Eva “agarró de su fruto y empezó a comer”. Y, después, Adán “se puso a comerlo” (Génesis 3:6).
Así que los dos le desobedecieron a Dios
En vez de ejercer su autoridad y rechazar el comer
se unio a la desobediencia
La Biblia establece además las responsabilidades de jefatura en el ejemplo de Cristo Jesús,
de quien se dice que es esposo y cabeza de su congregación.
Hace expresiones directas, como:
“Que las esposas estén en sujeción a sus esposos como al Señor,
porque el esposo es cabeza de su esposa
como el Cristo también es cabeza de la congregación,
siendo él salvador de este cuerpo.
De hecho, como la congregación está en sujeción al Cristo,
que así también las esposas lo estén a sus esposos en todo.”—
Efe. 5:22-24.
(1 Timoteo 2:14) Además, Adán no fue engañado,
sino que la mujer fue completamente engañada y se convirtió en pecadora.
A Eva la engañó cabalmente Satanás el Diablo, pero ese no fue el caso de su esposo.
“Adán no fue engañado”, dice el apóstol Pablo. (1Ti 2:14.)
Con pleno conocimiento de causa,
escogió desobedecer deliberadamente,
y luego intentó ocultarse como un delincuente.
Cuando se le llamó a juicio,
en vez de mostrar pesar o remordimiento, o pedir perdón,
intentó justificarse y pasar la responsabilidad a otros,
e incluso llegó a culpar a Jehová por su propio pecado deliberado:
“La mujer que me diste para que estuviera conmigo,
ella me dio fruto del árbol y así es que comí”. (Gé 3:7-12.)