Re: Los testigos cristianos de Jehovà y las transfusiones de sangre.
Mi estimado Dagoberto.
Aquí voy contra "larga perorata", como las que te gustan.
Dispongo de un poco de tiempo y me complace responder a tu desafío teológico que ostentas como pretendido y certero ariete ideológico capaz de socavar las mismísimas bases de nuestra teología, considerada “hereje” por la mayoría, sino todas, las diferentes denominaciones llamadas “cristianas” y créeme, nada me complace más que tener la oportunidad de demostrar, no solamente tu incomprensión de los aportes presentados en este epígrafe por parte de mis hermanos en la fe, sino tu confesa y recalcitrante “testigofobia” que te traes, y que por ahí te leí que aceptaste dicha “fobia” como parte de tu “espina en tu carne”, que de ninguna manera, te permite actuar de manera coherente, mucho menos razonar y comprender lo que se te ha tratado de explicar hasta la saciedad, y que al parecer te complaces en tergiversar todo lo que de antemano presentamos los TJ. Pena me da sobremanera que califiques de “larga perorata” una breve pero firme exposición denunciando en algunos foristas, lo mismo que tú reafirmas con tus irónicos apelativos en esta oportunidad, confirmando lo que yo he venido señalando y lo que al parecer, pasa desapercibida entre todos tus correligionarios: esa grotesca, insidiosa y desafinada forma de contrarrestar todo aquello que tenga “tufillo” a TJ.
Inicias tu “demoledor” interrogatorio tratando de que te demuestre, de forma “exhaustiva y completa”, dónde indica la Biblia que a los seres humanos, Jehová Dios, diera órdenes específicas para evitar comer carne y sangre humana, aparte de “todas” las demás citas bíblicas que sobre el tema planteado, se especifican claramente en las Escrituras.
En primer lugar, no sé de dónde rayos interpretaste la idea de que toda nuestra argumentación referente a que la sangre humana es de mucho más valor que la sangre animal, se entendiera como si estuviésemos afirmando, que Dios hubiera prohibido comer carne humana con su respectiva sangre como mandato sobresaliente, o bien, como costumbre prevaleciente entre el pueblo judío. ¡Nadie insinuó siquiera semejante deformación que muy conveniente, y creo que de manera artera y volitiva, interpretaste a propósito, alimentando así tu atrofiada forma de entender nuestra razonada y certera interpretación de lo que, por simple lógica y sentido común, se desprende de la prohibición contra la ingesta de sangre animal.
Indudablemente, si Dios prohibió la ingesta de sangre animal por considerarla “sagrada”, pareciera muy raro, ¿no te parece? que se haya considerado “sagrada” la “sangre derramada del animal” y no “la vida del pobre animal? O sea, raro en el sentido que Dios permitiera su muerte para consumo humano y a la vez, el líquido denominado “sangre”, totalmente impersonal, fuera lo único que había que (una vez muerto el animal que fuera) derramar a tierra en señal de “respeto” por considerarse “sagrado” ante Dios. En base a este razonamiento es que colegimos que ¿Con cuánta más razón consideraba Dios sagrada la sangre humana con respecto a la sangre animal? ¿Comprendes la lógica comparación de nuestro coherente argumento? ¡Creo que no! Fue en ese sentido que se basa nuestra postura, no que existiera algún texto que, específicamente, hablara de la prohibición “de carne y sangre humana”. Por lo visto mi estimado forista, debo colegir correctamente, de acuerdo a lo que planteas tan serio, que el hecho de no encontrarse en la Biblia ningún texto que diga que Jehová Dios prohibiera comer sangre HUMANA, es porque no era prohibido para nada y por lo tanto, podíamos hacerlo en caso de presentarse la oportunidad para degustar, no solamente la sangre humana, sino también su carne ¿Es así? Porque de lo contrario no veo el propósito de haberme citado el pasaje cuando Jesucristo indicó a los judíos que cualquiera que “comiera su carne y bebiera su sangre” no podía entrar al Reino de Dios.
Ahora, yo te pregunto a ti y por favor dame respuesta directa, sin polvaredas. Si la Biblia no dice en ninguna parte que Dios prohíba el comer carne y sangre humana ¿Lo hubiera condenado si se hubiera llevado a cabo el acto? Si respondes SÍ entonces nuestra argumentación es válida y lógica; y si respondes NO, entonces eres tú el que estas promoviendo el canibalismo humano como aprobado por Dios y, cualquiera de estas dos afirmaciones, nos daría la razón en nuestra forma de razonar, que el consumo de SANGRE en sentido general, es por respeto a Dios al considerarla sagrada desde el principio de los tiempos (animal por prohibición directa y humana por deducción lógica). Ahora bien, si la sangre es considerada como SAGRADA y representa LA VIDA (y la vida es sagrada ante Dios) ¿Por qué entonces Dios cortaba la vida de la persona que infringiera esta prohibición y comiera carne juntamente con la sangre? ¿Acaso no era ¡VIDA! lo que estaba ingiriendo el infractor para que mereciera la muerte por ello? (caso muy similar a recibir sangre en nuestras venas por ser la sangre vida que “da vida”, según ustedes) ¿No está claro entonces que a Dios no le importaba para nada si se hacía como excusa “salvavidas” o como “parte del alimento” o bajo cualquier otro pretexto o razón? ¿O fue más bien en reconocimiento de su santidad por decreto Divino? ¿O como parte de la dieta humana? ¿O que en dosis tan pequeñas, como cuando se consumía la carne todavía empapada de sangre, no se estaba incurriendo en una violación voluntariosa de la orden Divina?
Toda esta tergiversación de los hechos presentados por nosotros se debió a tu misma indefinida pero contradictoria forma de presentar aquello que mencionaste de las palabras del Señor. Tú lo indicaste de esta manera y nunca definiste el significado de las palabras allí expuestas e interpretaste, todo lo que te dio la gana interpretar, poniendo palabras en nuestros labios que jamás ni siquiera las hemos pensado ni son parte integral de nuestra educación en las Escrituras.
Por otra parte, creo que también tienes serios problemas de claridad en lo que nosotros entendemos sobre la diferencia que existía entre “derramar” sangre animal como “expiación” por nuestras almas en contraste con no “derramar” sangre humana, contrariamente a lo permitido con la sangre animal, porque Dios la reclamaría para Sí.
Analicemos esta confusión tuya:
1. Dios permite al hombre comer animales, pero únicamente su carne sin su sangre; la sangre tenía que ser derramada al suelo.
2. Esta sangre “animal” era “sagrada” por cuanto representaba la “vida” que Dios consideraba como sagrada a sus ojos.
3. Está claro que JEHOVA DIOS nunca dijo: “tampoco comerás carne humana y mucho menos su “sangre” por cuanto es más sagrada para mí que la carne y sangre de animales inferiores a ti”. ¡Nunca! Estamos claros.
4. En vista de esta “verdad” de que nunca prohibió directamente el comer carne y sangre humana directamente ¿Deberían de haber supuesto, sin lugar a ninguna duda razonable, que si Dios no había prohibido este acto, podían hacerlo aunque fuera en momentos críticos en donde peligraba su propia vida? En otras palabras ¿Si no existía alguna prohibición al respecto, significaba que si se incurría en la práctica quedaban impunes? ¿Sería lógico y coherente pensar que si Dios prohibió la ingesta de sangre animal, siendo evidentemente de menor valor que la sangre humana, debemos asumir que porque no prohibió la sangre humana tenían derecho, si así lo interpretaban, comer carne humana juntamente con la sangre? Aún peor, ¿Si el caer en esta práctica Dios lo iba a repudiar sería por practicar el canibalismo en sí o por estar corrompiéndose, no solamente por “asesinar”, consumiendo carne humana y encima su sangre? Y si te espantas y dices que cómo Dios iba a permitir el canibalismo, ¿En dónde dice que prohibía esta práctica? Y si no lo dice, ¿Por qué aquí sí podríamos deducir que no lo iba a aceptar? ¿Verdad que entonces no hace falta ninguna “ley” claramente expresa que prohíba dichas prácticas para que Dios las desaprobara tajantemente?
5. Si tu respuesta es NO, entonces ¿Qué estás rebatiendo?
6. Si tu respuesta es SI, entonces estás aceptando que el canibalismo es parte de las opciones que tenemos como seres humanos sin temor a recibir castigo por parte de Dios.
7. ¿Quién entonces es el que está hablando de canibalismo? ¿Tus interpretaciones o las nuestras?
8. Citaste Juan 6:54-57 que dice: “El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día; [SUP]55[/SUP] porque mi carne es verdadero alimento, y mi sangre es verdadera bebida. [SUP]56[/SUP] El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre permanece en unión conmigo, y yo en unión con él. [SUP]57[/SUP] Así como me envió el Padre viviente y yo vivo a causa del Padre, así también el que se alimenta de mí, sí, ese mismo vivirá a causa de mí.” ¿Qué enseñanza está detrás de este pasaje? ¿Habló de manera literal o simbólica, representativa? ¡Nunca lo definiste!
9. Sigamos.
Ahora bien, existe un evidente contraste entre la sangre animal y la sangre humana. La sangre animal había que “derramarla” al suelo y, por el contrario, la sangre humana no se debía “derramar”; ni siquiera eso, por cuanto, a diferencia con la sangre animal y muerte del mismo (aprobada por Dios para alimento humano), Dios iba a reclamar la sangre derramada del hombre (se puede entender de manera representativa como “muerte del humano aunque no derramase una sola gota de sangre) o bien, derramándole la sangre y a la vez, causándole la muerte. Aquí está implícito, aunque no lo diga “textualmente” la prohibición al “canibalismo”.
10. De manera que no se permite matar al hombre con ningún fin en mente, ni como alimento, ni por deporte, ni por nada, ni derramar su sangre por ningún motivo y, mucho menos, extraerle la sangre mediante algún medio “inofensivo” para, digamos, “probarla con fines alimenticios” o bien, como se pretende hoy en día, ser utilizada con propósitos medicinales o curativos. Pero, por otra parte, ¿Qué pasaría si nos encontramos en serios aprietos de supervivencia (como ya ha pasado en la historia) y tenemos que recurrir, no a matar algún humano, sino esperar a que mueran por sí solos y luego, proceder a alimentarnos (práctica caníbal) pero sin haber tenido “arte ni parte” en su deceso ¿Nos justificaría Dios? Porque en este caso específico no nos estaríamos “manchando” las manos con sangre ajena, como de “asesinos”.
11. Pregunto: En los días de la Ley Mosaica, la prohibición de “comer sangre animal” ¿Pudiera haber excluido el “beber” sangre humana con fines curativos por parte de algún israelita rebelde que se hubiera basado, como aquí nuestros foristas fundamentalistas pretenden, en que no existía ninguna ley que hablara sobre sangre humana y se hubiera puesto de “acuerdo” con algún paisano para que se dejara “desangrar”, aunque fuera un poquito, para obtener el valiosísimo fluido de vida? ¿Cuál creen ustedes que hubiera sido la reacción de Moisés al saber del extraño hecho? ¿Cómo creen ustedes que hubiera actuado Jehová?
12. Pregunta aún más directa. Actualmente ¿Se interpretaría como canibalismo el siquiera imaginarse a alguien bebiendo sangre humana aunque fuera cedida voluntariamente por algún “donante”? Si la respuesta es SÍ es evidente que se interprete como una OFENSA grave a la santidad de la sangre aunque el decreto apostólico, según ustedes, se refería, única y exclusivamente, al abstenerse de sangre animal ¿Por qué entonces llegamos a esta deducción si sabemos de antemano que no existe ninguna prohibición relacionada con beber sangre humana? En otras palabras, ¿No sería como cometer, aún en las presentes circunstancias, canibalismo puro al estilo “moderno”, solapado, permitiendo la ingesta de sangre humana por nuestras venas, aunque fuera, supuestamente, para salvar una vida humana?
Ningún derecho humano, aún a riesgo de nuestra propia vida, está por encima de obedecer una ley de Dios. Repito el punto. Es asunto de interpretación. Porque así como la Biblia dice "absténgase de sangre" como si fuera admisible semejante expresión como la única forma posible para poder aceptar como "claras" las órdenes de nuestro Dios con respecto a “no comerla” en lo absoluto, tampoco dice lo contrario, que "cuando la vida de ustedes peligre, entonces sí pueden utilizar sangre, para que "honren" el hecho de entregar “esa vida” por sus amigos, cuando necesiten sangre para que no mueran".
Las palabras del Señor Jesús respecto a que "nadie tiene más amor que el que da su vida por sus amigos", nada tienen que ver con el verdadero espíritu de la enseñanza que el Maestro quiso transmitirnos. Se nos dio este conocimiento para que entendiéramos que el amor a nuestro hermano y a nuestro prójimo llega hasta el ofrecer nuestra vida pero en "sacrificio", como "libación", de entrega total y desinteresada, como si la "derramáramos sobre el altar del sacrificio" por salvar la vida de nuestro hermano, siempre y cuando sea dentro de los preceptos justos de la voluntad y en obediencia a los mandatos de nuestro Dios. En las guerras se ha derramado muchísima sangre y muchos murieron porque les hicieron creer que estaban haciéndolo por nobles ideales para “honra” de Dios y se creyeron semejante patraña antibíblica. Derramaron su sangre por defender ¿Qué causas? entre muchas, la del estúpido y “perverso nacionalismo” de los pueblos, por defender egoísmos netamente humanos que nada tienen que ver con obedecer ninguna orden de Dios.
El hecho de que en las Escrituras Dios considere la sangre como sagrada, "vida" o sinónimo de ella, es en el sentido de respeto, de que la única forma de honrar y respetar este mandato como único uso apropiado de la sangre, es derramándola al suelo en reconocimiento de dicho respeto, así como el Señor Jesús la derramó en obediencia a su Padre Celestial, y por cuyo derramamiento de su sangre bendita y justa, toda la humanidad consigue de nuevo la esperanza de una vida sin fin, en reconocimiento del único uso permitido en la Biblia, mediante el cual se santifique a Cristo en nuestros corazones, para honra y gloria de Dios el Padre.
El retorcimiento macabro que se hace, so pretexto de relacionar el amor al prójimo con transfundirle sangre dentro de sus venas para “supuestamente” (digo supuestamente porque en un 99% de los casos no es imprescindible) salvar una vida habiendo otras alternativas viables e igual de efectivas por cuanto no traen consigo ningún riesgo de contagio, entre otras reacciones mortales, es una de los más avanzados “señuelos” que el enemigo ha impuesto a los hombres con tal de separarlos de la sana enseñanza, corrompiendo el evangelio y –como conoce muy bien nuestros defectos y nuestras tendencias netamente materialistas– emplea recursos dialécticos exaltando las emociones humanas más “delicadas”, convirtiendo, de un plumazo, el rechazo aparentemente ridículo de “fanáticos sectarios”, en una de las “herejías” y “abominaciones” más absurdas entendidas por ellos. No en balde se nos dice que “toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para rectificar, para que el hombre de Dios esté equipado para toda buena obra”.
Las cosas en la Biblia no están como a nosotros nos gustaría que estuvieran o dijeran; no, están de la manera en que Dios permitió que se escribieran para que la “usáramos un poquito” (LA CABEZA) al menos. El mismo tipo de argumentación usó satanás en Edén con Eva al “ponérsela fácil y tentadora”; le hizo ver que Dios había sido injusto por haberle negado esa posibilidad de comer de aquél fruto “agradable y hermoso a la vista”. Por otra parte, ante la presencia de Jehová Dios en el tiempo de Job, satanás también empleó argumentos muy convincentes y “verídicos” aplicables, por regla general, a toda la humanidad pecaminosa, cuando le dijo a Dios acerca de Job: “Piel en el interés de piel, todo lo que tiene el hombre lo dará en el interés de su alma”.
Y el mismo principio se aplica en el caso de estar ante el dilema de aceptar o no una transfusión sanguínea “aparentemente inofensiva y que va a servir para “salvar una vida, o la mía”, porque, al fin y al cabo, Dios dice que debemos conservarla para que lo honremos a El”. ¡Vaya trampa del pajarero nos tiende satanás! Se ha resuelto, a como dé lugar, desbaratar la obra de Dios y se aprovecha del temor a la muerte, de la excesiva pecaminosidad del hombre, de su espíritu egoísta y de una posición de imperfección al grado tal que lo único que “ve” y le interesa, es su propia vida, so pretexto de preservarla en honor de ese Dios al que cree estar obedeciendo pero negando su poder a la esperanza viva del premio que ha puesto delante de nosotros, en caso de que perdamos la vida presente por obedecerle: LA VERDADERA “FE” EN LA RESURRECCION DE ENTRE LOS MUERTOS.
Por lo tanto, a todos los cristianos de ascendencia judía o gentil se les puso, por decisión "del espíritu santo", bajo la observancia de estas cosas "indispensables" e inseparables. ¿Dónde dice en la Biblia que "estas cosas" eran de aplicación "temporal"? ¿Cuándo se dispensó a los cristianos de su observancia? ¿Acaso no sigue teniendo hoy el cristiano la obligación de llevar una vida moral digna y de no incurrir en actos que violen las otras tres prohibiciones? La ley respecto a la santidad de la sangre era anterior a la existencia del pueblo judío, se incorporó al conjunto de leyes mosaicas que Dios les entregó por mediación de aquel caudillo, Moisés, y se extendió su observancia a la comunidad cristiana.
¿Acaso prohíbe Dios la sangre en la Biblia por ser esta un nutriente, por tratarse de un alimento? No. Esa es una visión sesgada del texto bíblico. La razón es: "Porque la vida de la carne está en la sangre” (Levítico 17:11). Sólo es natural que Dios se refiriese a "comerla", pues en aquel tiempo esa era, prácticamente, la única manera de emplearla de modo impropio.
¿No es más importante la vida que lo que simboliza? También es un argumento sesgado, por cuanto se juega con un silogismo cuyas dos premisas iniciales están mal planteadas: sangre es igual a vida, no sangre, es igual a muerte. Eso es falso. No se debe olvidar que la transfusión de sangre es en sí misma un factor de riesgo respecto al cual el paciente tiene derecho a elegir y a dar su consentimiento informado. Por otra parte, cuando estamos ante principios universales, ¿Acaso se puede disociar el símbolo de lo que éste representa? Cuando se agreden o vandalizan símbolos que representan valores universales, ¿No se ha defendido incluso con la vida la humillación del símbolo? Con todo, estamos siempre a favor de la vida. Claro que, no aceptar una transfusión de sangre también implica aceptar un factor de riesgo en el acto quirúrgico, pero las terapias alternativas son tantas y diversas, que el riesgo se minimiza.
¿Se trata de "inducir al suicidio"? Ustedes sabe que está asunción es falsa. Nada más lejos de la realidad. Los testigos de Jehová no somos suicidas, amamos la vida. De otro modo, ¿Para qué utilizar el servicio de los hospitales si deseáramos lo contrario? Se trata de una elección libre y personal, informada, conociendo de antemano los recursos médicos que hacen posible la intervención quirúrgica sin sangre.
Utilizar el ejemplo de Jesús frente a la actitud farisaica que anteponía las leyes no universales frente a la vida, es "torcer el sentido de las Escrituras". De nuevo estamos ante un intento silogístico equivocado al aducir que "transplantar componentes sanguíneos" equivale a hacer un bien.
Es interesante, en otro aspecto, digamos, de moralidad y religión, algunas experiencias que han dado mucho que hablar con respecto a la libertad de conciencia y de ninguna manera, ser presa de un recalcitrante fanatismo criticado por la mayoría de las personas, no importando su credo. Por ejemplo, el vicepresidente de Relaciones Externas de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas, el pastor Gastón Bruno, introduce una diferencia relevante. Reconoce que “es indispensable garantizar la plena libertad de conciencia. Es una prerrogativa constitucional y un valor constitutivo de la vida en democracia”. Destaca que “la conciencia expresa los valores, la ética, la fe, y cualquier avasallamiento o violación de este derecho supone un grave acto de discriminación primero y de ilegalidad después.
Como individuos nos definimos en base a nuestra conciencia, por encima aun de la construcción colectiva”. Pero luego dice que “la defensa de la vida ocupa el primer lugar en un orden de prioridades. Después continúa la libertad de conciencia”. Y completa: “También es cierto que los derechos personales tienen el límite de no transgredir los de los demás. No es justificable, en nombre de la libertad de conciencia, la violación de derechos de terceros”. Pero insiste en considerar “prioritario exclusivamente la defensa absoluta de la vida y su conservación”.
El fallo que a menudo establecen las Cortes, pronunciados a favor de respetar la voluntad de los objetores de conciencia, luego de haberse planteado algún desacuerdo con la decisión que pudiera ser transfundido, mereció el acuerdo de Espiño y Loprete. Para Espiño, está “en un todo de acuerdo a las circunstancias familiares, la validez del documento de directivas anticipadas y tiene en cuenta que no hay intereses afectados. Además -agrega- para el máximo tribunal no existen razones para dudar de que el acto por el cual Pablo manifestó su voluntad fue hecho ‘con discernimiento, intención y libertad’”. Señala que aplica el artículo 19 de la Constitución que dice que “las acciones privadas de los hombres (…) están reservadas sólo a Dios”. Y que tiene en cuenta la llamada ley “de muerte digna” recientemente aprobada. A su vez, el CALIR subrayó en un comunicado que “la aceptación de la decisión del paciente” por la que se pronuncia la Corte “se funda en su derecho a la intimidad y a la autodeterminación, pero también, y sobre todo, en su libertad religiosa y de conciencia”.
Pero, ¿qué decirle a aquellos que cuestionan decisiones como las de los Testigos de Jehová y ven una expresión de fanatismo? Por el pronto, el pastor Bruno considera que el concepto “fanatismo” debe ser tomado con mucho cuidado dado que “es susceptible de avanzar sobre la libertad toda vez que ‘alguien’ considere subjetivamente como fanatismo lo que, en realidad, es convicción. Si no se altera ‘otro’ derecho, prima la libertad de conciencia”. En tanto, Lo Prete acepta que “son decisiones difíciles de comprender porque, en general, las decisiones tienen fundamentos religiosos y vivimos en una sociedad bastante secularizada”. Pero dice que “hay que tratar de entender que muchas personas viven su fe de una manera seria y desean trasladar sus convicciones a todos los aspectos de su vida. Resulta doloroso y desesperante para los familiares, pero considero que debe primar su voluntad. Es natural que se generen reacciones adversas. En este caso particular no veo fanatismo, sino coherencia. La persona no quiere morir, sino vivir de acuerdo con sus creencias, máxime cuando se está tratando de decidir qué terapia o alternativas viables existen para poder llevar a cabo la intención de recobrar al salud en todos los aspectos”.
Espero en Jehová les abra el entendimiento a muchos para que, las gloriosas buenas nuevas del Cristo, resplandezca en sus corazones y “vean” con sus ojos y “oigan” con sus oídos y su corazón se haga receptivo en aceptar lo que es la “buena, la acepta, y la perfecta voluntad de Dios.
Espero haber sido claro.
Que Jehová guíe sus pasos.