Re: Las 70 semanas
EL CUMPLIMIENTO DE LAS SETENTA SEMANAS (PRIMERA PARTE)
En las intervenciones ha quedado acreditado que la fantasiosa interpretación mesiánica de Tertuliano, por mucha aceptación que haya tenido a lo largo de siglos, es contraria a los textos sagrados disponibles y, por lo tanto, puesto que no puede sostenerse mediante la exégesis, carece de valor. Es probable que el error de Tertuliano sea disculpable, pues no creo que conste que dominase el hebreo, pero la utilización de su interpretación por parte de generaciones posteriores de cristianos es cada vez menos disculpable. La torpe utilización de ese tipo de planteamientos por parte de Miller y de sus ingenuos seguidores no es disculpable desde 1840, pues las descabelladas exposiciones milleritas ya quedaron totalmente desacreditadas de forma escrita por entonces, por lo que todos los desengaños que se llevaron Miller y los suyos se los ganaron a pulso, por no querer admitir que todos sus postulados eran un disparate. La perpetuación de ese disparate entre el grupito de los White y Bates, y su posterior constitución en una iglesia impenitente es una acción inexcusable de huida hacia adelante, y, lamentablemente para ellos, la siguen manteniendo ciertos personajes por todos conocidos en este foro.
En fin, toca ahora encontrar el cumplimiento de lo predicho por Gabriel, dando por válida la premisa de que lo predicho se cumplió (como es sabido, no todas las profecías de la Biblia se han cumplido; por ejemplo, tal como el mismísimo Dios esperaba, la predicción de Jonás no se cumplió, pero su predicación fue un gran éxito). La clave del asunto que nos ocupa está en la acción sacrílega de ese pueblo de un príncipe que ha de venir, que causa devastaciones en Jerusalén y en el santuario en el curso de las setenta hebdómadas y que fuerza la supresión de los sacrificios y las ofrendas durante media hebdómada (9:26, 27). Como ya se ha señalado, las perversas acciones de tal príncipe enemigo son abordadas también en otros pasajes famosos del libro de Daniel (no es difícil ver las depredaciones de este sujeto en las piernas de hierro del capítulo 2, en la terrible cuarta bestia y en el cuerno pequeño del capítulo 7, en el cuerno pequeño del capítulo 8, o en el “hombre despreciable” de 11:21 y siguientes, el malvado “rey del norte” final en la predicción de Daniel).
Ahora bien, pasando del terreno de la pura exégesis de Daniel al cumplimiento de sus vaticinios, ¿conoce la historia algún episodio en el que Jerusalén y el templo sufrieran desperfectos, a la vez que se suprimía el culto sagrado durante media hebdómada? ¡Desde luego! Además, llegar a la época precisa en que tal cosa tuvo lugar es una tarea bastante sencilla siguiendo el detallado guion de Daniel 11, que los historicistas suelen pasar por alto. Cuando se ven forzados a abordarlo (como, por ejemplo, en la pésima exposición de Uriah Smith), la cosa no va del todo mal hasta el versículo 15, donde se venía hablando de Antíoco III, pero luego, en el 16, inexplicablemente, Smith hace aparecer a la República de Roma en papel protagonista por arte de birlibirloque, convirtiendo a Pompeyo Magno, de Roma, en el sucesor de Antíoco III de Siria, y borrando de un plumazo a los sucesores de este. ¡Como fraude histórico no está nada mal!
En realidad, todos los comentaristas serios de Daniel 11 señalan que la carrera de Antíoco III termina en el versículo 19. El 20 habla de su sucesor inmediato, su hijo Seleuco IV, que, en efecto, necesitaba desesperadamente el pago de impuestos extraordinarios para pagar las condiciones de la paz de Apamea (búsquese en una enciclopedia). Y el sucesor de este, introducido en el versículo 21, fue, verdaderamente, un “hombre despreciable”. Se llamó Antíoco IV.
Aunque a los historicistas cuentistas no les gusta que esto se divulgue, la historia afirma que, entre otras cosas, este personaje, hizo lo siguiente en la tierra de Israel:
o Fomentó la helenización pacífica del país por medio de lo siguiente:
o Demolió el muro de Nehemías. Este se usó para construir el Akra en el corazón de Jerusalén, donde estaba apostada una guarnición siria permanente. Los arqueros acostumbraban afinar la puntería haciendo diana en los adoradores que se atrevían a acercarse al templo. Parte de la estructura del templo también fue demolida, para que los judíos fieles no pudieran usarla como muro defensivo. Jerusalén acabó siendo abandonada por todos los judíos que querían ser fieles a su fe.
o Adoptó medidas violentas (so pena de muerte), que consistían en lo siguiente:
o Aterrorizó al pueblo de Israel por medio de ejecuciones públicas “ejemplarizantes”, que consistían básicamente en:
La lista anterior, basada en la evidencia presentada por Flavio Josefo y otros libros más antiguos, como 1 y 2 Macabeos, da una idea de la naturaleza del brutal ataque que Antíoco Epífanes significó para el pueblo de Israel dos siglos antes de Cristo. Tiene todas las señales de las obras del cuerno pequeño.
(CONTINUARÁ)
EL CUMPLIMIENTO DE LAS SETENTA SEMANAS (PRIMERA PARTE)
En las intervenciones ha quedado acreditado que la fantasiosa interpretación mesiánica de Tertuliano, por mucha aceptación que haya tenido a lo largo de siglos, es contraria a los textos sagrados disponibles y, por lo tanto, puesto que no puede sostenerse mediante la exégesis, carece de valor. Es probable que el error de Tertuliano sea disculpable, pues no creo que conste que dominase el hebreo, pero la utilización de su interpretación por parte de generaciones posteriores de cristianos es cada vez menos disculpable. La torpe utilización de ese tipo de planteamientos por parte de Miller y de sus ingenuos seguidores no es disculpable desde 1840, pues las descabelladas exposiciones milleritas ya quedaron totalmente desacreditadas de forma escrita por entonces, por lo que todos los desengaños que se llevaron Miller y los suyos se los ganaron a pulso, por no querer admitir que todos sus postulados eran un disparate. La perpetuación de ese disparate entre el grupito de los White y Bates, y su posterior constitución en una iglesia impenitente es una acción inexcusable de huida hacia adelante, y, lamentablemente para ellos, la siguen manteniendo ciertos personajes por todos conocidos en este foro.
En fin, toca ahora encontrar el cumplimiento de lo predicho por Gabriel, dando por válida la premisa de que lo predicho se cumplió (como es sabido, no todas las profecías de la Biblia se han cumplido; por ejemplo, tal como el mismísimo Dios esperaba, la predicción de Jonás no se cumplió, pero su predicación fue un gran éxito). La clave del asunto que nos ocupa está en la acción sacrílega de ese pueblo de un príncipe que ha de venir, que causa devastaciones en Jerusalén y en el santuario en el curso de las setenta hebdómadas y que fuerza la supresión de los sacrificios y las ofrendas durante media hebdómada (9:26, 27). Como ya se ha señalado, las perversas acciones de tal príncipe enemigo son abordadas también en otros pasajes famosos del libro de Daniel (no es difícil ver las depredaciones de este sujeto en las piernas de hierro del capítulo 2, en la terrible cuarta bestia y en el cuerno pequeño del capítulo 7, en el cuerno pequeño del capítulo 8, o en el “hombre despreciable” de 11:21 y siguientes, el malvado “rey del norte” final en la predicción de Daniel).
Ahora bien, pasando del terreno de la pura exégesis de Daniel al cumplimiento de sus vaticinios, ¿conoce la historia algún episodio en el que Jerusalén y el templo sufrieran desperfectos, a la vez que se suprimía el culto sagrado durante media hebdómada? ¡Desde luego! Además, llegar a la época precisa en que tal cosa tuvo lugar es una tarea bastante sencilla siguiendo el detallado guion de Daniel 11, que los historicistas suelen pasar por alto. Cuando se ven forzados a abordarlo (como, por ejemplo, en la pésima exposición de Uriah Smith), la cosa no va del todo mal hasta el versículo 15, donde se venía hablando de Antíoco III, pero luego, en el 16, inexplicablemente, Smith hace aparecer a la República de Roma en papel protagonista por arte de birlibirloque, convirtiendo a Pompeyo Magno, de Roma, en el sucesor de Antíoco III de Siria, y borrando de un plumazo a los sucesores de este. ¡Como fraude histórico no está nada mal!
En realidad, todos los comentaristas serios de Daniel 11 señalan que la carrera de Antíoco III termina en el versículo 19. El 20 habla de su sucesor inmediato, su hijo Seleuco IV, que, en efecto, necesitaba desesperadamente el pago de impuestos extraordinarios para pagar las condiciones de la paz de Apamea (búsquese en una enciclopedia). Y el sucesor de este, introducido en el versículo 21, fue, verdaderamente, un “hombre despreciable”. Se llamó Antíoco IV.
Aunque a los historicistas cuentistas no les gusta que esto se divulgue, la historia afirma que, entre otras cosas, este personaje, hizo lo siguiente en la tierra de Israel:
o Fomentó la helenización pacífica del país por medio de lo siguiente:
- a creación de un gimnasio, donde los sacerdotes y el pueblo en general eran invitados a participar desnudos, por lo cual la circuncisión era manifiesta; se puso de moda una operación quirúrgica para “descircuncidar” el prepucio;
- la creación de un prostíbulo público, patrocinado por el Estado;
- mirar con malos ojos todo lo que pareciera judío;
- la eliminación de todas las figuras públicas que representaban al judaísmo; esto incluía al legítimo sumo sacerdote, que primero fue suplantado por su ambicioso hermano, un firme patrocinador de la cultura griega, y después asesinado.
o Demolió el muro de Nehemías. Este se usó para construir el Akra en el corazón de Jerusalén, donde estaba apostada una guarnición siria permanente. Los arqueros acostumbraban afinar la puntería haciendo diana en los adoradores que se atrevían a acercarse al templo. Parte de la estructura del templo también fue demolida, para que los judíos fieles no pudieran usarla como muro defensivo. Jerusalén acabó siendo abandonada por todos los judíos que querían ser fieles a su fe.
o Adoptó medidas violentas (so pena de muerte), que consistían en lo siguiente:
- prohibió poseer copias de las Escrituras;
- prohibió la observancia del sábado y otras festividades nacionales;
- proscribió de la circuncisión de varones recién nacidos; las madres que desobedeciesen veían a sus hijos ser ahorcados, se les hacía desfilar con ellos colgando de sus senos o de sus cuellos, y luego eran lanzadas a la muerte desde lo alto del muro del Akra;
- obligó a los judíos a comer carne de puerco en público y a ofrecer incienso a dioses paganos;
- acabó prohibiendo el culto a Yahvé en cualquiera de sus formas.
o Aterrorizó al pueblo de Israel por medio de ejecuciones públicas “ejemplarizantes”, que consistían básicamente en:
- la crucifixión;
- el desmembramiento;
- freír viva a la gente.
La lista anterior, basada en la evidencia presentada por Flavio Josefo y otros libros más antiguos, como 1 y 2 Macabeos, da una idea de la naturaleza del brutal ataque que Antíoco Epífanes significó para el pueblo de Israel dos siglos antes de Cristo. Tiene todas las señales de las obras del cuerno pequeño.
(CONTINUARÁ)