Leamos la BIBLIA

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En aquellos días, el Señor dijo a Samuel:
-« ¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey. »
Samuel contestó:
-« ¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me mata.»
El Señor le dijo:
-«Llevas una novilla y dices que vas a hacer un sacrificio al Señor. Convidas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que tienes que hacer; me ungirás al que yo te diga.»
Samuel hizo lo que le mandó el Señor.
Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo fueron ansiosos a su encuentro:
-« ¿Vienes en son de paz?»
Respondió:
-«Si, vengo a hacer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio.»
Purificó a Jesé y a sus hijos y los convidó al sacrificio. Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.» Pero el Señor le dijo:
-«No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.»
Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel; y Samuel le dijo: -«Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.»
Jesé hizo pasar a Samá; y Samuel le dijo: -«Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.»
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: -«Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.»
Luego preguntó a Jesé:
-« ¿Se acabaron los muchachos?»
Jesé respondió:
-«Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.» Samuel dijo:
-«Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.»
Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel: -«Anda, úngelo, porque es éste.»
Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.
Samuel emprendió la vuelta a Ramá.



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Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron:
-«Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»
Él les respondió:
-« ¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.» Y añadió:
-«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»

Palabra del Señor.
 
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En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo:
-«Majestad, no os desaniméis. Este servidor tuyo irá a luchar con ese filisteo.»
Pero Saúl le contestó:
-«No podrás acercarte a ese filisteo para luchar con él, porque eres un muchacho, y él es un guerrero desde mozo.»
David le replicó:
-«El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me librará de las manos de ese filisteo.»
Entonces Saúl le dijo:
-«Anda con Dios.»
Agarró el cayado, escogió cinco cantos del arroyo, se los echó al zurrón, empuñó la honda y se acercó al filisteo.
Éste, precedido de su escudero, iba avanzando, acercándose a David; lo miró de arriba abajo y lo despreció, porque era un muchacho de buen color y guapo, y le gritó:
-« ¿Soy yo un perro, para que vengas a mi con un palo?»
Luego maldijo a David, invocando a sus dioses, y le dijo:
-«Ven acá, y echaré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.»
Pero David le contestó:
-«Tú vienes hacia mi armado de espada, lanza y jabalina; yo voy hacia ti en nombre del Señor de los ejércitos, Dios de las huestes de Israel, a las que has desafiado. Hoy te entregará el Señor en mis manos, te venceré, te arrancaré la cabeza de los hombros y echaré tu cadáver y los del campamento filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra; y todo el mundo reconocerá que hay un Dios en Israel; y todos los aquí reunidos reconocerán que el Señor da la victoria sin necesidad de espadas ni lanzas, porque ésta es una guerra del Señor, y él os entregará en nuestro poder.» Cuando el filisteo se puso en marcha y se acercaba en dirección de David, éste salió de la formación y corrió velozmente en dirección del filisteo; echó mano al zurrón, sacó una piedra, disparó la honda y le pegó al filisteo en la frente: la piedra se le clavó en la frente, y cayó de bruces en tierra.
Así venció David al filisteo, con la honda y una piedra; lo mató de un golpe, sin empuñar espada.
David corrió y se paró junto al filisteo, le agarró la espada, la desenvainó y lo remató, cortándole la cabeza. Los filisteos, al ver que había muerto su campeón, huyeron.



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En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo.
Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenia la parálisis:
-«Levántate y ponte ahí en medio.»
Y a ellos les preguntó:
-« ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»
Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre:
-«Extiende el brazo.»
Lo extendió y quedó restablecido.
En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

Palabra del Señor.
 
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Cuando volvieron de la guerra, después de haber matado David al filisteo, las mujeres de todas las poblaciones de Israel salieron a cantar y recibir con bailes al rey Saúl, al son alegre de panderos y sonajas. Y cantaban a coro esta copla:
-«Saul mata a mil, David a diez mil.»
A Saúl le sentó mal aquella copla, y comentó enfurecido:
-« ¡Diez mil a David, y a mí mil! ¡Ya sólo le falta ser rey! »
Y, a partir de aquel día, Saúl le tomó ojeriza a David.
Delante de su hijo Jonatán y de sus ministros, Saúl habló de matar a David.
Jonatán, hijo de Saúl, quería mucho a David y le avisó:
-«Mi padre Saúl te busca para matarte. Estate atento mañana y escóndete en sitio seguro; yo saldré e iré al lado de mi padre, al campo donde tú estés; le hablaré de ti y, si saco algo en limpio, te lo comunicaré.»
Así, pues, Jonatán habló a su padre Saúl en favor de David:
- ¡Que el rey no ofenda a su siervo David!
Él no te ha ofendido, y lo que él hace es en tu provecho: se jugó la vida cuando mató al filisteo, y el Señor dio a Israel una gran victoria; bien que te alegraste al verlo. ¡No vayas a pecar derramando sangre inocente, matando a David sin motivo!» Saúl hizo caso a Jonatán y juró:
-«¡Vive Dios, no morirá!»
Jonatán llamó a David y le contó la conversación; luego lo llevó adonde Saúl, y David siguió en palacio como antes.



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En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacia, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando:
-«Tú eres el Hijo de Dios.»
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Palabra del Señor.
 
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En aquellos dias, Saúl, con tres mil soldados de todo Israel, marchó en busca de David y su gente, hacia las Peñas de los Rebecos; llegó a unos apriscos de ovejas junto al camino, donde había una cueva, y entró a hacer sus necesidades. David y los suyos estaban en lo más hondo de la cueva, y le dijeron a David sus hombres:
-«Éste es el día del que te dijo el Señor: “Yo te entrego tu enemigo. Haz con él lo que quieras.” »
Pero él les respondió:
« ¡Dios me libre de hacer eso a mi señor, el ungido del Señor, extender la mano contra él! ¡Es el ungido del Señor!»
Y les prohibió enérgicamente echarse contra Saúl; pero él se levantó sin meter ruido y le cortó a Saúl el borde del manto; aunque más tarde le remordió la conciencia por haberle cortado a Saúl el borde del manto. Cuando Saúl salió de la cueva y siguió su camino, David se levantó, salió de la cueva detrás de Saúl y le gritó:
« ¡Majestad! »
Saúl se volvió a ver, y David se postró rostro en tierra, rindiéndole vasallaje. Le dijo:
« ¿Por qué haces caso a lo que dice la gente, que David anda buscando tu ruina? Mira, lo estás viendo hoy con tus propios ojos: el Señor te habla puesto en mi poder dentro de la cueva; me dijeron que te matará, pero te respeté, y dije que no extendería la mano contra mi señor, porque eres el ungido del Señor. Padre mio, mira en mi mano el borde de tu manto; si te corté el borde del manto y no te maté, ya ves que mis manos no están manchadas de maldad, ni de traición, ni de ofensa contra ti, mientras que tú me acechas para matarme. Que el Señor sea nuestro juez. Y que él me vengue de ti; que mi mano no se alzará contra ti. Como dice el viejo refrán: “La maldad sale de los malos...”, mi mano no se alzará contra ti. ¿Tras de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién vas persiguiendo? ¡A un perro muerto, a una pulga! El Señor sea juez y sentencie nuestro pleito, vea y defienda mi causa, librándome de tu mano.» Cuando David terminó de decir esto a Saúl, Saúl exclamó:
«Pero, ¿es ésta tu voz, David, hijo mío?»
Luego levantó la voz, llorando, mientras decia a David:
« ¡Tú eres inocente, y no yo! Porque tú me has pagado con bienes, y yo te he pagado con males; y hoy me has hecho el favor más grande, pues el Señor me entregó a ti, y tú no me mataste. Porque si uno encuentra a su enemigo, ¿lo deja marchar por las buenas? ¡El Señor te pague lo que hoy has hecho conmigo! Ahora, mira, sé que tú serás rey y que el reino de Israel se consolidará en tu mano.»



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En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer.
En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él.
A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce:
Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges -Los Truenos-, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.

Palabra del Señor.
 
Re: Leamos la BIBLIA

Yo creo sinceramente Nieto querido,que deberías ir de casa en casa como hacían Jesús y los primeros cristianos a decir a la gente Católica en general que leyera la Biblia,pues aquí el que más y el que menos la leemos regularmente.Ahora bien,si es por las ilustraciones que aportas,están muy bonitas.

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Sal 1:1,2 "Feliz es el hombre que no ha andado en el consejo de los inicuos,y en el camino de los pecadores no se ha parado,y en el asiento de los burladores no se ha sentado.Antes bien,su deleite está en la Ley de Jehová,y día y noche lee en su Ley en voz baja"

Un abrazo​
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En aquellos días, al volver de su victoria sobre los amalecitas, Da vid se detuvo dos días en Sicelag.
Al tercer día de la muerte de Saúl, llegó uno del ejército con la ropa hecha jirones y polvo en la cabeza; cuando llegó, cayó en tierra, postrándose ante David.
David le preguntó:
-«¿De dónde vienes?»
Respondió:
-«Me he escapado del campamento israelita.»
David dijo:
-«¿Qué ha ocurrido? Cuéntame.»
Él respondió:
-«Pues que la tropa ha huido de la batalla, y ha habido muchas bajas entre la tropa y muchos muertos, y hasta han muerto Saúl y su hijo Jonatán.»
Entonces David agarró sus vestiduras y las rasgó, y sus acompañantes hicieron lo mismo.
Hicieron duelo, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor, por la casa de Israel, porque hablan muerto a espada. Y dijo David:
«¡Ay, la flor de Israel, herida en tus alturas! ¡Cómo cayeron los valientes!
Saúl y Jonatán, mis amigos queridos, ni vida ni muerte los pudo separar; más ágiles que águilas, más bravos que leones.
Muchachas de Israel, llorad por Saúl, que os vestía de púrpura y de joyas, que enjoyaba con oro vuestros vestidos.
¡Cómo cayeron los valientes en medio del combate! ¡Jonatán, herido en tus alturas!
¡Cómo sufro por ti, Jonatán, hermano mío! ¡Ay, cómo te quería! Tu amor era para mi más maravilloso que el amor de mujeres.
¡Cómo cayeron los valientes, los rayos de la guerra perecieron!»



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Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales

Palabra del Señor.
 
Re: Leamos la BIBLIA

<DIR>Jos 1:8 No se aparte el libro de esta Ley de tus labios: medítalo día y noche; así procurarás obrar en todo conforme a lo que en él está escrito, y tendrás suerte y éxito en tus empresas.
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Adjuntos

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En aquellos días, vino la palabra del Señor sobre Jonás:
«Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.»
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: - «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»
Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.
Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.



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Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante.
Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.



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- «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo:
- «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Palabra del Señor.


Más abajo encontrareis la HOMILÍA correspondiente a estas lecturas.
 
Re: Leamos la BIBLIA

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La historia de Jonás es nuestra propia historia. Como él nos evadimos a menudo de los compromisos personales, porque nos van a causar privaciones y molestias.

Pero no podemos escabullirnos de esa llamada. No encontraremos la paz y la estabilidad necesaria para vivir nuestra vida. Incluso nos gustaría, como a Jonás, que la justicia de Dios se amoldara con la humana: dar a cada uno lo que se merece.
No entiende nada de oportunidades ni de actitudes misericordiosas. Se hubiera mostrado feliz si Dios hubiera cumplido su amenaza de destruir Nínive.

Poco importa el arrepentimiento, la conversión, los buenos propósitos. El ha cumplido la misión de anunciar la destrucción de la ciudad y habría quedado bien si a Dios no le hubiera dado por ejercer la “enfermedad” de la ternura y el perdón.
¿Qué dirán de él sus vecinos?

¡Cuántas veces el cuidado de la propia imagen, el prestigio ganado, nos impiden acercarnos a compartir nuestra vida con personas que no dan la talla cultural, moral, política, social, económica o de cualquiera otra índole, que nos satisfaga!.

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A Jonás le parecería bueno que Dios fuera generoso con los justos, con los que se portan bien, pero debería ser más exigente con los trasgresores.
Es un solterón empedernido, esclavizado a sus propios esquemas, defensor de la justicia, conocedor de los problemas sociales, aunque de amor entiende poco.

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Los viejos esquemas no valen ante el Reino de Dios que se acerca. Se ha cumplido un plazo y empieza otro con el anuncio de la Gran Noticia proclamando la amnistía y abriendo caminos a los enfermos y marginados.

Será la fe en Jesucristo la que nos habilite para enfrentarnos al futuro, traducida en enamoramiento de su persona, aceptación de su mensaje y la comunión con él y con los hermanos. Las alcurnias, las noblezas, los rancios abolengos serán títulos vacíos.
Jesucristo da a conocer los pilares en los que se asienta el Reino de Dios, en cuyo anuncio gastará todas sus energía, partiendo de una novedosa Gran Noticia: Dios es un Padre bueno que ama, que perdona, que acompaña, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta de su mala conducta y viva.

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Sabe que hay un largo camino a recorrer y recaba la colaboración de unas personas, a quienes llama Apóstoles, y les confía los secretos de su corazón. Serán los sucesores de las Doce Tribus de Israel, donde se asentará la futura Iglesia. Les va llamando por su nombre y les confía una misión: ser testigos perennes de su presencia salvadora.

¿Es actual este mensaje o se queda en una mera utopía?

-********* Lo es, quizás, más que nunca.
Hemos avanzado mucho durante los últimos años, sobre todo en comunicaciones, medicina, astrología, informática... pero todavía nos hallamos en pañales en la profundización de las relaciones humanas y en el cultivo de auténticos valores.

Es cierto que las experiencias del pasado, las normas morales de convivencia, las rigideces restrictivas de algunos educadores, la frialdad disciplinaria y violenta de los celadores del orden, supuestos representantes de Dios, han marcado el desarrollo religioso de miles y miles de personas que no pueden aceptar esa imagen distorsionada de Dios, que en nada se corresponde con la predicada por Jesús. Para ellos ese desanuncio del evangelio es una mala noticia que les ha llenado de prejuicios y culpabilidades, y rechazan todo los que huela a curas, a internados y a Iglesia.
Se han convertido en ateos, en militantes anticlericales, que verán en los jerarcas católicos la personificación del mal y de la opresión.

No es cuestión de entrar en juicios de valor. Eran otros tiempos. La sociedad ha evolucionado hacia sistemas democráticos, que han alejado, afortunadamente, los fantasmas de dictaduras por entonces al uso y que también nos condicionaron. La Iglesia pagó idéntico tributo que el resto de las instituciones. Las mismas personas que utilizaban el “palo y tente tieso” hoy lo considerarían aberrante.

Por eso, la conversión siempre es posible, el evangelio sigue siendo Buena Noticia, a pesar del mal comportamiento de algunos de sus propagadores. Continuar con viejos rencores y resentimientos, proyectar frustraciones y amarguras, sin querer ver el bagaje de servicios gratuitos, prestados con amor por tantos y tantos cristianos, no conduce a ninguna parte.

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El plazo se pasó, como dice Jesús. Vale más hacer borrón y cuenta nueva, empezar con un papel en blanco, olvidar lo malo y fijarnos en lo bueno que, aunque destaca menos, es más abundante.
La recesión económica actual y las incertidumbres que conlleva en quienes se ven abocados al paro, es una ocasión propicia para acercarnos a los más necesitados y sembrar esperanza, escuchar, compartir...
.
La experiencia del encuentro personal con Jesucristo y su seguimiento en libertad nos ayudará a aceptar a las personas, valorándolas tal cual son, con sus cualidades y sus defectos, pero como hijas de Dios, no como objeto de nuestros reproches.

Escribía Saint-Exupery que “cuando un amigo viene a casa no es para decirme que soy cojo o manco o feo, sino para hacerme saber que es mi amigo y que me acepta con mi cojera o mi fealdad”.

Dios nos acepta como somos y nos ama. Una Buena Noticia, que Jesús nos reitera cada domingo cuando nos reunimos en su nombre ¡Ojalá seamos capaces de seguir sus pasos!
Ésta es ahora nuestra misión en el mundo: mostrar a Jesús, así como lo hicieron los apóstoles Andrés y Felipe, para que sea conocido y amado, vivir en su “casa” y quedarnos con Él para siempre.

Renovemos juntos los compromisos bautismales y proclamemos nuestra fe en el Hijo de Dios “que nos salvado de las tinieblas para llevarnos al reino de su luz admirable”...
 
Re: Leamos la BIBLIA





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En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron:
-«Hueso tuyo y carne tuya somos: ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel. Además el Señor te ha prometido:
“Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tu serás el jefe de Israel”»
Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel. Tenía treinta años cuando empezó a reinar, y reinó cuarenta años; en Hebrón reinó sobre Judá siete años y medio, y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre Israel y Judá.
El rey y sus hombres marcharon sobre Jerusalén, contra los jebuseas que habitaban el país. Los jebuseos dijeron a David:
-«No entrarás aquí. Te rechazarán los ciegos y los cojos.» Era una manera de decir que David no entraría.
Pero David conquistó el alcázar de Sión, o sea, la llamada Ciudad de David. David iba creciendo en poderío, y el Señor de los ejércitos estaba con él.



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En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
-«Tiene dentro a BeIzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.»
Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas:
-« ¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra si mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre. »
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Palabra del Señor.
 
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En aquellos días, fue David y llevó el arca de Dios desde la casa de Obededom a la Ciudad de David, haciendo fiesta.
Cuando los portadores del arca del Señor avanzaron seis pasos, sacrificó un toro y un ternero cebado.
E iba danzando ante el Señor con todo entusiasmo, vestido sólo con un roquete de lino.
Así iban llevando David y los israelitas el arca del Señor entre vítores y al sonido de las trompetas.
Metieron el arca del Señor y la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que David le había preparado.
David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión al Señor y, cuando terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los ejércitos; luego repartió a todos, hombres y mujeres de la multitud israelita, un bollo de pan, una tajada de carne y un pastel de uvas pasas a cada uno. Después se marcharon todos, cada cual su casa.



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En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar.
La gente que tenia sentada alrededor le dijo:
-«Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan. »
Les contestó:
-« ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»
Y, paseando la mirada por el corro, dijo:
-«Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»

Palabra del Señor.
 
Re: Leamos la BIBLIA





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En aquellos días, dijo Pablo al pueblo:
-«Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crié en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como vosotros mostráis ahora. Yo perseguí a muerte este nuevo camino, metiendo en la cárcel, encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo sumo sacerdote y todos los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y fui allí para traerme presos a Jerusalén a los que encontrase, para que los castigaran. Pero en el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una voz que me decía:
“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
Yo pregunté:
“¿Quién eres, Señor?”
Me respondió:
“Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues.”
Mis compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía la voz.
Yo pregunté:
“¿Qué debo hacer, Señor?”
El Señor me respondió:
Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer.
Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco.
Un cierto Ananlas, devoto de la Ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad, vino a verme, se uso a mi lado y me dijo:
“Saulo, hermano, recobra la vista.”
Inmediatamente recobré la vista y lo vi.
Él me dijo:
“El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados.”»



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En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:
-«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Palabra del Señor.