Claro que esto lo entiendo y es lo que dije.
No se porque deducís otra cosa.
En una de esas estás acostumbrado a leer textos de memoria y si uno no los dice como vos los aprendiste en seguida te salta la térmica.
A muchos nos pasa.
Por eso hay que tratar de entender bien los conceptos para que si alguna frase cambia, igual podamos analizar lo que se está diciendo.
Por su puesto que es el pecado lo que sujeto al hombre a perdición.
A ver si puedo darle otra vueltita...
La ley dice "no fornicarás" y está perfecto. Esta ley no me pierde sino que me salva. Es buena para mi. Me alerta de que no fornique.
Me mantiene a salvo. Me bendice y hace bien. Si la obedezco nada tengo que temer.
¿Hasta acá vamos bien?
Bueno... esta ley que es buenísima para el obediente y joven santo. Para aquel que la observa siempre, funciona completamente diferente para el fornicario irreverente.
Para el fornicario es esa misma ley la que lo señala y lo juzga.
Porque si la ley no existiera, la fornicación no conllevaría culpa.
Por supuesto que lo que condena al fornicario es su fornicación, pero también es cierto que "sin" una ley Santa que diga que la fornicación es pecado, este fornicario no podría ser condenado.
Porque antes de que se dejase bien en claro la ley, el pecado ya existía, pero no se podía reprimir.
Entonces la ley, que es super maravillosa es dada para bendecir al justo y santo y para condenar al pecador.
La ley "pobrecita" no tiene nada que ver con el pecado del fornicario, simplemente es la encargada de sacarlo a luz y de convertirlo en transgresión.
Porque ese mismo pecado sin ley no conlleva culpa, pero establecida la ley que dice: No fornicarás, el pecado que antes no era transgresión ahora se vuelve transgresión a causa de la ley.
Bueno espero que, si leíste lo que escribí arriba, entonces este punto quede sanjado, pero por si las moscas, voy a repetir lo que vos dijiste y me hago cargo.
La Torah, son instrucciones, enseñanzas, estatutos, mandamientos y leyes, que YAHWEH dio, por medio de Moisés, para que aquellos que la respeten y obedezcan vivan bien. La Torah no fue dada para maldecir, encarcelar o sujetar a ningún justo a una vida miserable.
¿Satisfecho?
Para nada. Todo eso que decís de Dios corre por cuenta tuya. Dios me libre.
Acá es donde estás pifiándole de manera magistral.
Nacemos pecadores.
Fuimos constituidos pecadores por la desobediencia de Adán.
Todavía hay muchos que no logran entender siquiera esto.
Confunden el pecado que se comete con aquel que mora en la carne.
Los bebes nacen pecadores aunque no hayan siquiera pecado.
¿Porque?
Porque nacen con el mal en la carne y en sus miembros, y aunque nazcan sin pecado, o sea sin haber transgredido ninguna ley, en cuanto se despierte su conciencia, el pecado que mora en ellos tomará ocasión por la carne y los llevará derechito a pecar contra Dios.
ROMANOS 7
7 ¿Qué diremos, pues?
¿La ley es pecado?
En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.
8 Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto.
9 Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.
10 Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte;
11 porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató.
12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.
13 ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí?
En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso.
14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.
17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.