La Iglesia como Cuerpo de Cristo y comunión de zéosis
Psicoterapia Ortodoxa,
Teología Ortodoxa
TEOLOGÍA EMPÍRICA DOGMÁTICA DE LA SANTA IGLESIA CATÓLICA ORTODOXA DE HELADE-GRECIA
Por John Romanidis y Metropólita Ierotheo Vlajos
Capítulo E´ Tomo 2
La Iglesia como Cuerpo de Cristo y comunión de zéosis
E.5 Perfeccionamiento espiritual de los Cristianos pág 281-362
E.5a Dulos-siervo, asalariado e hijo
E.5b Catarsis, iluminación y zéosis
- Interpretación eclesiástica de los estadios del perfeccionamiento espiritual
- Definición de la catarsis
- Definición de la iluminación del nus
- Definición de la zéosis
E.5c Los deificados o glorificados son el cimiento de la vida eclesiástica
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E.5a Δούλος dulos-siervo, asalariado e hijo
Una enseñanza característica que uno encuentra en la Santa Escritura, donde se ve el cómo se logra el perfeccionamiento espiritual del hombre es lo relacionado con el paso del hombre por las situaciones o estados del
dulos-siervo, del asalariado y del hijo-amigo.
El hombre cuando fue creado por Dios, se encontraba en la iluminación, tenía un contacto consciente y estrecho con el Dios, su nus estaba iluminándose de la Luz increada de Dios y de este
tropo (modo, forma, manera o método) en todo su cuerpo, pero también la creación recibía destellos de esta Jaris (energía increada). Pero después de la caída el nus fue obscurecido, entenebrecido y el hombre perdió su comunicación con el Dios y fue esclavizado a los pazos y al ambiente del mundo. Como esclavo, pues, adora y alaba la creación en vez del creador, y así ha creado dioses falsos.
La humanización o encarnación de Cristo aspiraba o ambicionaba la liberación del hombre de la esclavitud y su retorno al ahijamiento o adopción por la Jaris. Así el hombre, en su camino hacia la zéosis, al principio se comporta como esclavo, a continuación como asalariado y finalmente se hace amigo-hijo de Dios.
Esto lo encontramos en toda la enseñanza patrística. El hombre como
dulos-siervo lucha para cumplir los logos-mandamientos de Dios, para evitar el Infierno; como asalariado aplica y cumple la voluntad de Dios para ganar el Paraíso y como hijo-amigo de Dios aplica las enseñanzas de Sus logos sin esperar ninguna recompensa, nada a cambio.
El Cristo un poquito antes de Su pazos-pasión, dijo a Sus discípulos: “Pero vosotros,
por los que yo me sacrifico, sois mis amigos y seréis siempre mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor. Os he llamado y llamo amigos míos, porque todas las cosas que he oído de mi Padre os las he dado a conocer. (
Por lo tanto, tenéis mucha gnosis-conocimiento de lo que yo hago y sabéis la causa por la que lo realizo, es decir, para que con pleno conocimiento seáis colaboradores y continuadores de mi obra.)
Con nuestra creación de Dios éramos creaciones-formaciones y con nuestro nacimiento y recreación nos hemos convertido y hecho hijos de Dios, hemos adquirido la adopción. San Juan el Evangelista proclama: “
Pero los que le aceptaron y creyeron, como Redentor, Sanador y Salvador, les dio potestad, valor y fortaleza para poder renacerse y estar convirtiéndose y haciéndose (continuamente) en hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Los cuales no son engendrados de sangre de mujer, ni de deseo, ni de voluntad de varón, sino de Dios renacen” (Jn 1, 12-13). La adopción por la Jaris es fruto y resultado del renacimiento en Cristo. El Apóstol Pablo se refiere a esta adopción que conecta y enlaza con la zéosis del hombre: “
y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo” (Rom 8,23).
En otra epístola enlaza la adopción con la interior noerá oración del corazón:
«Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del
dulos-siervo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y administradores de su herencia hasta el tiempo señalado por el padre en el testamento. Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiera a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió el Espíritu de su Hijo a vuestros corazones el cual clama: ¡Abba, Padre!» (Gal 1-6).
Los que son como niños (espiritualmente) son
dulos-siervos subyugados de los elementos del mundo, en cambio los hijos de Dios se liberan de todo dominio, esclavitud y sienten la agapi (amor, energía increada) de Dios, por tanto, son hijos de Dios, por eso guardan y proclaman en el interior de sus corazones al Padre. Esto se hace porque han recibido en el interior de sus corazones el Espíritu del Hijo de Dios, y en nombre de este Espíritu, oraban cordialmente, por lo tanto no son
dulos-siervos, sino hijos, y como hijos herederos del reinado de la Realeza increada de Dios.
Esta enseñanza es clarísima. El hombre con la Jaris (energía increada) de Dios, viviendo en la Iglesia, debe pasar estas tres situaciones o estados de
dulos-siervo hacerse asalariado y a continuación hijo de Dios.
«El destino y la finalidad de todos los fieles es la zéosis. Esta zéosis es también el destino y la finalidad de todos. Por eso el Cristiano debe caminar de doxa en doxa, o sea, el
dulos-siervo hacerse asalariado y después hijo de Dios y miembro fiel de Cristo. Esto se hace en la Iglesia.»
Los amigos reales de Cristo son los santos, que son llamados θεούμενοι (
zeúmeni) deificados, divinizados o glorificados. Ellos realmente se han unido con Cristo y participan de Su doxa-gloria increada.
«La θέωσις zéosis o θεοπτία
zeoptía-visión divina o θέα-zéa expectación, contemplación de la doxa-gloria divina e increada de Cristo presupone un cambio radical de la situación o estado espiritual del hombre. De siervo o de asalariado o de enemigo, por la Jaris increada y la sinergia del hombre debe modificarse mediante la reconciliación del hombre con Dios, a través del misterio de la Cruz y de la Resurrección.»
Amigos de Dios había también al Antiguo Testamento, lo único es que estaban bajo el dominio de la muerte.
«La memoria incesante de Dios, la
zeoría contemplación y la agapi altruista, desinteresada, no egocéntrica, la que metamorfoseó a los Profetas en amigos de Dios, estaba ya desde el principio en funcionamiento férreo antes de la encarnación del Logos. De todas formas, la
zeoría y la zéosis, antes de la encarnación era tipo y forma provisional de zéosis, aunque era una realidad, desde entonces aún los amigos de Dios estaban bajo el dominio del castigo de la muerte y con la muerte de sus cuerpos permanecían con sus psiques al Hades (en estado de muerte), junto con todas las psiques de todos los muertos. Y aquellos los que serían resucitados por Cristo y también aquellos que finalmente serían condenados, permanecían juntos al Hades hasta la encarnación y la Resurrección de Cristo.»
La
metábole, cambio o modificación del hombre de la esclavitud o de
dulos-siervo a la adopción por la Jaris y la anulación, abolición de la muerte es la esencia de la encarnación de Cristo y de la presencia de la Iglesia en el mundo. Esto en realidad se hace con la
metábole modificación de la filaftía-egolatría del hombre en filoteía (amistad con Dios), de la agapi interesada y egocéntrica en agapi desinteresada y altruista.
«El
dulos-siervo hace la voluntad de Dios por miedo del infierno, el asalariado trabaja por sueldo, en cambio el amigo siempre actúa y hace por fruto de la agapi desinteresada, altruista y no egocéntrica. Por la zéosis o
zeotpía-visión de la luz divina, el amigo de Dios llega cerca del estado de impecabilidad, finalmente llega en esto y sube in-terminantemente hacia los superiores estadios de perfeccionamiento, y así trae mucho fruto y el fruto permanece.»
La situación como siervo se expresa principalmente por el miedo de la muerte, en cambio la agapi es una situación o estado del por la Jaris hijo de Dios. El Apóstol Pablo define la humanización de Cristo como la liberación del miedo a la muerte. «Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.» (Heb 2,14-15)
«El hombre sin la participación del misterio de la Cruz y de la Resurrección de Cristo, por lo cual –por la catarsis, iluminación y zéosis- supera el miedo a la muerte, la cual muerte por la filaftía-egolatría está arraigada profundamente, es imposible llegar a la participación de la deificante agapi (amor, energía increada) de Dios, por la que se hace amigo.»
Sólo entonces expulsa el miedo a la muerte: “En la agapi-amor no hay temor o miedo, sino que la perfecta agapi echa fuera el temor; porque el temor o miedo lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en la agapi” (1Jn 4,18). Los deificados son por excelencia amigos de Dios, porque han superado todas las dependencias aduladoras y situaciones y son llevados hacia al “interminable perfeccionamiento”.
«Quien consigue por el misterio de la Cruz y de la Resurrección la catarsis de los pazos y la liberación de las energías y efectos demoníacos, superando por la zéosis la iluminación del Bautismo y hecho amigo de Dios, es por excelencia teólogo y Padre Espiritual, ya que por el Espíritu, Paráclito de la verdad es conducido “a toda la verdad”, tal y como sucedió con los Apóstoles en el Pentecostés.»
Antes nos hemos referido al pasaje de san Pablo de la epístola a los Galatas (4,1-6), donde enlaza la por la Jaris adopción con la noerá oración del corazón.
«El Apóstol Pablo dice: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiera a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos. Y (Gal 1-6). Y cuál es esta adopción: “por cuanto sois hijos, Dios envió el Espíritu de su Hijo a vuestros corazones el cual clama: ¡Abba, Padre!”
Es decir, esto significa que aquel que ha recibido el Espíritu Santo ora en su interior. No es esto, que hacemos muchos, de ir simplemente al cura y decirnos algo, yo qué sé, digamos que recibir el Espíritu Santo mágicamente. El Espíritu Santo ya ora en nuestro interior, no nosotros. Es decir, nosotros co-oramos con el Espíritu, pero el Espíritu es lo que ora, clamando “abba, el padre”.
Así que “no es
dulos-siervo, sino hijo”. Entonces dejas de ser
dulos-siervo y te has hecho hijo. Esto significa adopción, es decir, la noerá oración del corazón. “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gal 4, 4-7).»
Las situaciones de
dulos-sirviente, de asalariado y de hijo-amigo de Dios conectan o enlazan estrechamente con otras subidas espirituales por las que se habla en toda la tradición bíblico-patrística, como catarsis, iluminación y zéosis.
«En los estadios de
dulos-siervo y de asalariado el hombre participa de la perfección de Dios por la participación de la
catártica purgadora o sanadora, de la iluminadora y de la deificante o divinizante Jaris (energía increada) del misterio de la Cruz, el cual misterio, limpia, purga y sana los pazos e ilumina y santifica al hombre entero y hace, con la sinergia del hombre, posible la obediencia hasta la muerte a la voluntad Dios, por la cual obediencia la Jaris de Dios cambia el interés propio o egolatría hipostática (substanciada) en agapi desinteresada y altruista y así el hombre es deificado o divinizado y se hace amigo y cooperante, sinergizante de Dios y también hermano o co-rey por la Jaris de Cristo e hijo adoptivo de la Virgen la Zeotokos.»
Sobre la catarsis, la iluminación y la zéosis hablaremos a continuación. El hecho de que los amigos-hijos de Dios son aquellos que llevan Su voluntad, estos son los conductores, guías del pueblo de Dios y a estos debemos obedecer.
5b Catarsis, iluminación y zéosis…Ccontinua en… http://www.logosortodoxo.com/psicot...a-como-cuerpo-de-cristo-y-comunion-de-zeosis/