"La Prueba que Abraham Falló: El Silencio de Dios"

Gracias por tu pregunta, porque nos lleva al corazón del misterio cristiano.
Y aquí quisiera aportar algo que puede parecer duro, pero es necesario decirlo con claridad: Jesús no fue como Isaac. Jesús no fue una víctima inocente atada a un altar. Él eligió.




Eso lo cambia todo.


Jesús no obedeció ciegamente, sino que discernió el momento y aceptó el dolor con plena libertad, en coherencia con su mensaje de amor. Por eso su muerte no es un sacrificio forzado, sino una entrega voluntaria por amor.


Ahora volvamos a Abraham:
Él sí tuvo una opción. Pudo decir “no”, y esa negativa también habría sido una forma de fe:
la fe de quien conoce tan profundamente el corazón de Dios, que se atreve a decirle: “Esto no puede venir de Ti”.


Si Abraham hubiese levantado la voz, no en rebeldía, sino desde un amor maduro y consciente, entonces habría abierto un camino aún más profundo: el de la fe con discernimiento, con compasión, con coraje.


Y paradójicamente, eso fue lo que Jesús hizo.
Jesús tomó sobre sí la prueba que Abraham no resolvió plenamente: eligió el sacrificio, pero desde la libertad, no desde la obediencia ciega.
Jesús no obedeció por temor. Amó hasta el final.


Entonces, ¿qué nos enseña realmente esta historia?
Tal vez que Dios no busca sumisión sin pensamiento, sino hijos e hijas capaces de amar con inteligencia, con discernimiento, y con un corazón iluminado.
Si el pueblo hebreo no hubiera obedecido a Dios de tomar la vida de los cananeos incluyendo mujeres y niños al salir del desierto ¿Que biblia tendrías?

Es un Dios de amor pero tambien fuego consumidor.

Es misericordia y justicia a partes iguales. No es un amor hippie
 

Una Biblia escrita por manos humanas, pero leída con ojos del Espíritu


Para no perder de vista el contexto histórico de las Escrituras, es necesario recordar que la forma actual de la Biblia que hoy conocemos fue el resultado de procesos humanos, concretos y muchas veces también políticos.


En el siglo IV, el emperador romano Constantino, viendo el crecimiento imparable del cristianismo en todo el imperio, convocó el Concilio de Nicea en el año 325 d.C. Este evento no fue un simple encuentro teológico, sino una asamblea imperial bajo control político, con el objetivo de unificar doctrinas, sofocar herejías (como el arrianismo) y construir una religión oficial que sirviera a la estabilidad del Imperio.


En Nicea no se cerró aún el canon bíblico (eso ocurrió formalmente en el Concilio de Cartago del 397 d.C.), pero sí se sentaron las bases de una fe oficializada, alineada con intereses estatales. Más adelante, bajo los emperadores posteriores, se reforzó esta unión entre religión y poder político a través del Codex Theodosianus (promulgado entre 429 y 438 d.C.), que recogió leyes imperiales cristianas que obligaban a creer como se había definido en los concilios, y perseguían a quienes no se ajustaran a la ortodoxia imperial.


Entonces, ¿qué significa todo esto?


No que la Biblia carezca de valor espiritual. Todo lo contrario. Pero sí debemos reconocer con madurez que ha sido escrita, compilada y organizada por seres humanos, y por tanto es susceptible de haber mezclado verdades profundas con elementos culturales, políticos o doctrinales discutibles.


Por eso creemos que la verdadera tarea del creyente no es repetir versículos como fórmulas, sino discernir lo que en cada uno de ellos refleja el corazón del Dios de la vida, la justicia y la compasión. Como dijimos antes:


Jesús no fue como Isaac. Jesús no fue una víctima inocente atada a un altar. Él eligió.
Y eso lo cambia todo.
Su entrega no fue ciega ni impuesta, sino plenamente consciente.
Su muerte no fue un sacrificio exigido por Dios Padre, sino un acto de amor voluntario, coherente con su mensaje de misericordia, no de violencia.
Por eso dijo: “Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente” (Juan 10:18).

Y por eso también creemos que si Abraham hubiese dicho:
“No puedo hacer esto, ni siquiera si creo que viene de Ti, porque sé quién eres”,
habría abierto un camino aún más profundo: el camino de la fe madura, no basada en temor, sino en conocimiento verdadero del carácter divino.


El mismo Jesús corrigió la lectura sacrificial del Antiguo Testamento cuando citó a Oseas diciendo:
“Misericordia quiero, y no sacrificio” (Mateo 9:13).


Entonces, ¿cuál es nuestra conclusión?


La Biblia no es un libro mágico que se interpreta de forma plana y literal. Es un texto vivo, que debe ser leído con el Espíritu del Evangelio, no con la letra de la ley.


Y por eso, como dijiste tú:


Es nuestra responsabilidad, con humildad, pero también con coraje, escudriñar, discernir y caminar hacia la verdad.

Porque no todo lo que está en la Biblia viene de Dios. Pero todo lo que viene de Dios, ilumina la Biblia desde dentro.
 
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Es misericordia y justicia a partes iguales. No es un amor hippie
Pero tampoco arbitrariedad. Reitero una vez más y ya van dos docenas que los cristianos no estamos ni de lejos obligados a creer en las masacres bíblicas. El que se dice cristiano debe aplicar la doctrina de Jesucristo, cualquier otra cosa no es ser cristiano, puede ser practicar y tener la fe judeo-cristiana en todo caso, en ese sentido es menos hipócrita hacerse musulmán.

Hay suficiente evidencia para:
  1. Afirmar que Jesús consideró hechos naturales y no divinos a catástrofes como Sodoma y Gomorra e incluso el Diluvio.
  2. Evidenciar que Jesús jamás afirmó o fue confuso al respecto de las venganzas del Señor y órdenes de masacrar del Viejo Testamento.
  3. Y que en un momento muy concreto ante los fariseos deja todo clarinete: "si entendierais lo que significa misericordia quiero y no sacrificios..."
Jesús ante todo afirma al Dios misericordioso, con un pequeño toque violento en la afrenta del templo (cueva de ladrones) en la que cumple profecías.

Por otro lado Yahvé es antropomorfo, responde a pulsiones claramente humanas: envidia de otros ídolos, celos e iras, etc. Generalmente cuando se dan órdenes de masacrar enemigos se sigue un patrón, por ejemplo: a veces es el profeta el que por su cuenta y riesgo da órdenes de ejecutar niños (Números 31). Una excepción es Samuel 15, donde se pone en boca de Dios claras órdenes de ejecutar incluso bebés, y ahí creo que el escriba superó los límites éticos y morales incluso de su época.

Una figura simbólica y, por tanto, un hecho claramente no literal es la muerte de los primogénitos de Egipto, que en realidad provenía de un "ángel exterminador" (peste) y afectaba a todos (sin arbitrariedad), se nos simboliza de nuevo Cristo en los corderos sacrificados cuya sangre (vida y símbolo de fe) marcará la salvación de los primogénitos de Israel.

En Samuel sin embargo no deja claro un significado, pues simplemente afirma "Voy a pedir cuentas a Amalec de lo que hizo a Israel, cerrándole el camino, cuando subía de Egipto. Ve ahora y bate a Amalec. Entregaréis al anatema todo cuanto tiene, sin perdonarlo".

Enderezando lo torcido podemos estimar que Amalec representa el pecado que tienta al pueblo a no proseguir su camino, y por eso hay que exterminarlo de raíz. De hecho en el Éxodo coincide ese ataque precisamente cuando el pueblo exige agua que beber a Moisés, y Yahvé promete agua de una roca, de modo que ahí si tenemos claros los simbolismos.

Imaginemos que de repente 603.500 personas asoman por tu territorio, además con la prepotencia que conocemos de esta gente viendo los tiempos actuales, queda claro que te pueden soltar en la cara "Dios nos ha prometido esta tierra, así que dejarnos pasar". ¿Qué haríais en esa situación? ¿dejarles pasar?

Así que reitero a modo de cierre. Lo de la misericordia es un punto esencial de la Biblia que culmina en un Monte, en el Sermón, donde el Maestro nos deja ya clarísimo lo que aplica a los cristianos: "devolver mal por bien", "amar a los enemigos", "caminar con ellos más de lo exigido", "reconciliarnos y dialogar", estas son las soluciones universales y las únicas que han dado paz al mundo, la diplomacia, tal como demostró Alejandro Magno, evita muchas batallas y permite hacer crecer imperios con la paz, pero no masacrar niños, dejarlos morir de hambre, atacar de manera preventiva con suma hipocresía, etc.
 
Última edición:
La Biblia no es un libro mágico que se interpreta de forma plana y literal. Es un texto vivo, que debe ser leído con el Espíritu del Evangelio, no con la letra de la ley
El secreto de la Biblia es esencialmente ese, que es un texto eterno, atemporal, si se interpreta en clave histórica erramos, si lo interpretamos en clave científica, erramos, si interpretamos de manera literal, erramos de nuevo.

La única forma de entender la Biblia es mediante los simbolismos y la espiritualidad. Jesucristo nos sirve la exégesis en bandeja, y a partir de su enseñanza y simbología se debe recorrer el resto de la Escritura. Hay numerología, árboles, agua y vino, viñas y rocas, higueras, aceite, olivos...

Os pongo un ejemplo muy claro:

"Noé era agricultor y fue el primero en plantar una viña. Bebió del vino, se emborrachó y quedó desnudo dentro de su tienda. Cam, padre de Canaán, vio a su padre desnudo y salió a contárselo a sus dos hermanos. Sem y Jafet tomaron el manto, se lo echaron ambos sobre sus hombros y, caminando de espaldas, taparon la desnudez de su padre; como tenían el rostro vuelto, no vieron desnudo a su padre. Cuando Noé se despertó de la borrachera y se enteró de lo que había hecho con él su hijo menor, dijo: «Maldito sea Canaán."

La Viña es un elemento constante en las enseñanzas de Jesús. Juan el evangelista lo lleva hasta sus últimos límites el significado al comprender la Escritura y las enseñanzas más ocultas de su Maestro, comprendió entonces que Jesús era la Vid en esa Viña y así uno termina clarificando que en Noé tenemos el simbolismo de los primeros seres humanos que plantaron la Vid que da esa vida (sangre) que se derrama entre nosotros, de hecho fue tanto el vino que se emborrachó de vida y desnudo en la tienda estaba tan tranquilo sin apercibirse de su pecado (gracia), vino su hijo pequeño (las malas lenguas dicen de que tuvo sexo) y viendo la desnudez decidió avisar a sus hermanos (ley), el manto tiene un simbolismo claro: tapa el pecado de su padre (Cristo).

Aquí falta un elemento esencial: el perdón, ese que tantas veces nos enseñará el Maestro. Noé mete la pata y maldice al pobre chaval y por extensión al pueblo que vendrá de su estirpe. Una vez más el escriba justificando maldades, como que por herencia unos seres humanos sean esclavos de otros. Tendrá que venir el Deuteronomio a irlo arreglando tras el Éxodo.
 
Gracias por tu aporte. Coincido plenamente en que la figura de Jesús redefine radicalmente nuestra relación con Dios, dejando en claro que la misericordia no es una nota secundaria del mensaje, sino su núcleo más profundo. Como bien citas: "Misericordia quiero, y no sacrificios" (Mt 9:13), y eso no es solo una frase, sino una declaración de principios que atraviesa todo el Evangelio.


Has señalado algo clave: Jesús no valida acríticamente las narrativas violentas del Antiguo Testamento, y muchas veces las reformula con autoridad, haciendo un giro hacia el amor, el perdón, y la justicia compasiva. Eso no es negar la Escritura, sino leerla a la luz del Espíritu. La misma Biblia muestra evolución en la comprensión de Dios, y Jesús es su punto culminante.


Respecto al relato de Amalec (1 Samuel 15), me parece honesto reconocer que, si lo leemos de forma literal, nos sitúa ante un dilema ético severo. Pero si lo interpretamos simbólicamente —como tú bien lo haces—, podemos comprender que no se trata de justificar un genocidio, sino de ilustrar la necesidad espiritual de extirpar todo aquello que impide el camino hacia la vida plena. El peligro, sin embargo, es cuando esos textos se usan para justificar violencias reales, hoy o en cualquier época.


También valoro tu crítica hacia una imagen de Dios construida desde emociones humanas como celos o ira incontrolable. Si creemos que Dios es amor (1 Jn 4:8), entonces todo lo que contradiga ese amor no puede venir de Dios, sino de una interpretación limitada o de una transmisión humana condicionada por su contexto.


La lectura bíblica no es arqueología dogmática, sino diálogo vivo entre el texto, el Espíritu y nuestra conciencia despierta. Por eso me atrevo a decir: no toda obediencia es virtud; a veces, el acto más fiel es discernir.


La fe auténtica no es sumisión ciega, sino una confianza iluminada por la justicia, la compasión y el coraje. Y como bien afirmas, el sermón del monte es la brújula. Desde ahí, desde ese monte, se lee toda la Biblia con otros ojos.


Un abrazo en Cristo,
Elifel
 
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Gracias por esta reflexión tan profunda.


Estoy completamente de acuerdo en que la Biblia no es un texto plano ni literal, y que solo cobra verdadero sentido cuando se lee a la luz del Espíritu. Como bien dices, Jesús nos entrega la clave interpretativa: “Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13). A partir de ahí, todo lo demás se ilumina.


La historia de Noé y la viña —como tantas otras— nos muestra cómo el relato bíblico se sirve de símbolos, metáforas y estructuras narrativas cargadas de arquetipos espirituales. La viña, el vino, la desnudez, la maldición… son elementos que tienen una resonancia mucho más profunda que la simple anécdota. Representan ciclos de caída y redención, errores humanos y caminos hacia la reconciliación.


Y claro, como tú bien señalas, falta el perdón. La reacción de Noé no es evangélica. Por eso, no debe leerse como modelo, sino como espejo: para mostrar una falta que solo el mensaje de Cristo podrá corregir siglos después.


Es importante recordar que muchos pasajes oscuros del Antiguo Testamento no representan la voluntad última de Dios, sino las limitaciones de una humanidad que aún no ha comprendido la profundidad de la misericordia. Por eso Jesús no viene a ratificar la violencia del pasado, sino a revelarnos su superación: “Habéis oído que se dijo… pero yo os digo…”


La Escritura, cuando se lee con discernimiento espiritual, se convierte en un camino de transformación interior, no en un código moral rígido ni en un compendio de reglas arcaicas. Y en ese camino, el amor es el filtro. Todo lo que no pueda pasar por ese filtro, debe ser repensado, reinterpretado o incluso dejado atrás como pedagogía caduca.


Gracias nuevamente por tu aporte, que invita a leer la Biblia no como un tribunal, sino como un taller de alma viva.
 
El secreto de la Biblia es esencialmente ese, que es un texto eterno, atemporal, si se interpreta en clave histórica erramos, si lo interpretamos en clave científica, erramos, si interpretamos de manera literal, erramos de nuevo.

La única forma de entender la Biblia es mediante los simbolismos y la espiritualidad. Jesucristo nos sirve la exégesis en bandeja, y a partir de su enseñanza y simbología se debe recorrer el resto de la Escritura. Hay numerología, árboles, agua y vino, viñas y rocas, higueras, aceite, olivos...

Os pongo un ejemplo muy claro:

"Noé era agricultor y fue el primero en plantar una viña. Bebió del vino, se emborrachó y quedó desnudo dentro de su tienda. Cam, padre de Canaán, vio a su padre desnudo y salió a contárselo a sus dos hermanos. Sem y Jafet tomaron el manto, se lo echaron ambos sobre sus hombros y, caminando de espaldas, taparon la desnudez de su padre; como tenían el rostro vuelto, no vieron desnudo a su padre. Cuando Noé se despertó de la borrachera y se enteró de lo que había hecho con él su hijo menor, dijo: «Maldito sea Canaán."

La Viña es un elemento constante en las enseñanzas de Jesús. Juan el evangelista lo lleva hasta sus últimos límites el significado al comprender la Escritura y las enseñanzas más ocultas de su Maestro, comprendió entonces que Jesús era la Vid en esa Viña y así uno termina clarificando que en Noé tenemos el simbolismo de los primeros seres humanos que plantaron la Vid que da esa vida (sangre) que se derrama entre nosotros, de hecho fue tanto el vino que se emborrachó de vida y desnudo en la tienda estaba tan tranquilo sin apercibirse de su pecado (gracia), vino su hijo pequeño (las malas lenguas dicen de que tuvo sexo) y viendo la desnudez decidió avisar a sus hermanos (ley), el manto tiene un simbolismo claro: tapa el pecado de su padre (Cristo).

Aquí falta un elemento esencial: el perdón, ese que tantas veces nos enseñará el Maestro. Noé mete la pata y maldice al pobre chaval y por extensión al pueblo que vendrá de su estirpe. Una vez más el escriba justificando maldades, como que por herencia unos seres humanos sean esclavos de otros. Tendrá que venir el Deuteronomio a irlo arreglando tras el Éxodo.
Muchas gracias por tu aporte. Coincido plenamente con la visión de que la Biblia no puede ser leída con los ojos del literalismo plano. Lo que planteas sobre Noé, el vino y la viña me parece una joya de interpretación simbólica: realmente nos ayuda a ver que los relatos antiguos no son reportes históricos, sino reflejos de una experiencia humana y espiritual más profunda.


También creo, como bien señalas, que la clave hermenéutica está en Cristo. Él no vino a reafirmar todos los relatos anteriores tal como están, sino a filtrarlos a través de la misericordia, del amor, y de esa transformación radical del corazón humano. Jesús es la Palabra viva, la exégesis encarnada, el que corrige desde dentro lo que pudo haber sido interpretado o escrito desde fuera.


El episodio de la maldición de Canaán nos recuerda que incluso los textos sagrados pueden reflejar los prejuicios de su tiempo, y que nuestra lectura de la Escritura tiene que estar en constante purificación a la luz del Espíritu.


Y qué importante esto que dices: si falta el perdón, falta el Evangelio.
Gracias por iluminarlo así. Sigamos creciendo juntos.
 
Jesús también hablaba de justicia no solo de amor.

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Siguiendo mojigaterias se hace fácil negar el infierno y cometer varios errores exegéticos.
 
Siguiendo mojigaterias se hace fácil negar el infierno y cometer varios errores exegéticos.
He ido ya desgranando estas semanas una exégesis mucho más consecuente que la tradicional de un infierno creado, repleto de torturas y otros clásicos de la literatura de terror, incompatible por completo con principios de perdón y misericordia.

Dios es nuestro Espejo, ya sea fuego purificador o luz que evidencia nuestro mal, o bien de amor que derrite cuando alcanzamos la pureza del corazón.

El juicio es ante todo el peso en el alma de nuestras malas acciones, la Palabra nos juzga porque revela nuestra maldad sin filtros, y el fuego bajo el prisma del pecado dolerá al purificarnos, el mal a extirpar frente al Espejo refleja el dolor causado con toda su crudeza. (Por eso más nos vale perder un miembro que vernos arrojados enteros).

Si no fuimos unos verdaderos malignos o bien nos quedamos apegados al mundo y sus riquezas, podremos cruzar la puerta estrecha del Reino tras esa liberación de lastres, algo dolorosa pero necesaria.

Cuanto menos "mundo" llevemos encima, más simple y agradable será santificarnos y llegar al Banquete.

Dale unas vueltas y verás que queda más claro.
 
He ido ya desgranando estas semanas una exégesis mucho más consecuente que la tradicional de un infierno creado, repleto de torturas y otros clásicos de la literatura de terror, incompatible por completo con principios de perdón y misericordia.

Dios es nuestro Espejo, ya sea fuego purificador o luz que evidencia nuestro mal, o bien de amor que derrite cuando alcanzamos la pureza del corazón.

El juicio es ante todo el peso en el alma de nuestras malas acciones, la Palabra nos juzga porque revela nuestra maldad sin filtros, y el fuego bajo el prisma del pecado dolerá al purificarnos, el mal a extirpar frente al Espejo refleja el dolor causado con toda su crudeza. (Por eso más nos vale perder un miembro que vernos arrojados enteros).

Si no fuimos unos verdaderos malignos o bien nos quedamos apegados al mundo y sus riquezas, podremos cruzar la puerta estrecha del Reino tras esa liberación de lastres, algo dolorosa pero necesaria.

Cuanto menos "mundo" llevemos encima, más simple y agradable será santificarnos y llegar al Banquete.

Dale unas vueltas y verás que queda más claro.
A los cristianos no solo nos acompaña la exégesis sino vivas experiencias espirituales, los exorcismos, las visiones, y los testimonios de los santos.


Todos ellos dan fe de la existencia de dos lugares absolutos en la eternidad.

Con Dios o sin Dios.