El espíritu se refiere a una fuerza invisible,
a la chispa de la vida que anima a todas las criaturas.
El alma no es lo mismo que el espíritu.
El cuerpo necesita el espíritu para funcionar,
de manera muy parecida a como un aparato de radio necesita la electricidad.
Pensemos en un aparato de radio portátil.
Cuando le ponemos pilas, la electricidad almacenada en ellas pone en marcha el aparato.
Sin pilas, sencillamente no funciona.
Y ese es también el caso de los aparatos de radio que se conectan a un enchufe.
Pues bien, ocurre algo parecido con el espíritu:
es la fuerza que imparte vida al cuerpo.
Lo mismo que la electricidad, no tiene sentimientos ni puede pensar.
En efecto, el espíritu es una fuerza impersonal.
Sin embargo, cuando nuestros cuerpos dejan de tener este espíritu,
o fuerza vital, ocurre como dijo el salmista: “Expiran, y a su polvo vuelven”.
Salmo 104:29 dirige este comentario a Jehová:
Si les quitas su espíritu [rúaj], expiran, y a su polvo vuelven..
Romanos 11:29 no se refiera a la vida que nos da Dios y no apoya de ninguna manera que
sigamos vivos después de morir
eso estaría contrario a lo que nos dice la biblia respecto a
la condición en la que están los muertos.
La vida no es un don irrevocable
cuando Jehova Dios creo a Adán
le dijo que el día que comiera del fruto
prohibido regresaría al polvo.
¿En que condición estaba Adán antes de que Jehova Dios lo formara?
Simplemente,...No existía
y regresaría a esa condición de inexistencia.
En pocas palabras,
la Biblia dice que los muertos están en la tumba, esperando la resurrección (Juan 5:28, 29).
No están sufriendo ni experimentan ninguna clase de dolor,
porque los muertos “no tienen conciencia de nada en absoluto” (Eclesiastés 9:5).
Jesús comparó la muerte a un sueño profundo (Juan 11:11-14).