Bien. La vida es el aliento que Dios sopló en la forma innerte llamada hombre. Con ese aliento el hombre es un Nefesh viviente (lit. Garganta viviente). Y forma parte de todos las almas vivientes de la creación, desde los pequeños animales que reptan hasta los grandes animales marinos.
Ahora los antiguos no son ignorantes. Ellos ven a las plantas crecer y producir frutos. Las ven tambien pudrirse y dejar de producir. Las Plantas sin embargo por vivas que parezcan no son Nefesh. Y es evidente porqué. En primer lugar, no dan muestras de poseer consciencia que les permita sentir o expresar alguna sensación. No escuchamos a la planta ladrar, rugir o hablar.
Así que la Vida y el Nefesh se reservan en la Biblia para seres que tienen alguna forma de consciencia de su entorno y habilidad para moverse.
Dos cosas quedan claras aquí.
1) En la Biblia la Vida no es una criatura de Dios, sino que viene de su propio aliento. Por definición la Vida es inmortal porque emana directamente de un Dios inmortal.
2) Que no todo lo que está vivo es un alma viviente.
Bueno digamos que la vida es "algo" que emana de Dios.
No es mí intensión analizar si ese "algo" es una fuerza, energía o electricidad especial.
Lo que si puedo llegar a considerar es que, así como la electricidad "enciende" una máquina, está "vida" que emana de Dios, "encendió" al hombre formado de la tierra, y este hombre pasó a ser un hombre "encendido" o "prendido".
En realidad no me interesa estudiar a la "electricidad" en si misma, sino a la máquina bajo los efectos de esa electridad.
Si a este hombre yo le retirara esta "electricidad divina" entonces este hombre se debería "apagar".
Ahora "la vida", EN Dios, es una fuerza impersonal pero que al aplicarse sobre el hombre produce una tercera "cosa".
Tenemos entonces (1) al hombre sin vida, (2) a la vida misma que es un "algo" divino, y por último, (3) al hombre con esa vida.
Y el hombre con vida no es lo mismo que el hombre sin ella.
El hombre sin vida no se llama Héctor, y es tan solo una cosa.
Pero cuando esa "cosa" recibe la vida de Dios y se "enciende" se transforma en un actor o creador de eventos autónomos y propios.
Esta "vida" en aquella "cosa" se convirtió en este Héctor, que no es ni aquella cosa, ni tampoco la "vida", sino una tercera "cosa" capaz de tener comportamiento.