos con grupos que se dedicaban a la venta de armas cortas, y eso propició que el marroquí prestara a la Guardia Civil dos magníficos trabajos relacionados con el tráfico de armas.
Pero la colaboración entre Rafá y sus jefes era total desde hacía tiempo. Tal como informó EL MUNDO, Rafá reveló a la Guardia Civil, en mayo de 2003, que un asturiano le había ofrecido dinamita.
Tras esa confidencia, Zouhier recibió la orden por parte de la Guardia Civil de introducirse entre los traficantes de explosivos.Rafá, con la ayuda económica de Víctor y Rafa, viajó hasta Asturias y allí se reunió con Antonio Castro Toro, el cuñado de Emilio Suárez Trashorras. Este último fue quien, finalmente -y a cambio de 25 kilos de hachís y 6.000 euros-, facilitó los explosivos al comando terroristas islamistas que atentó en los trenes de la muerte.
Víctor (comandante) y Rafa (capitán) son dos jefes de la UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil, que está dirigida por el coronel Félix Hernando Martín, ex hombre de confianza del ex secretario de Estado de Seguridad Rafael Vera.
La muestra en un bote
Se da la circunstancia de que la operación de control montada por el capitán Rafa y el comandante Víctor para llegar hasta los traficantes de explosivos recibió el visto bueno de un superior de ambos, cuyo nombre en clave era Paco y que tenía el rango de teniente coronel o coronel.
Durante el viaje de Rafá a Asturias, en mayo de 2003, surgieron varios imprevistos. El marroquí alquiló un vehículo Nissan en la calle de Alcalá de Madrid con la ayuda económica de sus jefes.Tras salir de la capital, camino de Avilés, fue detenido en la carretera por una pareja de tráfico de la Guardia Civil. Zouhier no tenía permiso de conducir, y tuvo que reconocer ante los agentes de tráfico que era confidente de la Guardia Civil.
En un principio, los agentes de tráfico no se creyeron la versión de Zouhier pero, tras hablar con el oficial Víctor, se limitaron a multar al marroquí y dejaron que continuara su camino hacia Asturias. Allí estaba el jefe Víctor esperando al marroquí. Este, tal como estaba previsto, señaló a Antonio Castro Toro y a todo su entorno, incluido su cuñado, Emilio Suárez Trashorras.
A la vuelta de Asturias, Rafá Zouhier paró en un centro comercial que está cerca de Madrid y que se encuentra situado junto a la carretera de La Coruña para entregarles a Rafa y Víctor la muestra del explosivo que había conseguido.
Zouhier almacenó y trasladó el explosivo desde Asturias a Madrid en un bote. De esa forma fue como se lo entregó a los dos guardias civiles. Los móviles de los dos oficiales de la UCO están registrados en el teléfono de Rafá Zouhier, y éste está en poder del juez Juan del Olmo.
Finalmente, hay que recordar que Rafá Zouhier avisó en mayo de 2003 a la Guardia Civil de que existía un mercado negro de explosivos; que un mes antes de los atentados, el marroquí estuvo reunido en un restaurante de comida rápida con -entre otros- Suárez Trashorras y El Chino; y que el 16 de marzo reveló a la Guardia Civil que había visto explosivos y detonadores en el piso de Jamal Ahmidan.
Autor: Antonio Rubio
Fuente: Edicición impresa de El Mundo.
El 16-M Zouhier seguía informando a la UCO según una grabación policial
Un agente que estaba investigando un asunto de tráfico de drogas captó por casualidad una conversación telefónica del confidente y mediador del 11-M con un oficial de la Guardia Civil en la que le informaba de que había visto explosivos y detonadores en el domicilio de 'El Chino'
Cinco días después de los atentados del 11-M, el confidente Rafá Zouhier informó a sus superiores en la Guardia Civil de que él conocía una casa en Madrid donde se habían guardado explosivos y detonadores. El contacto entre el informador y un mando del Instituto Armado se realizó el 16 de marzo a través de una llamada telefónica. La casa-depósito resultó ser la de Jamal Ahmidan, El Chino.
El contacto telefónico entre Zouhier y el jefe de la Guardia Civil -miembro de la Unidad Central Operativa (UCO)- fue interceptado casualmente por la policía de Alcalá de Henares, que realizaba una investigación sobre el tráfico de hachís en la zona.
Pero uno de los miembros de la red efectuó una llamada que no hablaba precisamente de hachís. Estaba facilitando a su interlocutor toda una serie de datos sobre explosivos y detonadores. En el informe policial, que ya ha sido aportado al sumario que instruye el juez Juan del Olmo por los atentados, se recoge que uno de los interlocutores tenía acento marroquí y que el otro era un miembro de la Guardia Civil.
Más tarde, la policía pudo saber que la persona que tenía acento marroquí era Rafá Zouhier y que el otro era un jefe del Instituto Armado. En la conversación, que está grabada con la correspondiente autorización judicial, el confidente de la Guardia Civil facilitó a su jefe toda una serie de detalles para poder llegar al piso-depósito.El marroquí confirmó al oficial que él mismo había visto los explosivos y los detonadores.
Rápidamente, la policía de Alcalá trasladó la información y la grabación telefónica a sus superiores en Madrid. Veinticuatro horas más tarde, el 17 de marzo, los miembros de las Fuerzas de Seguridad localizaron una vivienda que resultó ser la de Jamal Ahmidan, El Chino. En ella, efectivamente, había restos de explosivos.
Tras una serie de análisis, los expertos de la Policía Científica determinaron casi con toda seguridad que los más de 100 kilos de Goma 2 Eco y los detonadores empleados en los trenes de la muerte estuvieron durante un tiempo en el piso de El Chino. Hay que recordar que Jamal Ahmidan se inmoló el pasado día 3 de abril en un piso de Leganés junto con seis miembros más del comando Lavapiés.
Viaje a Canillas
Tras el hallazgo del piso-depósito, la policía se puso en contacto con la Guardia Civil. Informó de que tenían grabada una cinta magnetofónica donde se recogía una llamada telefónica entre un mando del Cuerpo y un confidente con acento marroquí. La Guardia Civil asumió que el confidente era suyo, que se trataba de Rafá Zouhier y que, efectivamente, uno de los interlocutores era un jefe del Cuerpo.
Entonces, la policía pidió al Instituto Armado que trasladara al marroquí Zouhier hasta el cuartel de Canillas (sede central de la Brigada de Información Exterior y Terrorista de la Policía en Madrid) para que fuera interrogado por los sucesos del 11-M.
La Guardia Civil no puso ningún inconveniente para llevar a cabo el encargo de la policía. El 19 de marzo, Zouhier ya estaba en manos de los expertos policiales de Canillas y fue confirmando, paso a paso, todos los pormenores que el día 16 había facilitado, vía telefónica, a su contacto en la Guardia Civil.
El marroquí Zouhier, tal como reconoció a EL MUNDO, era un pequeño traficante de hachís que hacía casi tres años que venía trabajando como confidente para dos jefes de la Guardia Civil.
Zouhier explicó a este periódico que el 19 de marzo recibió una llamada de Rafa y Víctor -los dos jefes de la Guardia Civil para los que trabajaba desde hacía tiempo- y que lo citaron junto a la Ermita del Santo (en Madrid): «De allí me llevaron a Guzmán el Bueno [sede de la Dirección General de la Guardia Civil], me dijeron que estaba detenido y después me llevaron a Canillas.En la policía me trataron muy bien».
Rafá Zouhier, más conocido entre sus amigos por Rafael, llegó a manos de la Guardia Civil a través de un amigo español que se dedica a la falsificación de documentos y que tiene muy buenas relaciones con el mundillo de los guardaespaldas y los porteros de discoteca. Dentro de ese ambiente, Rafá logró tener excelentes contactos con grupos que se dedicaban a la venta de armas cortas, y eso propició que el marroquí prestara a la Guardia Civil dos magníficos trabajos relacionados con el tráfico de armas.
Pero la colaboración entre Rafá y sus jefes era total desde hacía tiempo. Tal como informó EL MUNDO, Rafá reveló a la Guardia Civil, en mayo de 2003, que un asturiano le había ofrecido dinamita.
Tras esa confidencia, Zouhier recibió la orden por parte de la Guardia Civil de introducirse entre los traficantes de explosivos.Rafá, con la ayuda económica de Víctor y Rafa, viajó hasta Asturias y allí se reunió con Antonio Castro Toro, el cuñado de Emilio Suárez Trashorras. Este último fue quien, finalmente -y a cambio de 25 kilos de hachís y 6.000 euros-, facilitó los explosivos al comando terroristas islamistas que atentó en los trenes de la muerte.
Víctor (comandante) y Rafa (capitán) son dos jefes de la UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil, que está dirigida por el coronel Félix Hernando Martín, ex hombre de confianza del ex secretario de Estado de Seguridad Rafael Vera.
La muestra en un bote
Se da la circunstancia de que la operación de control montada por el capitán Rafa y el comandante Víctor para llegar hasta los traficantes de explosivos recibió el visto bueno de un superior de ambos, cuyo nombre en clave era Paco y que tenía el rango de teniente coronel o coronel.
Durante el viaje de Rafá a Asturias, en mayo de 2003, surgieron varios imprevistos. El marroquí alquiló un vehículo Nissan en la calle de Alcalá de Madrid con la ayuda económica de sus jefes.Tras salir de la capital, camino de Avilés, fue detenido en la carretera por una pareja de tráfico de la Guardia Civil. Zouhier no tenía permiso de conducir, y tuvo que reconocer ante los agentes de tráfico que era confidente de la Guardia Civil.
En un principio, los agentes de tráfico no se creyeron la versión de Zouhier pero, tras hablar con el oficial Víctor, se limitaron a multar al marroquí y dejaron que continuara su camino hacia Asturias. Allí estaba el jefe Víctor esperando al marroquí. Este, tal como estaba previsto, señaló a Antonio Castro Toro y a todo su entorno, incluido su cuñado, Emilio Suárez Trashorras.
A la vuelta de Asturias, Rafá Zouhier paró en un centro comercial que está cerca de Madrid y que se encuentra situado junto a la carretera de La Coruña para entregarles a Rafa y Víctor la muestra del explosivo que había conseguido.
Zouhier almacenó y trasladó el explosivo desde Asturias a Madrid en un bote. De esa forma fue como se lo entregó a los dos guardias civiles. Los móviles de los dos oficiales de la UCO están registrados en el teléfono de Rafá Zouhier, y éste está en poder del juez Juan del Olmo.
Finalmente, hay que recordar que Rafá Zouhier avisó en mayo de 2003 a la Guardia Civil de que existía un mercado negro de explosivos; que un mes antes de los atentados, el marroquí estuvo reunido en un restaurante de comida rápida con -entre otros- Suárez Trashorras y El Chino; y que el 16 de marzo reveló a la Guardia Civil que había visto explosivos y detonadores en el piso de Jamal Ahmidan.
Autor: Antonio Rubio
Fuente: Edicición impresa de El Mundo.