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a ver si me explico un tanto.
Este tipo de expresiones, más que artísticas las considero vivenciales , y son solo reflejo de un profundo sentir , de repetir la experiencia del emisor por algun tipo de expresión , en este caso por el la letra, el accesorio de la música ayuda precisamente a la catarsis. La música abre en mí más canales de receptividad.
No se como explicarle, pero ahí estuve en la guerra con cohen, ahí vi como mataron a esa señora, y ahí compartí la pérdida de sus compañeros. .... al punto que tengo un miedo terrible de ponerle play nuevamente. Y paradójicamente si la volviera a escuchar nuevamente , tal como en la vida real , iría perdiendo la sensibilidad , y al final no quiero eso. Actualmente vivo en un país enfermo por la violencia, en el que a diario se dan unos crímenes atroces, torturas, decapitaciones, desmembramientos, parricidios, infanticidios....... y cada vez que lo leo en los diarios lo siento y me duele... sin embargo los ciudadanos de aquí lo ven como "normal".....!!!!!
EStoy preparado? no lo se. Recuerdo cuando me comentaban un hecho acontecido con la hija de un amigo, y mi esposa me pregunta, que sentirías si fuera una hija tuya........ sencillamente salí huyendo como una cucaracha.....
Asociar la música a ese tipo de dolor, me resulta funesto.... y sin embargo , no deseo perder esa gracia.
hay una frase de A. Sanz que resumiría este sentir:
"No hay más miedo que el que se siente cuando ya no sientes nada".......... pero , prefiero el dolor......hmmm ???
pos sí , mi propia catarsis
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JUAN PABLO II AUDIENCIA GENERAL Miércoles 23 de julio de 1980 La concupiscencia hace perder la libertad interior de la donación mutua1. El cuerpo humano, en su originaria masculinidad y feminidad, según el misterio de la creación —como sabemos por el análisis del Génesis 2, 23-25— no es solamente fuente de fecundidad, o sea, de procreación, sino que desde "el principio" tiene un carácter nupcial; lo que quiere decir que es capaz de expresar el amor con que el hombre-persona se hace don, verificando así el profundo sentido del propio ser y del propio existir. En esta peculiaridad suya, el cuerpo es la expresión del espíritu y está llamado, en el misterio mismo de la creación, a existir en la comunión de las personas "a imagen de Dios". Ahora bien, la concupiscencia "que viene del mundo" —y aquí se trata directamente de la concupiscencia del cuerpo— limita y deforma el objetivo modo de existir del cuerpo, del que el hombre se ha hecho partícipe. El "corazón" humano experimenta el grado de esa limitación o deformación, sobre todo en el ámbito de las relaciones recíprocas hombre-mujer. Precisamente en la experiencia del "corazón" la feminidad y la masculinidad, en sus mutuas relaciones, parecen no ser ya la expresión del espíritu que tiende a la comunión personal, y quedan solamente como objeto de atracción, al igual, en cierto sentido, de lo que sucede "en el mundo" de los seres vivientes que, como el hombre, han recibido la bendición de la fecundidad (cf. Gén 1).2. Tal semejanza está ciertamente contenida en la obra de la creación; lo confirma también elGénesis 2 y especialmente el versículo 24. Sin embargo, lo que constituía el substrato "natural", somático y sexual de esa atracción, ya en el misterio de la creación expresaba plenamente la llamada del hombre y de la mujer a la comunión personal; en cambio, después del pecado, en la nueva situación de que habla Génesis 3, tal expresión se debilitó y se ofuscó, como si hubiera disminuido en el delinearse de las relaciones recíprocas, o como si hubiese sido rechazada sobre otro plano. El substrato natural y somático de la sexualidad humana se manifestó como una fuerza casi autógena, señalada por una cierta "constricción del cuerpo", operante según una propia dinámica, que limita la expresión del espíritu y la experiencia del intercambio de donación de la persona. Las palabras del Génesis 3, 16, dirigidas a la primera mujer parecen indicarlo de modo bastante claro ("buscarás con ardor a tu marido que te dominará").3. El cuerpo humano, en su masculinidad / feminidad ha perdido casi la capacidad de expresar tal amor, en que el hombre-persona se hace don, conforme a la más profunda estructura y finalidad de su existencia personal, según hemos observado ya en los precedentes análisis. Si aquí no formulamos este juicio de modo absoluto y hemos añadido la expresión adverbial "casi", lo hacemos porque la dimensión del don —es decir, la capacidad de expresar el amor con que el hombre, mediante su feminidad o masculinidad se hace don para el otro— en cierto modo no ha cesado de empapar y plasmar el amor que nace del corazón humano. El significado nupcial del cuerpo no se ha hecho totalmente extraño a ese corazón: no ha sido totalmente sofocado por parte de la concupiscencia, sino sólo habitualmente afectado. El corazón se ha convertido en el lugar de combate entre el amor y la concupiscencia. Cuanto más domina la concupiscencia al corazón, tanto menos éste experimenta el significado nupcial del cuerpo y tanto menos sensible se hace al don de la persona, que en las relaciones mutuas del hombre y la mujer expresa precisamente ese significado. Ciertamente, también el "deseo" de que Cristo habla en Mateo 5, 27-28, aparece en el corazón humano en múltiples formas; no siempre es evidente y patente, a veces está escondido y se hace llamar "amor", aunque cambie su auténtico perfil y oscurezca la limpieza del don en la relación mutua de las personas. ¿Quiere acaso esto decir que debamos desconfiar del corazón humano? ¡No! Quiere decir solamente que debemos tenerlo bajo control.4. La imagen de la concupiscencia del cuerpo que surge del presente análisis tiene una clara referencia a la imagen de la persona, con la cual hemos enlazado nuestras precedentes reflexiones sobre el tema del significado nupcial del cuerpo. En efecto; el hombre como persona es en la tierra, "la única criatura que Dios quiso por sí misma" y, al mismo tiempo, aquel que no puede "encontrarse plenamente sino a través de una donación sincera de sí mismo"[SUP][1][/SUP]. La concupiscencia en general —y la concupiscencia del cuerpo en particular— afecta precisamente a esa "donación sincera": podría decirse que sustrae al hombre la dignidad del don, que queda expresada por su cuerpo mediante la feminidad y la masculinidad y, en cierto sentido, "despersonaliza" al hombre, haciéndolo objeto "para el otro". En vez de ser "una cosa con el otro" —sujeto en la unidad, más aún, en la sacramental "unidad del cuerpo"—, el hombre se convierte en objeto para el hombre: la mujer para el varón, y viceversa. Las palabras del Génesis 3, 16 —y antes aún, deGénesis 3, 7— lo indican, con toda la claridad del contraste, con respecto a Génesis 2, 23-25.5. Violando la dimensión de donación recíproca del hombre y de la mujer, la concupiscencia pone también en duda el hecho de que cada uno de ellos es querido por el Creador "por sí mismo". La subjetividad de la persona cede, en cierto sentido, a la objetividad del cuerpo. Debido al cuerpo, el hombre se convierte en objeto para el hombre: la mujer para el varón y viceversa. La concupiscencia significa, por así decirlo, que las relaciones personales del hombre y la mujer son vinculadas unilateral y reducidamente al cuerpo y al sexo, en el sentido de que tales relaciones llegan a ser casi inhábiles para acoger el don recíproco de la persona. No contienen ni tratan la feminidad / masculinidad según la plena dimensión de la subjetividad personal, no constituyen la expresión de la comunión sino que permanecen unilateralmente determinados "por el sexo".6. La concupiscencia lleva consigo la pérdida de la libertad interior del don. El significado nupcial del cuerpo humano está ligado precisamente a esta libertad. El hombre puede convertirse en don —es decir, el hombre y la mujer pueden existir en la relación del recíproco don de sí— si cada uno de ellos se domina a sí mismo. La concupiscencia, que se manifiesta como una "constricción 'sui generis' del cuerpo", limita interiormente y restringe el autodominio de sí y, por eso mismo, en cierto sentido, hace imposible la libertad interior del don. Además de esto, también sufre ofuscación la belleza, que el cuerpo humano posee en su aspecto masculino y femenino, como expresión del espíritu. Queda el cuerpo como objeto de concupiscencia y, por tanto, como "terreno de apropiación" del otro ser humano. La concupiscencia, de por sí, no es capaz de promover la unión como comunión de personas. Ella sola no une, sino que se adueña. La relación del don se transforma en la relación de apropiación.Llegados a este punto, interrumpimos por hoy nuestras reflexiones. El último problema aquí tratado es de tan gran importancia, y es además sutil, desde el punto de vista de la diferencia entre el amor auténtico (es decir, la "comunión de las personas") y la concupiscencia, que tendremos que volver sobre el tema en nuestro próximo encuentro. |
proposito de desprecioescribio una monja.... que cuando lo masculino y lo femenino pierde el contacto el uno con el otro es cuando surge: prestigio, sed al poder o pasividad y subversividad... y alli se detroza el mismo principo de la belleza de la masculinidad y la femeninidad - pertenecen juntos como piedras finales de un arco.... se cae el uno se cae la otra.
el desprecio latente hacia la mujer lo canaliza el hombre mediante dominar, usarla como servienta etc.... y cuando el hombre hace eso... ella no puede sentir admiracion ni glorificarle...
los unicos que no lo saben son los hombres que se dedican a ello.... y que sufren de ello; desprecio hacia la mujer y todos "conocen a una como tu".... como la conocen no te dicen.... pero se puede una imaginar ya que todo tiene y viene a un precio....
una como tu..... curioso decir y tan repleto de desprecio.... que rebosa.... una como tu....
nos conocemos personalmente?
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EN MI INTERIOR....
y te digo lo que percibo... los latinos son gente sumamente superficial y tal viven... en continuas acciones y hacer y hablar --- donde vengo de antepasados y fui formada en un pueblo donde la gente a penas hablan... Y DICEN TODO...
eso es un arte que se CULTIVA en esos paises vuestros mediante la Iglesia y la contemplacion...
y a mi en este foro no me habeis visto dar jucio sobre UNA PERSONA Y SU PERSONALIDAD (mas en broma y entre risas) ya que para mi es tan bajo mi "orgullo" rebajarme tanto.... --- me has leido bien.... REBAJARME tanto y hacer (para mi punto de vista) el ganso ante todos.... con mis jucios prematuros que casi siempre son equivocados y por los que TENGA QUE PAGAR YO.... ante Cristo.
:.........¿..................
En Cristo (y debo anadir - me teneis harta... a unos niveles que ya hace tiempo se sobrepasaron mis niveles ...- pero dado trabajo con dementes se que.... puede y como puede ser cuando la comunicacion no sera ni ES a otro nivel que tener que pasar por el 99% de lo que te dicen y intentar de "leerles" mediante el corazon ...)
Jmmm... Menos mal que tú para nada maquiavélica... Que eso no es ni de catòlicos ni de nórdicos. Alá, que la "serenata" de superficiales nos la quedamos en otros lares.