Leamos la BIBLIA

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Buenos y feliz día:


Lecturas del 26/12/2010, Domingo. Octava de Navidad. La Sagrada Familia: Jesús, María y José





1ª lectura: Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6. 12-14

El que teme al Señor honra a sus padres


Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.




2ª lectura: Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-21

La vida de familia vivida en el Señor


Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.




Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 13-15. 19-23

Coge al niño y a su madre y huye a Egipto


Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: - «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: -«Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño.» Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquéalo reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.

Palabra del Señor.
 
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SAGRADA FAMILIA

Una historieta

R.Tagore, poeta indio y premio Nobel de Literatura, cuenta la historia de un matrimonio pobre. Ella hilaba a la puerta de su choza pensando en su marido, y todos los que pasaban se quedaban prendados de la belleza de su cabello negro, largo, como hebras brillantes salidas de su rueca. El iba cada día al mercado a vender algunas frutas. Se sentaba a la sombra de un árbol y sujetaba con los dientes una pipa vacía, ya que no tenía dinero para comprar una pizca de tabaco.
Se acercaba el aniversario de la boda y la mujer se preguntaba qué podría regalar a su marido y de dónde podría sacar el dinero. Tuvo una idea: vender su bello cabello para comprarle un poco de tabaco. Sintió un escalofrío de tristeza, pero, al decidirse, su cuerpo se estremeció de gozo. Lo vendió y sólo obtuvo unas pocas monedas, con las que compró un estuche del más fino tabaco...
Al llegar la tarde regresó el marido. Venía cantando por el camino. Traía en su mano un pequeño envoltorio: eran unos peines para su mujer, que acababa de comprar, tras vender su pipa...
Esta historia enternece, pero se corresponde con la realidad de centenares de familias anónimas que crecen en el amor al calor del hogar.
Ya decía León Tolstoi en su libro “Ana Karenina” que “las familias felices no tienen historia”. ¡Mejor!.

Modelo de familia

Si el modelo de familia fuera como el que nos presentan buena parte de las películas de cine, las revistas del corazón y las tertulias de la tv, ¡apaga y vámonos!
Se airean los escándalos, las infidelidades, los insultos, las últimas andanzas y aventuras de los protagonistas, la venta de exclusivas de sus matrimonios... como muestra de modernidad, prostituyendo lo más sagrado en las relaciones humanas: el amor.
Sería absurdo negar la crisis de la familia actual que en nada se parece a la de los tiempos de Jesús.
Las condiciones de vida han variado en la medida que la mujer tiene libre acceso al trabajo y logra independizarse económicamente de la tutela del marido, se ha ido liberalizando en el vestido y en las formas, participa en la política, tiene voz en las empresas y, aunque todavía existe cierta discriminación y machismo, puede tomar decisiones sin que la presión social esté en su contra.
El mismo tipo de sociedad donde debe desenvolverse la familia se ha disgregado a causa del trabajo, de los hobbys, los desplazamientos, las vacaciones, el cómputo del tiempo libre...
La sociedad es también más hedonista, independiente y experimental, lo que conlleva que muchas parejas no se soporten en cuanto llegan los primeros problemas y disminuya el atractivo de los cuerpos. Abundan las separaciones en un porcentaje elevadísimo.

Importancia de la familia

Sin embargo, si preguntáramos a los jóvenes en qué lugar colocan a la familia dentro de un sistema de valores, la mayoría respondería que en primer lugar. Lo que prueba que, en el fondo, no hallan alternativas válidas que sustituyan al afecto, la acogida, la comprensión y el apoyo que encuentran dentro de la propia familia.
El mismo Jesús quiso formar parte de la familia de Nazaret. Allí forjó su personalidad y el aprendizaje de las costumbres judías, aprendió a convivir bajo la vigilancia de sus padres, a quienes estuvo sujeto y obedeció.
El evangelio según San Lucas nos dice que “iba creciendo en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres” (Lc.2,52).

La familia, un tesoro que debemos cuidar

La familia es un tesoro, una bendición que es necesario cuidar como se cuida delicadamente una flor, porque sufre muchas agresiones exteriores que pretenden desestabilizarla y crear otro tipo de cultura familiar, basada más en la unión de los cuerpos que de los corazones, con matrimonios de conveniencia y parejas a prueba como si la persona fuera el motor de un coche o un utilitario de trabajo que se toma y se deja
Si es tan importante la familia en un hipotético sistema de valores, es lógico que se potencie desde las más altas instituciones, pero, sobre todo, que cada uno de nosotros nos lo creamos y lo compartamos con la boca grande y no a hurtadillas y con la boca pequeña como si nos avergonzáramos de lo que decimos.
A raíz del Concilio Vaticano II han nacido varios movimientos de apoyo a la familia que sería largo enumerar. Todos ellos insisten en la necesidad de una preparación adecuada para el matrimonio que englobe el diálogo y la comunicación de los esposos, la apertura al mundo y el encuentro con Dios.

Bases de la convivencia familiar

Dialogo y comunicación; he aquí el gran secreto de la felicidad conyugal.
Que cada día los esposos reserven un tiempo para los dos- sin periódicos, sin tv, sin otras distracciones, pero centrándose en ellos mismos- en el que se aborden los acontecimientos de la jornada, se manifiesten mutuamente sus sentimientos y compartan sus pensamientos. No importa que haya discrepancias

Pero los sentimientos – dicen los entendidos - están a la base de toda buena comunicación. Conocer los sentimientos del cónyuge ayuda a comprenderle, a valorarle y a que se realice como persona.

Confiar los sentimientos a la persona que se quiere supone correr el riesgo de ser más vulnerable, pero merece la pena en la medida que se aumenta la mutua confianza.
Amar es aceptar al otro tal cual es sin pretender cambiarle para manipularle al propio antojo.
Cuando se ama no se intenta cambiar al otro; cada uno se cambia a sí mismo para hacerse merecedor de su amor.
Dar la callada por respuesta, dejar que los problemas se pudran o se disimulen pensando que el tiempo los cubrirá con un tupido velo, es una grave equivocación, que termina pasando factura. El silencio se convierte así en la tumba de muchos matrimonios.
Por eso se insiste tanto en preparar adecuadamente a las novios para el matrimonio, ya que la sociedad actual tiende a que los esposos vivan una vida de casados-solteros; cada uno en sus aficiones particulares, en una cohabitación de tolerancia, pero sin riesgos ni problemas. La prioridad está en profundizar en la relación de pareja, que permitirá que la prole actual o por venir crezca en un clima de amor y aceptación.

La fe y la oración

En un mundo autosuficiente reafirmar la fe en Dios y confesar nuestra dependencia de El nos ayuda a descubrir, al mismo tiempo, la fuerza de la gracia y la limitación del ser humano.
Muchas familias acostumbran a rezar cada día una oración en común y a mantener viva la presencia de Dios.
Seguramente la familia de Nazaret rezaba asiduamente la “shema, Israel” (escucha, Israel), con la que el pueblo recordaba sus raíces y se sentía elegido y amado por Dios.
Difícilmente hubiera pronunciado Jesús la expresión: “abba” (papaíto) si no la hubiera experimentado previamente en su infancia al lado de José y de María.
Mirando a la familia de Nazaret iremos desvelando el misterio de la vida humana, que es una explosión de amor: de Dios y de nuestros padres.

Compromiso de las familias cristianas

Este Domingo se celebra en la Plaza de Lima, de Madrid, una magna concentración de familias a nivel europeo para celebrar la Eucaristía y reafirmar con su presencia y compromiso los valores tradicionales de la familia, hoy seriamente amenazados por ideologías destructivas e intolerantes que pretenden, por la fuerza de la propaganda y la descalificación, “barrer” la esencia de la fe cristiana. Tocarán en “hueso”, porque la Iglesia se fortalece y purifica en la persecución; algo que ignoran los intransigentes “progre” de turno. ¡Que el Señor perdone su ignorancia

Unámonos en la plegaria con todas las familias del mundo.
 
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Buenos y feliz día:


Lecturas del 27/12/2010 Lunes. Octava de Navidad. San Juan, apóstol y evangelista





1ª lectura: Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan 1, 1-4

Os anunciamos lo que hemos visto y oído


Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su ¡Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.




Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 2-8

El otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro


El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: -«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. » Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Palabra del Señor.
 
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Buenos y feliz día:


Lecturas del 28/12/2010 martes. Octava de Navidad. Los Santos Inocentes, mártires





1ª lectura: Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1, 5-2, 2

La sangre de Jesús nos limpia los pecados


Queridos hermanos: Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por os nuestros, sino también por los del mundo entero.




Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 13-18

Herodes mandó matar a todos los niños en Belén


Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: - «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta. «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

Palabra del Señor.
 
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Buenos y feliz día:


Lecturas del 28/12/2010 martes. Octava de Navidad.





1ª lectura: Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 3-11

Quien ama a su hermano permanece en la luz


Queridos hermanos: En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este manda-miento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -lo cual es verdadero en él y en vosotros-, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.




Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-35

Luz para alumbrar a las naciones


Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: - «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Palabra del Señor.
 
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Buenos y feliz día:


Lecturas del 30/12/2010 Jueves. Octava de Navidad.





1ª lectura: Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 12-17

El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre


Os escribo, hijos míos, que se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os escribo, jóvenes, que ya habéis vencido al Maligno. Os repito, hijos, que ya conocéis al Padre. Os repito, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os repito, jóvenes, que sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y que ya habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo -las pasiones de la carne, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero-, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.




Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 36-40

Hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén


En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor.
 
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Buenos y feliz día:


Lecturas del 31/12/2010 Viernes. Octava de Navidad.





1ª lectura: Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 18-21

Estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis


Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.




Evangelio: Comienzo del santo evangelio según san Juan 1, 1-18

La Palabra se hizo carne


En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: - «Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo’ “» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor.
 
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El Señor habló a Moisés: - «Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz.” Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.»





Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.





En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Palabra del Señor.


Más abajo encontrareis la HOMILÍA correspondiente a estas lecturas.
 
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SANTA MARIA, MADRE DE DIOS​

JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ​

Una fotografía

Hace años, un dos de Enero, aparecía en la primera página de un periódico de tirada nacional, una fotografía con un breve comentario debajo.
Se refería a la multitud que todos los años se congrega en la Plaza de San Pedro, de Roma, para recibir la bendición papal “urbi et orbi” con motivo de la apertura del Año Nuevo.
Al fondo de la foto, desde su ventana del palacio Vaticano, se veía al Papa con las manos levantadas dirigiéndose a la muchedumbre que abarrotaba el recinto y a ésta, embelesada, contemplándole. A ambos lados, la columnata de Bernini, como centinela del evento y en un rincón, dando la espalda al público, una viejecita con un rosario en la mano.
El comentario del periodista me llamó la atención. No tenía desperdicio. Venía a decir lo siguiente- no son palabras textuales:
Como cada año una multitud incontable acudirá fervorosa a recibir la bendición del Papa. Como cada año atronarán los aplausos en la emblemática Plaza. Pero también, como cada año, esta pobre anciana, vestida de negro y casi ciega, dará la espalda al pueblo, ajena a una Iglesia, de la que se considera hija pecadora e indigna. Hace lo que ya solamente puede hacer: rezar y esperar pacientemente.
¡Qué poco sabe esta buena mujer que la auténtica iglesia de Jesús es precisamente ella!
La guerra es el fracaso del diálogo y la solidaridad humana
Este ejemplo viene al caso, porque montamos parafernalias, bendiciones sin cuento, propagandas de paz, mostrando una cara del mundo que no se corresponde con la realidad.
Organizamos conferencias de paz mientras las Grandes Potencias llenan sus arsenales de las armas más sofisticadas o venden las de desecho a precios elevados a países pobres a quienes previamente enfrentan entre sí para dar salida a la industria bélica que alimenta a millones de trabajadores del primer mundo.
Se emparejan el fariseísmo y el cinismo en una simbiosis demoníaca, disfrazados de mansas palomas. ¿Será siempre la paz para la humanidad un bien inalcanzable? ¿Continuaremos justificando las guerras bajo apariencia de bien común cuando lo que se esconde detrás es un egoísmo rampante?
Analizando las distintas guerras que han provocado el azote del hambre en el mundo y vistos los resultados: destrucción, muerte y hambre, podemos deducir fácilmente que no existe ninguna guerra justa.
La paz nace desde dentro, del reconocimiento humilde de la propia limitación y con la aportación de lo que cada uno, como la propia viejecita, puede hacer o dar.
Se convierte así en una conquista cotidiana y en un bien absolutamente necesario.

Jornada Mundial de la Paz

En la primera lectura del día de hoy hemos escuchado una bendición, tan cotidiana para el pueblo judío como lo es el Padrenuestro para los cristianos: “El Señor te bendiga y te proteja; ilumine su rostro sobre ti y te conceda la paz”
Resulta curioso y elocuente que la liturgia ponga en el centro de la celebración de este primer día del año la “Jornada Mundial de la Paz” y la figura de María, la mujer silenciosa y humilde que medita y conserva en su corazón cuanto sucede a su alrededor y a quien invocamos los cristianos en las letanías del Rosario como Reina de la Paz
Ambas celebraciones se armonizan en los gestos, las palabras y los hechos que Ella medita y conserva en su corazón., porque conoce a fondo la persecución de Herodes, el exilio y la violencia de la que fue objeto su hijo Jesús, culminada en el calvario y en la cruz.
Es frecuente quitar de en medio a pacifistas y pacificadores; estorban en el mundo de los intereses creados. Así lincharon en su momento a Gandhi, a Luther King, a Mons. Romero y a miles de héroes anónimos, cuyo único “pecado” fue clamar contra las degradaciones morales y las injusticias.
Intereses independentistas siembran nuestras sociedades modernas de agresiones sin cuartel contra quienes no participan de sus ideales racistas y xenófobos haciendo prevalecer la utopía de una nación sobre la misma vida humana a la que se desprecia.
Y no hablemos de la terrible lacra del terrorismo.
¿Hasta dónde llegaremos en la escalada de descalificaciones?
La violencia genera violencia y no soluciona los problemas. Nos cansamos de comprobarlo diariamente en los medios de comunicación o repasando las páginas de la historia.

Alternativa de Jesús.

Jesús, en el Sermón de la Montaña, propone como única alternativa a la violencia el perdón y la reconciliación, y hace distinción entre la paz de Dios y la paz de los hombres. La paz de Dios está basada sobre la verdad, la justicia y el amor hasta entregar la vida. La del mundo, sin embargo, es una paz que compromete la verdad y oculta la justicia, camuflándola bajo el orden social. En el fondo es un pretexto para defender los derechos de los más privilegiados y coaccionar a los más pobres.

La paz sigue siendo después de dos mil años el bien más anhelado y, a su vez, el más amenazado.
La paz es el compendio de todas las promesas hechas por Dios y el gran mensaje de la Navidad: “Paz en la tierra a los hombres que ama el Señor” y “Bienaventurados los que construyen la paz, porque serán hijos de Dios”

Pidamos al Señor por María la paz que nace del corazón, que crece en la familia y se realiza en la sociedad, haciendo que todos nos sintamos hermanos e hijos de Dios.
 
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La sabiduría se alaba a si misma, se gloría en medio de su pueblo, abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloria delante de sus Potestades. En medio de su pueblo será ensalzada, y admirada en la congregación plena de los santos; recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos y será bendita entre los benditos. El Creador del universo me ordenó, el Creador estableció mi morada: - «Habita en Jacob, sea Israel tu heredad.» Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no cesaré jamás. En la santa morada, en su presencia, ofrecí culto y en Sión me establecí; en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder. Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad, y resido en la congregación plena de los santos.





Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por eso yo, que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.





En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venia como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mi pasa delante de mi, porque existía antes que yo.”» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado ha conocer.

Palabra del Señor.


Más abajo encontrareis la HOMILÍA correspondiente a estas lecturas.
 
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LA PALABRA SE HIZO CARNE​

El “Logos”, la Palabra encarnada

El prólogo del evangelio según San Juan, que proclamamos el día de Navidad, se repite hoy, viniéndonos a confirmar que Dios no es un ser solitario sino diálogo y comunicación, palabra, apertura, generosidad.

Todo lo que existe es reflejo de esa palabra, del “hágase” conque Dios fue formando la tierra y al hombre como obra maestra de la creación. Todo lo que había salido de sus manos era bueno.
Selló con su palabra una alianza eterna con el Pueblo de Israel, su Pueblo y, aunque fue traicionado, se mantuvo fiel, dando pleno cumplimiento a sus promesas en Jesús.
El es el Logos, la última palabra de Dios, que nos desconcierta por su sencillez. “puso su tienda entre nosotros”, asumió nuestra frágil condición humana, menos en el pecado.
Nunca podremos decir que Dios vive ajeno a nuestras preocupaciones. Al contrario, sale a nuestro encuentro para resolverlas, toma la iniciativa en la relación, busca entrar a nuestra casa para entablar diálogo con cada uno de nosotros y formar parte de nuestra familia, sin atropellar nuestra libertad, sin imponer.

Quienes, como María, seamos capaces de escuchar su palabra y acogerla en nuestro corazón, nos identificaremos con El.
Por eso el cristianismo no debe reducirse a conservar íntegramente las palabras de la Escritura, sino encarnarse en los seres humanos. Las palabras sin hechos son letra muerta.

La palabra humana

Contrasta esta actitud de Dios, manifestada en Jesús, con la sociedad moderna que se sirve de la palabra como el más valioso elemento de persuasión para dominar y crear estados de opinión. La radio y la televisión son utilizadas como vehículos de poder por partidos políticos, sindicatos, empresas... orquestando campañas para poner de moda lo más ridículo al servicio de intereses económicos o esferas de influencia.

No triunfan a menudo los mejores sino quienes saben vender mejor su imagen.
Tanta palabrería termina pasando factura a medida que los engaños se van haciendo más manifiestos. Nacen así las desconfianzas, porque adulteramos el valor del lenguaje o vaciamos de sentido nuestras expresiones frías, huecas y distantes.
La “palabra de caballero” tenía valor de ley en la Edad Media y comprometía a toda la persona. Faltar a su palabra era un deshonor y una vergüenza que rebajaba al trasgresor, perdiendo credibilidad y reputación.
Al no fiarnos unos de otros reclamamos contratos escritos hechos ante notario, sellados y firmados.

A pesar de todo siguen existiendo hombres y mujeres de palabra como medio de intercambio de lo mejor y más profundo del ser humano: intimidad, deseos y aspiraciones, sueños, esperanzas, convicciones... Hay medios de comunicación mediatizados por los poderes fácticos que seleccionan, controlan, manipulan y distorsionan la información utilizando medias verdades o difamando. Hay otros, sin embargo, que mantienen la veracidad, aunque luchen contra corriente y en desigual competencia. Son éstos las voces que denuncian las injusticias y atropellos, que defienden los derechos de quienes nunca son escuchados, que combaten la discriminación, el racismo, la violencia organizada, los fraudes.

Y, por encima de todo, la palabra ha de convertirse, en el corazón del que cree, en salvaguarda de la verdad, en la buena y gran noticia que el mundo espera recibir.
Estamos tan aturdidos, tan confusos y temerosos ante el bombardeo constante de informaciones contradictorias, que nos cuesta tomar decisiones. Solemos tirar por la calle de en medio, amparados en un pasotismo protector.

De esta manera, a menudo callamos palabras, porque no queremos enfrentarnos a la realidad y nos hacemos objeto de las actitudes que fustigaban los profetas, pues quienes conociendo las injusticias no las denuncian se hacen igualmente cómplices de las mismas. Otras veces pronunciamos palabras hirientes, descalificadoras y ofensivas cuando deberíamos callar.

San Pablo escribe en la Carta a los Efesios 4,25.29: “Que cada uno diga la verdad a su prójimo; que vuestro lenguaje sea bueno, edificante y oportuno, para que hagáis bien a los que os escuchan”.

No sé hasta dónde nos llevará el futuro de la ciencia informática, que crece aceleradamente. Si las palabras no se destruyen y quedan en el espacio, no sería de extrañar que algún día se puedan recoger en una longitud de onda las que Jesús pronunció hace dos mil años. Desaparecerían muchas confusiones y seríamos todos más conscientes de las afirmaciones que hacemos.

Dios nos ha dado su palabra de honor, la última Palabra, que es su Hijo, Jesús.
Para los que nos sentimos creyentes, nos basta.
Es la Palabra amiga que crea puentes, lazos de unión y es la Palabra encarnada que, asentando sus raíces en la profundidad de Dios, nos asegura su cercanía para siempre...

Confesemos juntos al Verbo Encarnado que se entrega por nosotros en la Eucaristía como Misterio de Salvación
 
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Queridos hermanos: Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él. Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro. Todo el que comete pecado quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la ley. Y sabéis que él se manifestó para quitar los pecados, y en él no hay pecado. Todo el que permanece en él no peca. Todo el que peca no le ha visto ni conocido.





Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: - «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo” Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.» Y Juan dio testimonio diciendo: - «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. me dijo: Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua “Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo.” Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»

Palabra del Señor.
 
Re: Leamos la BIBLIA









Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia justo, como él es justo. Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo pe desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo. Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.





En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: - «Éste es el Cordero de Dios.» Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: - «¿Qué buscáis?» Ellos le contestaron: - «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?» Él les dijo: - «Venid y lo veréis.» Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: - «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).» Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: - «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»

Palabra del Señor.
 
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Queridos hermanos: Este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No seamos como Caín, que procedía del Maligno y asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo asesinó? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran buenas. No os sorprenda, hermanos, que el mundo os odie; nosotros hemos pasado de la muerte a la vida: lo sabemos porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene de qué vivir y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios.





En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: - «Sígueme.» Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: - «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: jesús, hijo de José, de Nazaret.» Natanael le replicó: - «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» Felipe le contestó: - «Ven y verás.» Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: - «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Natanael le contesta: - «¿De qué me conoces?» Jesús le responde: - «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: - «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le contestó: - «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: - «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor.