Re: ¡¡¡ MALDITOS !!!
Bien, va siendo hora de que tengamos en cuenta un aspecto esencial en todo lo que está pasando desde hace unos años y después de lo ocurrido en estos días. Evidentemente estamos asistiendo a lo que son las consecuencias "físicas" de una batalla que se está dando sobre todo a nivel espiritual
Efesios 6,10-18
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos
Bien, como cristianos que somos sabemos dónde está nuestro campo de batalla, cuáles son nuestras armas y cómo debemos usarlas. Y si no lo sabemos, pues más nos vale que lo aprendamos con urgencia porque los tiempos así lo requieren. Aunque podemos poner nombres propios al enemigo tales como el Islam, el quintacolumnismo del hedonismo rampante de nuestra sociedad, etc, etc, lo cierto es que todo eso se resume en un solo nombre: Satanás y sus huestes, aliadas con el pecado de los hombres. Ahí está el enemigo a batir. Es más, ahí está el enemigo YA BATIDO porque Cristo le venció en la cruz como lo testifica la tumba vacía y, porqué no decirlo, la santidad de sus santos a lo largo de los siglos. Debemos pues evitar el reaccionar como lo hacen los incrédulos e incluso un buen número de cristianos bebés inmaduros en las cosas del Señor, que tienden a no discernir lo que está en la raíz de todo el mal que se nos viene encima. Los primeros no pueden discernir porque no les es dado (1ª Cor 2,14) y los segundos todavía no están ejercitados en la vida en el Espíritu. Pero nosotros no tenemos excusa. Debemos orar, orar, orar y, en la medida de las capacidades que Dios haya dado a cada uno, hablar a tiempo y a destiempo del evangelio con todo hombre y mujer, sea cual sea su condición. Nuestras oraciones son misiles contra el enemigo si es que en verdad perseveramos en ellas. De lo contrario, son simples petardos que apenas harán un rasguño al león rugiente que ha abierto sus fauces para devorarnos. No estamos sólos en esta batalla. Cristo es nuestro capitán y su ejército celestial combate a nuestro lado. Quizás nuestros ojos no puedan verlos pero recordemos lo acontecido en tiempos del profeta Eliseo, cuando su criado estaba asustado ante una batalla que aparentaba ser desastrosa:
2ª Rey 6,17
Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Yavé, que abras sus ojos para que vea. Entonces Yavé abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
Pues bien, yo tampoco los veo pero sé que están ahí, esperando su momento para entrar en acción. Así que, estimados hermanos, cada cual ocupe su lugar y adelante que la victoria es del Señor.
Paz, bien y verdad
Cristo conmigo,
Cristo ante mí,
Cristo tras de mí,
Cristo en mí,
Cristo bajo mí,
Cristo sobre mí,
Cristo a mi derecha,
Cristo a mi izquierda,
Cristo cuando me acuesto,
Cristo cuando me siento,
Cristo cuando me levanto,
Cristo en el corazón de todo hombre
que piensa en mí,
Cristo en la boca de todo hombre
que hable de mí,
Cristo en todo ojo que me ve,
Cristo en todo oído que me escucha.